sábado, 7 de marzo de 2015

Pequeñas Semillitas 2622

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2622 ~ Sábado 7 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Dado que mañana casi todos los comentarios en este espacio se dedicarán a la celebración del domingo, hoy nos anticipamos a hacer la mención del Día Internacional de la Mujer que se celebra todos los 8 de marzo. Y lo que se conmemora es la lucha de la mujer en su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
El Día Internacional de la Mujer es un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de mujeres de a pie que han jugado un papel clave en la historia de sus países y comunidades.
El lema de este año «Empoderando a las Mujeres, Empoderando a la Humanidad: ¡Imagínalo!» recrea un mundo en el que cada mujer y cada niña puede escoger sus decisiones, tales como participar en la política, educarse, tener sus propios derechos y vivir en sociedades sin violencia ni discriminación.
Para todas las mujeres, creadas por Dios a imagen de María… ¡Feliz día, siempre!

¡Buenos días!

El dolor en la vida
“La lección más importante que puede aprender el hombre en su vida no es que en el mundo hay dolor, sino que depende de nosotros sacar provecho de él, pues se nos ha permitido transformarlo en gozo”, escribió Tagore. Y el cardenal Pironio dijo: “Jesús no anula los tiempos difíciles, tampoco los hace fáciles. Simplemente los convierte en gracia”.

Necesitamos a cada paso en la vida una purificación interior, porque si te descuidas, se meten en tu espíritu fuerzas negativas de tristeza, rencor, vanidad o egoísmo. Dice la Biblia que el Padre Dios a veces nos poda para que demos mejores frutos (Jn 15,2). Sabemos que hay árboles que necesitan poda para no perder fuerza. Ésa es la función que tiene el dolor en nuestra vida. Nos sirve para purificarnos de cosas que enferman o debilitan por dentro, nos ayuda a recordar cuáles son las cosas importantes, nos enseña a valorar mejor la vida y todo lo que tenemos. Cada vez que aparezca algún sufrimiento en tu vida, presta atención para reconocer qué  mensaje te trae. P. Víctor Fernández.

San Juan Crisóstomo decía: “Cristiano que me escuchas, Jesús es la cabeza, nosotros somos sus miembros, ¿cómo puede ser que bajo una cabeza doliente y coronada de espinas, haya miembros que rehuyen el dolor, que se apartan de toda molestia, que son incapaces de compartir el sufrimiento de Cristo?” Estas reflexiones te iluminen y fortalezcan.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.
»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.
»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’». (Lc 15,1-3.11-32)

Comentario
Hoy vemos la misericordia, la nota distintiva de Dios Padre, en el momento en que contemplamos una Humanidad “huérfana”, porque —desmemoriada— no sabe que es hija de Dios. Cronin habla de un hijo que marchó de casa, malgastó dinero, salud, el honor de la familia... cayó en la cárcel. Poco antes de salir en libertad, escribió a su casa: si le perdonaban, que pusieran un pañuelo blanco en el manzano, tocando la vía del tren. Si lo veía, volvería a casa; si no, ya no le verían más. El día que salió, llegando, no se atrevía a mirar... ¿Habría pañuelo? «¡Abre tus ojos!... ¡mira!», le dice un compañero. Y se quedó boquiabierto: en el manzano no había un solo pañuelo blanco, sino centenares; estaba lleno de pañuelos blancos.
Nos recuerda aquel cuadro de Rembrandt en el que se ve cómo el hijo que regresa, desvalido y hambriento, es abrazado por un anciano, con dos manos diferentes: una de padre que le abraza fuerte; la otra de madre, afectuosa y dulce, le acaricia. Dios es padre y madre...
«Padre, he pecado» (cf. Lc 15,21), queremos decir también nosotros, y sentir el abrazo de Dios en el sacramento de la confesión, y participar en la fiesta de la Eucaristía: «Comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida» (Lc 15,23-24). Así, ya que «Dios nos espera —¡cada día!— como aquel padre de la parábola esperaba a su hijo pródigo» (San Josemaría), recorramos el camino con Jesús hacia el encuentro con el Padre, donde todo se aclara: «El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Concilio Vaticano II).
El protagonista es siempre el Padre. Que el desierto de la Cuaresma nos lleve a interiorizar esta llamada a participar en la misericordia divina, ya que la vida es un ir regresando al Padre.
Rev. D. Llucià POU i Sabater (Granada, España)

Cada día de Cuaresma
Día 18: Como el hijo pródigo
Todos somos hijos de Dios y, siendo hijos, somos también herederos (Romanos 8, 17). La herencia es un conjunto de bienes incalculables y de felicidad sin límites, que sólo en el Cielo alcanzará su plenitud y seguridad completa. Hasta entonces tenemos la posibilidad de marcharnos lejos de la casa paterna y malgastar los bienes de modo indigno a nuestra condición de hijos de Dios. Cuando el hombre peca gravemente, se pierde para Dios, y también para sí mismo, pues el pecado desorienta su camino hacia el Cielo; es la mayor tragedia que puede sucederle a un cristiano. Se aparta radicalmente del principio de vida, que es Dios, por la pérdida de la gracia santificante; pierde los méritos que ha logrado durante su vida, se incapacita para adquirir otros nuevos, y queda de algún modo sujeto a la esclavitud del demonio. Fuera de Dios es imposible la felicidad, incluso aunque durante un tiempo pueda parecer otra cosa.

En el examen de conciencia se confronta nuestra vida con lo que Dios esperaba, y espera de ella. En el examen, con la ayuda de la gracia, nos conocemos como en realidad somos. Los santos se han reconocido siempre pecadores porque, por su correspondencia a la gracia, han abierto las ventanas de su conciencia, de par en par, a la luz de Dios, y han podido conocer bien su alma. En el examen también descubriremos las omisiones en el cumplimiento de nuestro compromiso de amor a Dios y a los hombres, y nos preguntaremos: ¿a qué se deben tantos descuidos? La soberbia también tratará de impedir que nos veamos tal como somos: han cerrado sus oídos y tapado sus ojos, a fin de no ver con ellos (Mateo 13, 15).

Todos nosotros, llamados a la santidad, somos también el hijo pródigo. “La vida humana es, es cierto modo, un constante volver hacia la casa de nuestro Padre. Volver mediante la contrición... Volver por medio de ese sacramento del perdón en el que, al confesar nuestros pecados, nos revestimos de Cristo y nos hacemos así hermanos suyos, miembros de la familia de Dios “(San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa). Hemos de acercarnos a la Confesión sin desfigurar la falta ni justificarla. Con humildad, sencillez y sinceridad. Con verdadero dolor por haber ofendido a nuestro Padre. El Señor, por Su misericordia, nos devuelve en la Confesión lo que habíamos perdido por el pecado: la gracia y la dignidad de hijos de Dios. Y la vuelta acaba siempre en una fiesta llena de alegría.
P. Francisco Fernández Carvajal

Santoral Católico:
Santas Perpetua y Felicidad
Mártires
Mártires de Cartago, cerca de Túnez, el año 203. Conservamos las Actas auténticas del martirio, redactadas hasta la víspera del sacrificio por la misma Perpetua y continuadas luego por un testigo. A raíz del decreto del emperador Septimio Severo contra los cristianos, fueron apresados muchos de ellos. Perpetua, de ilustre cuna y exquisita formación, era hija de padre pagano, estaba casada como matrona y tenía un hijo recién nacido. Felicidad era una joven esclava, casada y a punto de dar a luz. El proceso fue penoso y prolongado. En todo momento Perpetua mostró su entereza, reafirmando su fe ante las autoridades y animando a sus compañeros de martirio. En los dolores del parto, en la cárcel, dijo Felicidad a un guardián: «Ahora soy yo la que sufro; en el anfiteatro será Otro el que sufra por mí». Con motivo del aniversario del hijo del emperador, se iban a celebrar unos juegos en los que el número fuerte del programa sería el martirio de los encarcelados. En el anfiteatro les soltaron las fieras que malhirieron a nuestras santas y fueron rematadas luego a golpe de espada.- Oración: Señor, tus santas mártires Perpetua y Felicidad, a instancias de tu amor, pudieron resistir al que las perseguía y superar el suplicio de la muerte; concédenos, por su intercesión, crecer constantemente en nuestro amor a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco

"¡El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! Habrá siempre en medio una cruz, las pruebas, pero al final siempre nos lleva a la felicidad… Con Pedro, Santiago y Juan subamos también nosotros al monte de la Transfiguración y permanezcamos en contemplación del rostro de Jesús, para recibir el mensaje y traducirlo en nuestra vida; para que también nosotros podamos ser transfigurados por el Amor"

Así surgió el
Día Internacional de la Mujer
En el mes de mayo de 1908 un grupo de mujeres socialistas norteamericanas celebró en un teatro de Chicago un acto denominado Día de la Mujer. En febrero del año siguiente, en New York, las mujeres del Partido Socialista de los Estados Unidos conmemoraron el Día Nacional de la Mujer Trabajadora, que pretendía ser un homenaje a las trabajadores textiles que el año anterior habían protagonizado una huelga contra las duras condiciones laborales que sufrían, además de reclamar una mejora salarial y el derecho al voto. Al parecer, siguieron celebrándolo hasta 1913.

En 1910, la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, la organización que reunía a las mujeres de la Segunda Internacional, y que había sido creada en 1907, decidió a propuesta de Clara Zetkin aprobar por unanimidad que el día 8 de marzo sería el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Esta segunda Conferencia, que se celebró en Copenhague, pretendía luchar por la igualdad de los derechos de la mujer y muy especialmente por el reconocimiento del derecho al voto. En el seno del socialismo se estaban superando las tensiones sobre el papel de las mujeres en las reivindicaciones sociales, sindicales y políticas, todo gracias al tesón de infatigables luchadoras como la propia Clara Zetkin, o Rosa Luxemburgo, entre otras muchas, sin olvidar la aportación de algunos destacados socialistas como August Bebel.

La primera celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora tuvo lugar al año siguiente, en 1911, aunque el día 11 de marzo en diversos países del centro de Europa con mítines en los que se exigieron el derecho al voto, el acceso de las mujeres a los cargos públicos, a la formación profesional y el fin de la discriminación laboral. A los pocos días de esta celebración, el 25 de marzo, tuvo lugar un terrible hecho en New York en una fábrica de camisas. Un incendio en la Triangle Shirtwaist provocó la muerte de más de 140 trabajadoras, muchas de ellas inmigrantes. El impacto del hecho fue tal que ocasionó cambios legislativos laborales en Estados Unidos y que su memoria fuera recordada en las posteriores celebraciones del Día de la Mujer Trabajadora.
En vísperas de la Gran Guerra la celebración se fue extendiendo por el mundo. Las mujeres rusas lo celebraron el último día de febrero en el año 1913. Al año siguiente las celebraciones se oficializaron el día 8 de marzo en Alemania, Suecia y la propia Rusia.

El Día se convirtió en fiesta oficial en la Rusia soviética aunque sería laborable, gracias a los esfuerzos de la comisaria Alexandra Kollontai. Debemos recordar el protagonismo de las mujeres en los inicios de la Revolución de Febrero cuando se declararon en huelga ante una situación terrible de hambre, de miseria y hartas de una guerra que había provocado millones de muertos.

En China se comenzó a celebrar en 1922. En España la primera celebración tuvo lugar en el año 1936. La ONU declaró el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer en 1975. Dos años después se convirtió en el Día Internacional de la Mujer y la Paz Internacional. En Estados Unidos se celebra oficialmente desde 1994, a pesar de que en aquel país se encuentran los orígenes de esta conmemoración.
© Nuevatribuna.es

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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Ana Lucía S., de Guatemala, que padece epilepsia, para que el Señor le conceda la gracia de poder curar la enfermedad.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
María es Madre de los más miserables, de esos que el mundo deja de lado y los desprecia. Porque el mundo hace pecar, hace caer bien bajo, y después se venga de esos pobres infelices con un trato despiadado y con el desprecio. En cambio con María sucede todo lo contrario, ya que Ella va por los caminos del mundo buscando a estas miserias humanas, porque es su Madre, tal vez la única persona que se preocupa por ellos verdaderamente. ¡Qué buena es María! Si lo comprendiéramos, ya no estaríamos tristes en este mundo, porque la Virgen, con su Cuerpo Glorioso está a nuestro lado sin interrupción, y estará especialmente en el momento de la muerte. Tenemos que imitar a María en el amar a todos los que son infelices por algún motivo, porque la compasión por los hermanos atrae la benevolencia de María sobre nosotros, y predilección de María quiere decir protección contra todo mal y también aprobación de Dios.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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