PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2643 ~ Sábado
28 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La autoridad humana nunca es un fin, sino siempre y sólo
es un medio, y que, necesariamente y en toda época, el fin siempre es la
persona, creada por Dios con su propia dignidad intangible y llamada a
relacionarse con su propio Creador, en el camino terreno de la existencia y en
la vida eterna; es una autoridad ejercitada en la responsabilidad ante Dios, el
Creador.
Una autoridad entendida así, que tiene, como único
objetivo servir al verdadero bien de la persona y ser transparencia del único
Sumo Bien que es Dios, no sólo no es extraña a los hombres, sino, al contrario,
es una preciosa ayuda en el camino hacia la plena realización en Cristo, hacia
la salvación. Benedicto XVI
¡Buenos días!
El monte Tabor
El monte Tabor,
donde Jesús se transfiguró y mostró a los tres apóstoles la gloria de su
divinidad en su rostro y vestiduras resplandecientes, es un buen lugar-icono para
avivar tu esperanza y recobrar las fuerzas, cuando la vida te golpee y te
visiten las frustraciones.
Para la cruz y la crucifixión,
para la agonía debajo de los olivos,
nada mejor que el monte Tabor.
Para los largos días de pena y dolor,
cuando se arrastra la vida inútilmente,
nada mejor que el monte Tabor.
Para el fracaso, la soledad, la
incomprensión,
cuando es gris el horizonte y el camino,
nada mejor que el monte Tabor.
Para el triunfo gozoso de la resurrección,
cuando todo resplandece de cantos,
nada mejor que el monte Tabor.
Acabas de leer un
buen poema para ambientar la meditación de Mateo 17, 1-9 (o bien Marcos 9, 2-9,
o Lucas 9, 28-36). En el Tabor Jesús pareció liberar y desatar al Dios que era
y tenía contenido en su humanidad. Los apóstoles tuvieron la sensación viva de haber
entrado en contacto con lo más profundo de la divinidad. Jesús se encaminaba
hacia la muerte, pero con la seguridad de que el triunfo coronaría su vida.
Este misterio de luz debe fortalecer tu fe y esperanza en la gloria que te
aguarda también a ti.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a
casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos
fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los
sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos?
Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos
creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra
nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les
dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera
uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su
propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús
iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en
uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron
darle muerte.
Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos,
sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad
llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de
los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua
para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el
Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y
los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo
notificara para detenerle. (Jn 11,45-56)
Comentario
Hoy, de camino hacia Jerusalén, Jesús se sabe perseguido,
vigilado, sentenciado, porque cuanto más grande y novedosa ha sido su
revelación —el anuncio del Reino— más amplia y más clara ha sido la división y
la oposición que ha encontrado en los oyentes (cf. Jn 11,45-46).
Las palabras negativas de Caifás, «os conviene que muera
uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación» (Jn 11,50), Jesús las
asumirá positivamente en la redención obrada por nosotros. Jesús, el Hijo
Unigénito de Dios, ¡en la Cruz muere por amor a todos! Muere para hacer
realidad el plan del Padre, es decir, «reunir en uno a los hijos de Dios que
estaban dispersos» (Jn 11,52).
¡Y ésta es la maravilla y la creatividad de nuestro Dios!
Caifás, con su sentencia («Os conviene que muera uno solo...») no hace más que,
por odio, eliminar a un idealista; en cambio, Dios Padre, enviando a su Hijo
por amor hacia nosotros, hace algo maravilloso: convertir aquella sentencia
malévola en una obra de amor redentora, porque para Dios Padre, ¡cada hombre
vale toda la sangre derramada por Jesucristo!
De aquí a una semana cantaremos —en solemne vigilia— el
Pregón pascual. A través de esta maravillosa oración, la Iglesia hace alabanza
del pecado original. Y no lo hace porque desconozca su gravedad, sino porque
Dios —en su bondad infinita— ha obrado proezas como respuesta al pecado del
hombre. Es decir, ante el “disgusto original”, Él ha respondido con la
Encarnación, con la inmolación personal y con la institución de la Eucaristía.
Por esto, la liturgia cantará el próximo sábado: «¡Qué asombroso beneficio de
tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Oh feliz culpa que
mereció tal Redentor!».
Ojalá que nuestras sentencias, palabras y acciones no
sean impedimentos para la evangelización, ya que de Cristo recibimos el
encargo, también nosotros, de reunir los hijos de Dios dispersos: «Id y enseñad
a todas las gentes» (Mt 28,19).
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida,
España)
Cada día de Cuaresma
Día 39: Prendimiento de Jesús
Levantaos, vamos –dice Jesús a los que le acompañan en el
Huerto de Getsemaní- ya llega el que me va a entregar. Todavía estaba hablando,
cuando llegó Judas, uno de los doce, acompañado de un gran gentío con espadas y
palos (Mateo 26, 46-47): se consuma la traición. Judas fue elegido y llamado
para ser Apóstol por el mismo Señor, experimentó la predilección de Jesús, y
llegó a ser uno de los Doce más íntimos. También fue enviado a predicar, y
vería el fruto copioso de su apostolado; quizá hizo milagros como los demás.
¿Qué ha pasado en su alma para que ahora traicione al Señor? El
resquebrajamiento de su fe y de su vocación, debió producirse poco a poco.
Permitió que su amor al Señor se fuera enfriando y sólo quedó un mero
seguimiento externo. El acto que ahora se consuma ha sido precedido de
infidelidades y faltas de lealtad cada vez mayores. Por contraste, la
perseverancia es la fidelidad diaria en lo pequeño. Perseverar en la propia
vocación es responder a las sucesivas llamadas que el Señor hace a lo largo de
una vida, aunque no falten obstáculos y dificultades y a veces errores
aislados, cobardías y derrotas.
La traición se consuma en el cristiano por el pecado
mortal. Todo pecado, incluso el venial, está relacionado íntima y misteriosamente
con la Pasión del Señor. Por muy grandes que puedan ser nuestros pecados, Jesús
nos espera siempre para perdonarnos en la Confesión, y cuenta con nuestra
flaqueza, los defectos y las equivocaciones. Debemos recordar que Dios no pide
tanto el éxito, como la humildad de recomenzar sin dejarse llevar por el
desaliento y el pesimismo, poniendo en práctica la virtud teologal de la
esperanza. Judas rechazó la mano que le tendió el Señor, y su vida, sin Jesús,
quedó rota y sin sentido.
Jesús se quedó solo. Los discípulos han ido
desapareciendo poco a poco. Pedro le seguía de lejos (Lucas 22, 54). Y de
lejos, como comprendería pronto Pedro después de su negación, no se puede
seguir a Jesús. O se sigue al Señor de cerca o se le acaba negando. Hoy nosotros
le aseguramos a Jesús que queremos seguirle de cerca, y nunca dejarlo solo. Le
pedimos a la Virgen que nos dé las fuerzas necesarias para permanecer junto al
Señor en los momentos difíciles, con afanes de desagravio y de co-redención.
P. Francisco Fernández Carvajal
Santoral Católico:
San Esteban Harding
Abad
Nació en Meriot (Inglaterra) el año 1060, y de joven
profesó la vida monástica en Sherbone. Abandonó su monasterio y se marchó a
París a estudiar. Se arrepintió del mal paso dado, y acudió a Roma para pedir
perdón. De regreso, se detuvo en el monasterio de Molesmes, cuyo abad era san
Roberto. Éste, Alberico y Esteban fundaron el año 1098 el nuevo monasterio de
Cîteaux (Borgoña), origen de los cistercienses. Su principio inspirador era la
voluntad de restablecer la fiel obediencia a la Regla de San Benito en su
integridad. Cuando en 1109 murió Alberico, Estaban le sucedió como abad, y fue
él quien recibió a san Bernardo y quien lo envió, en 1115, a fundar la abadía
de Claraval. Organizó la centralidad del gobierno monacal con la «Carta de la
Caridad», para que no hubiera discordias entre los monjes y todos vivieran bajo
el mismo dictado de la caridad, observando la misma Regla y según costumbres
semejantes. En vida de Esteban fueron doce las fundaciones cistercienses. Murió
en Cîteaux (Francia) el año 1134.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa Francisco
“También como individuos tenemos la tentación de la
indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran
el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad
para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral
de horror y de impotencia? En primer lugar, podemos orar en la comunión de la
Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas
personas. En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando
tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos
organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para
mostrar el interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de
nuestra participación en la misma humanidad. En tercer lugar, el sufrimiento
del otro constituye una llamada a la conversión, porque la necesidad del
hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, la dependencia de Dios y de los
hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de
nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos
reserva el Amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos
hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos”
Tema del día:
Mañana es Domingo de Ramos
Mañana es Domingo de Ramos
Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús
les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en
Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de
árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes.
Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: "¡Bendito el que viene en nombre del
Señor! ¡Hosanna en las alturas!"
Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más
importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo
acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna”
que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les
respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada
triunfal.
La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres,
mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y
malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas
habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus
parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en
Jerusalén. Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo,
pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte.
Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban
pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo
amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.
¿Qué significado
tiene esto en nuestras vidas?
Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y
centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se
entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...”
Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos
seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el
rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero.
Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.
Explicación de la
Misa del Domingo de Ramos
La Misa se inicia con la procesión de las palmas.
Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice
las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el
Evangelio de la Pasión de Cristo.
Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a
nuestro hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz.
Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la
bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una
superstición pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a
nuestros hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.
Oración para poner
las palmas benditas en el hogar:
Bendice Señor nuestro hogar. Que tu Hijo Jesús y la
Virgen María reinen en él. Por tu intercesión danos paz, amor y respeto, para
que respetándonos y amándonos los sepamos honrar en nuestra vida familiar. Sé
tú, el Rey en nuestro hogar. Amén.
© Tere Vallés - Catholic.net
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por
correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo
tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados
en Medio Oriente y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por
diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia
de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para las siguientes personas: Linda L., que vive en Canadá y padece
lupus, artritis reumatoidea y ahora también cáncer cervical; Mina D., que vive también en Canadá,
diagnosticada con cáncer ginecológico, será operada en estos días; Cristina Z., 95 años, vive en San
Francisco, con problemas generales de salud y en la vista; Boris Enrique, 43 años, vive en Canadá, y viaja a por trabajo; y Robert O., radicado en Canadá y que
está recibiendo radiación y quimioterapia en el esófago y la garganta. Que la
Santísima Virgen proteja a todas estas personas y el buen Jesús les conceda la
salud que necesitan.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
Si estamos con
María, no debemos tener miedo a nada. Si estamos en gracia de Dios, Ella nos
ayudará a perseverar en ese estado; y si hemos perdido la gracia, María nos
ayudará a encontrarla nuevamente. Entonces… ¡Qué buen negocio es tener a María
como Amiga, como Gran Amiga! Con Ella no nos derrotará ni el mismo Infierno
aunque se ponga todo en contra nuestro, porque si María nos defiende, no hay
nada que temer, pues el mismo Dios está con Ella y la Virgen es el terror de
los demonios. Pero para estar con María debemos tener buena voluntad y amarla, tenerle
una tierna devoción. Y ojalá le recemos todos los días el Santo Rosario, pues
ésta es la devoción que más le agrada y por la cual concede innumerables
gracias. Pero es necesario que aumente nuestra confianza hacia esta Virgen
pura, porque todo dependerá de nuestra confianza en Ella.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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