PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2776
~ Domingo 30 de Agosto de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
En el pasaje del Evangelizo de este
domingo Jesús corta de raíz la tendencia a dar más importancia a los gestos y a
los ritos exteriores que a las disposiciones del corazón, el deseo de aparentar
que se es -más que de serlo- bueno. En resumen, la hipocresía y el formalismo.
Pero podemos sacar hoy de esta página
del Evangelio una enseñanza de orden no sólo individual, sino también social y
colectivo. La distorsión que Jesús denunciaba de dar más importancia a la
limpieza exterior que a la pureza del corazón se reproduce hoy a escala
mundial. Hay muchísima preocupación por la contaminación exterior y física de
la atmósfera, del agua, por el agujero en el ozono; en cambio silencio casi
absoluto sobre la contaminación interior y moral. Nos indignamos al ver
imágenes de pájaros marinos que salen de aguas contaminadas por manchas de
petróleo, cubiertos de alquitrán e incapaces de volar, pero no hacemos lo mismo
por nuestros niños, precozmente viciados y apagados a causa del manto de
malicia que ya se extiende sobre cada aspecto de la vida.
Que quede bien claro: no se trata de
oponer entre sí los dos tipos de contaminación. Jesús lanza entonces el
programa de una “ecología del corazón”. Tomemos alguna de las cosas
«contaminantes» enumeradas por Jesús, la calumnia con el vicio a ella
emparentado de decir maldades a costa del prójimo. ¿Queremos hacer de verdad
una labor de saneamiento del corazón? Emprendamos una lucha sin cuartel contra
nuestra costumbre de descender a los chismes, de hacer críticas, de participar
en murmuraciones contra personas ausentes, de lanzar juicios a la ligera. Esto
es un veneno dificilísimo de neutralizar, una vez difundido.
P. Raniero Cantalamessa ofmcap
¡Buenos días!
Más cerca del hermano
La
Reina de la Paz nos invita a pedir los dones del Espíritu Santo para renovarnos
espiritualmente. Subraya el don del amor para acercarnos a los demás con
actitud fraterna y cordial, bondadosa y comprensiva.
“¡Queridos hijos! Me regocijo con ustedes y
en este tiempo de gracia los invito a una renovación espiritual. Oren, hijitos,
para que en ustedes habite en plenitud el Espíritu Santo, a fin de que puedan testimoniar
con gozo a todos aquellos que están lejos de la fe. Hijitos, oren en particular
por los dones del Espíritu Santo, para que en el espíritu del amor cada día y
en cada situación estén más cerca del hermano y a fin de que con sabiduría y
amor superen toda dificultad. Yo estoy con ustedes e intercedo por cada uno de
ustedes ante Jesús. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Las
piedras de los cerros caen al lecho de los torrentes y allí rozándose entre sí,
pulen sus aristas, se suavizan y se vuelven brillantes. La convivencia
cotidiana nos ayuda a madurar y pulirnos. Es un taller donde se forma la
personalidad y se arraigan virtudes fundamentales, como la paciencia, la
humildad y la esperanza. Aprovéchalo.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, se reunieron junto a
Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén, y vieron
que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas. Es
que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta
el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si
no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición,
como la purificación de copas, jarros y bandejas. Por ello, los fariseos y los
escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la
tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo
me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden
culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el
precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres».
Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme
todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda
contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas:
fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude,
libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas
perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».
(Mc 7,1-8.14-15.21-23)
Comentario
Hoy, la Palabra del Señor nos ayuda a
discernir que por encima de las costumbres humanas están los Mandamientos de
Dios. De hecho, con el paso del tiempo, es fácil que distorsionemos los
consejos evangélicos y, dándonos o no cuenta, substituimos los Mandamientos o
bien los ahogamos con una exagerada meticulosidad: «Al volver de la plaza, si
no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición,
como la purificación de copas, jarros y bandejas...» (Mc 7,4). Es por esto que
la gente sencilla, con un sentido común popular, no hicieron caso a los
doctores de la Ley ni a los fariseos, que sobreponían especulaciones humanas a
la Palabra de Dios. Jesús aplica la denuncia profética de Isaías contra los
religiosamente hipócritas: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas,
según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí» (Mc 7,6).
En estos últimos años, Juan Pablo II, al
pedir perdón en nombre de la Iglesia por todas las cosas negativas que sus
hijos habían hecho a lo largo de la historia, lo ha manifestado en el sentido
de que «nos habíamos separado del Evangelio».
«Nada hay fuera del hombre que, entrando
en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina
al hombre» (Mc 7,15), nos dice Jesús. Sólo lo que sale del corazón del hombre,
desde la interioridad consciente de la persona humana, nos puede hacer malos.
Esta malicia es la que daña a toda la Humanidad y a uno mismo. La religiosidad
no consiste precisamente en lavarse las manos (¡recordemos a Pilatos que
entrega a Jesucristo a la muerte!), sino mantener puro el corazón.
Dicho de una manera positiva, es lo que
santa Teresa del Niño Jesús nos dice en sus Manuscritos biográficos: «Cuando
contemplaba el cuerpo místico de Cristo (...) comprendí que la Iglesia tiene un
corazón (...) encendido de amor». De un corazón que ama surgen las obras bien
hechas que ayudan en concreto a quien lo necesita «Porque tuve hambre, y me
disteis de comer...» (Mt 25,35).
Rev. D. Josep Lluís SOCÍAS i Bruguera (Badalona,
Barcelona, España)
Palabras de San
Juan Pablo II
"La persona humana tiene una
necesidad que es aún más profunda,
un hambre que es mayor que aquella que
el pan puede saciar:
es el hambre que posee el corazón humano
de la inmensidad de Dios"
Tema del día:
No aferrarse a las
tradiciones
No sabemos cuándo ni dónde ocurrió el
enfrentamiento. Al evangelista solo le interesa evocar la atmósfera en la que
se mueve Jesús, rodeado de maestros de la ley, observantes escrupulosos de las
tradiciones, que se resisten ciegamente a la novedad que el Profeta del amor
quiere introducir en sus vidas.
Los fariseos observan indignados que sus
discípulos comen con manos impuras. No lo pueden tolerar: « ¿Por qué tus
discípulos no siguen las tradiciones de los
mayores?». Aunque hablan de los discípulos, el ataque va dirigido a
Jesús. Tienen razón. Es Jesús el que está rompiendo esa obediencia ciega a las
tradiciones al crear en torno suyo un "espacio de libertad" donde lo
decisivo es el amor.
Aquel grupo de maestros religiosos no ha
entendido nada del reino de Dios que Jesús les está anunciando. En su corazón
no reina Dios. Sigue reinando la ley, las normas, los usos y las costumbres
marcadas por las tradiciones. Para ellos lo importante es observar lo
establecido por "los mayores". No piensan en el bien de las personas.
No les preocupa "buscar el reino de Dios y su justicia".
El error es grave. Por eso, Jesús les
responde con palabras duras: «Vosotros dejáis de lado el mandamiento de Dios
para aferraros a la tradición de los hombres ». Los doctores hablan con veneración de
"tradición de los mayores" y le atribuyen autoridad divina. Pero
Jesús la califica de "tradición humana". No hay que confundir jamás
la voluntad de Dios con lo que es fruto de los hombres.
Sería también hoy un grave error que la
Iglesia quedara prisionera de tradiciones humanas de nuestros antepasados,
cuando todo nos está llamando a una conversión profunda a Jesucristo, nuestro
único Maestro y Señor. Lo que nos ha de preocupar no es conservar intacto el
pasado, sino hacer posible el nacimiento de una Iglesia y de unas comunidades cristianas capaces de
reproducir con fidelidad el Evangelio y de actualizar el proyecto del reino de
Dios en la sociedad contemporánea.
Nuestra responsabilidad primera no es
repetir el pasado, sino hacer posible en nuestros días la acogida de
Jesucristo, sin ocultarlo ni oscurecerlo con tradiciones humanas, por muy venerables
que nos puedan parecer.
© José Antonio Pagola
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas
que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean
recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente
con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus
meditaciones, homilías o demás trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden
pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo deben indicar claramente su nombre,
su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa
pertenecen.
Unidos a María
¿En
qué sentido María forma nuestro corazón y nuestra conciencia de hijo? Tocamos
aquí un punto fundamental que no es solamente de orden afectivo, sino que se
dirige sobre todo a nuestra vida de oración.
Cuando
Jesús nos dice que nadie puede entrar en el Reino si no se ha hace niño, no
quiere infantilizarnos al aconsejarnos un comportamiento hecho de incredulidad,
bondad, incluso puerilidad.
Nos
pide dejarle revivir en nosotros Su condición filial de Hijo eterno y amado del
Padre, añadiendo una nota de humildad, de pequeñez y de refugio. Es allí que
María interviene en su educación materna, aquella que enseño a Jesús cómo vivir
humanamente en verdadero hijo de Dios.”
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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