PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2209 ~ Domingo
1 de Diciembre de 2013
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Las primeras comunidades cristianas vivieron años muy
difíciles. Perdidos en el vasto Imperio de Roma, en medio de conflictos y
persecuciones, aquellos cristianos buscaban fuerza y aliento esperando la
pronta venida de Jesús y recordando sus palabras: Vigilad. Vivid despiertos.
Tened los ojos abiertos. Estad alerta.
¿Significan todavía algo para nosotros las llamadas de
Jesús a vivir despiertos? ¿Qué es hoy para los cristianos poner nuestra
esperanza en Dios viviendo con los ojos abiertos? ¿Dejaremos que se agote
definitivamente en nuestro mundo secular la esperanza en una última justicia de
Dios para esa inmensa mayoría de víctimas inocentes que sufren sin culpa
alguna?
Precisamente, la manera más fácil de falsear la esperanza
cristiana es esperar de Dios nuestra salvación eterna, mientras damos la
espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que
reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿Cuándo te vimos hambriento o
sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este
será nuestro dialogo final con él si vivimos con los ojos cerrados.
Hemos de despertar y abrir bien los ojos. Vivir
vigilantes para mirar más allá de nuestros pequeños intereses y preocupaciones.
La esperanza del cristiano no es una actitud ciega, pues no olvida nunca a los
que sufren. La espiritualidad cristiana no consiste solo en una mirada hacia el
interior, pues su corazón está atento a quienes viven abandonados a su suerte.
En las comunidades cristianas hemos de cuidar cada vez más
que nuestro modo de vivir la esperanza no nos lleve a la indiferencia o el
olvido de los pobres. No podemos aislarnos en la religión para no oír el clamor
de los que mueren diariamente de hambre. No nos está permitido alimentar
nuestra ilusión de inocencia para defender nuestra tranquilidad.
Probablemente, la poca sensibilidad al sufrimiento
inmenso que hay en el mundo es uno de los síntomas más graves del
envejecimiento del cristianismo actual. Cuando el Papa Francisco reclama “una
Iglesia más pobre y de los pobres”, nos está gritando su mensaje más importante
a los cristianos de los países del bienestar.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como en
los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los
días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta
el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el
diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.
Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres
moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada.
»Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro
Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba
a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa.
Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no
penséis, vendrá el Hijo del hombre».
(Mt 24,37-44)
Comentario
Hoy, «como en los días de Noé», la gente come, bebe, toma
marido o mujer con el agravante de que el hombre toma hombre, y la mujer, mujer
(cf. Mt 24,37-38). Pero hay también, como entonces el patriarca Noé, santos en
la misma oficina y en el mismo escritorio que los otros. Uno de ellos será
tomado y el otro dejado porque vendrá el Justo Juez.
Se impone vigilar porque «sólo quien está despierto no
será tomado por sorpresa» (Benedicto XVI). Debemos estar preparados con el amor
encendido en el corazón, como la antorcha de las vírgenes prudentes. Se trata
precisamente de eso: llegará el momento en que se oirá: «¡Ya está aquí el
esposo!» (Mt 25,6), ¡Jesucristo!
Su llegada es siempre motivo de gozo para quien lleva la
antorcha prendida en el corazón. Su venida es algo así como la del padre de
familia que vive en un país lejano y escribe a los suyos: —Cuando menos lo
esperen, les caigo. Desde aquel día todo es alegría en el hogar: ¡Papá viene!
Nuestro modelo, los Santos, vivieron así, “en la espera del Señor”.
El Adviento es para aprender a esperar con paz y con
amor, al Señor que viene. Nada de la desesperación o impaciencia que
caracteriza al hombre de este tiempo. San Agustín da una buena receta para
esperar: «Como sea tu vida, así será tu muerte». Si esperamos con amor, Dios colmará
nuestro corazón y nuestra esperanza.
Vigilen porque no saben qué día vendrá el Señor (cf. Mt
24,42). Casa limpia, corazón puro, pensamientos y afectos al estilo de Jesús.
Benedicto XVI explica: «Vigilar significa seguir al Señor, elegir lo que Cristo
eligió, amar lo que Él amó, conformar la propia vida a la suya». Entonces
vendrá el Hijo del hombre… y el Padre nos acogerá entre sus brazos por
parecernos a su Hijo.
Mons. José Ignacio ALEMANY Grau, Obispo Emérito de
Chachapoyas (Chachapoyas, Perú)
Santoral Católico:
San Eloy
Orfebre
Información amplia haciendo clic acá.
Beata Liduina
Religiosa Salesa
Información
amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
El trabajo de cada día
Los caminantes
saben que cada tanto es razonable detenerse para descansar. También hay en los
trabajos cotidianos pausas para recobrar fuerzas. De la misma manera el hijo de
Dios se toma un breve tiempo a media jornada para comunicarse con la fuente
inagotable de fortaleza, paz y alegría. Aquí te ofrezco un himno adecuado para
ese “alto gozoso del camino”.
El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu
amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos
has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea en la noche
oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz,
tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino, demos gracias a
Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él
quien nada puede. Amén
Por otra parte,
al “dulce huésped del alma” puedes dirigirle, en medio del mismo trabajo
breves, expresiones de amor, de confianza, de súplicas que te mantendrán comunicado
con quien siempre está contigo. Por ejemplo: “Señor, confío en ti”, “Dios mío,
ven en mi auxilio”, “Gracias, Señor, por tu amor”, “Alabado seas, mi Señor”,
etc. Que progreses en este camino.
Padre Natalio
Mes de María
Día veinticinco (1/DIC)
La Iglesia
CONSIDERACIÓN.
Nuestro Señor ha descendido a la tierra no solamente para salvar a la humanidad
con sus sufrimientos y muerte, sino también para fundar la Iglesia, esa
sociedad de fieles que hacen profesión de una misma fe. Dio las direcciones a
San Pedro, a los apóstoles y a sus sucesores.
Nosotros tenemos la felicidad de haber nacido en su seno.
Nuestros sacerdotes, nuestros Obispos y nuestro muy Santo Padre el Papa, son,
aquí abajo, los representantes de Jesús y los continuadores de su obra. Nosotros
les debemos un gran respeto y una entera sumisión.
La Iglesia es una familia de la cual Jesús es el jefe y
nosotros los miembros. El verdadero cristiano ama a la Iglesia; su corazón se
entristece cuando es perseguida por los malvados y sus sacerdotes calumniados. El
cristiano sabe que el Sacerdote es amigo del desgraciado, socorro del pecador y
lo rodea de toda
clase de respetos.
La Santísima Virgen amaba a la Iglesia. En los años que
siguieron a la Ascensión de su Divino Hijo, San Pedro y los otros apóstoles,
continuamente le pedían consejos y solicitaban sus plegarias. Pidámosle que sea
siempre la protectora de los cristianos y obtenga de su Divino Hijo, el triunfo
de la Iglesia.
EJEMPLOS. Sobre
todo en las épocas en que la Iglesia es perseguida, la fe de los fieles y su consagración,
deben manifestarse por sus obras. En los primeros siglos del cristianismo vemos
a hombres venerables como Pudente, príncipe del senado romano; a mujeres de
alta posición como Priscila, su esposa, emplear su oro y su celo en la
propagación de la fe. Cuando fueron muertos, dos jóvenes, sus hijas, las
jóvenes Pudenciana y Práxedes, vendieron sus villas y pusieron el importe con
todos sus demás bienes a la disposición de San Pedro, para la propagación de la
fe, alivio de los pobres y servicio de la Iglesia, mientras que ellas se
retiraban a una humilde buhardilla, para llevar una vida toda de caridad y
plegarias.
Así, en nuestro siglo mismo hemos visto a valerosos
jóvenes, dejar, al primer llamado, a sus familias y sus países para ir a
derramar su sangre por la defensa de la Iglesia, alentados en este supremo sacrificio,
por madres verdaderamente cristianas. Una de ellas, al enterarse de la pérdida
de su hijo único, muerto en Monte Libretti, llevó su heroísmo al punto de
lamentar no tener un segundo hijo que pudiera reemplazar, en el ejército de la
Santa Sede, a aquel que acababa de perecer gloriosamente.
Citamos aún la consagración de esa pobre sirvienta,
quien, llevando a un ministro del Señor sus ganancias de un año, para ser
enviadas al Santo Padre, despojado por los enemigos de la Iglesia, dijo simplemente:
-¿Los hijos no deben, acaso, ayudar a su Padre?
PLEGARIA DE SAN
GERMÁN. Acordaos de vuestros servidores, Virgen santa, inspirad sus plegarias,
conservadles la fe, llamad los pueblos a la unidad de la Iglesia; haced que
reine la paz en el mundo, libradnos de los peligros que nos rodean y obtenednos
un día la recompensa eterna. Así sea.
RESOLUCIÓN. Rezaré
cada día por el triunfo de la Iglesia.
JACULATORIA. María,
Torre de David, rogad por nosotros.
Fuente: www.santisimavirgen.com.ar
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“Os deseo que el Adviento produzca en vosotros abundantes
frutos de conversión, espíritu de vigilancia, empeño en la oración y atención a
la palabra divina. Que el Señor os haga conocer sus caminos, os guíe en la
verdad, se revele a quien lo busca y a quien lo teme y dé a conocer a todos su
alianza”
Beato Juan Pablo II
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde Chiquinquirá, Colombia, recibimos un pedido de
agradecimiento a Dios por los 30 años de matrimonio de Germán y Claudia, cumplidos el 25 de noviembre pasado. Que la mano
de Dios siempre esté posada sobre ellos y les permita superar todas las
dificultades de la vida.
Estadísticas
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de
visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable".
Esta información se publica el primer día de cada mes.
Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el
inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:
Desde el 1º de
Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 1.948.302 lectores. Durante el último mes (noviembre 2013) registró 11.535 nuevas visitas.
Desde el 25 de
Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 376.091 lectores. Durante el
último mes (noviembre 2013) registró 2.816 nuevas visitas.
“Intimidad Divina”
Domingo 1 de
Adviento
El tema central del Adviento es la espera del Señor,
considerada bajo diversos aspectos. En primer lugar, la espera del Antiguo
Testamento enderezado hacia la venida del Mesías. De ella hablan las profecías
que la liturgia presenta en este tiempo a la consideración de los fieles para
despertar en ellos aquel profundo deseo y anhelo de Dios tan vivo en los
escritos proféticos y al mismo tiempo invitarlos a dar gracias al Altísimo por
el don inmenso de la salvación. Esta, en efecto, ya no se perfila en el
horizonte como un acontecimiento futuro, tan sólo prometido y esperado, sino
que desde siglos se ha convertido en realidad con la encarnación del Hijo de
Dios y su nacimiento en el tiempo. Ha venido ya el Redentor y en él se han
colmado las esperanzas del Antiguo Testamento y se han abierto las del Nuevo. Y
esta nueva espera es la siguiente: la venida del Salvador debe actuarse en el
corazón de cada hombre, mientras la historia de la humanidad se dirige y
orienta toda hacia la parusía, es
decir, a la venida gloriosa de Cristo al final de los tiempos. En esta
perspectiva deben ser escuchadas y meditadas las lecturas del Adviento.
Isaías habla con énfasis de la era mesiánica, en la cual
todos los pueblos convergerán en Jerusalén para adorar al único Dios: “Y
vendrán muchedumbres de pueblos diciendo: venid y subamos al monte de Yahvé, a
la casa del Dios de Jacob, y él nos enseñará sus caminos” (Is 2, 3). Reunidos
en la única religión, todos los hombres serán como hermanos y “no se
ejercitarán más ya para la guerra” (ib. 4). Jerusalén es figura de la Iglesia,
constituida por Dios “sacramento universal de salvación” (LG 48), que abre los
brazos a todos los hombres para llevarlos a Cristo y para que, siguiendo sus
enseñanzas, vivan como hermanos en la concordia y en la paz. Pero ¡cuánto queda
aún por hacer para que esto se realice plenamente! Cada cristiano debe ser una
voz que llame a los hombres, con el ardor de Isaías, a la única fe y al amor
fraterno. El teto del profeta se cierra con esta sugestiva invitación: “Venid y
caminemos a la luz de Yahvé” (2, 5).
San Pablo en la segunda lectura nos dice precisamente qué
debemos hacer para caminar en esa luz: “despojarse de las obras de las tinieblas”
(Rom 13, 12), es decir, del pecado en todas sus formas y “vestirse las almas de
la luz” (ib.), esto es, revestirnos de las virtudes, especialmente de la fe y
del amor. Esto es más urgente que nunca “pues vuestra salud está ahora más
cercana” (ib. 11), ya que la historia camina hacia su última fase: el retorno
final del Señor… El mismo Jesús nos habla de esa actitud de vigilante espera
que debe caracterizar la vida del cristiano: “Velad, porque no sabéis cuándo
llegará vuestro Señor” (Mt 42, 42). No se trata sólo de la parusía, sino también de la venida del Señor para cada hombre al
fin de su vida, cuando se encontrará cara a cara con su Salvador; y ése será el
día más hermoso, el principio de la vida eterna. “Por eso vosotros habéis de
estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre”
(ib. 44).
Dios todopoderoso,
aviva en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo, acompañados por las
buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el
reino eterno. (Colecta). Señor, que fructifique en nosotros la celebración de
estos sacramentos, con los que tú nos enseñas, ya en nuestra vida mortal, a
descubrir el valor de los bienes eternos y a poner en ellos nuestro corazón.
(Después de la comunión) Misal Romano.
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.