PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2873
~ Jueves 10 de Diciembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Habiéndose iniciado el Jubileo
Extraordinario de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, me parece
oportuno abrir esta edición de nuestro boletín con una referencia a Misericordiae Vultus, n. 13:
“Queremos vivir este Año Jubilar a la
luz de la palabra del Señor: Misericordiosos
como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: “Sean
misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc 6,36). Es un
programa de vida tan comprometedor como rico en alegría y de paz. El imperativo
de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr. Lc 6,27). Para ser capaces
de misericordia, entonces debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la
Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la
Palabra que nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de
Dios y asumirla como propio estilo de vida”.
¡Buenos días!
Confiar en el Señor
Si te
habitúas a dejar en las manos del Señor todas tus cosas, todo empezará a
mejorar y se resolverá con facilidad según sus designios. Él espera que te
abandones confiadamente en sus manos, para guiarte por senderos de paz en medio
de los problemas cotidianos. Los santos nos han dejado ejemplo de esta absoluta
confianza en el Señor y de una gran serenidad.
“¿Por qué te confundes y te agitas ante los
problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor.
Cuando te abandones en mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis
designios. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu
futuro. Dime frecuentemente: “Jesús, yo confío en ti”. Déjate llevar en mis
brazos divinos, no tengas miedo. Yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o
se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y
confía. Continúa diciéndome a toda hora: “Jesús, yo confío en ti”. Y verás
grandes milagros. Te lo prometo por mi amor”. Jesús.
Quien
vive abandonado en el Señor crece en una relación verdaderamente filial con el
Padre; está disponible a lo que se presente; su corazón se vuelve simple y
libre; tiene facilidad para vivir con humildad los misterios de la vida; y se
libera de toda ansiedad por el porvenir incierto: “Será lo que el Padre
quiera”, dice con total sumisión. Deja al Señor dirigir tus pasos.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, dijo Jesús a las
turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno
mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los
Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el
Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos
los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis
admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga». (Mt
11,11-15)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos habla de san Juan
Bautista, el Precursor del Mesías, aquel que ha venido a preparar los caminos
del Señor. También a nosotros nos acompañará desde hoy hasta el día dieciséis,
día en el que acaba la primera parte del Adviento.
Juan es un hombre firme, que sabe lo que
cuestan las cosas, es consciente de que hay que luchar para mejorar y para ser
santo, y por eso Jesús exclama: «Desde los días de Juan el Bautista hasta
ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan»
(Mt 11,12). Los “violentos” son los que se hacen violencia a sí mismos: —¿Me
esfuerzo para creerme que el Señor me ama? ¿Me sacrifico para ser “pequeño”?
¿Me esfuerzo para ser consciente y vivir como un hijo del Padre?
Santa Teresita de Lisieux se refiere
también a estas palabras de Jesús diciendo algo que nos puede ayudar en nuestra
conversación personal e íntima con Jesús: «Eres tú, ¡oh Pobreza!, mi primer
sacrificio, te acompañaré hasta que me muera. Sé que el atleta, una vez en el
estadio, se desprende de todo para correr. ¡Saboread, mundanos, vuestra
angustia y pena, y los frutos amargos de vuestra vanidad; yo, feliz, obtendré
de la pobreza las palmas del triunfo». —Y yo, ¿por qué me quejo enseguida
cuando noto que me falta alguna cosa que considero necesaria? ¡Ojalá que en
todos los aspectos de mi vida lo viera todo tan claro como la Doctora!
De un modo enigmático Jesús nos dice
también hoy: «Juan es Elías (...). El que tenga oídos que oiga» (Mt 11,14-15).
¿Qué quiere decir? Quiere aclararnos que Juan era verdaderamente su precursor,
el que llevó a término la misma misión que Elías, conforme a la creencia que
existía en aquel entonces de que el profeta Elías tenía que volver antes que el
Mesías.
Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
Nuestra Señora de
Loreto
Advocación Mariana
Información haciendo clic acá.
© Catholic.net
Palabras del Papa
Francisco
“Dirigir la mirada a Dios, Padre misericordioso, y a los
hermanos necesitados de misericordia, significa poner la atención sobre el
contenido esencial del Evangelio: Jesús
la Misericordia hecha carne, que hace visible a nuestros ojos el gran
misterio del Amor trinitario de Dios. Celebrar un Jubileo de la Misericordia
equivale a poner de nuevo al centro de nuestra vida personal y de nuestras
comunidades lo específico de la fe cristiana, es decir, Jesucristo, Dios
misericordioso. Un Año Santo, por lo tanto, para vivir la misericordia. Si,
queridos hermanos y hermanas, este Año Santo nos es ofrecido para experimentar
en nuestra vida el toque dulce y suave del perdón de Dios, su presencia al lado
de nosotros y su cercanía, sobre todo en los momentos de mayor necesidad”
Tema del día:
Frases para el
Adviento
*La esperanza del Adviento es saber a
quién estamos esperando: A JESUS.
*El Señor no nos dice cuándo será su
venida definitiva pero, en cambio, nos da pistas de cómo hemos de estar a su
llegada: VIGILANTES.
*Esperar al Señor implica hacerlo con
aquello que Él nos dijo: salir con amor al encuentro del AMOR.
*Estar alerta es descubrir que, de mil
maneras, Dios pasa a nuestro lado: DIOS INVISIBLE PERO SENSIBLE.
*El
Adviento es un compás con tres movimientos: VIGILANCIA, ORACIÓN,
CONVERSIÓN Y ALEGRÍA.
*Ir al encuentro de Aquel que viene es
poner luz en nuestro corazón para disipar las tinieblas que nos impiden verle.
*El problema del mundo es que desespera
por todo. La grandeza del cristiano es que espera en medio de toda desesperanza.
*La oración, en Adviento, es un papel en
el que el cristiano escribe su carta personal al Dios que viene en Belén.
*La Palabra de Jesús, además de
fortalecernos, nos da seguridad en nuestra esperanza: HABLA.
*El mundo se empeña en cambiar las cosas
pero, el Señor, va al fondo de las personas: AL CORAZÓN.
*La rutina es enemiga del vigilante.
¿Quieres y deseas un futuro con Dios? PERMANECE EN PIE.
*La sociedad ¿espera en algo? Posiblemente
no. Nosotros en cambio esperamos otro nuevo mundo.
*Las mejores autopistas necesitan
constantemente arreglos. La llegada del Señor ¿cómo encuentra los caminos de
nuestros corazones?
*¡Qué alegría sentimos cuando alguien
nos devuelve algo que es nuestro! ¿Sentimos la misma alegría con el nacimiento
de Jesús que nos trae y nos devuelve a Dios?
*Amar a María es llenarnos de lo que, en
María, fue constitutivo: la Palabra de Dios. ¿La escuchamos y la veneramos? ¿La
reflexionamos y la llevamos a nuestra vida?
*Preparar los caminos al Señor es salir
a su encuentro; no detenernos en los escaparates que seducen nuestros instintos
pero adormecen nuestras ansias de ir a los brazos de Dios.
*Celebremos la primera Navidad pero,
además de eso, levantemos un poco más nuestras cabezas: la segunda venida del
Señor está al caer. ¿Cuándo? Eso es lo de menos. Lo importante es….la
esperanza.
*Sobran palabras y faltan testimonios.
En Belén, con pocas palabras y con una presencia, Dios lo dijo todo. ¿Por qué
será que a nosotros nos cuesta tanto el hacer y tan poco el hablar?
P. Javier Leoz
Oración por la
Patria
Jesucristo, Señor de la historia, te
necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación, una nación cuya
identidad
sea la pasión por la verdad y el
compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad de los
hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres y perdonando
a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la
paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no
defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos
dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te
necesitamos.
Amén.
Unidos a María
Doce años después de la llegada de los conquistadores
españoles, en 1531, en el Cerro de Tepeyac, México, la Virgen María se apareció
a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un azteca de 57 años, diciéndole entre otras
cosas:
“Yo soy la perfecta siempre Virgen María, Madre del
verdadero Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el dueño de la
cercanía y de la inmediación, el dueño del Cielo y de la Tierra.
Mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada en
donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto, lo daré a las gentes
en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi
salvación: porque yo en verdad soy vuestra Madre compasiva, tuya y de todos los
hombres que en esta tierra estáis(…) los que a mi clamen, los que me busquen,
los que confíen en mí, porque allí les escucharé su llanto, su tristeza, para
remediar para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores…” ¿No estoy aquí, yo que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi
sombra y resguardado? ¿No soy la fuente de tu alegría? ¿No estás acaso bajo mi
manto en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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