PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2631 ~ Lunes
16 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
El Padre Alfonso Milagro (1915-1981), fue un sacerdote
claretiano argentino que se destacó por sus cualidades de escritor y por ese medio tuvo una inmensa labor evangelizadora. Fundó la
Editorial Claretiana y es autor de numerosos
libros de meditación cristiana, entre los que se destacan “Los Cinco minutos de
Dios”, “Cinco minutos con Jesús”, “Los Cinco minutos de María”, “Evangelio meditado”,
“Consignas”, y otros más igualmente hermosos.
Del Padre Alfonso Milagro elijo esta hermosa frase para
iniciar esta edición de “Pequeñas Semillitas”:
“Bajo las especies de pan y vino en el altar, por la fe
descubrimos a Cristo. Y bajo las especies y formas del prójimo necesitado
debemos esforzarnos por ver al mismo Cristo, que no está en el prójimo menos
realmente que en las formas sacramentales. En verdad el prójimo es también el
sacramento de Cristo”
¡Buenos días!
Cuida tus pensamientos
En cierta
oportunidad Dios se apareció a Abrahán y le dijo: “Camina en mi presencia, y sé
perfecto” (Gn 17, 1). Esta es una norma preciosa para vigilar no sólo nuestras
acciones sino también los pensamientos y deseos más íntimos, pues todo está
patente a los ojos de Dios. Por otra parte es cierto que en la raíz de toda
acción hay un pensamiento que la generó.
Cuida tus pensamientos porque se volverán
palabras.
Cuida tus palabras porque se volverán actos.
Cuida tus actos porque se harán costumbres.
Cuida tus costumbres porque forjarán tu
carácter.
Cuida tu carácter porque formará tu destino.
Y tu destino será tu vida. (Mahatma Gandhi)
No hay nada en el
hombre que sea de poca importancia en lo que se refiere a la moral. La Biblia
dice “Quien desprecia las pequeñas cosas, poco a poco caerá (en transgresiones
graves)” (Eclo 19,1). Toda virtud no es otra cosa que un hábito o costumbre
buena. Como todo vicio es una mala costumbre. Agradar a Dios que te ve, sea el
anhelo de tu corazón.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea.
Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria.
Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento,
porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta,
pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea,
donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en
Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue
donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir.
Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el
funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete,
que tu hijo vive».
Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y
se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le
dijeron que su hijo vivía. Él les preguntó entonces la hora en que se había
sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El
padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo
vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó
Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. (Jn 4,43-54)
Comentario
Hoy volvemos a encontrar a Jesús en Caná de Galilea,
donde había realizado el conocido milagro de la conversión del agua en vino.
Ahora, en esta ocasión, hace un nuevo milagro: la curación del hijo de un
funcionario real. Aunque el primero fue espectacular, éste es —sin duda— más
valioso, porque no es algo material lo que se soluciona con el milagro, sino
que se trata de la vida de una persona.
Lo que llama la atención de este nuevo milagro es que
Jesús actúa a distancia, no acude a Cafarnaúm para curar directamente al
enfermo, sino que sin moverse de Caná hace posible el restablecimiento: «Le
dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo’. Jesús le dice:
‘Vete, que tu hijo vive’» (Jn 4,49.50).
Esto nos recuerda a todos nosotros que podemos hacer
mucho bien a distancia, es decir, sin tener que hacernos presentes en el lugar
donde se nos solicita nuestra generosidad. Así, por ejemplo, ayudamos al Tercer
Mundo colaborando económicamente con nuestros misioneros o con entidades
católicas que están allí trabajando. Ayudamos a los pobres de barrios
marginales de las grandes ciudades con nuestras aportaciones a instituciones
como Cáritas, sin que debamos pisar sus calles. O, incluso, podemos dar una
alegría a mucha gente que está muy distante de nosotros con una llamada de
teléfono, una carta o un correo electrónico.
Muchas veces nos excusamos de hacer el bien porque no
tenemos posibilidades de hacernos físicamente presentes en los lugares en los
que hay necesidades urgentes. Jesús no se excusó porque no estaba en Cafarnaúm,
sino que obró el milagro.
La distancia no es ningún problema a la hora de ser
generoso, porque la generosidad sale del corazón y traspasa todas las
fronteras. Como diría san Agustín: «Quien tiene caridad en su corazón, siempre
encuentra alguna cosa para dar».
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero (Viladecans,
Barcelona, España)
Cada día de Cuaresma
Día 27: La oración personal
Muchos pasajes del Evangelio muestran a Jesús que se
retiraba y quedaba a solas para orar. Era una actitud habitual del Señor, especialmente
en los momentos más importantes de su ministerio público. ¡Cómo nos ayuda
contemplarlo! La oración es indispensable para nosotros, porque si dejamos el
trato con Dios, nuestra vida espiritual languidece poco a poco. En cambio, la
oración nos une a Dios, quien nos dice: “Sin Mí, no podéis hacer nada” (Juan
15, 5). Conviene orar perseverantemente (Lucas 18, 1), sin desfallecer nunca.
Hemos de hablar con Él y tratarle mucho, con insistencia, en todas las
circunstancias de nuestra vida, sabiendo que verdaderamente Él nos ve y nos
oye. Además, ahora, durante este tiempo de Cuaresma, vamos con Jesucristo
camino de la Cruz, y “sin oración, ¡Qué difícil es acompañarle!” (San Josemaría
Escrivá, Camino). Quizá sea la necesidad de la oración, junto con la de vivir
la caridad, uno de los puntos en los que el Señor insistió más veces en su
predicación.
En la oración personal se habla con Dios como en la
conversación que se tiene con un amigo, sabiéndolo presente, siempre atento a
lo que decimos, oyéndonos y contestando. Es en esta conversación íntima, como
la que ahora intentamos mantener con Dios, donde abrimos nuestra alma al Señor,
para adorar, dar gracias, pedirle ayuda, para profundizar en las enseñanzas
divinas. Nunca puede ser una plegaria anónima, impersonal, perdida entre los
demás, porque Dios, que ha redimido a cada hombre, desea mantener un diálogo
con cada uno de ellos: un diálogo de una persona concreta con su Padre Dios.
“Me has escrito: orar es hablar con Dios. Pero ¿de qué? -¿De qué? De Él, de ti:
alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones
diarias... ¡flaquezas! : y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y
desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: ¡tratarse!”
Hemos de poner los medios para hacer nuestra oración con
recogimiento, luchando con decisión contra las distracciones, mortificando la
imaginación y la memoria. En el lugar más adecuado según nuestras
circunstancias; siempre que sea posible, ante el Señor en el Sagrario. Nuestro
Ángel Custodio nos ayudará; lo importante es no querer estar distraídos y no
estarlo voluntariamente. Acudamos a la Virgen que pasó largas horas mirando a
Jesús, hablando con Él, tratándole con sencillez y veneración. Ella nos
enseñará a hablar con Jesús.
P. Francisco Fernández Carvajal
Santoral Católico:
Beato Cura Brochero
Presbítero
Información sobre su vida
Frases del Cura Brochero
"La hostia consagrada es un milagro de amor, es un
prodigio de amor,
es una maravilla de amor, es un complemento de amor,
y es la prueba más acabada de su amor infinito
hacia mí, hacia ustedes, hacia el hombre"
"El Señor me dio la salud, él me la quita; bendita
sea su santa voluntad.
Debemos estar siempre conformes con los designios de
Dios"
"Dios es como los piojos,
está en todas partes,
pero prefiere a los pobres"
"Yo me felicitaría si Dios me saca de este planeta
sentado confesando y predicando el Evangelio"
"El sacerdote que no tiene mucha lástima de los
pecadores es medio sacerdote.
Estos trapos benditos que llevo encima no son los que me
hacen sacerdote;
si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano
llego"
Tema del día:
El secreto de los hijos
1) Para saber
En sus audiencias de los miércoles, el Papa Francisco ha
continuado con su catequesis sobre la familia.
Para su reflexión, el Papa se inspiró en un texto del
profeta Isaías donde los padres se alegran con la llegada de sus hijos: «Al ver
esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón».
El Papa comenta que es una espléndida imagen de la
felicidad que se realiza en el encuentro entre padres e hijos, que caminan
juntos hacia un futuro de libertad y paz. La alegría de los hijos hace palpitar
el corazón de los padres y vuelve a abrir el futuro.
Por ello los hijos son la alegría de la familia y de la
sociedad: “No son un problema de biología reproductiva, ni uno de los muchos
modos de realizarse. Y, mucho menos, son una posesión de los padres. No, no.
Los hijos son un don. Son un regalo: ¿entendido? Los hijos son un don. Cada uno
es único e irrepetible; y al mismo tiempo, inconfundiblemente ligado a sus
raíces”, añadía el Papa.
2) Para pensar
El Papa haciendo una bella reflexión decía que ser hijo o
hija, significa llevar en sí la memoria y la esperanza de un amor que se ha
realizado a sí mismo encendiendo la vida de otro ser humano, original y nuevo.
Los hijos son una imagen que va anunciando que son el resultado del amor.
Para los padres cada hijo es diferente, diverso. El Papa
hizo memoria de su familia: “Recuerdo que mi mamá decía sobre nosotros, éramos
cinco: «Yo tengo cinco hijos». Y le preguntábamos, «¿Cuál es tu preferido?». Y
ella respondía: «Yo tengo cinco hijos, como tengo cinco dedos. Si me golpean
éste me hace mal; si me golpean éste me hace mal. Me hacen mal los cinco,
¡todos son míos! Pero todos diferentes como los dedos de una mano». ¡Y así es
la familia! Diferentes, pero todos hijos”.
3) Para vivir
Un hijo, dice el Papa, “se ama porque es hijo: no porque
sea bello, o porque sea así o asá. ¡No! ¡Porque es hijo! No porque piensa como
yo, o encarna mis deseos. Es una vida generada por nosotros, pero destinada a
él, a su bien, para el bien de la familia, de la sociedad, de toda la humanidad”.
Además, los hijos nos permiten descubrir un secreto: la
dimensión más gratuita del amor, que nunca deja de sorprendernos. Es la belleza
de ser amados antes: los hijos son amados antes de que lleguen.
“Cuántas veces encuentro a las mamás aquí que me hacen
ver la panza y me piden la bendición… porque son amados estos niños antes de
venir al mundo. Y esto es amor; son amados antes, como el amor de Dios, que nos
ama siempre antes. Son amados antes de haber hecho nada para merecerlo, antes
de saber hablar o pensar, ¡ncluso antes de venir al mundo. Ser hijos es la
condición fundamental para conocer el amor de Dios”, concluyó el Papa.
Por eso, cuando una familia generosa de hijos se ve como
si fuera un peso, algo anda mal. La concepción de los hijos debe ser
responsable, pero el tener muchos hijos no puede ser visto automáticamente como
una elección irresponsable. La vida rejuvenece y cobra nuevas fuerzas
multiplicándose: se enriquece, no se empobrece. Los hijos aprenden a hacerse
cargo de su familia, maduran compartiendo sus sacrificios, crecen en la
apreciación de sus dones.
El Papa concluyó bendiciendo a todos los padres e hijos.
© Pbro. José Martínez Colín
Unidos a María
Si no fuera por
María, la raza humana ya habría desaparecido del mundo, porque los castigos
merecidos por los pecados de los hombres son tantos y de tal gravedad, que si
María no hubiera intercedido una y mil veces por nosotros los hombres, ya no
estaríamos en donde estamos. Dios ama tanto a la Virgen que, con tal de no
herirle el Corazón, ha decretado perdonarnos y darnos toda clase de dones y
favores, con tal de tener a la Virgen contenta, pues sabe que si nos castiga,
Ella se entristecerá mucho. Por eso debemos poner toda nuestra confianza en
María y aprovechar esta época que es la Era de María, para rezarle más y para
que nos proteja de los posibles castigos que nos pueden venir por la multitud
de pecados que se cometen todos los días. Hagámosle caso y recemos mucho el
Rosario, que si la Virgen lo ha pedido en todos lados, es porque debe ser muy
importante en rezarlo.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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