PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2751
~ Domingo 2 de Agosto de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Las personas, por lo que sea, nos
dejamos seducir rápidamente por los sucesos extraordinarios. ¿Qué tiene el espectáculo
que tanto atrae? Pues eso: espectacularidad, morbo. Nos deslumbra todo aquello
que, aparentemente, está fuera de lo común.
En el Evangelio de hoy, en la memoria de
muchos, sigue viva la multiplicación de los panes. Sus bocas todavía
permanecían abiertas ante el milagro: ¡Hubo pan para todos! Pero, Jesús, era
consciente de que aquella amistad que le brindaban, no era del todo sincera.
Era un tanto interesada: ¿Buscaban a Jesús por la fuente de sus palabras o
porque les colmaba de pan? ¿Amaban a Jesús por el Reino que traía entre sus
manos o porque les había llenado de alimento sus manos abiertas?
También a nosotros, queridos amigos, el
Señor nos interpela en este domingo. ¿Por qué le buscamos? ¿Porque en algunos
momentos nos ha confortado en nuestra soledad? ¿Porque, tal vez, ha sido
bálsamo en horas amargas o en momentos de pruebas? ¿Por qué buscamos al Señor?
¿Por qué y para qué venimos a la Eucaristía de cada domingo? Sería bueno,
amigos, un buen examen de conciencia: ¿qué es Cristo para mí?
La Iglesia, en estos momentos, también
tiene el mismo problema que sufrió Jesús en propias carnes. Hay muchos que,
lejos de verla como un signo de la presencia de Dios en el mundo, la toleran
porque hace el bien. Porque soluciona problemas. Porque llega a los lugares más
recónditos del mundo levantando hospitales, construyendo orfanatos o cuidando a
los enfermos de Sida. Pero, la Iglesia, no desea que sea apreciada por su labor
social o humana. Su fuerza, su orgullo y su poder no está en esas obras
apostólicas (que están bien y son necesarias para calmar tantas situaciones de
miseria o injusticias). El alma de nuestra Iglesia, de nuestro ser cristiano es Jesús. Un Jesús que tan sólo nos
pide creer en El como fuente de vida eterna. Como salvación de los hombres y de
todo el mundo.
Que sigamos viviendo nuestra fe con la
seguridad de que, Jesús, sigue siendo el
pan de la vida. Y, sobre todo, que
amemos al Señor no por aquello que nos da, sino por lo que es: Hijo de Dios.
P. Javier Leoz
¡Buenos días!
Zeus y la zorra
A
veces las personas creen que con el cambio de ciertas condiciones todo está
solucionado. Pero no es así, porque somos el resultado de los hábitos que poco
a poco han modelado nuestro carácter. Hace falta empeño y constancia para
cambiar un mal hábito por otro bueno. Para lograr ese objetivo se necesita una
fuerte motivación, que nos comprometa por entero.
Admirado Zeus de la inteligencia y finura de
la zorra, le concedió el reinado sobre los animales. Quiso, no obstante, saber
si al cambiar de condición había mudado también de inclinaciones, y, hallándose
el nuevo rey de paseo en su litera, dejó Zeus caer un escarabajo ante sus ojos.
Entonces la zorra, incapaz de contenerse, viendo al escarabajo revolotear
alrededor de su trono, saltó fuera de éste y, despreciando las conveniencias,
intentó atrapar al escarabajo. Indignado Zeus de su conducta, volvió a la zorra
a su antiguo estado.
Cuando
se convirtió Clodoveo, rey de los francos, san Remigio, en el bautismo, le dijo
claramente: "Valiente guerrero, desde
ahora quema lo que has adorado, y adora lo que has quemado". No le
era fácil dejar las costumbres paganas y adoptar de corazón el Evangelio de
Cristo. Pero tenía una motivación fuerte: había invocado y visto el auxilio de
Cristo cuando su ejército en desbandada se sobrepuso y venció a sus enemigos.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando la gente vio que
Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron
a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron:
«Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad
os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque
habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento
perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os
dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado
con su sello».
Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer
para obrar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que
creáis en quien Él ha enviado». Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces
para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron
el maná en el desierto, según está escrito: ‘Pan del cielo les dio a comer’».
Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio
el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque
el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le
dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de
la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá
nunca sed». (Jn 6,24-35)
Comentario
Hoy vemos diferentes actitudes en las
personas que buscan a Jesús: unos han comido el pan material, otros piden un
signo cuando el Señor acaba de hacer uno muy grande, otros se han apresurado
para encontrarlo y hacen de buena fe -podríamos decir- una comunión espiritual:
«Señor, danos siempre de ese pan» (Jn 6,34).
Jesús debía estar muy contento del
esfuerzo en buscarlo y seguirlo. Aleccionaba a todos y los interpelaba de
varios modos. A unos les dice: «Obrad, no por el alimento perecedero, sino por
el alimento que permanece para la vida eterna» (Jn 6,27). Quienes preguntan:
«¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» (Jn 6,28) tendrán un
consejo concreto en aquella sinagoga de Cafarnaúm, donde el Señor promete la
Sagrada Comunión: «Creed».
Tú y yo, que intentamos meternos en las
páginas de este Evangelio, ¿vemos reflejada nuestra actitud? A nosotros, que
queremos revivir esta escena, ¿qué expresiones nos punzan más? ¿Somos prontos
en el esfuerzo de buscar a Jesús después de tantas gracias, doctrina, ejemplos
y lecciones que hemos recibido? ¿Sabemos hacer una buena comunión espiritual:
‘Señor danos siempre de este pan, que calma toda nuestra hambre’?
El mejor atajo para hallar a Jesús es ir
a María. Ella es la Madre de Familia que reparte el pan blanco para los hijos
en el calor del hogar paterno. La Madre de la Iglesia que quiere alimentar a
sus hijos para que crezcan, tengan fuerzas, estén contentos, lleven a cabo una
labor santa y sean comunicativos. San Ambrosio, en su tratado sobre los
misterios, escribe: «Y el sacramento que realizamos es el cuerpo nacido de la
Virgen María. ¿Acaso puedes pedir aquí el orden de la naturaleza en el cuerpo
de Cristo, si el mismo Jesús nació de María por encima de las leyes
naturales?».
La Iglesia, madre y maestra, nos enseña
que la Sagrada Eucaristía es «sacramento de piedad, señal de unidad, vínculo de
caridad, convite Pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de
gracia y se nos da la prenda de la gloria futura» (Concilio Vaticano II).
Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona,
España)
Palabras de San
Juan Pablo II
"Del misterio pascual nace la
Iglesia.
Precisamente por eso la Eucaristía,
que es el sacramento por excelencia del
misterio pascual,
está en el centro de la vida
eclesial".
Tema del día:
El pan de vida
La gente necesita a Jesús y lo busca.
Hay algo en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo
buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día
anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.
Jesús comienza a conversar con ellos.
Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy
importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para
todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un
alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.
La gente intuye que Jesús les está
abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El
evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: «Y ¿qué obras tenemos que
hacer para trabajar en lo que Dios quiere?». Hay en ellos un deseo sincero de
acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo
todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas
tienen que tener en cuenta.
La respuesta de Jesús toca el corazón
del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es ésta: que creáis
en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo pues es el
gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la nueva exigencia. En esto han
de trabajar. Lo demás es secundario.
Después de veinte siglos de
cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la
originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No
necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de
"creencias" y de "prácticas" a vivir como discípulos de
Jesús?
La fe cristiana no consiste
primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y
observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad
cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación
viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida
en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.
Ser cristiano exige hoy una experiencia
de Jesús y una identificación con su proyecto que no se requería hace unos años
para ser un buen practicante. Para subsistir en medio de la sociedad laica, las
comunidades cristianas necesitan cuidar más que
nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús el Cristo.
José Antonio Pagola
Nuevos vídeos
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Hay nuevo vídeo publicado en el blog
"Juan
Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas
gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin
descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los
agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles
aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde
la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas
Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los
mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias
concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
Nuestro hermano en la fe y en la evangelización, José Luis D. P., de Madrid, España,
agradece a Dios, a la Madre y a su patrono San José, como así también a todos
los que rezaron por sus exámenes médicos de la pasada semana, ya que los mismos
han arrojado resultados satisfactorios. Nos unimos a la plegaria de
agradecimiento.
Unidos a María
Le
hemos costado muchísimos dolores a María y por eso nos ama tanto, puesto que
las madres aman mucho más a los hijos que le han producido algún dolor, y
también a sus hijos más sufridos, los más débiles. Y entonces… ¡Cuánto nos
amará la Virgen, pues nosotros somos sus hijos que le hemos causado más dolor
por nuestros pecados, y somos los más débiles y enfermizos en la vida
espiritual! ¡Qué felicidad y qué gracia tener a María como Madre amorosa que
piensa en nosotros y nos da todo su cariño y amor! Con Ella no hay nada que
temer, pues ante solo una mirada suya los demonios huyen despavoridos y todo el
Infierno tiembla ante una palabra suya en favor de alguno de sus fieles
devotos. Si tenemos a María, lo tenemos todo, puesto que María es la eterna
portadora de Dios, y quien tiene a Dios, nada le falta, solo Dios basta.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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