PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2879
~ Miércoles 16 de Diciembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Tener fe y creer en Dios nos hace vivir
en la profundidad de nuestro ser. Pero inmediatamente esto tiene que expresarse
y conectarse con las actitudes, las obras y con el comportamiento. Aquel
antiguo refrán, “a Dios rogando y con el mazo dando”, significa “tengo fe pero
no tengo que mostrarlo a través de las obras”.
A veces, cada uno puede tener en su vida
una actitud farisaica, formal, hipócrita, o esa de querer figurar en la foto,
creyendo que la foto es la realidad y no lo es, es solo una expresión porque la
realidad es otra aunque mucha gente se queda en la foto.
Tenemos una religión que nos lleva a
vivir lo esencial, lo más profundo, algo que viene de Dios, entra en nosotros y
luego surge transformado por la gracias de Dios. Eso es el compromiso. Tener fe
nos responsabiliza, nos humaniza y nos compromete más.
Así descubrimos lo más importante: no
tenemos que quedarnos en lo externo, tenemos que ir a lo profundo, como un
iceberg, del que se ve sólo la punta, pero lo más importante no está en la
punta sino dentro. Ver aquello que está en la profundidad de nuestro ser.
Mons. Rubén O. Frassia
¡Buenos días!
Obras de misericordia
En
todo momento y en cualquier circunstancia de la vida estoy en condiciones de
amar e imitar a Cristo, el humilde servidor del Padre y de los hombres. El
modelo humano que me ofrece Jesús, y que él realizó plenamente, es el de
servidor decidido de quien necesita ayuda. “El Hijo del hombre no ha venido
para ser servido, sino para servir”. Lee este mensaje mariano.
“¡Queridos hijos! Hoy los invito a hacer
obras de misericordia con amor y por amor a mí y a sus hermanos y hermanas que
también son mis hijos. Queridos hijos, todo lo que hagan por los demás háganlo
con gran gozo y humildad ante Dios. Yo estoy con ustedes y día a día ofrezco
sus sacrificios y oraciones a Dios por la salvación del mundo. ¡Gracias por
haber respondido a mi llamado!”
Ayudar
y servir son dos expresiones concretas de un amor que se brinda generosamente a
los demás. De este olvido de mí mismo, surgirá como por magia, mi propia
felicidad y alegría, mi auténtica realización. “Dormí y soñé que la vida era
alegría. Desperté y vi que la vida era
servicio. Y, en el servicio, encontré la
alegría” (Tagore). ¡Siempre listo para servir!
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus
discípulos a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a
otro?». Llegando donde Él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha
enviado a decirte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’».
En aquel momento curó a muchos de sus
enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y
les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven,
los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos
resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no
halle escándalo en mí!». (Lc 7,19-23)
Comentario
Hoy, cuando vemos que en nuestra vida no
sabemos qué hemos de esperar, cuando a veces perdemos la ilusión porque no nos
atrevemos a mirar más allá de nuestras deficiencias, cuando estamos alegres por
ser fieles a Jesucristo y, a la vez, inquietos o lánguidos por no saborear los
frutos de nuestra misión apostólica, el Señor quiere que nos preguntemos como
Juan Bautista: «¿Debemos esperar a otro?» (Lc 7,20).
Está claro, el Señor es “listo”, y
quiere aprovechar esta incertidumbre —por cierto, de lo más normal— para que
hagamos examen de toda nuestra vida, veamos nuestras deficiencias, nuestros
esfuerzos, nuestras enfermedades... y, así, nos reafirmemos en nuestra fe y
multipliquemos “infinitamente” nuestra esperanza.
El Señor no tiene límites a la hora de
cumplir su misión: «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan
limpios...» (Lc 7,22). ¿Dónde tengo puesta mi esperanza? ¿Dónde tengo situada
mi alegría? Porque la esperanza está íntimamente relacionada con la alegría
interior. El cristiano, como es natural, ha de vivir como una persona normal de
la calle, pero siempre con los ojos puestos en Cristo, que no falla nunca. Un
cristiano no puede vivir su vida al margen de la de Cristo y de su Evangelio.
Centremos nuestra mirada en Él, que todo lo puede, absolutamente todo, y no
pongamos límites a nuestra esperanza. «En Él encontrarás mucho más de lo que
puedes desear o pedir» (San Juan de la Cruz).
La liturgia no es un “juego sagrado”, y
la Iglesia nos da este tiempo de Adviento porque quiere que cada creyente
reanime en Cristo la virtud de la esperanza en su vida. Frecuentemente, la
perdemos porque confiamos demasiado en nuestras fuerzas y no queremos
reconocernos “enfermos”, necesitados de la mano sanadora del Señor. Pero así ha
de ser, y como Él nos conoce y sabe que todos estamos hechos de la misma
“pasta”, nos ofrece su mano salvadora. —Gracias, Señor, por sacarme del barro y
llenarme de esperanza el corazón.
Rev. D. Bernat GIMENO i Capín (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Adelaida
(Alicia)
Emperatriz de
Italia
Nació el año 931 en el castillo de Orb,
hija de Rodolfo II, rey de Borgoña. Contrajo matrimonio el 947 con Lotario, rey
de Italia, del que quedó viuda tres años después. Más tarde contrajo nuevo
matrimonio con Otón I, y fueron coronados por el papa Juan XII el año 962. Tuvo
tres hijos, entre ellos Otón II. Cuando murió éste, tuvo que convertirse en la
regente del imperio en nombre de su nieto Otón III. Prestó particular atención
a los últimos y a los indigentes, estuvo en estrecha relación con el movimiento
de reforma de Cluny, construyó iglesias y monasterios. El año 995 pudo
retirarse de los asuntos públicos y pasó los últimos años de su vida en el
monasterio benedictino de Selz, cerca de Estrasburgo (en la actual Francia),
que ella había edificado, y allí murió el 16 de noviembre del año 999. En el
conjunto de su vida se distinguió por sus virtudes, su serenidad de ánimo y su
profunda vida interior, y también por mostrar una sobria alegría hacia los
familiares, una infatigable piedad hacia los pobres y una abundante largueza en
honrar las iglesias.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
“Navidad debe ser un tiempo de fuego
duradero,
del aroma de flores y vino, una charla
cordial,
gratos recuerdos y amistades
fortalecidas....
Pero, si todo falta, bastará con el
amor".
~ Jesse O’Neill ~
Tema del día:
La Navidad es un
encuentro
Fragmento de la homilía del Papa Francisco en Santa
Marta el 2 de diciembre 2013
Prepararse para la Navidad con la
oración, la caridad y la alabanza: con el corazón abierto para dejarse
encontrar por el Señor que todo lo renueva.
En el Adviento empezamos un nuevo
camino, un "camino de la Iglesia hacia la Navidad". Vayamos al
encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un acontecimiento temporal o
un recuerdo de una cosa bonita.
La Navidad es algo más: vamos por este
camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos
para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo,
como Él es; encontrarlo con fe. El Señor, en la palabra de Dios que escuchamos,
se maravilló del centurión: se maravilló de la fe que él tenía. Él había hecho
un camino para encontrarse con el Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no
sólo él se ha encontrado con el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser
encontrado por el Señor. Y este es precisamente el encuentro que nosotros
queremos: ¡El encuentro de la fe!
Pero más allá de ser nosotros los que
encontremos al Señor, es importante "dejarnos encontrar por Él"
Cuando somos nosotros solos los que
encontramos al Señor, somos nosotros –digámoslo, entre comillas – los dueños de este encuentro; pero
cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, es Él el
que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida, lo que significa
cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma,
la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe, con la fe del
centurión, para encontrar al Señor y, sobre todo, para dejar que Él nos
encuentre.
Pero se necesita un corazón abierto para
que Él me encuentre. Y me diga aquello que Él quiere decirme, que no es siempre
aquello que yo quiero que me diga. Él es Señor y Él me dirá lo que tiene para
mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No, no! Nos
mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así,
abstracto: ¡Es un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira
a mí persona. Dejarse encontrar por el Señor es precisamente esto: dejarse amar
por el Señor.
En este camino hacia la Navidad, nos
ayudan algunas actitudes:
• La perseverancia en la oración, rezar
más;
• La laboriosidad en la caridad
fraterna, acercarnos un poco más a los que están necesitados;
• La alegría en la alabanza del Señor.
Por tanto: la oración, la caridad y la
alabanza, con el corazón abierto para que el Señor nos encuentre.
Papa Francisco
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por las siguientes
personas de Buenos Aires, Argentina: Lidia,
que ha sido operada del corazón y está delicada; Martín con linfoma en tratamiento de quimioterapia; y Elisa, cuyo esposo falleció hace dos
meses y necesita la fuerza de las oraciones para sobreponerse con fe y
esperanza.
Pedimos oración para Mercedes G., que vive en Guatemala, y
trabajando (amasando pan) se le prensó la mano con una máquina resultando con
lesiones. Rezamos por su pronto restablecimiento para que pueda seguir en su
trabajo.
Pedimos oración por dos personas de
México que son Laura Z., a quien
mañana le hacen una colonoscopía, y Lorena
L., a quien le han secuestrado un hijo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
El
padre Jacques Mourad, párroco de la Iglesia de la diócesis católica siríaca de
Homs en Siria, secuestrado el 21 de mayo en su convento Qaryatayn por un grupo
del "Estado islámico" recobró la libertad el sábado, 10 de octubre de
2015. Durante los cuatro meses de su cautiverio, fue encarcelado en Raqqa
(centro de Siria). Sus carceleros trataron de convencerlos a él y a su diácono
Boutros, de convertirse al Islam bajo amenaza de decapitación mortal; ambos se
negaron siempre.
Para
soportar el sufrimiento, el padre Jacques reza diariamente a la Virgen María,
Nuestra Señora de Lourdes. A través de ella, encuentra la paz interior, siente
la oración del mundo por él, pero duda que será liberado y piensa cada día en
que puede ser asesinado.
Al día
83 de su cautiverio, un combatiente pregunta: ¿quién es Jacques Mourad? Él se
presenta. El hombre le dice: todos los días la gente nos pide que le
entreguemos al Padre Jacques.
El
combatiente lo lleva a Palmira con Boutros, los hace entrar en una casa, les
quita la venda de los ojos y empuja la puerta, “¡Qué sorpresa, 250 cristianos
estaban en la habitación, en Qaraytayn!”
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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