PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2638 ~ Lunes
23 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Nos estamos acercando más y más a los días de la Pasión
del Señor, y a propósito de ello es oportuno recordar que para Jesús la cruz no
es una fatalidad, es una opción: “Nadie
me quita la vida, yo la doy...”
La muerte de Jesús en la cruz es el resultado de la coherencia de su vida.
Jesús habla como actúa y actúa como habla. Es lo que hizo que le considerasen
peligroso los poderes y los poderosos de este mundo y lo que le condujo a la
muerte. La muerte es para Jesús, y para nosotros, la llave de la verdadera
vida. La llegada a Casa. Esa es su promesa y nuestra esperanza.
¿Pienso alguna vez en la muerte? ¿En la de tantas personas que mueren a causa
de las injusticias y la insolidaridad?
¿En la de las personas queridas? ¿En mi muerte? ¿Con temor, con resignación,
con esperanza? ¿Prefiero no pensar?
Así como la semilla debe morir en la profundidad de la
tierra para renacer en nuevos y hermosos frutos, todos nosotros deberemos pasar
por la experiencia de la muerte para renacer a la verdadera vida y estar con
Jesús y con María por toda la eternidad. Si lo pensamos de ese modo, no veremos
a la muerte como algo que infunde temor sino como un paso natural de esta vida
terrenal a la celestial y eterna en la comunión con los Santos.
¡Buenos días!
Rejuvenecer
“El Señor perdona
todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura; el sacia de bienes tus anhelos, y como un
águila se renueva tu juventud”. (Salmo 103). Qué maravillosa es la oportunidad
de rejuvenecer. El hombre bíblico conocía lo que ahora la ciencia asegura que
es verdad: las águilas pueden rejuvenecer.
El águila a los 40 años está casi ciega, las
plumas pesadas y feas, el pico se curva hacia dentro lo mismo que las garras y
no puede cazar para sobrevivir. Es cuando el águila debe tomar una decisión
radical: se somete a una renovación o se deja morir. Las que deciden seguir
viviendo, se retiran a lo alto de una roca en donde construyen un nido. Estando
allí, ella misma se arranca el pico viejo golpeándolo contra la roca, y sale
uno nuevo, con el cual arranca y destroza una por una sus viejas garras. Luego
le salen garras nuevas con las cuales arranca sus plumas, hasta quedar pelona.
Al mismo tiempo, un aceite le limpia los ojos, devolviéndole la visión. Cuando
le crecen estas nuevas plumas, con un pico, garras y nueva visión el águila
puede seguir en su vuelo diario por 30 años más. Es un proceso sumamente
doloroso de unos 150 días, pero que le ofrece una nueva juventud.
Al orar con los
salmos déjate arrebatar por la presencia viva de Dios, envolver por los
sentimientos de asombro, exaltación, alabanza, contrición, intimidad, dulzura u
otros estados de ánimo que impregnan estos antiguos cánticos (I. Larrañaga).
Nacemos con los salmos en la sangre (A. Chouraqui). Aprovecha los salmos para
rejuvenecer tu oración y tu vida.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos.
Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a
Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida
en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas
mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué
acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la
tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E
inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras
otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que
seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te
ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te
condeno. Vete, y en adelante no peques más». (Jn 8,1-11)
Comentario
Hoy contemplamos en el Evangelio el rostro misericordioso
de Jesús. Dios es Amor, y Amor que perdona, Amor que se compadece de nuestras
flaquezas, Amor que salva. Los maestros de la Ley de Moisés y los fariseos «le
llevan una mujer sorprendida en adulterio» (Jn 8,4) y piden al Señor: «¿Tú qué
dices?» (Jn 8,5). No les interesa tanto seguir una enseñanza de Jesús como
poderlo acusar de que va contra de la Ley de Moisés. Pero el Maestro aprovecha
esta ocasión para manifestar que Él ha venido a buscar a los pecadores, a
enderezar a los caídos, a llamarlos a la conversión y a la penitencia. Y éste
es el mensaje de la Cuaresma para nosotros, ya que todos somos pecadores y
todos necesitamos de la gracia salvadora de Dios.
Se dice que hoy día se ha perdido el sentido del pecado.
Muchos no saben lo que está bien o mal, ni por qué. Es lo mismo que decir —en
forma positiva— que se ha perdido el sentido del Amor a Dios: del Amor que Dios
nos tiene, y —por nuestra parte— la correspondencia que este Amor pide. Quien
ama no ofende. Quien se sabe amado y perdonado, vuelve amor por Amor:
«Preguntaron al Amigo cuál era la fuente del amor. Respondió que aquella donde
el Amado nos ha lavado nuestras culpas» (Ramon Llull).
Por esto, el sentido de la conversión y de la penitencia
propias de la Cuaresma es ponernos cara a cara ante Dios, mirar a los ojos del
Señor en la Cruz, acudir a manifestarle personalmente nuestros pecados en el
sacramento de la Penitencia. Y como a la mujer del Evangelio, Jesús nos dirá:
«Tampoco yo te condeno... En adelante no peques más» (Jn 8,11). Dios perdona, y
esto conlleva por nuestra parte una exigencia, un compromiso: ¡No peques más!
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)
Cada día de Cuaresma
Día 34: Vete y no peques más
Cada día, en todos los rincones del mundo, Jesús a través
de sus ministros los sacerdotes, sigue diciendo: “Yo te absuelvo de tus
pecados...” Es el mismo Cristo que perdona. San Agustín afirma que el prodigio
que obran estas palabras supera a la misma creación del mundo (Comentario sobre
el Evangelio de San Lucas). En nuestra oración de hoy podemos mostrar nuestra
gratitud al Señor por el don tan grande del sacramento de la Confesión.
Por la absolución, el hombre se une a Cristo redentor,
que quiso cargar con nuestros pecados. Por esta unión, el pecador participa de
nuevo de esa fuente de gracia que mana sin cesar del costado abierto de Jesús.
En el momento de la absolución intensificaremos el dolor de nuestros pecados,
renovaremos el propósito de enmienda, y escucharemos con atención las palabras
del sacerdote que nos conceden el perdón de Dios. Después de cada confesión
debemos dar gracias a Dios por la misericordia que ha tenido con nosotros y
concretaremos cómo poner en práctica los consejos recibidos. Una manifestación
de nuestra gratitud es procurar que nuestros amigos acudan a esa fuente de
gracias, acercarlos a Cristo. ¡Difícilmente encontraremos una obra de caridad
mayor!
Nuestros pecados, aun después de ser perdonados, merecen
una pena temporal que se ha de satisfacer en esta vida o en el purgatorio.
Debemos poner mucho amor en el cumplimiento de la penitencia que el sacerdote
nos impone antes de impartir la absolución. Si consideramos la desproporción de
nuestros pecados con la satisfacción, aumentaremos nuestro espíritu de
penitencia en este tiempo de Cuaresma, en el que la Iglesia nos invita de una
manera particular. Al terminar nuestra oración, invocamos a Santa María,
Refugio de los pecadores, con ánimo y decisión de unirnos a su dolor, en
reparación por nuestros pecados y por los de los hombres de todos los tiempos.
P. Francisco Fernández Carvajal
Santoral Católico:
San Toribio de Mogrovejo
Obispo
Nació en Mayorga, en las montañas de León (España), hacia
1538, de familia hidalga. Estudió derecho en Salamanca y, durante seis años
estuvo trabajando como inquisidor en Granada con gran sentido de la moderación
y la justicia. Fue nombrado obispo de Lima el año 1578, cuando aún no tenía
órdenes sagradas. Recibida la consagración episcopal en Sevilla, marchó a
América. Su diócesis era muy extensa, pues llegaba más allá de la frontera de
Perú. Puso gran empeño en aplicar el Concilio de Trento en todos los terrenos
de la pastoral e impulsó la evangelización de los indios. Lleno de celo
apostólico, reunió numerosos sínodos y concilios que dictaron normas sabias y
promovieron la formación del clero y la elevación moral del pueblo. Fue un
infatigable misionero en tierras de los Incas y ardiente defensor de sus
derechos. Defendió también con valentía los derechos de la Iglesia. Murió en
Seña, durante una visita pastoral, el 23 de marzo de 1606, y su cuerpo fue
trasladado a Lima.
Oración: Señor, tú que has querido acrecentar la
Iglesia mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo
santo Toribio, concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y
en santidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
"Cuaresma y Pascua hermanadas:
una Cuaresma lúcida anuncia
una Pascua de gozo;
una Cuaresma espiritual anuncia a un Jesús más vivo;
una
Cuaresma de honradez anuncia una Pascua de fraternidad;
una Cuaresma de
solidaridad anuncia una Pascua de verdad;
una Cuaresma de compasión y ternura
anuncia una Pascua de vida"
~ Fidel Aizpurua ~
Tema del día:
Rumbo a la Pasión
Solamente quien ama mucho puede obsequiar,
constantemente, una nueva oportunidad.
Solamente quien ama mucho puede creer, constantemente, en
nuestras posibilidades.
Es indudable que la Cuaresma debe quedar muy lejos de ser
un tiempo gris, oscuro y vergonzante.
La Cuaresma debe ser un tiempo de colores intensos y de
luces fuertes ya que es un fuerte tiempo para experimentar el amor.
Sin amor, parecería, la Cuaresma pierde lo esencial.
Es amor de Dios que reafirma la confianza en nuestra
capacidad de conversión.
Es amor de Dios que nos brinda una nueva oportunidad.
Pero, también, si lo miramos desde nuestra perspectiva,
la misma solamente puede responder al amor.
Sin ser por amor (agradar al ser amado) nuestra
conversión pierde fortaleza.
No es auténtica una conversión por temor o por vergüenza.
No es auténtica una conversión por remordimiento o por
conveniencia.
La verdadera conversión es la que se realiza como una
respuesta de amor al amor que se recibe.
Todo, en este tiempo que nos invita a vivir la Iglesia,
habla de amor.
El amor nunca es algo gris o carente de flores y luces.
El amor es, siempre, una experiencia cargada de
luminosidad que invade la vida de quien le vive.
Pero, para el cristiano, no alcanza con el amor.
Necesario se hace vivirlo un poco más y hacerlo pasión.
Lo de Jesús no es otra cosa que una demostración plena
del amor apasionado de Dios por cada uno de nosotros.
Podemos amar pero estaríamos quedando en lo de cualquier
buena persona.
Estamos, como cristianos, a dar un paso más y hacer a ese
amor una experiencia de pasión.
Por pasión realizamos cosas que de otra forma no
lograríamos hacer.
La pasión mueve nuestras acciones mucho más allá de
cualquier lógica.
Jesús en la cruz no es otra cosa que la manifestación
total de su amor apasionado por la humanidad.
Miremos su cruz como una gran expresión de pasión.
Se nos vuelve como una luz demasiado brillante que nos
atrae.
Se nos vuelve como una luminosa meta a la que estamos
llamados.
Todo este tiempo de cuaresma no puede conducir a otro
destino que a ese amor apasionado que mueve y motiva nuestra conversión.
Tal postura no es para cómodos ni para instalados.
Es una postura para quienes experimentan el desafío del
amor hasta las últimas consecuencias.
Es una postura para quienes viven un cristianismo lleno
de desafíos y de búsquedas.
Es una postura para quienes hacen del cristianismo un
desafío de vida y una postura ante ella misma.
Quienes se dejan desafiar por el amor apasionado de Jesús
jamás pueden darse por satisfechos.
Deben vivir a fondo la libertad de quien ama y crecen en
tal amor.
Deben vivir el respeto por los demás como una actitud
fundamental ya que se sabe expuesto a críticas y comentarios desfavorables.
Por ello es mucho más simple limitarnos a
convencionalismos que muy poco nos apartan de la comodidad.
Por ello es mucho más tranquilo aferrarse a esquemas y
ritos que nos ofrecen la seguridad de lo aceptado.
Mirar la pasión como una meta de vida es animarnos a
correr riesgos.
Mirar la pasión como un destino es asumir el compromiso
de siempre estar en camino.
Este tiempo de Cuaresma al que estamos invitados a vivir
debe conducirnos por los riesgosos caminos del demostrar que amamos siempre un
poco más ya que vamos rumbo a la pasión.
© Padre Martín Ponce de León SDB.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados
en Medio Oriente y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por
diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia
de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Unidos a María
Con María de la
mano no hay que tener miedo a nada, porque Ella todo lo puede con respecto al
Corazón de Dios, y si la tenemos como aliada y amiga, entonces podemos decir
que estamos seguros en este mundo y en el venidero. No debemos temerle al
Infierno, ni a los hombres ni a nada, porque estando con María, lo tenemos todo
y Ella nos guarda bajo su manto.
Es necesario que
tengamos más amor y devoción a la Virgen, y así seremos valientes para hacer
grandes cosas por Dios, por su gloria y por la salvación de las almas. El
demonio trata de infundirnos miedo y quiere desalentarnos. No le demos el gusto
y consagrémonos a la Virgen para que Ella nos guíe en esta lucha terrena.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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