PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2753
~ Martes 4 de Agosto de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Ayer escribíamos en este espacio
lo que Jesús dice acerca de que no se trata de confiar sólo en las propias
fuerzas y en las propias obras, que lo fundamental y lo se espera de nosotros
es creer en Él. Ser cristiano es creer en Jesús, abandonar falsas seguridades,
dejarse transformar por Él.
Hoy parece oportuno agregar lo que dice
el teólogo Gustavo Gutiérrez: “Las obras y actitudes de Jesús nos hacen conocer
que Dios es vida. Que nuestras obras y actitudes hagan saber a las personas que
creer en Jesús es no tener miedo y que es necesario seguir caminando, con alegría
y esperanza, hacia la promesa de libertad, plenitud y vida”
¡Buenos días!
El Cura de Ars
El
sacramento de la confesión puede ser una experiencia profundamente liberadora
que nos ayude a crecer y a vivir mejor. Sin embargo, nuestras confesiones no
siempre son un momento intensamente vivido. A veces las sentimos como una
molestia necesaria, o como un ejercicio de rutina. Bien preparada y recibida
con frecuencia, la confesión ayuda a conocerse mejor.
Que un hombre en vida sea visitado en
peregrinación, que las multitudes acudan a venerarlo como a una reliquia, es un
hecho más único que raro. Durante 30 años, la humilde aldea de Ars fue testigo
de una tal maravilla: multitudes, que sin cesar se iban renovando, se postraban
de rodillas para confesarse. Desde 1827 a 1859, la iglesia no estuvo ni un
momento vacía. Un día de 1829, después de la oración de la tarde, el Cura de
Ars acababa de subir a su habitación. De repente, un recio puñetazo conmueve la
puerta del patio. Después de dos o tres sacudidas a cuál más violenta, el Cura
se decide a bajar y abrir. Un carretero le está aguardando. Ha dejado los
animales delante de la iglesia. “Venga, le dice, es un asunto delicado; quiero
confesarme y enseguida”.
La
confesión tranquiliza la conciencia, consuela el corazón, ayuda a superar la
fuerza del mal y del pecado en nosotros, es una respuesta coherente al llamado
a la conversión que nos hace la Palabra de Dios y es ocasión para experimentar
el amor infinitamente paciente y misericordioso de Dios. Anímate a recibirlo,
al menos una vez año, durante el tiempo pascual.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquellos días, cuando la gente hubo
comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de
Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la
gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
La barca se hallaba ya distante de la
tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.
Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un
fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús
diciendo: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis». Pedro le respondió: «Señor, si eres
tú, mándame ir donde tú sobre las aguas». «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la
barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la
violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó:
«¡Señor, sálvame!». Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice:
«Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». Subieron a la barca y amainó el viento.
Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente
eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra
en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la
noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían
que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron
salvados. (Mt 14,22-36)
Comentario
Hoy no veremos a Jesús durmiendo en la
barca mientras ésta se hunde, ni calmando la tormenta con una sola palabra
increpatoria, suscitando así la admiración de los discípulos (cf. Mt 8,22-23).
Pero la acción de hoy no deja de ser menos desconcertante: tanto para los
primeros discípulos como para nosotros.
Jesús había obligado a los discípulos a
subir a la barca e ir hacia la otra orilla; había despedido a todo el mundo
después de haber saciado a la multitud hambrienta y había permanecido Él sólo
en la montaña, inmerso profundamente en la oración (cf. Mt 14,22-23). Los
discípulos, sin el Maestro, avanzan con dificultades. Fue entonces cuando Jesús
se acercó a la barca caminando sobre las aguas.
Como corresponde a personas normales y
sensatas, los discípulos se asustan al verle: los hombres no suelen caminar
sobre el agua y, por tanto, debían estar viendo un fantasma. Pero se equivocaban:
no se trataba de una ilusión, sino que tenían delante suyo al mismo Señor, que
les invitaba —como en tantas otras ocasiones— a no tener miedo y a confiar en
Él para desvelar en ellos la fe. Esta fe se exige, en primer lugar, a Pedro,
quien dijo: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas» (Mt
14,28). Con esta respuesta, Pedro mostró que la fe consiste en la obediencia a
la palabra de Cristo: no dijo «haz que camine sobre las aguas», sino que quería
seguir aquello que el mismo y único Señor le mandara para poder creer en la
veracidad de las palabras del Maestro.
Sus dudas le hicieron tambalearse en la
incipiente fe, pero condujeron a la confesión de los otros discípulos, ahora
con el Maestro presente: «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mt 14,33). «El
grupo de aquellos que ya eran apóstoles, pero que todavía no creen, porque
vieron que las aguas jugaban bajo los pies del Señor y que en el movimiento
agitado de las olas los pasos del Señor eran seguros, (...) creyeron que Jesús
era el verdadero Hijo de Dios, confesándolo como tal» (San Ambrosio).
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de
Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Santoral Católico:
San Juan María
Vianney
Cura de Ars
Miembro de la Tercera Orden Franciscana.
Nació en Dardilly (Lyon, Francia) el año 1786. Eran los agitados tiempos de la
Revolución Francesa. Tuvo que superar grandes dificultades en los estudios para
llegar a ordenarse de sacerdote en 1815. Fue despedido del seminario de Lyon
por insuficiencia, pero con la ayuda del abate de Balley pudo completar los
estudios. Después de la ordenación comenzó su ministerio, pero sin licencias
aún para oír confesiones. Completada su formación, se le confió la parroquia de
la pequeña aldea de Ars, que gobernó y promocionó maravillosamente con su
constante predicación, mortificación, oración y caridad. Difundió el mensaje
evangélico con la catequesis que a diario impartía a niños y adultos, con la
reconciliación que administraba a los penitentes, con sus obras de ardiente
caridad alimentada en la Eucaristía. Estaba dotado de unas cualidades
extraordinarias como confesor, lo cual hacía que acudieran a él fieles de todas
partes. Murió el 4 de agosto de 1859. Pío XI lo nombró patrono de los párrocos.
Oración: Dios de poder y
misericordia, que hiciste admirable a san Juan María Vianney por su celo
pastoral, concédenos, por su intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a
nuestros hermanos y alcanzar, juntamente con ellos, los premios de la vida
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa
Francisco
“¿Cómo hablar del amor de Jesús a la
gente? ¿Cómo transmitir el kerigma? Ay Dios mío... ¡Las homilías! Por favor
tengan piedad del pueblo fiel de Dios. Hay homilías que son excelentes conferencias,
pero no llegan a la gente. Recuerden que la homilía no es una conferencia o una
clase de teología. No espanten al pueblo fiel de Dios por favor, no pierdan el
tiempo… hablen de Jesús, del gozo de una fe… de la revolución de la
bienaventuranza”
Tema del día:
Reflexiones del Cura de Ars
* Los
buenos cristianos que trabajan en salvar su alma están siempre felices y
contentos; gozan por adelantado de la felicidad del cielo; serán felices toda
la eternidad. Mientras que los malos cristianos que se condenan, siempre se
quejan, murmuran, están tristes... y lo estarán toda la eternidad. Un buen
cristiano, un avaro del cielo, hace poco caso de los bienes de la tierra; sólo
piensa en embellecer su alma, en obtener lo que debe contentarle siempre, lo
que debe durar siempre. Ved a los reyes, los emperadores, los grandes de la
tierra: son muy ricos; ¿están contentos? Si aman al Buen Dios, sí; si no, no
están contentos. Me parece que no hay nada que dé tanta pena como los ricos
cuando no aman al Buen Dios. Puedes ir de mundo en mundo, de reino en reino, de
riqueza en riqueza, de placer en placer; pero no encontrarás tu felicidad. La
tierra entera no puede contentar a un alma inmortal, como una pizca de harina
en la boca no puede saciar a un hambriento".
* Hay
muchos cristianos que no saben por qué están en el mundo.
- ¿Por
qué Dios mío, me has puesto en el mundo?
- Para
salvarte.
- y
¿por qué quieres salvarme?
-
Porque te amo.
iQué
bello y grande es conocer, amar y servir a Dios! Es lo único que tenemos que
hacer en el mundo. Todo lo demás es tiempo perdido.
*
Cuando nos abandonamos a nuestras pasiones, entrelazamos espinas alrededor de
nuestro corazón.
El que
vive en el pecado toma las costumbres y formas de las bestias. La bestia, que
no tiene capacidad de razonar, sólo conoce sus apetitos; del mismo modo, el
hombre que se vuelve semejante a las bestias pierde la razón y se deja conducir
por los movimientos de 'su cadáver' (su cuerpo).
Un
cristiano, creado a la imagen de Dios, redimido por la sangre de un Dios. Un
cristiano... hijo de Dios, hermano de Dios, heredero de Dios… Un cristiano,
objeto de las complacencias de tres Personas divinas… Un cristiano cuyo cuerpo
es el templo del Espíritu Santo: he aquí lo que el pecado deshonra. El pecado
es el verdugo del Buen Dios el asesino del alma...
Ofender
al Buen Dios, que sólo nos ha hecho bien. Contentar al demonio que tan sólo nos
hace mal. ¡Qué locura!
* Por
una blasfemia, por un mal pensamiento, por una botella de vino, por dos minutos
de placer iPor dos minutos de placer perder a Dios, tu alma, el cielo... para
siempre!
Hijos
míos, si veis a un hombre levantar una gran hoguera, apilar la leña, y le
preguntáis qué es lo que hace, os responderá: Preparo el fuego que debe
quemarme. ¿Qué pensaríais si vierais a este mismo hombre aproximarse a la llama
de la hoguera y, cuando está encendida, echarse dentro? ¿Qué diríais?
Al
pecar, eso es lo que nosotros hacemos. No es Dios quien nos echa al infierno,
somos nosotros por nuestros pecados. El condenado dirá: He perdido a Dios, mi
alma y el cielo: y es por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. ¿Se
levantará para volver a caer?.
* ¿Por
qué no somos capaces de beneficiarnos más del sacramento de la penitencia? Porque
no buscamos todos los secretos de la misericordia del Buen Dios, que no tiene
límites en este sacramento.
Cuando
vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decir
que desclavamos a Nuestro Señor de la cruz.
Algunos
se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan
a ver si se han olvidado de decir algún pecado...
Cuando
el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la
sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como
era después del bautismo.
*
¡Cuánto amo las pequeñas mortificaciones que nadie ve!: Como levantarse un
cuarto de hora más pronto, levantarse un momentito para rezar por la noche;
pero hay personas que sólo piensan en dormir. Podemos privarnos de calentarnos;
si estamos mal sentados, no buscar colocarnos mejor; si paseamos en el jardín,
privarnos de algunas frutas que nos agradarían; al hacer la limpieza en la
cocina, no picotear; privarse de mirar algo bonito que atrae la mirada en las
calles de las grandes ciudades sobre todo. Cuando vamos por la calle, fijemos
la mirada en Nuestro Señor llevando su cruz ante nosotros, en la Santa Virgen
que nos mira, en nuestro ángel de la guarda que está a nuestro lado".
* La
Santa Virgen está entre su Hijo y nosotros. Aunque seamos pecadores, ella está
llena de ternura y de compasión hacia nosotros. El niño que más lágrimas ha
costado a su madre es el más querido. ¿No corre una madre siempre hacia el más
débil y expuesto? Un médico en un hospital, ¿no presta más atención a los más
enfermos?"
*
María, no me dejes ni un instante, estate siempre a mi lado. Volvamos a ella
con confianza, y estaremos seguros de que, por miserables que seamos, ella
obtendrá la gracia de nuestra conversión. María es tan buena que no deja de
echar una mirada de compasión al pecador. Siempre está esperando que le
invoquemos. En el corazón de María no hay más que misericordia".
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el éxito de la tesis
de Daniela N., de San Juan,
Argentina.
Pedimos oración por la salud de Janet y Rafael, que viven en Miami,
USA.
Pedimos oración por Rocío L., de México a quien acaban de detectar un tumor, rogando a
la Virgen de Guadalupe que la proteja.
Pedimos oración por V.A.P., de República Dominicana, para que el Señor la ayude a resolver el problema que la aqueja. Y también rogamos orar por M.P. y R. por la continuidad favorable de su estatus.
Pedimos oración por V.A.P., de República Dominicana, para que el Señor la ayude a resolver el problema que la aqueja. Y también rogamos orar por M.P. y R. por la continuidad favorable de su estatus.
Pedimos oración por Ángela Abigail S. R., de la ciudad de Guatemala, que en el mes de
septiembre se estará sometiendo a examen privado para optar al título de
abogado y notario.
Pedimos oración por la pequeñita Medina Denicia, de México con 3 días de
nacida prematuramente, quien se encuentra en estado grave. Dada la condición de
inmadurez de sus pulmones, los médicos le han dado un pronóstico pobre, por lo
que la depositamos en las manos de Jesús Misericordioso para quien no existen
imposibles. Hágase su Voluntad.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
Si le
preguntáramos a María cómo le gustaría que le agradeciéramos todo lo que Ella
hizo y hace por nosotros, María nos respondería con la orden que dio a los
servidores en las bodas de Caná: “Hagan
todo lo que Él les diga”. Y eso es lo que debemos hacer para contentar a la
Virgen y aliviar su Corazón: cumplir los mandamientos de su Hijo Jesús, hacer
su Voluntad divina, cumplir los Diez Mandamientos. Porque no hay una forma
mayor de agradecer a María que cumplir fielmente la voluntad de Dios. Entonces
la Virgen no sólo se sentirá contenta con nuestra ofrenda sino que, además, nos
colmará de gracias y favores celestiales, y de su amor, para que cada día
seamos más fieles a Dios. María nos ama mucho. Pero más nos ama cuanto mejor
cumplimos la voluntad de Dios.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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