PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2877
~ Lunes 14 de Diciembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Las personas que escuchan a Juan sienten
la necesidad de transformar sus vidas. No preguntan qué hay que pensar o qué
hay que creer, sino qué hay que hacer. ¿Qué hay que hacer para el encuentro con
Jesús que viene a nuestra vida? Como al amigo, no hay que recibirlo con grandes
aspavientos y liturgias protocolarias
propias de las recepciones oficiales. No hay que mantenerlo lejos de
nuestra realidad vital y familiar.
Hay que compartir con Él lo que somos,
tenemos y vivimos. Hay que ponerse en marcha desde el interior, cambiando
nuestras actitudes rutinarias, dándole un sentido de esperanza activa y alegría
a nuestra espera. Mirando a Jesús podemos encontrar pistas abundantes para
saber lo que hay que hacer. En Él vemos que perdonar es más gratificante que vengarse,
compartir más que acaparar, ayudar a los
demás más que aprovecharse de ellos, enjugar lágrimas más que provocarlas;
liberar y/o ayudar a alguien a ser libre, más que esclavizar. Bendecir,
felicitar… más que mentir y envidiar; practicar la solidaridad y la generosidad
mejor que el egoísmo... Regalar bondad, belleza, acogida, justicia, verdad,
vida.... es lo que tenemos que hacer y el camino más seguro para la auténtica
alegría de uno mismo y de los demás. Como hace Jesús y nos recomienda hacer.
A. Gutiérrez
¡Buenos días!
En un ómnibus
Afirma
santo Tomás que Cristo nos recomendó por encima de todo la humildad, porque con
ella se anula el principal impedimento para nuestra santificación. Todas las
demás virtudes derivan de ella su valor. Sólo a ella le concede Dios sus dones,
y los retira cuando ella desaparece. La dignidad y grandeza del hombre es don
de Dios; su miseria, fruto de su corazón extraviado.
Érase una vez, un borracho que subió a un
ómnibus en el que viajaba mucha gente, y parándose en el pasillo empezó a
gritar: —Los de la derecha son unos tarados, los de la izquierda son unos
idiotas, los de atrás son unos imbéciles y los de enfrente son unos estúpidos.
Cuando escuchó eso el conductor, frenó sorpresivamente, y toda la gente cayó al
piso, incluyendo al borracho, y muy enojado el chofer tomó al borracho por el
cuello y le preguntó: —¡Ahora sí, dime, ¿Quiénes son unos tarados, unos
idiotas, unos imbéciles y unos estúpidos? Y el borracho contestó: —Ya ni sé,
¡están todos revueltos!
Santa
Teresa de Ávila, dio una certera definición de humildad, quizá la mejor que
existe: “Una vez estaba yo meditando por qué razón Jesús nuestro Señor era tan
amigo de la humildad, y con toda claridad comprendí esto: la ama tanto porque
Dios es la suma Verdad, y la humildad es caminar en la verdad”. ¿Y el borracho?
“In vino, veritas”. “En el vino, la verdad”.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús entró en el
templo. Mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos
del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal
autoridad?». Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si
me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. El bautismo
de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?». Ellos discurrían entre
sí: «Si decimos: ‘Del cielo’, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’.
Y si decimos: ‘De los hombres’, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a
Juan por profeta». Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos». Y Él les replicó
asimismo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto». (Mt
21,23-27)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos invita a
contemplar dos aspectos de la personalidad de Jesús: la astucia y la autoridad.
Fijémonos, primero, en la astucia: Él conoce profundamente el corazón del
hombre, conoce el interior de cada persona que se le acerca. Y, cuando los
sumos sacerdotes y los notables del pueblo se dirigen a Él para preguntarle,
con malicia: «Con qué autoridad haces esto?» (Mt 21,23), Jesús, que conoce su
falsedad, les responde con otra pregunta: «El bautismo de Juan, ¿de dónde era?,
¿del cielo o de los hombres?» (Mt 21,25). Ellos no saben qué contestarle, ya
que si dicen que venía de Dios, entrarían en contradicción con ellos mismos por
no haberle creído, y si dicen que venía de los hombres se pondrían en contra
del pueblo, que lo tenía por profeta. Se encuentran en un callejón sin salida.
Astutamente, Jesús con una simple pregunta ha denunciado su hipocresía; les ha
dado la verdad. Y la verdad siempre es incómoda, te hace tambalear.
También nosotros estamos llamados a
tener la astucia de Jesús, para hacer tambalear a la mentira. Tantas veces los
hijos de las tinieblas usan toda su astucia para conseguir más dinero, más
poder y más prestigio; mientras que los hijos de la luz parece que tengamos la
astucia y la imaginación un poco adormecidas. Del mismo modo que un hombre del
mundo utiliza la imaginación al servicio de sus intereses, los cristianos hemos
de emplear nuestros talentos al servicio de Dios y del Evangelio. Por ejemplo:
cuando uno se encuentra ante una persona que habla mal de la Iglesia (cosa que
pasa con frecuencia), ¿con qué astucia sabemos responder a la crítica negativa?
O bien, en un ambiente de trabajo, con un compañero que sólo vive para él mismo
y “pasa de todos”, ¿con qué astucia sabremos devolver bien por mal? Si le
amamos, como Jesús, nuestra presencia le será muy “incómoda”.
Jesús ejercía su autoridad gracias al
profundo conocimiento que tenía de las personas y de las situaciones. También
nosotros estamos llamados a tener esta autoridad. Es un don que nos viene de lo
alto. Cuanto más nos ejerzamos en poner las cosas en su sitio —las pequeñas
cosas de cada día—, mejor sabremos orientar a las personas y las situaciones,
gracias a las inspiraciones del Espíritu Santo.
Rev. D. Melcior QUEROL i Solà (Ribes de Freser, Girona,
España)
Santoral Católico:
San Juan de la
Cruz
Presbítero y Doctor de la
Iglesia
Nació en Fontiveros, provincia de Avila
(España), hacia el año 1542 en el seno de una familia humilde. En su juventud
sirvió a los enfermos en el hospital de Medina del Campo a la vez que estudiaba
en el colegio de los jesuitas. En 1563 ingresó en la Orden del Carmen. Completó
su formación en la Universidad de Salamanca y, ya sacerdote, se sintió atraído
por los cartujos, pero, tras un encuentro casual con santa Teresa de Jesús, fue
el primero de los frailes carmelitas que a partir de 1568 se declaró a favor de
su reforma, por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos. Fue
apóstol, a la vez que contemplativo, en particular de la pasión de Cristo, y
escritor. Sus poesías son una cumbre literaria, y es un clásico de la mística.
Como atestiguan sus escritos, ascendió a través de la noche oscura del alma al
monte Carmelo, monte de Dios, buscando una vida escondida en Cristo y dejándose
quemar por la llama viva del amor de Dios. Murió en Úbeda (Jaén) el 14 de
diciembre de 1591.
Oración: Dios, Padre nuestro, que
hiciste a tu presbítero san Juan de la Cruz modelo perfecto de negación de sí
mismo y de amor a la cruz, ayúdanos a imitar su vida en la tierra para llegar a
gozar de tu gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
“Te doy tres formas de ejercer misericordia
al prójimo:
la primera: la acción; la segunda: la
palabra; la tercera: la oración.
En estas tres formas está contenida la
plenitud de la misericordia
y es el testimonio irrefutable del amor
hacia Mí.
De este modo el alma alaba y adora Mi
misericordia”
~ Jesús a Santa Faustina ~
Tema del día:
Las obras de misericordia
Las obras
de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro
prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3).
Las obras de misericordia son 14 y se dividen en 7 Espirituales y 7 Corporales.
Las 7 Obras de
Misericordia Espirituales
Instruir,
aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espirituales, como también
lo son perdonar y sufrir con paciencia. (Catecismo)
1. Enseñar al que no sabe.
Es
importante que cooperemos con nuestros hermanos, pero es más importante
enseñarles a realizar por ellos mismos aquello que no saben. Por ello,
enseñémosle a orar, a perdonar, a perdonarse, a compartir, etc.
2. Dar buen consejo al que lo necesita.
Para dar
buen consejo es necesario que nosotros mismos hayamos sido aconsejados por un
director espiritual, que nos ayude a orar a Dios Padre, para que nos envíe su
Santo Espíritu y nos regale el don de consejo. Así, bajo la guía del Señor,
tanto nuestras palabras como nuestro actuar, serán un constante aconsejar a los
que lo necesitan.
3. Corregir al que se equivoca.
Muchas
veces nos enojamos o reímos cuando vemos a algún hermano equivocarse,
olvidándosenos que no somos perfectos e inevitablemente nos equivocaremos
también. Pensemos, ¿nos gustaría que se rieran de nosotros?, definitivamente
NO, así que, cuando alguien se equivoque corrijámoslo con amor fraternal para
que no lo vuelva a hacer.
4. Perdonar al que nos ofende.
¡Qué
difícil!... tanto que Jesús nos dice que debemos perdonar 70 veces 7, es decir,
SIEMPRE. Además en el Padre Nuestro, nos pone la condición de perdonar nuestras ofensas, como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden. Así que, a perdonar, perdonar,
perdonar....
5. Consolar al triste.
Jesús nos
ha dicho: "Dichosos los que lloran
porque serán consolados". El consuelo de Dios, por medio de su
Espíritu Santo, nos consuela. Pero, además, Dios se vale de nosotros para
consolar a los demás. No se trata de decir: no llore, sino de buscar en las
Escrituras, las palabras que mejor se adecúen a la situación. En los salmos
podremos encontrar esa palabra de consuelo que requerimos, por eso, es
conveniente recitarlos y meditarlos constantemente.
6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
¡Qué fácil
es ver la paja en el ojo del prójimo y no vemos la viga en el nuestro!. Cuando
seamos capaces de disimular los defectos de nuestro hermano, estaremos
colaborando en la construcción del Reino del Señor. Tengamos paciencia con los
ancianos, los niños, el vecino, el compañero de trabajo y ellos la tendrán con
nosotros, en nuestros defectos.
7. Rogar a Dios por los vivos y los difuntos.
Cuando
escucho a mis hijos orar pidiendo a Diosito por nosotros, por sus hermanos, por
sus compañeros de escuela y por sus abuelitos ya fallecidos, me siento
agradecido de saber que muchos elevan una oración al Creador por mí y por mis
familiares o amigos que se me adelantaron a la casa del Padre. Cada oración es
una intercesión, y el Señor nos pide que oremos unos por otros para mantenernos
firmes en la fe, así como El oró por Pedro para que una vez confirmado, le
ayudara a sus hermanos.
7 Obras de Misericordia
Corporales
Las obras
de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al
hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los
enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25, 31-46). Entre estas
obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4,5-11; Si 17, 22) es uno de los
principales testimonios de la caridad fraterna: es también una práctica de
justicia que agrada a Dios (cf Mt 6, 2-4) . (Catecismo)
1. Visitar a los enfermos.
Nuestros
hospitales están llenos de enfermos olvidados por sus familiares, o bien,
personas que por la lejanía con el centro hospitalario, no reciben visita
alguna. Es bueno dar dinero para los necesitados, pero que bueno es darnos
nosotros mismos. Compartamos de nuestro tiempo con ellos y llevémosles una palabra
de aliento, un rato de compañía a esos cristos en su monte de los olivos.
2. Dar de comer al hambriento.
Jesús nos
ordena compartir con el necesitado cunado nos dice, "El que tenga dos capas dele una al que no tiene, y el que tenga
alimento, comparta con el que no"(San Lucas, 3-11). Al compartir
nuestro alimento, no solo les llenamos el estómago a nuestros hermanos
necesitados, sino que les mostramos el amor de Dios que no los deja
desfallecer.
3. Dar de beber al sediento.
Con
cuantas ganas nos bebemos un vaso de agua fresca luego de recorrer un largo
trecho para calmar nuestra sed. ¿Cuántas veces pensamos en nuestros hermanos
que no tienen un lugar donde beberlo? Pensemos en aquellos que se enferman
porque deben calmar su sed con agua contaminada, aquellos que mueren de sed
porque otros la desperdician, incluso Jesús, en su trance de muerte, sintió sed
y lo exclamó con tanta vehemencia, que un soldado romano le acercó una esponja
con hiel y vinagre para que la calmara. ¿Somos nosotros peores que ese soldado
romano como para negar agua al sediento?.
4. Dar posada al peregrino.
Existen
muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto
a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y a todo momento.
Recordemos que esos hermanos desposeídos son Sagrarios del Espíritu Santo que
merecen al menos una Tienda de Encuentro con el amor Divino.
5. Vestir al desnudo.
A menudo
nos encontramos con hermanos que están vestidos con harapos o bien se
encuentran desnudos, viéndose disminuida su dignidad de hijos de Dios.
Ayudémosles a recobrarla brindándoles una vestidura limpia y respetable, que
les permita reencontrar al Señor en la bondad de los demás.
6. Visitar a los encarcelados.
Cada
mañana nos levantamos y corremos a los centros de estudio o trabajo, y
posiblemente pasemos frente a un centro de reclusión en el que muchos de
nuestros hermanos sufren la soledad y la indiferencia. Nuestra Santa Madre
Iglesia nos llama a llevarles, no solo cosas materiales, sino el cariño de toda
la comunidad a cada uno de ellos, para que se sientan parte del rebaño del
Único Pastor.
7. Enterrar a los muertos.
Sepultarlos
no significa olvidarlos, por el contrario, esta obra de misericordia coporal
nos lleva a la obra de misericordia espiritual que nos invita a rezar por los
vivos y los muertos. Al enterrarlos no debemos olvidar que es nuestro deber
mantener sus sepulturas en buen estado, pues en ellas se contienen los restos
mortales de aquellos que fueron Templo del Espíritu Santo.
Tomado de: Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud de María Alejandra, de Arequipa (Perú),
quien se encuentra padeciendo de cáncer, rogando que el Señor le conceda
fortaleza para superar esta enfermedad.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
Para
aquellos de nosotros que hemos sido sometidos a duras pruebas, el Inmaculado
Corazón de María quiere maternalmente recordarnos: "Dios enjugará toda
lágrima de vuestros ojos, no habrá más muerte; ni llanto, ni penas, ni clamor,
porque el antiguo mundo ya llegó a su final "(...).
No
estamos esperando un paraíso ilusorio, un mundo feliz, ni el superhombre que el
progreso de la ciencia pretende inmortalizar. La verdadera novedad vendrá en la
plenitud de los tiempos, con la Encarnación del Verbo. Benedicto XVI ha dicho
que el salto más grande en la historia de la humanidad se llevó a cabo con la
Resurrección de Jesús. Con el bautismo participamos en la vida eterna de Jesús
Resucitado.
La
plenitud de los tiempos comienza con el amanecer que es la Inmaculada
concepción de la Virgen María. La naturaleza humana recibida por la Virgen María,
desde el primer día de su concepción, que no fue marcada por las consecuencias
de la naturaleza del pecado original, sino totalmente animada por la gracia
divina y el Espíritu Santo. El Hijo de Dios asumió esta naturaleza en el seno
de la Virgen María el día de su Encarnación. Todos los que han renacido del
agua y del Espíritu por medio del bautismo participan de esta nueva creación.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.