viernes, 20 de diciembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2228

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2228 ~ Viernes 20 de Diciembre de 2013
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El lograr los sueños no es nada fácil, de hecho todos los sueños se han logrado en base al esfuerzo y al sacrificio de aquellos que dijeron: no voy a esperar a mañana, hoy voy a comenzar a construir mi sueño. ¿Estás dispuesto? ¿Cuándo vas a comenzar?
Ten confianza en ti mismo. Ya Dios ha confiado en ti dándote talentos y habilidades únicas para el logro de tus sueños. Es tiempo que te dejes de comparar con otros, esa competencia con otros lo que hace es frustrarte, daña tu auto estima. Trata de competir contigo mismo y a los demás trátalos como superiores a ti, ya que ellos también tienen sueños para dar al mundo.
¿Cómo es mi confianza? ¿Me estoy comparando conmigo mismo o con otros? ¿Cómo aumento mi confianza?

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
(Lc 1,26-38)

Comentario
Hoy contemplamos, una vez más, esta escena impresionante de la Anunciación. Dios, siempre fiel a sus promesas, a través del ángel Gabriel hace saber a María que es la escogida para traer al Salvador al mundo. Tal como el Señor suele actuar, el acontecimiento más grandioso para la historia de la Humanidad —el Creador y Señor de todas las cosas se hace hombre como nosotros—, pasa de la manera más sencilla: una chica joven, en un pueblo pequeño de Galilea, sin espectáculo.
El modo es sencillo; el acontecimiento es inmenso. Como son también inmensas las virtudes de la Virgen María: llena de gracia, el Señor está con Ella, humilde, sencilla, disponible ante la voluntad de Dios, generosa. Dios tiene sus planes para Ella, como para ti y para mí, pero Él espera la cooperación libre y amorosa de cada uno para llevarlos a término. María nos da ejemplo de ello: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). No es tan sólo un sí al mensaje del ángel; es un ponerse en todo en las manos del Padre-Dios, un abandonarse confiadamente a su providencia entrañable, un decir sí a dejar hacer al Señor ahora y en todas las circunstancias de su vida.
De la respuesta de María, así como de nuestra respuesta a lo que Dios nos pide —escribe san Josemaría— «no lo olvides, dependen muchas cosas grandes».
Nos estamos preparando para celebrar la fiesta de Navidad. La mejor manera de hacerlo es permanecer cerca de María, contemplando su vida y procurando imitar sus virtudes para poder acoger al Señor con un corazón bien dispuesto: —¿Qué espera Dios de mí, ahora, hoy, en mi trabajo, con esta persona que trato, en la relación con Él? Son situaciones pequeñas de cada día, pero, ¡depende tanto de la respuesta que demos!
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)

Santoral Católico:
Santo Domingo de Silos
Abad
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Compasivo con los animales

Grande es la bondad de Dios que puso al hombre en medio del escenario maravilloso de su creación. Además de variadísimas especies de plantas, creó los animales, siempre sorprendentes, en todas las zonas y paisajes de nuestro planeta. Tratemos de no “hacer de la Tierra un Infierno para los pobres animales”.

San Martín de Porres, Hermano dominico, iba un día camino del convento. En la calle encontró un perro sangrando por el cuello y a punto de caer. Se dirigió a él, lo reprendió dulcemente y le dijo estas palabras: —Pobre viejo; quisiste ser demasiado listo y provocaste la pelea. Te salió mal el caso. Mira ahora el espectáculo que ofreces. Ven conmigo al convento a ver si puedo remendarte. Fue con él al convento. Nueva causa de admiración para los religiosos. Acostó al perro en una alfombrita de cáñamo, examinó la herida y le aplicó sus medicinas, sus ungüentos. Una semana entera permaneció el animal en la casa. Al cabo de ella, lo despidió con unas palmaditas en el lomo, que él agradeció meneando la cola, y unos buenos consejos para el futuro:—No vuelvas a las andadas —le dijo—, que ya estás viejo para la lucha.

El filósofo Arturo Schopenhauer escribió: “La compasión con los animales está relacionada con la bondad de carácter, pues se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona. Una conmiseración por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral”. Admiremos y respetemos la naturaleza.
Padre Natalio

Tema del día:
¿Dónde nació Jesús?
Preguntemos a María Magdalena dónde y cuándo nació Jesús.
Y ella nos responderá: Jesús nació en Betania. Fue cierta vez, que su voz, tan llena de pureza y santidad, despertó en mí la sensación de una vida nueva con la cual hasta entonces jamás hube soñado.

Preguntemos a Francisco de Asís lo que él sabe sobre el nacimiento de Jesús.
Y él nos responderá: Él nació el día en que, en la plaza de Asís, entregué mi bolsa, mis ropas y hasta mi nombre para seguirlo, pues sabía que solamente Él es la fuente inagotable de Amor.

Preguntemos a Pedro cuándo nació Jesús.
El responderá: Jesús nació en el patio del palacio de Caifás, en la noche en que el gallo cantó por tercera vez, en el momento en que yo lo había negado. Fue en ese instante que despertó mi conciencia para la verdadera vida.

Preguntemos a Paulo de Tarso cuándo se dio el nacimiento de Jesús.
Y él nos responderá: Jesús nació en el camino de Damasco cuando, envuelto por una intensa luz que me dejó invidente, pude ver la figura noble y serena que me preguntaba: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y en la ceguera, pasé a ver un mundo nuevo, cuando le dije: Señor ¿qué quieres que yo haga?

Preguntamos a Joana de Cusa cuándo nació Jesús.
Ella nos responderá: Jesús nació el día en que, amarrada al poste del circo de Roma, oí el pueblo gritar: -¡Niégalo! ¡Niégalo! Y el soldado, con la antorcha se acerca, diciendo: -Este Cristo ¿te enseñó sólo a morir? Fue en este instante, que sintiendo el fuego subir por mi cuerpo, pude, con toda certeza y sinceridad decir: -No, no me enseñó sólo eso. ¡Jesús me enseñó también a AMARLO!

Preguntemos a Tomás dónde y cuándo nace Jesús.
Él nos responderá: Jesús nació aquel día inolvidable en que Él me pidió tocar sus llagas y me fue posible testificar que la muerte no tenía poder sobre el Hijo de Dios. Sólo entonces comprendí el sentido de las palabras: ¡Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida!

Preguntemos a Juan Bautista dónde y cuándo nace Jesús.
Él nos responderá: Jesús nació en el instante en que llegando al Río Jordán, me pidió que lo bautizara. Y, ante la profundidad de su mirada y la majestad de su figura, pude oír el mensaje de lo Alto: “Este es mi hijo amado, en el cual puse mi complacencia”. ¡Comprendí que había llegado el momento de Él crecer y yo disminuir, para la Gloria de Dios Padre!

Preguntemos a Lázaro dónde y cuándo nació Jesús.
Él nos responderá: Jesús nació en Betania, en la tarde en que visitó mi tumba y dijo: -¡Lázaro! ¡Levántate! -En este momento comprendí, finalmente quién era Él: ¡La Resurrección y la Vida!

Preguntemos a Judas dónde y cuándo nació Jesús.
Él nos responderá: -Jesús nació en el instante en que asistía a su juzgamiento y a su condenación. Comprendí que Jesús estaba encima de todos los tesoros terrenos.

Preguntemos finalmente a María de Nazaret, dónde y cuándo nació Jesús.
Ella nos responderá: Jesús nació en Belén, bajo las estrellas, que eran focos de luces guiando los pastores y sus ovejas a la cuna de paja. ¡Fue cuando lo tomé en mis brazos por primera vez y sentí cumplirse la promesa de un nuevo tiempo a través de aquel Niño que Dios hubo enviado al mundo, para enseñar a los hombres la ley mayor del Amor…

Y PARA NOSOTROS… ¿CUÁNDO NACIÓ JESÚS?
Dejad al Niño Dios nacer en tu corazón en Navidad. Que Él venga a traernos Fe, Amor y Paz, para que nosotros experimentemos vivir la ley mayor del Amor.

La frase de hoy

“Aunque se pierdan otras cosas a lo largo de los años,
mantengamos la Navidad como algo brillante…
Regresemos a nuestra fe infantil”

Grace Noll Crowell 

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para que Dios restaure y reavive el amor de Kenneth y Yudy, para darle un hogar y una familia unida en al amor a su bebé, y que Dios aparte del hogar a las personas que pueden hacerles daño.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

Lámpara encendida y luminosa

“Él era la lámpara que arde y alumbra”, decía Jesús hablando del Bautista, “y él dio testimonio de la verdad” (Jn 5, 35, 33). Lo mismo se debería afirmar de cada uno de los cristianos: “Lámpara encendida y luminosa” por la fe viva capaz de iluminar a los demás, por el amor capaz de calentar los corazones fríos e indiferentes. Su fe y su amor deben dar testimonio de la verdad y del amor de Dios no sólo con la oración y con actos estrictamente religiosos, sino con toda la vida. Lo cual no es posible sino cuando el creyente tiende incesantemente a Dios y lo busca en cada una de sus acciones y en toda su actividad. El Concilio Vaticano II, dirigiéndose a los seglares, les recomienda que “al cumplir como es debido las obligaciones del mundo en las circunstancias ordinarias de la vida, no separen unión con Cristo de su vida personal, sino que crezcan intensamente en ella realizando sus tareas según la voluntad de Dios” (AA 4). El cristiano tiene el deber de llevar a Cristo al mundo y lo realizará en la medida en que sepa mantenerse unido a él no sólo mientras ora, sino mientras trabaja en el cumplimiento de cualquier deber y de cualquier negocio. Esta unión con Cristo en la actividad exige recogimiento interior y dominio de sí, de manera que el corazón permanezca orientado hacia Dios, deseando agradarle y comportarse en todo según su voluntad.

Esto exige que [el seglar] también en la actividad sepa volver de vez en cuando dentro de sí mismo para despertar el pensamiento y más aún el deseo de Dios, para tomar conciencia de la divina presencia y para entrar en contacto con Dios que mora en su corazón. “Es menester –dice Santa Teresa– andar con aviso de no descuidarse de manera en las obras, aunque sean de obediencia y caridad, que muchas veces no acudan a lo interior a su Dios” (Fundaciones, 5, 17). Cuando la actividad externa está regulada por el deber, por la obediencia o cuando se emprende una obra por motivo de caridad, se tiene la garantía de estar unido a Dios, ya que nos movemos en el ámbito de su voluntad; sin embargo, hay que preocuparse de hacer cada vez más actual y consciente esta unión, valiéndose de pequeños medios para aumentarla. A esto tienden  aquellos momentos, rápidos pero frecuentes, en que el cristiano se retira dentro de sí mismo para encontrarse con Dios; son como el baluarte de la vida interior y en verdad la defienden del peligro de extenuarse y disiparse en la actividad externa.

Quien se sumerge en la acción sin ninguna cautela, bien pronto perderá de vista a Dios y su voluntad y terminará por obrar de modo puramente humano; con frecuencia perderá la calma, se agitará y se verá incapaz de recogerse. Jesús no reprendió a Marta porque se daba a la actividad externa, sino porque lo hacía con demasiado afán: “Marta, Marta, tú te afanas y te turbas por muchas cosas” (Lc 10, 41). Dios quiere la actividad y desea el servicio generoso a los hermanos, pero no la inquietud afanosa, porque por encima de todo una sola cosa es necesaria: la unión con Dios. Y cuanto más profundamente realice el cristiano esta vida de unión con el Señor, tanto mayor será el testimonio de Dios que ofrecerá a los demás y más genuinamente encarnará el espíritu del Evangelio, convirtiéndose en una “lámpara encendida y luminosa” que guíe a sus hermanos hacia Dios.

¡Oh Dios mío!, nada podrá distraerme de ti. Cuando obro por ti y permanezco siempre en tu santa presencia bajo tu mirada divina que penetra hasta lo más íntimo de mi alma, te puedo escuchar incluso en medio del bullicio del mundo, en el silencio del corazón que sólo quiere ser tuyo. Todo depende de la intención que se tenga. Podemos santificar hasta las cosas más pequeñas y transformar en divinos los actos más ordinarios de la vida. Un alma que vive unida a ti, Dios mío, sólo obra sobrenaturalmente. Las acciones más vulgares, en vez de separarla de ti, la unen más íntimamente a ti. (Isabel de la Trinidad)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.