PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2637 ~
Domingo 22 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Se acercan los días de la pasión, muerte y resurrección
de Cristo. ¿Cuál es el resumen de nuestra vida? ¿Servimos o nos servimos?
¿Amamos o nos dejamos amar? ¿Salimos al encuentro o preferimos que sean los
demás los que nos rescaten?
Es hora, en estas últimas jornadas cuaresmales, de
solicitar al Señor que renueve nuestros corazones. Es un momento propicio para
volver nuestros ojos a un lado y a otro y ver dónde nos tenemos que emplear más
a fondo. La cruz del Señor merece, por nuestra parte, un último esfuerzo: hay
que atraer al Señor el corazón de la humanidad. ¿Cómo? Sirviendo y, además,
haciéndolo con ternura, con cariño, y con fidelidad. Entre otras cosas porque,
en esa entrega y constancia reside nuestra propia renuncia para estar al lado
del Señor.
El Señor quiere que, dejando el YO que tanto nos invade y
nos limita, mudemos a los OTROS. Es decir; que nos neguemos a nosotros mismos;
que busquemos la felicidad no tanto en la propia satisfacción, cuanto en la
utilización de todos nuestros dones y talentos al servicio del Evangelio y de
los demás.
Desertar en algo, de nuestros caprichos, comodidades e
individualismos, implica el volcarnos un poco más en aquellas direcciones que
nos resultan incómodas. Hacia aquellas personas que necesitan nuestra ayuda,
nuestra estima o, simplemente, nuestro cariño. P. Javier Leoz
¡Buenos días!
Jesús te mira
Cuenta la Biblia
que cuando José era esclavo en Egipto, la mujer de su patrón lo instigaba día
tras día a cometer un grave delito. Educado desde su niñez a vivir en la
presencia de Dios, le dijo terminantemente que no estaba dispuesto a ofender a
Dios. La perversa mujer encontró el modo de calumniarlo, y su esposo lo mandó a
la cárcel.
Un ladrón a la media noche se mete en una
casa a robar. Entra por una ventana y, cuando está adentro en la oscuridad, oye
una voz que dice: —¡Jesús te está mirando!
Entonces, el ladrón se asusta y se detiene.
Luego como ve que no ocurre nada, continúa. Y de nuevo la voz le dice: —¡Jesús
te está mirando! El ladrón asustado prende la luz y ve que la voz venía de un
loro que estaba en una jaula, y el ladrón le dice: —¡Ahhh, que susto me diste!
¿Cómo te llamas, lorito? Y el loro le responde: —Me llamo Pedro. —Pedro es un
nombre extraño para un loro. Y el loro le contesta: —¡Más extraño es el nombre
Jesús para un Doberman!
Una vez Dios le
dijo a Abrahán, bisabuelo de José: “Camina en mi presencia y sé perfecto”. Esta
enseñanza pasó de padres a hijos. José, persuadido de que el Señor veía y
conocía incluso sus pensamientos y deseos, desde pequeño llevó una vida santa y
justa. Y Dios lo premió con el don de interpretar los sueños. Por medio de este
talento salió de la cárcel para sentarse en un trono junto al Faraón de Egipto.
Amigo/a, ¿vives en la presencia del Señor con santidad y justicia?
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, había algunos griegos de los que subían
a adorar en la fiesta. Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea,
y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés;
Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Él les respondió: «Ha llegado la
hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da
mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo,
la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo
esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
»Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre,
líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre,
glorifica tu Nombre». Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de
nuevo le glorificaré». La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido
un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel». Jesús respondió: «No ha
venido esta voz por mí, sino por vosotros. Ahora es el juicio de este mundo;
ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo cuando sea levantado de
la tierra, atraeré a todos hacia mí». Decía esto para significar de qué muerte
iba a morir. (Jn 12,20-33)
Comentario
Hoy, la Iglesia, en el último tramo de la Cuaresma, nos
propone este Evangelio para ayudarnos a llegar al Domingo de Ramos bien
preparados en vista a vivir estos misterios tan centrales en la vida cristiana.
El Via Crucis es para el cristiano un "via lucis", el morir es un
volver a nacer, y, más aun, es necesario morir para vivir de verdad.
En la primera parte del Evangelio, Jesús dice a los
Apóstoles: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero
si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). San Agustín comenta al respecto: «Jesús
se dice a Sí mismo "grano", que había de ser mortificado, para
después multiplicarse; que tenía que ser mortificado por la infidelidad de los
judíos y ser multiplicado para la fe de todos los pueblos». El pan de la
Eucaristía, hecho de grano de trigo, se multiplica y se parte para ser alimento
de todos los cristianos. La muerte del martirio es siempre fecunda; por esto,
«quienes aman la vida», paradójicamente, la «pierden». Cristo muere para dar,
con su sangre, fruto: nosotros le hemos de imitar para resucitar con Él y dar
fruto con Él. ¿Cuántos dan en silencio su vida por el bien de los hermanos?
Desde el silencio y la humildad hemos de aprender a ser grano que muere para volver
a la Vida.
El Evangelio de este domingo acaba con una exhortación a
caminar a la luz del Hijo exaltado en lo alto de la tierra: «Y yo cuando sea
levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32). Tenemos que pedir
al buen Dios que en nosotros sólo haya luz y que Él nos ayude a disipar toda
sombra. Ahora es el momento de Dios, ¡no lo dejemos perder! «¿Dormís?, ¡el
tiempo que se os ha concedido pasa!» (San Ambrosio de Milán). No podemos dejar
de ser luz en nuestro mundo. Como la luna recibe su luz del sol, en nosotros
han de ver la luz de Dios.
Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona,
España)
Cada día de Cuaresma
Día 33: Un clamor de justicia
Toda la predicación de Jesús es una llamada a la justicia
y a la misericordia. La Iglesia, fiel a Sus enseñanzas, nos impulsa y nos urge
a vivir las exigencias de la justicia en nuestra vida personal, profesional y
social, y a salir en defensa de quienes -por ser más débiles- no pueden hacer
valer sus derechos. No son propias del cristiano las lamentaciones estériles.
El Señor, en lugar de quejas inútiles, quiere que desagraviemos por las
injusticias que se cometen en el mundo, y que tratemos de remediar todas las
que podamos, empezando por las que estén a nuestro alcance. Hoy nos preguntamos
si hacemos con perfección nuestro trabajo, si pagamos lo debido a quienes nos
prestan un servicio, si ejercitamos nuestros derechos, si defendemos la fama de
los demás, si defendemos a los más débiles, si aprovechamos el tiempo... Así
amamos la justicia.
Los deberes profesionales son un lugar excepcional para
vivir la virtud de la justicia. El dar a cada uno lo suyo, propio de esta
virtud, significa en este caso cumplir lo estipulado. Los deberes profesionales
son el cauce más oportuno con el que ordinariamente contamos para colaborar en
la resolución de los problemas sociales y para intervenir en la construcción de
un mundo más justo. El cristiano también debe ser ejemplar en el cumplimiento
de las legítimas leyes civiles, porque si son justas son queridas por Dios y
constituyen el fundamento de la misma convivencia humana. Entre los deberes
sociales del cristiano el Concilio Vaticano II recuerda “el derecho y al mismo
tiempo el deber de votar para promover el bien común” (Gaudium et Spes). Desatenderse de manifestar la propia voluntad
sería una falta de justicia, mucho más si ese abstencionismo promoviera
candidaturas cuyo ideario es opuesto a la doctrina cristiana y a su concepción
del hombre.
Hoy nos unimos a ese deseo de una mayor justicia, que es
una de las principales características de nuestro tiempo (S.C. para la Doctrina
de la Fe, Sobre libertad cristiana y liberación) Pedimos al Señor por los
gobernantes, como siempre se hizo en la Iglesia, para que sean promotores de
justicia, de paz, de un mayor respeto por la dignidad de la persona. Nosotros,
en lo que está de nuestra parte, hacemos el propósito de llevar las exigencias
del Evangelio a nuestra propia vida personal, a la familia, al mundo en el que
cada día nos movemos y del que participamos. Cuidaremos la fe, que nos da a
conocer el verdadero valor de la persona, y la caridad, que nos lleva a
comportarnos con los demás más allá de lo que pediría la justicia, porque vemos
en los demás hijos de Dios.
P. Francisco Fernández Carvajal
Palabras de San Juan Pablo II
“La Cuaresma que nos disponemos a celebrar es un nuevo
don de Dios. Él quiere ayudarnos a redescubrir nuestra naturaleza de hijos,
creados y renovados por medio de Cristo por el amor del Padre en el Espíritu
Santo […] La Cuaresma es el tiempo propicio para expresar sincera gratitud al
Señor por las maravillas que ha hecho en favor del hombre en todas las épocas
de la historia y, de modo particular, en la redención […] El descubrimiento de
la presencia salvadora de Dios en las vicisitudes humanas nos apremia a la
conversión; nos hace sentir a todos como destinatarios de su predilección y nos
impulsa a alabarlo y darle gloria”
Tema del día:
Atraídos por el crucificado
Un grupo de «griegos», probablemente paganos, se acercan
a los discípulos con una petición admirable: «Queremos ver a Jesús». Cuando se
lo comunican, Jesús responde con un discurso vibrante en el que resume el
sentido profundo de su vida. Ha llegado la hora. Todos, judíos y griegos,
podrán captar muy pronto el misterio que se encierra en su vida y en su muerte:
«Cuando yo sea elevado sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí».
Cuando Jesús sea alzado a una cruz y aparezca crucificado
sobre el Gólgota, todos podrán conocer el amor insondable de Dios, se darán
cuenta de que Dios es amor y sólo amor para todo ser humano. Se sentirán
atraídos por el Crucificado. En él descubrirán la manifestación suprema del
Misterio de Dios.
Para ello se necesita, desde luego, algo más que haber
oído hablar de la doctrina de la redención. Algo más que asistir a algún acto
religioso de la semana santa. Hemos de centrar nuestra mirada interior en Jesús
y dejarnos conmover, al descubrir en esa crucifixión el gesto final de una vida
entregada día a día por un mundo más humano para todos. Un mundo que encuentre
su salvación en Dios.
Pero, probablemente a Jesús empezamos a conocerlo de
verdad cuando, atraídos por su entrega total al Padre y su pasión por una vida
más feliz para todos sus hijos, escuchamos aunque sea débilmente su llamada: «El que quiera servirme que me siga, y dónde
esté yo, allí estará también mi servidor».
Todo arranca de un deseo de «servir» a Jesús, de
colaborar en su tarea, de vivir sólo para su proyecto, de seguir sus pasos para
manifestar, de múltiples maneras y con gestos casi siempre pobres, cómo nos ama
Dios a todos. Entonces empezamos a convertirnos en sus seguidores.
Esto significa compartir su vida y su destino: «donde
esté yo, allí estará mi servidor». Esto es ser cristiano: estar donde estaba
Jesús, ocuparnos de lo que se ocupaba él, tener las metas que él tenía, estar
en la cruz como estuvo él, estar un día a la derecha del Padre donde está él.
¿Cómo sería una Iglesia «atraída» por el Crucificado,
impulsada por el deseo de «servirle» sólo a él y ocupada en las cosas en que se
ocupaba él? ¿Cómo sería una Iglesia que atrajera a la gente hacia Jesús?
© José Antonio Pagola
Nuevo vídeo y artículo
Hay un nuevo vídeo subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por
correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo
tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
Unidos a María
María, en el
momento de mi muerte, ven a recibir mi alma para presentarla al Juez Eterno
para que Él sonría ante ti que eres su Madre y se apiade de mí que soy tu
servidor. Virgen Pura ten misericordia de mí y quédate a mi lado durante mi
peregrinar terreno y en las pruebas de la vida mantente bien cerca mío y
consuélame y defiéndeme, y, cuando llegue mi muerte, ampárame en este último
combate contra el Infierno que intentará jugar su última carta e intentará
perderme para siempre. Defiéndeme entonces como cosa y posesión vuestra, y
llévame ante Jesucristo Juez y que él tenga una sonrisa radiante para mí y me
dé el Cielo como premio.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.