PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2766
~ Jueves 20 de Agosto de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Hoy celebramos la memoria litúrgica de
San Bernardo, Abad y Doctor de la Iglesia. Y de él ha trascendido una historia
o anécdota que es esta:
Siendo muy joven, cuando todavía no
había entrado en la vida monástica. Bernardo era muy guapo, de porte elegante y
alto.En cierta ocasión, cabalgando lejos de su casa con varios amigos, les
sorprendió la noche, por lo que tuvieron que buscar hospitalidad en una casa.
La dueña los recibió bien, e insistió en que Bernardo, como jefe del grupo,
ocupase una habitación separada. Durante la noche, la mujer se presentó en la
habitación con intenciones deshonestas. Bernardo, en cuanto se dio cuenta de lo
que se avecinaba, fingió con gran presencia de ánimo creer que se trataba de un
intento de robo, y con toda su fuerza empezó a gritar: -¡Ladrones, ladrones! La
intrusa se alejó rápidamente. Al día siguiente, cuando el grupo se marchaba
cabalgando, sus amigos empezaron a bromear acerca del imaginario ladrón, pero
Bernardo, contestó con toda tranquilidad:
-No fue ningún sueño. El ladrón entró
indudablemente en la habitación, pero no para robarme el oro y la plata, sino
algo de mucho más valor."
¡Buenos días!
La familia que encontró a Cristo
Te
cuento el caso de una familia que se marchó detrás de Cristo, dejando
castillos, riquezas y títulos de nobleza. Es el comienzo de la historia de san
Bernardo, Padre de la Iglesia por la calidad de sus escritos, abad del
monasterio de Claraval por muchos años y legado del Papa para restablecer la
paz y la unión entre los reinos de Europa.
Bernardo volvió a su familia a contar la
decisión que había tomado y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era
desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse vivo en un convento.
Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que
tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos
mayores, a su tío y treinta amigos de la nobleza que dejaron todo para unirse a
Cristo.
Dicen que cuando anunciaron a Nervando, el
hermano menor, que se iban de religiosos, el joven les dijo: "¡Ajá!
¿Ustedes se van para ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto
no lo acepto". Y poco después, también él se hizo religioso del Císter.
Esa
familia se decidió a seguir con generosidad a Cristo pobre, casto y obediente.
Sintieron y siguieron el llamado a una vida entregada totalmente a dar
testimonio de los valores del Evangelio. Los bautizados estamos llamados a ser
testigos de que el amor a Cristo puede llenar nuestra vida en cualquier
condición nos encontremos. También tú, amigo/a.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra
parábola a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «El Reino de los
Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió
a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.
Envió todavía a otros siervos, con este encargo: ‘Decid a los invitados: Mirad,
mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y
todo está a punto; venid a la boda’. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el
uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los
escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte
a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda
está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de
los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos
salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos,
y la sala de bodas se llenó de comensales. Entró el rey a ver a los comensales,
y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo,
¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el
rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas
de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son
llamados, mas pocos escogidos». (Mt 22,1-14)
Comentario
Hoy, la parábola evangélica nos habla
del banquete del Reino. Es una figura recurrente en la predicación de Jesús. Se
trata de esa fiesta de bodas que sucederá al final de los tiempos y que será la
unión de Jesús con su Iglesia. Ella es la esposa de Cristo que camina en el
mundo, pero que se unirá finalmente a su Amado para siempre. Dios Padre ha
preparado esa fiesta y quiere que todos los hombres asistan a ella. Por eso
dice a todos los hombres: «Venid a la boda» (Mt 22,4).
La parábola, sin embargo, tiene un
desarrollo trágico, pues muchos, «sin hacer caso, se fueron el uno a su campo,
el otro a su negocio...» (Mt 22,5). Por eso, la misericordia de Dios va
dirigiéndose a personas cada vez más lejanas. Es como un novio que va a casarse
e invita a sus familiares y amigos, pero éstos no quieren ir; llama después a
conocidos y compañeros de trabajo y a vecinos, pero ponen excusas; finalmente
se dirige a cualquier persona que encuentra, porque tiene preparado un banquete
y quiere que haya invitados a la mesa. Algo semejante ocurre con Dios.
Pero, también, los distintos personajes
que aparecen en la parábola pueden ser imagen de los estados de nuestra alma.
Por la gracia bautismal somos amigos de Dios y coherederos con Cristo: tenemos
un lugar reservado en el banquete. Si olvidamos nuestra condición de hijos,
Dios pasa a tratarnos como conocidos y sigue invitándonos. Si dejamos morir en
nosotros la gracia, nos convertimos en gente del camino, transeúntes sin oficio
ni beneficio en las cosas del Reino. Pero Dios sigue llamando.
La llamada llega en cualquier momento.
Es por invitación. Nadie tiene derecho. Es Dios quien se fija en nosotros y nos
dice: «¡Venid a la boda!». Y la invitación hay que acogerla con palabras y
hechos. Por eso aquel invitado mal vestido es expulsado: «Amigo, ¿cómo has
entrado aquí sin traje de boda?» (Mt 22,12).
Rev. D. David AMADO i Fernández (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Bernardo de
Claraval
Abad y Doctor de
la Iglesia
Nació en el castillo de
Fontaines-les-Dijon (Francia), el año 1090, de familia noble. Recibió una
piadosa educación, y el año 1111 entró con 30 compañeros en el monasterio de Cîteaux
(Borgoña, Francia), recién fundado. Poco después lo eligieron fundador y primer
abad del monasterio de Claraval, en el departamento francés de Aube, donde
permaneció hasta su muerte. Fue un monje contemplativo y de actividad
desbordante al servicio de la Iglesia en la que promovió una vida más
evangélica, formador de monjes y reformador de comunidades religiosas,
consejero de papas y obispos, predicador insigne y escritor lleno de sabiduría
y unción. Recorrió Europa para restablecer la paz y la unidad. Con su vida y
sus escritos ejerció una enorme influencia en la vida y espiritualidad
cristiana de su tiempo y de los siglos posteriores, e inspiró un devoto afecto
a la humanidad de Cristo y a la Virgen Madre. Murió el 20 de agosto de 1153.
Oración: Señor, Dios nuestro, tú
hiciste del abad san Bernardo, inflamado en el celo de tu casa, una lámpara
ardiente y luminosa en medio de tu Iglesia; concédenos, por su intercesión,
participar de su ferviente espíritu y caminar siempre como hijos de la luz. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Oración de San
Bernardo
“Acordaos, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestro auxilio, reclamando vuestra asistencia, haya sido
desamparado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de
las vírgenes; y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer
ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas; antes bien, escuchadlas y
acogedlas benignamente. Amén”
Historias:
El Puente
No hace mucho tiempo, dos hermanos que
vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer
conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro,
compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua.
Esta larga y beneficiosa colaboración
terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo
hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un
intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de
Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero.
"Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás
usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser
de ayuda en eso".
"Sí", dijo el mayor de los
hermanos, "tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo, en
aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor".
"La semana pasada había una hermosa
pradera entre nosotros y él tomó su buldózer y desvió el cauce del arroyo para
que quedara entre nosotros".
"Bueno, él pudo haber hecho esto
para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de
desechos de madera junto al granero?"
"Quiero que construya una cerca,
una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."
El carpintero le dijo: "Creo que
comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer
los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará
satisfecho."
El hermano mayor le ayudó al carpintero
a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por
provisiones al pueblo.
El carpintero trabajó duro todo el día
midiendo, cortando, clavando.
Cerca del ocaso, cuando el granjero
regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.
El granjero quedó con los ojos
completamente abiertos, su quijada cayó.
No había ninguna cerca de dos metros; en
su lugar había un puente. Un puente que unía las dos granjas a través del
arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano
menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "Eres un
gran hombre, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho
y dicho".
Estaban en su reconciliación los dos
hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No,
espera!", le dijo el hermano mayor, "quédate unos cuantos días. Tengo
muchos proyectos para ti".
"Me gustaría quedarme" dijo el
carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir."
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas
que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean
recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente
con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus
meditaciones, homilías o demás trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden
pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo deben indicar claramente su nombre,
su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Unidos a María
Si en
nosotros nace la devoción a María, es señal de que nos estamos por alejar
definitivamente del pecado, porque María, cuando viene al alma, el pecado no
puede convivir con Ella. Cantemos de alegría si notamos que nuestra devoción a
la Virgen se acrecienta, porque ello será señal de que Dios está llegando cada
vez más a nuestras almas, a nuestras vidas, pues María es la aurora que precede
al Sol de justicia, Jesucristo, Señor del Cielo y de la tierra. Hagamos el
esfuerzo de rezar todos los días el Rosario, para que María nos vaya allanando
el camino hacia Dios, y que cada vez nos decidamos más por el camino que lleva
a la santidad, al cielo. Con María de la mano no hay nada que temer. El demonio
en estos tiempos lo que quiere es justamente esto, que María sea olvidada y
relegada, porque bien sabe que la devoción a Ella, es causa de salvación, pues
quien encuentra a María ya encontró a Dios.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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