viernes, 4 de diciembre de 2015

Pequeñas Semillitas 2867

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2867 ~ Viernes 4 de Diciembre de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Dios mío, Tú eres un Dios bueno y misericordioso, eso me llena de alegría para iniciar este día y salir a luchar con valentía. Gracias porque tu palabra está guiando mi vida en cada situación que debo enfrentar. Tú no te apartas de mi corazón y me das fuerzas para ser un vencedor, por eso, te busco en esta mañana, con la plena certeza de que tu amor no tiene medida y se derrama en mi vida. Señor, hoy reconozco que algunas veces solo te busco porque tengo un problema y necesito tu ayuda. Por eso, quiero que me mueva solo el amor a buscar tu presencia, para establecer una relación firme y duradera contigo que llene de sentido mi existencia y me haga ser feliz. Amén.

¡Buenos días!

Irradiar la propia luz
“Si puedes ser una estrella en el cielo, sé una estrella en el cielo. Si no puedes ser una estrella en el cielo, sé una hoguera en la montaña. Si no puedes ser una hoguera en la montaña, sé una lámpara en tu casa”. El Señor te ha regalado la luz de la fe para iluminar a tu alrededor, con el ejemplo y con la palabra. La Reina de la Paz te anima a irradiar tu amor y tu fe con decisión.

“¡Queridos hijos! En sus vidas, todos ustedes han experimentado momentos de luz y de tinieblas. Dios concede a cada hombre reconocer el bien y el mal. Yo los invito a llevar la luz a todos los hombres que viven en tinieblas. Cada día llegan a sus casas personas que están en tinieblas. Queridos hijos, dénles ustedes la luz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”

Cuando das un buen ejemplo o dices una buena palabra, algo comienza a pasar. Es como tirar una piedra en un lago tranquilo. Pequeñas ondas van generando círculos concéntricos hasta morir en las playas. Conviene que lo pienses para animarte a irradiar tu propia luz. Tendrás el mérito de haber alentado a otros por el camino correcto.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!». Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?». Dícenle: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Mirad que nadie lo sepa!». Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca. (Mt 9,27-31)

Comentario
Hoy, en este primer viernes de Adviento, el Evangelio nos presenta tres personajes: Jesús en el centro de la escena, y dos ciegos que se le acercan llenos de fe y con el corazón esperanzado. Habían oído hablar de Él, de su ternura para con los enfermos y de su poder. Estos trazos le identificaban como el Mesías. ¿Quién mejor que Él podría hacerse cargo de su desgracia?
Los dos ciegos hacen piña y, en comunidad, se dirigen ambos hacia Jesús. Al unísono realizan una plegaria de petición al Enviado de Dios, al Mesías, a quien nombran con el título de “Hijo de David”. Quieren, con su plegaria, provocar la compasión de Jesús: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9,27).
Jesús interpela su fe: «¿Creéis que puedo hacer eso?» (Mt 9,28). Si ellos se han acercado al Enviado de Dios es precisamente porque creen en Él. A una sola voz hacen una bella profesión de fe, respondiendo: «Sí, Señor» (Ibidem). Y Jesús concede la vista a aquellos que ya veían por la fe. En efecto, creer es ver con los ojos de nuestro interior.
Este tiempo de Adviento es el adecuado, también para nosotros, para buscar a Jesús con un gran deseo, como los dos ciegos, haciendo comunidad, haciendo Iglesia. Con la Iglesia proclamamos en el Espíritu Santo: «Ven, Señor Jesús» (cf. Ap 22,17-20). Jesús viene con su poder de abrir completamente los ojos de nuestro corazón, y hacer que veamos, que creamos. El Adviento es un tiempo fuerte de oración: tiempo para hacer plegaria de petición, y sobre todo, oración de profesión de fe. Tiempo de ver y de creer.
Recordemos las palabras del Principito: «Lo esencial sólo se ve con el corazón».
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Juan Damasceno
Obispo y Doctor de la Iglesia
Nació en Damasco (Siria) hacia el año 650, en el seno de una familia árabe cristiana. Sucedió a su padre en sus servicios al califa, y llegó a ser ministro de las finanzas de su corte. Al perder el favor del califa, se trasladó a Jerusalén e ingresó en la cercana «laura» o monasterio de San Sabas, donde fue ordenado de sacerdote. Escribió numerosos himnos sagrados y obras teológicas, en las que se recoge lo más valioso de los escritos patrísticos de la Iglesia oriental. Fue un gran defensor, de palabra y por escrito, del culto de las imágenes sagradas -que consideraba palabra de Dios que nos entra por los ojos- contra los iconoclastas capitaneados por el emperador León Isáurico, que pretendían su supresión. Murió en su monasterio a mediados del siglo VIII.
Oración: Te rogamos, Señor, que nos ayude en todo momento la intercesión de san Juan Damasceno, para que la fe verdadera que tan admirablemente enseñó sea siempre nuestra luz y nuestra fuerza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

La frase de hoy

"¿De qué le sirve a un hombre
ganar el mundo entero, 
si se pierde a sí mismo?"

~ San Ignacio de Loyola ~

Historias:
El barco
Se cuenta que una noche navegaba un barco en alta mar.  De pronto, recibe por radio la indicación de apagar las luces y seguir una luz más potente, que le señalaba otro rumbo, pero el capitán no quiso hacerle caso, y siguió su ruta.  Pero volvió a oír el llamado, una y otra vez.

Finalmente, él dijo:
- Yo soy el capitán del barco y el barco irá por donde yo decido.

Entonces, recibió ésta respuesta:
- Si usted es el capitán del barco, le digo que yo soy el guardián del faro.  Y le digo que, si continúa en ese rumbo, se estrellará contra unos arrecifes.  Ahora, siga la luz del faro, que lo conducirá a salvo.

El capitán se calló, y obedientemente siguió al que lo guió a puerto seguro.

Nuestras vidas son como barquitos en el mar de la vida.  Cada uno es el capitán de su barco, y lo va llevando como mejor le parece.  Algunos eligen bien, otros más o menos, otros hacen elecciones que hacen que su barquito se estrelle contra las drogas, el alcohol, o las enemistades.

¿Cómo podemos estar seguros de no naufragar? ¿Cómo podemos estar seguros de llegar a buen puerto?

Abandonando el mando, como este capitán que se dejó guiar por el vigía del faro.  Diciendo: “Señor, no quiero manejar mi vida a mi antojo. Quiero seguir tus indicaciones. Quiero recibir tu guía, día a día.”

Conozco personas que cuando llegaron a tener y a sobresalir, muy pronto se olvidaron que era de Dios que procedía su condición.  Comenzaron a vanagloriarse de sus logros y posesiones.  Se atribuyeron los méritos que no les correspondía.  Cerraron su mano al necesitado a pesar de tener recursos de sobra.

Ante este cambio de actitud, fue necesario que Dios les recordase su condición, y fue así que después de una dolorosa pero amorosa disciplina, llegaron a entender su error.  Llegaron a entender que las cosas, las posiciones y las riquezas son inciertas.  Hoy son, pero mañana no lo son.

He conocido personas o grandes corporaciones que han estado en la cúspide del éxito durante muchos años,  pero de repente todo cayó al suelo estrepitosamente.   Y todo por qué?   Porque todo es incierto en este mundo.   Sólo Dios permanece.

El trabajo que tú tienes...   es incierto.
Los recursos que posees...   son inciertos.
El prestigio del que gozas...   es incierto.
El éxito que vives...   es incierto.

Esto nos recuerda que todo es como neblina.  Nuestra única dependencia radica en el Dios Vivo, en el creador y sustentador del universo. 

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para las siguientes personas de México: Diego L. H., de 9 años de edad, enfermo de linfoma no Hodkin, por lo que lo encomendamos al Señor Jesús pidiendo su curación; Javier H. T., que será operado a corazón abierto el día 9 de este mes, para que todo salga bien con la ayuda de Dios; Laura Z. que debe realizarse una colonoscopía, rogando que los resultados sean buenos; por el embarazo de Sharon W., para que ella y su bebé estén bien; y por las necesidades y tranquilidad de René R. T.

Pedimos oración para estas personas de Colombia: Jefferson Samir G. F. que está enfermo del estómago y con tratamiento, para que el Señor lo bendiga con su gracia de sanación; por la familia de Carlos C., su esposa Trini y sus hijos Carlos y María Paula.

Pedimos oración por René Orlando P. R., 70 años de edad, del municipio de Cruces, Cuba, afectado de insuficiencia renal, hipertensión arterial, anemia. Lo dejamos en las manos de Jesús para que Él le conceda sus gracias de sanación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Bajo el signo del rosario, sabemos que no estamos solos. María nos acompaña... ¿Por qué? ¿Por qué María quería estar en medio de su pueblo, con sus hijos y su familia? ¿Siguiendo siempre a Jesús, al lado de la multitud? Ella, como buena madre, no quiso abandonar a los suyos, todo lo contrario, siempre estuvo en donde podría necesitarla uno de sus hijos. Y esto sólo porque Ella es madre.
Una madre que ha aprendido a escuchar y vivir entre muchas dificultades: "No tengas miedo", "el Señor está con vosotros" (cf. Lc 1, 30.28). Una madre que continúa diciendo: “Hagan todo lo que él les diga" (Jn 2, 5). Es su invitación constante y continua.
No tiene un programa propio, no viene a decirnos algo nuevo, sólo que su fe acompaña nuestra fe.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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