PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2630 ~
Domingo 15 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Nos acercamos a los umbrales de la Pascua. Es memorial de
lo que Dios hizo por la humanidad. En algunos habrá perdido vigencia
(oportunidad para vacaciones), en algunos más consistencia (ya no saben ni por
qué se celebra) y en otros profundidad (se queda en una escenografía de
religiosidad popular).
Pero, la Cuaresma, un domingo más, nos incita a ser
conscientes del amor que Dios nos tiene. Vino en Belén para alegrarnos la vida
y subirá al calvario para darnos otra, sin fecha de caducidad. ¿Se puede
esperar más del amor de Dios?
En nuestras comunidades (parroquias incluidas) tendría
que surgir un grito espontáneo que sacudiera las conciencias adormecidas (de
los que son cristianos pero viven al margen de su fe) y también las de aquellas
otras que, poco o nada, han oído hablar de un tal Jesús de Nazaret: ¡Esto lo
hizo Dios por ti y por mí! ¡Por nosotros!
Porque, Jesús de Nazaret, no es alguien que se encaramó a
un madero permaneciendo definitivamente colgado. No es una reliquia que muchos
llevan suspendida en el pecho en forma de cruz. Jesús de Nazaret es la señal
visible, el amor de Dios en forma de carne. Es el amor de Dios para que el
hombre encuentre un horizonte de alegría, de paz y seguridad en su vida.
P. Javier Leoz
¡Buenos días!
Pan… con manteca
La oración
humilde y confiada conmueve el corazón de Dios. A nosotros también nos
enternecen los niños cuando con encantadora espontaneidad nos piden que les
ayudemos a hacer un dibujo, a atarles los cordones de los zapatitos, etc., y no
podemos negarnos. Su humilde confianza nos impulsa a prestarles cualquier
servicio. Esto sucedió a la niñita Romina.
En un jardín de infantes de un Colegio de
Hermanas había una niña, por nombre Romina, muy buena, pero también muy pobre.
Un día advirtieron las compañeritas que al rezar el padrenuestro, decía: “Danos
hoy nuestro pan de cada día… con manteca”, y se echaron a reír, y fueron a
contarlo a la Hermana. Manifestó entonces la niña que, como su madre había
quedado viuda con seis hijos, se había visto obligada a suprimir la manteca.
Mas la pobre niña no se resignaba a ello; y por eso, al rezar el padrenuestro
pedía el pan… con manteca. La religiosa le dijo que podía continuar pidiéndolo
al Niño Jesús, pero que no lo hiciera en voz alta, para que no se riesen las
demás. Dios oyó la oración de Romina, porque una de las otras niñas contó en su
casa lo ocurrido en el colegio y, al saberlo la mamá, procuró enterarse del
nombre y dirección de la madre de Romina, y mandó a su empleada doméstica que
cada día dejara un paquete de manteca en esa casa. Cuando lo vio, Romina le
dijo muy contenta a su madre: Mamá; ya tenemos aquí la manteca que le he pedido
al Niño Dios...
“Si no vuelven
ustedes a ser como niños, no entrarán en el Reino de los cielos”, dijo Jesús.
Los niños son puros, inocentes, sencillos, sinceros, humildes, confiados.
Pidamos al Señor con insistencia que estas cualidades que caracterizan a los
pequeños, vayan configurando nuestro corazón para poder ver ese divino rostro
que sólo se revelará a los puros de corazón.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del
hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna. Porque tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no
perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree
en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído
en el Nombre del Hijo único de Dios.
»Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues
todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean
censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede
de manifiesto que sus obras están hechas según Dios». (Jn 3,14-21)
Comentario
Hoy, la liturgia nos ofrece un aroma anticipado de la
alegría pascual. Los ornamentos del celebrante son rosados. Es el domingo
"laetare" que nos invita a una serena alegría. «Festejad a Jerusalén,
gozad con ella todos los que la amáis...», canta la antífona de entrada.
Dios quiere que estemos contentos. La psicología más
elemental nos dice que una persona que no vive contenta acaba enferma, de
cuerpo y de espíritu. Ahora bien, nuestra alegría ha de estar bien
fundamentada, ha de ser la expresión de la serenidad de vivir una vida con
sentido pleno. De otro modo, la alegría degeneraría en superficialidad y
majadería. Santa Teresa distinguía con acierto entre la "santa
alegría" y la "loca alegría". Esta última es sólo exterior, dura
poco y deja un regusto amargo.
Vivimos tiempos difíciles para la vida de fe. Pero
también son tiempos apasionantes. Experimentamos, en cierta manera, el exilio
babilónico que canta el salmo. Sí, también nosotros podemos vivir una
experiencia de exilio «llorando la nostalgia de Sión» (Sal 136,1). Las
dificultades exteriores y, sobre todo, el pecado nos pueden llevar cerca de los
ríos de Babilonia. A pesar de todo, hay motivos de esperanza, y Dios nos
continúa diciendo: «Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de
ti» (Sal 136,6).
Podemos vivir siempre contentos porque Dios nos ama
locamente, tanto que nos «dio a su Hijo único» (Jn 3,16). Pronto acompañaremos
a este Hijo único en su camino de muerte y resurrección. Contemplaremos el amor
de Aquel que tanto ama que se ha entregado por nosotros, por ti y por mí. Y nos
llenaremos de amor y miraremos a Aquel que han traspasado (Jn 19,37), y crecerá
en nosotros una alegría que nadie nos podrá quitar.
La verdadera alegría que ilumina nuestra vida no proviene
de nuestro esfuerzo. San Pablo nos lo recuerda: no viene de vosotros, es un don
de Dios, somos obra suya (Col 1,11). Dejémonos amar por Dios y amémosle, y la
alegría será grande en la próxima Pascua y en la vida. Y no olvidemos dejarnos
acariciar y regenerar por Dios con una buena confesión antes de Pascua.
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (La Fuliola, Lleida,
España)
Cada día de Cuaresma
Día 26: La alegría de la Cruz
La alegría es una característica esencial del cristiano y
la Iglesia nos recuerda durante la Cuaresma que debe estar presente en todos
los momentos de nuestra vida. Ahora meditamos la alegría de la Cruz. La alegría
es compatible con la mortificación y el dolor. Lo que se opone a la alegría es
la tristeza, no la penitencia. La mortificación que vivimos en estos días no
debe ensombrecer nuestra alegría interior, sino todo lo contrario: debe hacerla
crecer, porque nuestra Redención se acerca, el derroche de amor por los hombres
que es la Pasión se aproxima, el gozo de la Pascua es inminente. Por eso
queremos estar muy unidos al Señor, para que también en nuestra vida se repita,
una vez más, el mismo proceso: llegar, por su Pasión y su Cruz, a la gloria y a
la alegría de la Resurrección.
La alegría es equivalente a felicidad, y lógicamente se
manifiesta en el exterior de la persona. La alegría verdadera tiene un origen
espiritual. El Papa Pablo VI nos dice: “La sociedad tecnológica ha logrado
multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la
alegría. Porque la alegría tiene otro origen: es espiritual. El dinero, el
confort, la higiene, la seguridad material, no faltan con frecuencia; sin
embargo, el tedio, la aflicción, la tristeza, forman parte, por desgracia, de
la vida de muchos” (Exhortación Apostólica ‘Gaudete in Domino’). Nosotros
sabemos que la alegría surge de un corazón que se siente amado por Dios y que a
su vez ama con locura al Señor. De un corazón que se esfuerza que ese amor se
traduzca en buenas obras; de un corazón que está en unión y en paz con Dios,
pues, aunque se sabe pecador, acude a la fuente del perdón: Cristo en el
sacramento de la Penitencia. El Señor nos pide que perdamos el miedo al dolor,
a las tribulaciones, y nos unamos a Él, que nos espera en la Cruz. Nuestra alma
quedará más purificada, nuestro amor más firme. Entonces comprenderemos que la
alegría está muy cerca de la Cruz.
Dios ama al que da con alegría (2 Corintios 9, 7). No nos
tiene que sorprender que la mortificación y la penitencia nos cuesten; lo
importante es que sepamos encaminarnos hacia ellas con decisión, con la alegría
de agradar a Dios, que nos ve. La experiencia que nos transmiten los santos es
unánime en este sentido: “Estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas
nuestras tribulaciones” (2 Corintios, 11, 24-27). Si hemos tenido miedo a la
expiación, llenémonos de valor, pensando que el tiempo es breve y el premio
grande, sin proporción con la pequeñez de nuestro esfuerzo.
P. Francisco Fernández Carvajal
Palabras de San Juan Pablo II
“La Cuaresma nos invita a recorrer un itinerario
espiritual que nos prepara a revivir el gran misterio de la muerte y
resurrección de Jesucristo, ante todo mediante la escucha asidua de la Palabra
de Dios y la práctica más intensa de la mortificación, gracias a la cual
podemos ayudar con mayor generosidad al prójimo necesitado […] Ayudados por la
Palabra de Dios, meditemos cuán importante es que cada comunidad acompañe con
comprensión y con cariño a aquellos hermanos y hermanas que envejecen. Además,
todos debemos acostumbrarnos a pensar con confianza en el misterio de la
muerte, para que el encuentro definitivo con Dios acontezca en un clima de paz
interior”
Tema del día:
Dios ama el mundo
No es una frase más. Palabras que se podrían eliminar del
Evangelio, sin que nada importante cambiara. Es la afirmación que recoge el
núcleo esencial de la fe cristiana. «Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único». Este amor de Dios es el
origen y el fundamento de nuestra esperanza.
«Dios ama el mundo». Lo ama tal como es. Inacabado e
incierto. Lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo
peor. Este mundo no recorre su camino solo, perdido y desamparado. Dios lo
envuelve con su amor por los cuatro costados. Esto tiene consecuencias de la
máxima importancia.
Primero, Jesús es, antes que nada, el «regalo» que Dios
ha hecho al mundo, no sólo a los cristianos. Los investigadores pueden discutir
sin fin sobre muchos aspectos de su figura histórica. Los teólogos pueden
seguir desarrollando sus teorías más ingeniosas. Sólo quien se acerca a
Jesucristo como el gran regalo de Dios, puede ir descubriendo en todos sus
gestos, con emoción y gozo, la cercanía de Dios a todo ser humano.
Segundo. La razón de ser de la Iglesia, lo único que
justifica su presencia en el mundo es recordar el amor de Dios. Lo ha subrayado
muchas veces el Vaticano II: La Iglesia «es enviada por Cristo a manifestar y
comunicar el amor de Dios a todos los hombres». Nada hay más importante. Lo
primero es comunicar ese amor de Dios a todo ser humano.
Tercero. Según el evangelista, Dios hace al mundo ese
gran regalo que es Jesús, «no para juzgar
al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Es muy peligroso hacer de
la denuncia y la condena del mundo moderno todo un programa pastoral. Sólo con
el corazón lleno de amor a todos, nos podemos llamar unos a otros a la
conversión. Si las personas se sienten condenadas por Dios, no les estamos
transmitiendo el mensaje de Jesús sino otra cosa: tal vez, nuestro
resentimiento y enojo.
Cuarto. En estos momentos en que todo parece confuso,
incierto y desalentador, nada nos impide a cada uno introducir un poco de amor
en el mundo. Es lo que hizo Jesús. No hay que esperar a nada. ¿Por qué no va a
haber en estos momentos hombres y mujeres buenos, que introducen entre nosotros
amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que sufren…?
Estos construyen la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor.
© José Antonio Pagola
Nuevo vídeo y artículo
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"Juan Pablo
II inolvidable"
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Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde México, Martha Angélica escribe y dice: “¡Gracias
por orar por Saydee, de California,
EEUU. Dios los bendiga!”
Llega también un agradecimiento a Dios y a los que
rezaron por Nachito, de Rosario,
Argentina, con leucemia y quimioterapia. Hoy podemos decir que Nachito está
curado. Demos gracias al Señor.
Desde Guadalajara, México, Cecilia da gracias a Dios por 42 años de matrimonio, sus tres
hijos, sus nueras y sus nietos.
Unidos a María
María es nuestra
Capitana, es la Generala que está a la cabeza del ejército de Dios que lucha
contra el ejército del Infierno, encabezado por Satanás. Nosotros debemos saber
que este tiempo que vivimos sobre la tierra es tiempo de prueba, es tiempo de
combate, no de tranquilidades, sino de lucha, pues nos estamos jugando nuestro
destino eterno: Cielo o Infierno.
Ya lo dice Job:
“Es milicia la vida del hombre sobre la tierra”. Si no entendemos esto, podemos
atarnos a este mundo y anclarnos aquí y olvidarnos que estamos de paso y que
nuestra Patria es el Cielo. Sigamos a María y consagrémonos a Ella para
asegurarnos la victoria completa.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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