PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2755
~ Jueves 6 de Agosto de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
No esperes una sonrisa para ser
gentil...
No esperes ser amado para amar...
No esperes estar solo para reconocer el inmenso
valor de un amigo...
No esperes el luto del mañana para
reconocer la importancia de quienes están hoy en tu vida...
No esperes tener el mejor de los empleos
para ponerte a trabajar...
No esperes la nostalgia del otoño para
recordar un consejo...
No esperes la enfermedad para reconocer
que tan frágil es la vida...
No esperes la persona perfecta para
entonces enamorarte...
No esperes la soledad para pedir
perdón...
No esperes la separación para buscar la
reconciliación...
No esperes el dolor para elevar una
oración...
No esperes elogios para creer en ti
mismo...
No esperes tener tiempo para servir...
No esperes que los demás tomen la
iniciativa, cuando sabes que tú has sido el culpable...
No esperes el “yo también” para decir
“te amo”...
No esperes tener dinero por montones
para entonces ayudar al pobre...
No esperes el día de tu muerte si aún no
has amado la vida...
¡Buenos días!
Un corazón generoso
La
generosidad caracteriza al corazón noble y compasivo. Más allá del acto
caritativo, implica el desarrollo de una cierta sensibilidad – o compasión –
que nos vuelve dispuestos a dar nuestra posesión más preciada, que somos
nosotros mismos. Aquí tienes una oración para liberarte del egoísmo y/o
indiferencia con los demás. Es del P. Víctor Fernández.
Señor, mira mi corazón. Tú sabes que a veces
pierdo el entusiasmo porque a mi vida le falta generosidad, sensibilidad frente
al mal ajeno, y estoy demasiado pendiente de mí mismo. A veces me desanimo
porque no recibo elogios o no veo los frutos de mis esfuerzos. Dame un corazón
más generoso, para que realmente me interese la felicidad de la gente, para que
de verdad me duelan los problemas ajenos, y no solamente los míos. Libérame del
egoísmo y de la indiferencia. Así pondré toda mi pasión para ayudar a los demás
y me entregaré con entusiasmo. Tómame, Señor, utilízame para derramar tu poder
y tu luz en el mundo. Amén.
En la
curación de la suegra de Pedro se destaca un detalle importante: la mujer, no
bien fue curada, se puso a servir a los presentes. Cuando busques a Dios con el
deseo de ser curado de tus dolencias o angustias, suplícale con la intención de
servir mejor a los demás y no solamente para gozar de bienestar, encerrado en
tu propio interés.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús toma consigo a
Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y
se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus
vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y
Elías que conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor,
bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando, cuando una nube
luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Éste
es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los
discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a
ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y
ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús
les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya
resucitado de entre los muertos». (Mt 17,1-9)
Comentario
Hoy celebramos la solemnidad de la
Transfiguración del Señor. La montaña del Tabor, como la del Sinaí, es el lugar
de la proximidad con Dios. Es el espacio elevado, respecto a la existencia
diaria donde se respira el aire puro de la Creación. Es el lugar de la oración
donde se está en la presencia del Señor, como Moisés y Elías que aparecen con
Jesús transfigurado hablando con Él acerca del Éxodo que le esperaba en
Jerusalén (es decir, su Pascua).
«Sus vestidos se volvieron
resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería
capaz de blanquearlos de ese modo» (Mc 9,3). Este hecho simboliza la
purificación de la Iglesia. Y Pedro dijo a Jesús: «Vamos a hacer tres tiendas,
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Mc 9,5). San Agustín comenta
bellamente que Pedro buscaba tres tiendas porque todavía no conocía la unidad
entre la Ley, la Profecía y el Evangelio.
«Entonces se formó una nube que les
cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: ‘Éste es mi Hijo amado, escuchadle’»
(Mc 9,7). La Transfiguración no es un cambio en Jesús, sino la Revelación de su
Divinidad. Pedro, Santiago y Juan, contemplan do la Divinidad del Señor, se
preparan para afrontar el escándalo de la Cruz. ¡La Transfiguración es un
anticipo de la Resurrección!
«Rabbí, bueno es estarnos aquí» (Mc
9,5). La Transfiguración nos recuerda que las alegrías sembradas por Dios en la
vida no son puntos de llegada, sino luces que Él nos da en la peregrinación
terrena para que “Jesús sólo” sea nuestra Ley, y su Palabra sea el criterio, el
gozo y la bienaventuranza de nuestra existencia.
Que la Virgen María nos ayude a vivir
intensamente nuestros momentos de encuentro con el Señor para que lo podamos
seguir cada día con alegría, y nos ayude a escuchar y seguir siempre al Señor
Jesús, hasta la pasión y la Cruz con vista a participar también de su Gloria.
Rev. D. Ignasi NAVARRI i Benet (La Seu d'Urgell,
Lleida, España)
Santoral Católico:
La Transfiguración
del Señor
Fiesta
Esta fiesta celebra el misterio de la vida
de Cristo en el que su gloria y divinidad se asoman al tiempo y al mundo,
permitiéndonos adivinar su identidad: Dios a la vez que hombre. El hecho nos lo
refieren los evangelios. Camino de Jerusalén para sufrir la pasión, Jesús se
retiró a un monte alto, el Tabor, con sus discípulos predilectos, Pedro,
Santiago y Juan, para orar. Allí se transfiguró, y aparecieron Moisés y Elías,
personificación de la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, que hablaban
con Jesús de su muerte. Los apóstoles quedaron atónitos. Y oyeron una voz que
salía de la nube que los envolvía: «Éste es mi Hijo, el amado, el predilecto,
en quien me complazco. Escuchadle». La gloria de la divinidad resplandece en el
rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles para que lo
escuchen.
Oración: Oh Dios, que en la gloriosa
transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el
testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta
adopción como hijos tuyos, concédenos, te rogamos, que, escuchando siempre la
palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa
Francisco
“Las personas divorciadas vueltas a
casar no están excomulgados, y no van absolutamente tratadas como tales: ellas
forman parte siempre de la Iglesia […] La Iglesia sabe bien que una situación
tal contradice el Sacramento cristiano pero tiene una mirada de maestra que viene
siempre de un corazón de madre. La Iglesia acoge a sus hijos como una madre que
dona su vida por ellos y, como dice la exhortación apostólica Evangelii
Gaudium, todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos
pueden integrar la comunidad. La Iglesia […] es la casa paterna donde hay lugar
para cada uno con su vida a cuestas”
Historias:
Ahora tú… ahora yo…
Dos hermanitos en puros harapos,
provenientes de un barrio periférico, uno de cinco años y otro de diez, iban
pidiendo un poco de comida por las casas de la calle que rodea la colina. Estaban hambrientos.
"¡Vaya a trabajar y no moleste!"
-se oía atrás de la puerta.
"¡Aquí no hay nada pordiosero!"
-decía otro.
Las múltiples tentativas frustradas
entristecían a los niños.
Por fin una señora muy atenta les dijo:
"Voy a ver si tengo algo para
ustedes... ¡Pobrecitos!" Y volvió
con una latita de leche. ¡Qué fiesta!
Ambos se sentaron en la acera.
El más pequeño le dijo al de diez años:
"Tú eres el mayor, toma primero" y lo miraba con sus dientes blancos,
con la boca medio abierta, relamiéndose.
Yo contemplaba la escena como tonto ¡Si
vieran al mayor mirando de reojo al pequeñito...!
El mayor se lleva la lata a la boca y
haciendo de cuenta que bebía, apretaba los labios para que no le entre ni una
sola gota de leche. Después,
extendiéndole la lata, decía al hermano:
"Ahora es tu turno, solo un
poquito". Y el hermanito, dando un
trago, exclamaba: "¡Está sabrosa!"
"Ahora yo" -dice el mayor. Y llevándose
a la boca la latita, ya medio vacía, no bebía nada. "Ahora tú". "Ahora yo". "Ahora tú". "Ahora yo".
Y después de tres, cuatro, cinco o seis
tragos, el menorcito, de cabello ondulado, con la camisa afuera, se acababa
toda la leche... él solito. Esos "ahora tú", "ahora yo", me
llenaron los ojos de lágrimas.
Y entonces, sucedió algo que me pareció
extraordinario. El mayor comenzó a cantar, a danzar, a jugar fútbol con la lata
vacía de la leche. Estaba radiante, con el estómago vacío, pero con el corazón
rebosante de alegría. Brincaba con la naturalidad de quien no hace nada
extraordinario, o aún mejor, con la naturalidad de quien está habituado a hacer
cosas extraordinarias, sin darle la mayor importancia.
De aquel muchacho, podemos aprender una
gran lección: Quien da, es más feliz que quien recibe. Es así como debemos
amar. Sacrificándonos con tanta naturalidad, con tanta elegancia, con tanta
discreción, que los demás ni siquiera puedan agradecernos el servicio que hemos
prestado.
¿Cómo podrías hoy encontrar un poco de
esta felicidad y hacer la vida de alguien mejor, con más "gusto de
vivirla"?
¡Adelante, levántate y haz lo necesario!
Cerca de nosotros puede haber un amigo que necesita de nuestro hombro, de
nuestro consuelo y, quizá aún más, de un poco de nuestra paz...
¿Preparados para escuchar? Cuando escuchamos los lamentos ajenos y
consolamos el llanto de un amigo, nos volvemos más fuertes y al oír toda su
historia, salimos con ella más fortalecidos, con más experiencia, porque al oír
y compartir... aprendemos.
¡Que siempre demos sin demostrar nada y
sin pedir nada a cambio!
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por dos queridas
personas que cumplen años: Iván, de
Colombia (20 años), y José Luis, de
España (60 años). Que Dios los siga bendiciendo con una vida larga y feliz.
Pedimos oración para Cesar Augusto S. M., de Piura, Perú, 38
años, es soltero, hijo de una familia muy humilde, que ha sufrido mucho desde
pequeño por varias dolencias, que lo han puesto al borde de la muerte en más de
una ocasión. Encontrándose trabajando, el sábado sufrió un derrame cerebral, y
ahora se encuentra internado. Rogamos a la Virgen de Guadalupe y al Sagrado
Corazón de Jesús, que mejore, que se recupere y que pronto esté con su familia
y una vez más tenga una nueva oportunidad para vivir agradecido con nuestro
Dios Padre.
Pedimos oración por Cristina L. F., de México, a quien harán una litotricia y por Darío Y., de Perú, que lleva dos semanas con una fuerte intoxicación. Que el Señor los sane.
Pedimos oración por Cristina L. F., de México, a quien harán una litotricia y por Darío Y., de Perú, que lleva dos semanas con una fuerte intoxicación. Que el Señor los sane.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
María
nos ama tanto que acude presurosa antes de que le pidamos su ayuda. Sí, la
Virgen es ante todo Madre, y como Madre que es sabe cuidar muy bien a sus
hijitos. Y una madre ve de lejos los peligros que corren sus criaturas y va
presurosa a defenderlos y los cuida constantemente, y les evita toda clase de
males, y a veces los ama tanto que les satisface hasta los deseos más íntimos.
María también es una Madre, y la mejor madre que se pueda imaginar, y Ella nos
cuida y protege del Maligno y nos cura si hemos caído en pecado y nos da nuevas
fuerzas para seguir avanzando por el camino de la santidad. ¡Qué felices
debemos estar de tener tan buena Madre en el Cielo, que no solo está en la
gloria del Paraíso, sino que con su cuerpo glorioso también está a nuestro lado
en la tierra, constantemente, y especialmente en los momentos más difíciles de
la vida! Confiemos en nuestra Madre querida.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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