viernes, 21 de agosto de 2015

Pequeñas Semillitas 2767

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2767 ~ Viernes 21 de Agosto de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Es triste que haya muchos católicos que son vecinos de Jesús, que viven muy cerca de Jesús, y no tengan tiempo para ir a visitarlo. Por eso, al menos, al pasar delante de una iglesia, tengamos el detalle de saludar a distancia a Jesús. Y, cuando por enfermedad o vejez no podamos salir de casa, pensemos que podemos hacerle visitas espirituales, pensando en el sagrario más cercano. Incluso podemos pedir que algún ministro extraordinario de la comunión venga a nuestra casa para poder recibir a Jesús en comunión. En ese momento, pensemos que debemos hacerle un recibimiento lo mejor posible, colocando una mesita con un mantel nuevo, una vela encendida… Y todo aquello que nos dicte nuestro amor a Jesús.
¡Cuántas gracias reciben los ministros de la Eucaristía que llevan a Jesús a los enfermos por la calle, acompañados de millones de ángeles! Y ¡cuántas gracias recibirán también los sacerdotes, religiosas y empleados, que viven bajo el mismo techo de Jesús, en las parroquias y conventos!

¡Buenos días!

El gozo del corazón
La Reina de la Paz te invita a decidirte por Dios: descubrir y cumplir con fidelidad su voluntad es la clave del gozo profundo del corazón. Lee y relee atentamente este mensaje maternal.

“¡Queridos hijos! Hoy quisiera agradecerles todos sus sacrificios y todas sus oraciones. Yo los bendigo con mi especial bendición maternal. Yo los invito a que todos ustedes se decidan por Dios y a que día a día descubran su voluntad en la oración. Yo quisiera invitarlos a todos, queridos hijos, a la conversión total para que el gozo reine en sus corazones. Yo estoy feliz de que tantos de ustedes estén aquí hoy. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

La conversión total consiste en la verdadera fe. La fe es auténtica cuando uno ha sido tocado y sacudido por la experiencia del inmenso y gratuito amor que Dios nos tiene, y se ha sentido impulsado a organizar su vida como respuesta leal y generosa a este descubrimiento. La bendición maternal de la Virgen María te regala hoy esta gracia especial.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas». (Mt 22,34-40)

Comentario
Hoy, el maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), el más importante, el primero. La respuesta, en cambio, habla de un primer mandamiento y de un segundo, que le «es semejante» (Mt 22,39). Dos anillas inseparables que son una sola cosa. Inseparables, pero una primera y una segunda, una de oro y la otra de plata. El Señor nos lleva hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40).
He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. También en esta imagen hay un primero y un segundo. La horizontalidad estaría a nivel de tierra si antes no poseyésemos un palo derecho, y cuanto más queramos elevar el nivel de nuestro servicio a los otros —la horizontalidad— más elevado deberá ser nuestro amor a Dios. Si no, fácilmente viene el desánimo, la inconstancia, la exigencia de compensaciones del orden que sea. Dice san Juan de la Cruz: «Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».
Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma práctica de pensar menos en nosotros mismos.
Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Pío X
Papa
José Sarto, que ese era su nombre de pila, nació en Riese (Treviso, Italia) el año 1835, de familia campesina. Estudió en el seminario de Padua y se ordenó de sacerdote en 1858. Ejerció diversos ministerios en su diócesis hasta que, en 1884, fue nombrado obispo de Mantua, y más tarde patriarca de Venecia. En 1903 fue elegido papa. Adoptó como lema de su pontificado «Instaurar todas las cosas en Cristo», consigna que, llevada a la práctica con espíritu de sencillez, pobreza y fortaleza, dio grandes frutos: impulsó la lectura de la Sagrada Escritura en lengua vulgar, alentó la participación en las celebraciones litúrgicas para las que renovó los libros y la música, promovió la acción misionera de los laicos, fomentó la primera comunión en edad temprana, publicó su Catecismo predicado antes por él mismo, simplificó la organización de la Curia, atajó los errores de su tiempo, combatió el modernismo. Murió en Roma el 20 de agosto de 1914.
Oración: Señor, Dios nuestro, que, para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al papa san Pío de sabiduría divina y fortaleza apostólica, concédenos que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, podamos alcanzar la recompensa eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco

"No existe familia perfecta. No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos. Tenemos quejas de unos a otros. Nos decepcionamos los unos a los otros. Por lo tanto, no existe un matrimonio saludable ni familia saludable sin el ejercicio del perdón. El perdón es vital para nuestra salud emocional y sobrevivencia espiritual. Sin perdón la familia se convierte en un escenario de conflictos y un bastión de agravios. Sin el perdón la familia se enferma. El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón. Quien no perdona no tiene paz del alma ni comunión con Dios. El dolor es un veneno que intoxica y mata. Guardar una herida del corazón es un gesto autodestructivo. Es autofagia. Quien no perdona enferma físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Es por eso que la familia tiene que ser un lugar de vida y no de muerte; territorio de curación y no de enfermedad; etapa de perdón y no de culpa. El perdón trae alegría donde un dolor produjo tristeza; y curación, donde el dolor ha causado enfermedad”

Historias:
Tres heroicos sacerdotes en el Titanic
En la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912 se hundió el Titanic y nació la leyenda. En la película de James Cameron, en varias escenas se aprecia la labor espiritual de un cura cuando el barco comienza a hundirse de proa y ya sólo queda dar ánimos a los supervivientes y rezar con ellos esperando el final inevitable.

No se trata de un recurso cinematográfico del director o el guionista. En el barco hubo en verdad tres sacerdotes católicos, de diferentes países, que no se conocían entre sí, que estaban en el trasatlántico por razones muy distintas, pero que todos hicieron honor a sus órdenes sagradas observando un comportamiento heroico.

Jouzas Montvila, de 27 años, lituano, se subió a bordo en Southampton con un billete de segunda clase. Se dirigía a Estados Unidos para atender la pujante comunidad de compatriotas en Norteamérica. Había sido expulsado de Lituania por los rusos, que la dominaban, al descubrirse su apostolado entre los ucranianos católicos.

El benedictino Benedikt Peruschitz, de 41 años, alemán, también viajaba en segunda. Su destino era la Abadía de San Juan en Collegeville, Minnessotta, donde se incorporaría como profesor. Según testigos, pasó sus últimos momentos de vida guiando el Rosario a un grupo de viajeros, a pesar de que otros, quizá todavía incrédulos de lo que iba a pasar, se reían de ellos.

Thomas Roussel Davids Byles, de 42 años, provenía de una familia aristocrática, y era hijo de un ministro congregacionalista. Se hizo anglicano mientras estudiaba en Oxford, en 1894 se convirtió al catolicismo y en 1902 fue ordenado sacerdote católico. Como sus otros dos compañeros, subió al Titanic en Southampton y viajaba en segunda clase. Le esperaban en Nueva York para casar a su hermano. Celebró misa dos veces el día del hundimiento, una para los pasajeros de segunda y otra para los de tercera. A estos últimos, inmigrantes de numerosos países, les predicó en inglés y francés, y en su misma misa lo hizo el padre Peruschitz en alemán y húngaro. Cuando se supo que el buque había chocado con un iceberg, dejó su segunda clase y se bajó a tercera, donde escuchó algunas confesiones antes de ser todos evacuados a cubierta.

Los testigos que sobrevivieron a la tragedia recordaron luego que a los tres sacerdotes, que estaban animando y rezando con los pasajeros en distintas cubiertas del barco, se les ofreció un puesto en los botes salvavidas, y los tres rehusaron. Se hundieron con el Titanic, y los cuerpos jamás fueron rescatados.

El seminarista fotógrafo
Se da la circunstancia de que la última foto que se le hizo al capitán Edward John Smith la sacó un seminarista de la Compañía de Jesús, que descendió del Titanic en Queenstown, Irlanda, última escala antes de partir hacia América.

El jesuita Frank Browne (1880-1960) tenía entonces 32 años. Su tío, Robert Browne, obispo de Cloyne (Irlanda), le había regalado ese pequeño viaje en primera, así que fotografió la parte más célebre y lujosa del Titanic, aunque también los camarotes y bodegas de tercera.

El joven Browne vivió una vida intensa. Su vinculación familiar eclesiástica le permitió conocer al Papa San Pío X en audiencia privada, y antes había compartido aula con el escritor James Joyce, quien le incluyó entre los personajes de su obra Finnegans Wake.

Como cuenta Sarah McDonald para CNS, estando a bordo un matrimonio norteamericano amigo suyo le ofreció pagarle el viaje hasta Nueva York para completar la travesía. Browne mandó un telegrama a su superior, el provincial de Dublín, para pedirle permiso, pero éste fue tajante en su respuesta: "Baje de ese barco".

Así que le salvó la vida. Y durante la Primera Guerra Mundial se convertiría en un condencorado capellán del ejército británico, además de un consumado fotógrafo. Publicó un libro con sus fotos del Titanic. Y en 1985, un cuarto de siglo después de su muerte, se encontró por casualidad en la casa general de los jesuitas en la capital irlandesa un archivo con 42.000 instantáneas que había ido tomando a lo largo de su vida.

Tal vez, de no haber mediado la debida obediencia religiosa, entre ellas figuraría una estampa real del barco fantasmagóricamente inclinado en la vertical, antes de convertirse en mito.
Fuente: Religión en Libertad

El rincón del lector
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Unidos a María
San Bernardo sabe que solamente la fuerza de Dios es poderosa en nosotros. La admiración de San Bernardo por el plan divino de la salvación se centra en el misterio del Verbo encarnado.
Sin embargo, para cumplir la unión entre Dios y el hombre, el Señor previó la contribución singular de una criatura, María. Esto hace decir a San Bernardo: «Esforcémonos en ascender hacia el Salvador por la misma ruta que Él siguió para llegar a nosotros», «cuando pensamos en María, no nos perdemos.»
La gran importancia de María deriva del hecho que contribuyó a unir al hombre a Dios y hacer que Dios sea más accesible para el hombre. La grandeza de María se encuentra a nivel de la responsabilidad personal y moral en la respuesta – tan crucial para el resto de la humanidad – que María da el día de la Anunciación.
María es el «faro» indispensable para nuestra «navegación» por este mundo.
El pensamiento de San Bernardo no es realmente nuevo, San Bernardo repite el pensamiento de los Padres de la Iglesia, es considerado como el último Padre de la Iglesia... Su estilo apasionante hace de él el cantor de María.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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