martes, 17 de marzo de 2015

Pequeñas Semillitas 2632

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2632 ~ Martes 17 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El mundo tiene que cambiar, y la civilización del amor, anunciada y profetizada tantas veces por el santo Papa Juan Pablo II, tiene que llegar. Pero no llegará si los católicos nos quedamos de brazos cruzados y con la boca cerrada, pues es necesario que hagamos apostolado y que recemos mucho.
Pero a no creernos que nos faltan cualidades o medios para el apostolado, porque si Dios se sirvió de doce pobres hombres, los Doce Apóstoles, para fundar y propagar su Iglesia; tranquilamente se puede servir de nosotros, que tal vez somos poca cosa, pero con la gracia y la ayuda de Dios podemos hacer grandes obras para gloria de Dios y salvación de las almas. No tengamos miedo de lanzarnos a la conquista del mundo para Cristo, porque quien trabaja por Dios y por el Bien, es ayudado por la Providencia divina y el triunfo es seguro.
Aprovechemos estos medios de comunicación modernos que nos permiten llegar a miles de personas en contados minutos, y utilicémoslos para el apostolado. Se envían tantas tonterías por email, ¿por qué no enviar buenos mensajes, con enseñanzas cristianas, encendiendo la caridad en las almas, para que sean muchos los que se contagien y sean también apóstoles?
Es cierto que el mundo está mal y que la noche ha descendido sobre él, pero esto no es un obstáculo para que nos demos por vencidos, sino todo lo contrario, pues justamente la luz brilla en las tinieblas; y si somos una luz en la oscuridad, iluminaremos a muchos, justamente por la gran tiniebla de alrededor.
Debemos ser una luz en donde el Señor nos colocó, ya que no es producto del azar que estemos exactamente en el lugar que estamos, sino que el nuestro es un puesto estratégico y elegido por Dios, y lo que no hacemos nosotros, nadie lo hará en lugar nuestro.

¡Buenos días!

“Esto es una trampa”
Una señora estaba angustiada porque su esposo no quería confesarse. En ocasión de su cumpleaños, le pidió al marido un regalo.  —¡Lo que quieras!, le contestó éste. — ¡Acompáñame a San Giovanni Rotondo! Quiero ver al Padre Pío. Se puso rabioso. —¡Esto es una trampa! ¡Esto no es honesto! —¿Por qué no es honesto? ¿No me prometiste darme lo que yo quisiera?

La acompañó a regañadientes y de mal humor. Al llegar por la tarde a San Giovanni Rotondo, lo primero que le dijo fue: —¡Mañana mismo volvemos en el primer tren! — ¡Está bien! le contestó la señora. Durante toda la noche no pudieron dormir. A las dos de la madrugada todo el mundo se levantó para asegurarse un lugar en la Misa de las siete. Se levantaron también ellos. Pero su esposo, siempre de mal humor, dijo a la señora:

—Si quieres que te acompañe, déjame en paz y no pidas que me confiese. Durante la Misa, le tocó un lugar bastante cerca del P. Pío. La señora rezaba por la conversión de su esposo. Terminada la celebración, fue el primero en seguir al P. Pío a la sacristía para la confesión. Después de un rato regresó donde estaba su esposa, y, con un rostro lleno de luz y alegría, exclamó: —¡Hecho! ¡Ya me confesé! ¡Qué hombre es este P. Pío! ¡Me detuvo y me puso como nuevo! ¿Cómo no confesarse después de una Misa como ésta? Luego, echando el brazo al cuello de su señora, le dijo: — ¡No conviene que nos vayamos pronto! ¡Quedémonos una semana!
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.
Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’». Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. (Jn 5,1-3.5-16)

Comentario
Hoy, san Juan nos habla de la escena de la piscina de Betsaida. Parecía, más bien, una sala de espera de un hospital de trauma: «Yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos» (Jn 5,3). Jesús se dejó caer por allí.
¡Es curioso!: Jesús siempre está en medio de los problemas. Allí donde haya algo para “liberar”, para hacer feliz a la gente, allí está Él. Los fariseos, en cambio, sólo pensaban en si era sábado. Su mala fe mataba el espíritu. La mala baba del pecado goteaba de sus ojos. No hay peor sordo que el que no quiere entender.
El protagonista del milagro llevaba treinta y ocho años de invalidez. «¿Quieres curarte?» (Jn 5,6), le dice Jesús. Hacía tiempo que luchaba en el vacío porque no había encontrado a Jesús. Por fin, había encontrado al Hombre. Los cinco pórticos de la piscina de Betsaida retumbaron cuando se oyó la voz del Maestro: «Levántate, toma tu camilla y anda» (Jn 5,8). Fue cuestión de un instante.
La voz de Cristo es la voz de Dios. Todo era nuevo en aquel viejo paralítico, gastado por el desánimo. Más tarde, san Juan Crisóstomo dirá que en la piscina de Betsaida se curaban los enfermos del cuerpo, y en el Bautismo se restablecían los del alma; allá, era de cuando en cuando y para un solo enfermo. En el Bautismo es siempre y para todos. En ambos casos se manifiesta el poder de Dios por medio del agua.
El paralítico impotente a la orilla del agua, ¿no te hace pensar en la experiencia de la propia impotencia para hacer el bien? ¿Cómo pretendemos resolver, solos, aquello que tiene un alcance sobrenatural? ¿No ves cada día, a tu alrededor, una constelación de paralíticos que se “mueven” mucho, pero que son incapaces de apartarse de su falta de libertad? El pecado paraliza, envejece, mata. Hay que poner los ojos en Jesús. Es necesario que Él —su gracia— nos sumerja en las aguas de la oración, de la confesión, de la apertura de espíritu. Tú y yo podemos ser paralíticos sempiternos, o portadores e instrumentos de luz.
Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch (Salt, Girona, España)

Cada día de Cuaresma
Día 28: Lucha paciente contra los defectos
No podemos nunca “conformarnos” con deficiencias y flaquezas que nos separan de Dios y de los demás, excusándonos en que forman parte de nuestra manera de ser, en que ya hemos intentado combatirlos otras veces sin resultados positivos. La Cuaresma nos mueve precisamente a mejorar en nuestras disposiciones interiores mediante la conversión del corazón a Dios y las obras de penitencia que preparan nuestra alma para recibir las gracias que el Señor quiere darnos. El Señor siempre está dispuesto a ayudarnos, sólo nos pide nuestra perseverancia para luchar y recomenzar cuantas veces sea necesario, sabiendo que en la lucha está el amor. Nuestro amor a Cristo se manifestará en el esfuerzo por arrancar el defecto dominante o alcanzar aquella virtud que se presenta difícil adquirir, y en la paciencia que hemos de tener en la lucha interior.

Es necesario saber esperar y luchar con paciente perseverancia, convencidos de que con nuestro interés agradamos a Dios. La adquisición de una virtud no se logra con esfuerzos esporádicos, sino con la continuidad en la lucha, la constancia de intentarlo cada día, cada semana, ayudados por la gracia. El alma de la constancia es el amor; sólo por amor se puede ser paciente (Santo Tomás, Suma Teológica) y luchar, sin aceptar los defectos y los fallos como algo inevitable. En nuestro caminar hacia el Señor sufriremos derrotas; muchas de ellas no tendrán importancia; otras sí, pero el desagravio y la contrición nos acercarán todavía más a Dios. Este dolor es el pesar de no estar devolviendo tanto amor como el Señor se merece, el dolor de estar devolviendo mal por bien a quien tanto nos quiere.

Además de ser pacientes con nosotros mismos hemos de serlo con quienes tratamos con más frecuencia, sobre todo si tenemos obligación de ayudarles en su formación, o una enfermedad. Hemos de contar con los defectos de quienes nos rodean. La comprensión y fortaleza nos ayudarán a tener calma, sin dejar de corregir cuando sea oportuno y en el momento indicado. La impaciencia hace difícil la convivencia, y también vuelve ineficaz la posible ayuda y la corrección. Debemos ser especialmente constantes y pacientes en el apostolado. Las personas necesitan tiempo y Dios tiene paciencia: en todo momento da su gracia, perdona y anima a seguir adelante. Con nosotros ha tenido esta paciencia sin límites. Pidamos a Nuestra Madre paciencia para nosotros mismos y para los que nos rodean.
P. Francisco Fernández Carvajal

Santoral Católico:
San Patricio
Obispo y Patrón de Irlanda
Nació en Gran Bretaña hacia el año 385. Muy joven fue llevado cautivo por unos piratas a Irlanda, vendido como esclavo y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado monástico y clerical. Recibió la ordenación sacerdotal y fue monje en la abadía de Lérins. Marchó a Roma a estudiar y el papa Celestino lo consagró obispo y le encomendó la misión de evangelizar Irlanda. Desplegando sus extraordinarias dotes de misionero y catequista, convirtió a la fe a numerosas gentes, e instauró la Iglesia en Irlanda. A su muerte había consagrado varios cientos de obispos y ordenado varios miles de sacerdotes. La grandeza de su obra evangelizadora puede apreciarse en la historia cristiana de Irlanda. Murió el año 461, cerca de Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).
Oración: Oh Dios, que elegiste a tu obispo san Patricio para que anunciara tu gloria a los pueblos de Irlanda, concede, por su intercesión y sus méritos, a cuantos se glorían de llamarse cristianos, la gracia de proclamar siempre tus maravillas delante de los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco

“Cuando la Iglesia terrenal ora,
se instaura una comunión de servicio
y de bien mutuos que llega ante Dios.
Junto con los santos,
que encontraron su plenitud en Dios,
formamos parte de la comunión
en la cual el amor vence a la indiferencia” 

Tema del día:
Dilucidar la verdad histórica

La Iglesia es una sociedad viva que atraviesa los siglos, y a través de ese caminar por la historia, no puede evitar que el grano bueno esté mezclado con la cizaña, que la santidad se establezca junto a la infidelidad y el pecado.

Clarificar la verdad hará que la luz destaque más sobre las sombras, porque, junto a sus fallos, destacarán sus grandes méritos. No puede olvidarse que es la Iglesia quien inició los hospitales, los hospicios, las escuelas, las universidades; que millones de cristianos, en todo el mundo, se han dedicado a una tarea misionera que era también una tarea de asistencia, de caridad, muchas veces heroica hasta el martirio. Hay que evitar tanto una apologética que pretenda justificarlo todo, como una culpabilización indebida, propia de cristianos acomplejados.

La Iglesia no tiene miedo a la verdad que emerge de la historia. Está dispuesta a reconocer equivocaciones allí donde se hayan verificado. Pero desconfía de los juicios generalizados de absolución o de condena respecto a las diversas épocas históricas. Confía en la investigación paciente y honesta sobre el pasado, libre de prejuicios de tipo confesional o ideológico.

Su petición de perdón no es ostentación de humildad ficticia, ni retractación de su historia, ciertamente rica en méritos en el terreno de la caridad, de la cultura, de la santidad. Responde más bien a una irrenunciable exigencia de verdad, que, junto a los aspectos positivos, reconoce los límites y las debilidades humanas de las sucesivas generaciones de cristianos.

El hecho de que algunas veces a lo largo de la historia la verdad se haya alzado con aires o con hechos de intolerancia, e incluso que en su error haya llegado a llevar hombres a la hoguera, no es culpa de la verdad, sino de quienes no supieron entenderla. Todo, hasta lo más grande, puede degradarse. Es cierto que el amor puede hacer que un insensato cometa un crimen, pero no por eso hay que abominar del amor, ni de la verdad, que nunca dejarán de ser las raíces que sostienen la vida humana.
© Alfonso Aguiló

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la familia Aquino González de México, para que, por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, el Señor Jesús les conceda unidad, armonía, confianza y amor.

Pedimos oración para Elena F., de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Ella está en estado terminal y con muchos dolores por metástasis varias. Piden alivio a sus dolores. El Señor sabrá obrar con Misericordia como siempre. Amén.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Muchos títulos tiene la Santísima Virgen, pero hoy vamos a considerar el más tierno y consolador: “Madre”. Sí, porque María es Madre de los hombres, de todos los hombres, buenos y malos, y Ella está a nuestro lado en todo momento, especialmente en los momentos de dolor y angustia, de peligro y abandono, de enfermedad y abatimiento. Pero esto no es una forma de decir, sino que María está realmente presente a nuestro lado con su Cuerpo Glorioso como el de Jesús, pues Ella puede estar en todas partes al mismo tiempo, entonces siempre está a nuestro lado. Así que con amor y confianza tomémonos de su mano y reclinemos nuestra cabeza sobre su Corazón para tomar fuerzas y enfrentar esta vida que es a veces complicada, y para emprender grandes obras por amor a nuestra querida Madre, la Virgen.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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