PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2228 ~ Viernes
20 de Diciembre de 2013
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
El lograr los sueños no es nada fácil, de hecho todos los
sueños se han logrado en base al esfuerzo y al sacrificio de aquellos que dijeron:
no voy a esperar a mañana, hoy voy a comenzar a construir mi sueño. ¿Estás
dispuesto? ¿Cuándo vas a comenzar?
Ten confianza en ti mismo. Ya Dios ha confiado en ti
dándote talentos y habilidades únicas para el logro de tus sueños. Es tiempo
que te dejes de comparar con otros, esa competencia con otros lo que hace es
frustrarte, daña tu auto estima. Trata de competir contigo mismo y a los demás
trátalos como superiores a ti, ya que ellos también tienen sueños para dar al
mundo.
¿Cómo es mi confianza? ¿Me estoy comparando conmigo mismo
o con otros? ¿Cómo aumento mi confianza?
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre
llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y
entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué
significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un
hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la
casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será
santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha
concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que
llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He
aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola
se fue.
(Lc 1,26-38)
Comentario
Hoy contemplamos, una vez más, esta escena impresionante
de la Anunciación. Dios, siempre fiel a sus promesas, a través del ángel
Gabriel hace saber a María que es la escogida para traer al Salvador al mundo.
Tal como el Señor suele actuar, el acontecimiento más grandioso para la
historia de la Humanidad —el Creador y Señor de todas las cosas se hace hombre
como nosotros—, pasa de la manera más sencilla: una chica joven, en un pueblo
pequeño de Galilea, sin espectáculo.
El modo es sencillo; el acontecimiento es inmenso. Como
son también inmensas las virtudes de la Virgen María: llena de gracia, el Señor
está con Ella, humilde, sencilla, disponible ante la voluntad de Dios, generosa.
Dios tiene sus planes para Ella, como para ti y para mí, pero Él espera la
cooperación libre y amorosa de cada uno para llevarlos a término. María nos da
ejemplo de ello: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra»
(Lc 1,38). No es tan sólo un sí al mensaje del ángel; es un ponerse en todo en
las manos del Padre-Dios, un abandonarse confiadamente a su providencia
entrañable, un decir sí a dejar hacer al Señor ahora y en todas las
circunstancias de su vida.
De la respuesta de María, así como de nuestra respuesta a
lo que Dios nos pide —escribe san Josemaría— «no lo olvides, dependen muchas
cosas grandes».
Nos estamos preparando para celebrar la fiesta de
Navidad. La mejor manera de hacerlo es permanecer cerca de María, contemplando
su vida y procurando imitar sus virtudes para poder acoger al Señor con un
corazón bien dispuesto: —¿Qué espera Dios de mí, ahora, hoy, en mi trabajo, con
esta persona que trato, en la relación con Él? Son situaciones pequeñas de cada
día, pero, ¡depende tanto de la respuesta que demos!
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)
Santoral Católico:
Santo Domingo de Silos
Abad
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Compasivo con los animales
Grande es la
bondad de Dios que puso al hombre en medio del escenario maravilloso de su
creación. Además de variadísimas especies de plantas, creó los animales,
siempre sorprendentes, en todas las zonas y paisajes de nuestro planeta. Tratemos
de no “hacer de la Tierra un Infierno para los pobres animales”.
San Martín de Porres, Hermano dominico, iba
un día camino del convento. En la calle encontró un perro sangrando por el
cuello y a punto de caer. Se dirigió a él, lo reprendió dulcemente y le dijo
estas palabras: —Pobre viejo; quisiste ser demasiado listo y provocaste la
pelea. Te salió mal el caso. Mira ahora el espectáculo que ofreces. Ven conmigo
al convento a ver si puedo remendarte. Fue con él al convento. Nueva causa de
admiración para los religiosos. Acostó al perro en una alfombrita de cáñamo,
examinó la herida y le aplicó sus medicinas, sus ungüentos. Una semana entera
permaneció el animal en la casa. Al cabo de ella, lo despidió con unas
palmaditas en el lomo, que él agradeció meneando la cola, y unos buenos
consejos para el futuro:—No vuelvas a las andadas —le dijo—, que ya estás viejo
para la lucha.
El filósofo
Arturo Schopenhauer escribió: “La compasión con los animales está relacionada
con la bondad de carácter, pues se puede afirmar con seguridad que quien es cruel
con los animales, no puede ser buena persona. Una conmiseración por todos los
seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral”. Admiremos y respetemos
la naturaleza.
Padre Natalio
Tema del día:
¿Dónde nació Jesús?
Preguntemos a
María Magdalena dónde y cuándo nació Jesús.
Y ella nos responderá: Jesús nació en Betania. Fue cierta
vez, que su voz, tan llena de pureza y santidad, despertó en mí la sensación de
una vida nueva con la cual hasta entonces jamás hube soñado.
Preguntemos a
Francisco de Asís lo que él sabe sobre el nacimiento de Jesús.
Y él nos responderá: Él nació el día en que, en la plaza
de Asís, entregué mi bolsa, mis ropas y hasta mi nombre para seguirlo, pues
sabía que solamente Él es la fuente inagotable de Amor.
Preguntemos a
Pedro cuándo nació Jesús.
El responderá: Jesús nació en el patio del palacio de
Caifás, en la noche en que el gallo cantó por tercera vez, en el momento en que
yo lo había negado. Fue en ese instante que despertó mi conciencia para la
verdadera vida.
Preguntemos a
Paulo de Tarso cuándo se dio el nacimiento de Jesús.
Y él nos responderá: Jesús nació en el camino de Damasco
cuando, envuelto por una intensa luz que me dejó invidente, pude ver la figura
noble y serena que me preguntaba: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y en la
ceguera, pasé a ver un mundo nuevo, cuando le dije: Señor ¿qué quieres que yo
haga?
Preguntamos a Joana
de Cusa cuándo nació Jesús.
Ella nos responderá: Jesús nació el día en que, amarrada
al poste del circo de Roma, oí el pueblo gritar: -¡Niégalo! ¡Niégalo! Y el
soldado, con la antorcha se acerca, diciendo: -Este Cristo ¿te enseñó sólo a
morir? Fue en este instante, que sintiendo el fuego subir por mi cuerpo, pude,
con toda certeza y sinceridad decir: -No, no me enseñó sólo eso. ¡Jesús me
enseñó también a AMARLO!
Preguntemos a
Tomás dónde y cuándo nace Jesús.
Él nos responderá: Jesús nació aquel día inolvidable en
que Él me pidió tocar sus llagas y me fue posible testificar que la muerte no
tenía poder sobre el Hijo de Dios. Sólo entonces comprendí el sentido de las
palabras: ¡Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida!
Preguntemos a Juan
Bautista dónde y cuándo nace Jesús.
Él nos responderá: Jesús nació en el instante en que
llegando al Río Jordán, me pidió que lo bautizara. Y, ante la profundidad de su
mirada y la majestad de su figura, pude oír el mensaje de lo Alto: “Este es mi
hijo amado, en el cual puse mi complacencia”. ¡Comprendí que había llegado el
momento de Él crecer y yo disminuir, para la Gloria de Dios Padre!
Preguntemos a
Lázaro dónde y cuándo nació Jesús.
Él nos responderá: Jesús nació en Betania, en la tarde en
que visitó mi tumba y dijo: -¡Lázaro! ¡Levántate! -En este momento comprendí,
finalmente quién era Él: ¡La Resurrección y la Vida!
Preguntemos a
Judas dónde y cuándo nació Jesús.
Él nos responderá: -Jesús nació en el instante en que
asistía a su juzgamiento y a su condenación. Comprendí que Jesús estaba encima
de todos los tesoros terrenos.
Preguntemos
finalmente a María de Nazaret, dónde y cuándo nació Jesús.
Ella nos responderá: Jesús nació en Belén, bajo las
estrellas, que eran focos de luces guiando los pastores y sus ovejas a la cuna
de paja. ¡Fue cuando lo tomé en mis brazos por primera vez y sentí cumplirse la
promesa de un nuevo tiempo a través de aquel Niño que Dios hubo enviado al
mundo, para enseñar a los hombres la ley mayor del Amor…
Y PARA NOSOTROS…
¿CUÁNDO NACIÓ JESÚS?
Dejad al Niño Dios nacer en tu corazón en Navidad. Que Él
venga a traernos Fe, Amor y Paz, para que nosotros experimentemos vivir la ley
mayor del Amor.
La frase de hoy
“Aunque se pierdan otras cosas a lo largo de los años,
mantengamos la Navidad como algo brillante…
Regresemos a nuestra fe infantil”
Grace Noll Crowell
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para que Dios restaure y reavive el amor
de Kenneth y Yudy, para darle un
hogar y una familia unida en al amor a su bebé, y que Dios aparte del hogar a
las personas que pueden hacerles daño.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
“Intimidad Divina”
Lámpara encendida
y luminosa
“Él era la lámpara que arde y alumbra”, decía Jesús
hablando del Bautista, “y él dio testimonio de la verdad” (Jn 5, 35, 33). Lo
mismo se debería afirmar de cada uno de los cristianos: “Lámpara encendida y
luminosa” por la fe viva capaz de iluminar a los demás, por el amor capaz de
calentar los corazones fríos e indiferentes. Su fe y su amor deben dar
testimonio de la verdad y del amor de Dios no sólo con la oración y con actos
estrictamente religiosos, sino con toda la vida. Lo cual no es posible sino
cuando el creyente tiende incesantemente a Dios y lo busca en cada una de sus
acciones y en toda su actividad. El Concilio Vaticano II, dirigiéndose a los
seglares, les recomienda que “al cumplir como es debido las obligaciones del
mundo en las circunstancias ordinarias de la vida, no separen unión con Cristo
de su vida personal, sino que crezcan intensamente en ella realizando sus
tareas según la voluntad de Dios” (AA 4). El cristiano tiene el deber de llevar
a Cristo al mundo y lo realizará en la medida en que sepa mantenerse unido a él
no sólo mientras ora, sino mientras trabaja en el cumplimiento de cualquier
deber y de cualquier negocio. Esta unión con Cristo en la actividad exige
recogimiento interior y dominio de sí, de manera que el corazón permanezca
orientado hacia Dios, deseando agradarle y comportarse en todo según su
voluntad.
Esto exige que [el seglar] también en la actividad sepa
volver de vez en cuando dentro de sí mismo para despertar el pensamiento y más
aún el deseo de Dios, para tomar conciencia de la divina presencia y para
entrar en contacto con Dios que mora en su corazón. “Es menester –dice Santa
Teresa– andar con aviso de no descuidarse de manera en las obras, aunque sean
de obediencia y caridad, que muchas veces no acudan a lo interior a su Dios”
(Fundaciones, 5, 17). Cuando la actividad externa está regulada por el deber,
por la obediencia o cuando se emprende una obra por motivo de caridad, se tiene
la garantía de estar unido a Dios, ya que nos movemos en el ámbito de su
voluntad; sin embargo, hay que preocuparse de hacer cada vez más actual y
consciente esta unión, valiéndose de pequeños medios para aumentarla. A esto
tienden aquellos momentos, rápidos pero
frecuentes, en que el cristiano se retira dentro de sí mismo para encontrarse
con Dios; son como el baluarte de la vida interior y en verdad la defienden del
peligro de extenuarse y disiparse en la actividad externa.
Quien se sumerge en la acción sin ninguna cautela, bien
pronto perderá de vista a Dios y su voluntad y terminará por obrar de modo
puramente humano; con frecuencia perderá la calma, se agitará y se verá incapaz
de recogerse. Jesús no reprendió a Marta porque se daba a la actividad externa,
sino porque lo hacía con demasiado afán: “Marta, Marta, tú te afanas y te
turbas por muchas cosas” (Lc 10, 41). Dios quiere la actividad y desea el
servicio generoso a los hermanos, pero no la inquietud afanosa, porque por
encima de todo una sola cosa es necesaria: la unión con Dios. Y cuanto más
profundamente realice el cristiano esta vida de unión con el Señor, tanto mayor
será el testimonio de Dios que ofrecerá a los demás y más genuinamente
encarnará el espíritu del Evangelio, convirtiéndose en una “lámpara encendida y
luminosa” que guíe a sus hermanos hacia Dios.
¡Oh Dios mío!, nada
podrá distraerme de ti. Cuando obro por ti y permanezco siempre en tu santa
presencia bajo tu mirada divina que penetra hasta lo más íntimo de mi alma, te
puedo escuchar incluso en medio del bullicio del mundo, en el silencio del
corazón que sólo quiere ser tuyo. Todo depende de la intención que se tenga.
Podemos santificar hasta las cosas más pequeñas y transformar en divinos los
actos más ordinarios de la vida. Un alma que vive unida a ti, Dios mío, sólo
obra sobrenaturalmente. Las acciones más vulgares, en vez de separarla de ti,
la unen más íntimamente a ti. (Isabel de la Trinidad)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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