domingo, 8 de diciembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2216

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2216 ~ Domingo 8 de Diciembre de 2013
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La fiesta de la Inmaculada entona perfectamente con el espíritu del Adviento; mientras la Iglesia se prepara a la venida del Redentor, es muy justo acordarse de aquella mujer –“la Purísima”– que fue concebida sin pecado porque debía ser su Madre. Hoy la Iglesia invita a sus hijos a alabar a Dios por las maravillas realizadas por esta humilde Virgen en la que floreció la plenitud de la gracia. Ella es la llena de gracia. Y también nos llama a la reflexión y a la conversión porque el reino de los cielos está cercano, en el camino de Adviento que nos lleva al nacimiento de Jesús, su Hijo.
En esta edición de “Pequeñas Semillitas” tratamos de dar cobertura a ambos temas: el segundo domingo de Adviento y la celebración de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
(Lc 1,26-38)

Comentario
Hoy, el Evangelio toca un acorde compuesto por tres notas. Tres notas no siempre bien afinadas en nuestra sociedad: la del hacer, la de la amistad y la de la coherencia de vida. Hoy día hacemos muchas cosas, pero, ¿tenemos un proyecto? Hoy, que navegamos en la sociedad de la comunicación, ¿tiene cabida en nuestros corazones la soledad? Hoy, en la era de la información, ¿nos permite ésta dar forma a nuestra personalidad?
Un proyecto. María, una mujer «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lc 1,28). María tiene un proyecto. Evidentemente, de proporciones humanas. Sin embargo, Dios irrumpe en su vida para presentarle otro proyecto... de proporciones divinas. También hoy, quiere entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas a nuestro quehacer humano.
Una presencia. «No temas, María» (Lc 1,30). ¡No construyamos de cualquier manera! No fuera caso que la adicción al “hacer” escondiera un vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la profesión no han de ser una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28). Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de rebote— nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que renueva la amistad con los otros.
Formarnos. Hoy día, que recibimos tantos estímulos con frecuencia contrapuestos, es necesario dar forma y unidad a nuestra vida. María, dice san Luis María Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos maneras de hacer una escultura, expone Grignion: una, más ardua, a base de golpes de cincel. La otra, sirviéndose de un molde. Ésta segunda es más sencilla. Pero el éxito está en que la materia sea maleable y que el molde dibuje con perfección la imagen. María es el molde perfecto. ¿Acudimos a Ella siendo nosotros materia maleable?
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer (Manlleu, Barcelona, España)

Santoral Católico:
La Inmaculada Concepción
de la bienaventurada Virgen María 
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Mensaje de Jesús para ti

La actitud de confianza en Dios es fundamental en la Biblia: recorre casi todas sus páginas; las personas que desfilan por ellas son confrontadas con esta señal del varón justo, que busca a Dios como su único bien y poderoso refugio. La confianza es un aspecto de la misma fe, pero tiene una nota afectiva y cordial. El trozo de hoy es de una suavidad y dulzura inefables.

¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No desesperes; no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Déjame ser Dios y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: “Jesús, yo confío en ti”. Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo. Yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora: “Jesús, yo confío en ti”. Y verás grandes milagros. Te lo prometo por mi amor. Jesús.

Esta confianza, que es entrega y abandono en el Señor, te dejará sereno y tranquilo en medio de las tempestades de la vida, porque te has fiado nada menos que de Dios que es poderoso, bondadoso y fiel a su Palabra. El salmista afirma: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor porque no quedará defraudado”.  Anímate a intentarlo.
Padre Natalio

Adviento 2:
Recorrer caminos nuevos

Por los años 27 o 28 apareció en el desierto del Jordán un profeta original e independiente que provocó un fuerte impacto en el pueblo judío: las primeras generaciones cristianas lo vieron siempre como el hombre que preparó el camino a Jesús.

Todo su mensaje se puede concentrar en un grito: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Después de veinte siglos, el Papa Francisco nos está gritando el mismo mensaje a los cristianos: Abrid caminos a Dios, volved a Jesús, acoged el Evangelio.

Su propósito es claro: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”. No será fácil. Hemos vivido estos últimos años paralizados por el miedo. El Papa no se sorprende: “La novedad nos da siempre un poco de miedo porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida”. Y nos hace una pregunta a la que hemos de responder: “¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido capacidad de respuesta?“

Algunos sectores de la Iglesia piden al Papa que acometa cuanto antes diferentes reformas que consideran urgentes. Sin embargo, Francisco ha manifestado su postura de manera clara: “Algunos esperan y me piden reformas en la Iglesia y debe haberlas. Pero antes es necesario un cambio de actitudes”.

Me parece admirable la clarividencia evangélica del Papa Francisco. Lo primero no es firmar decretos reformistas. Antes, es necesario poner a las comunidades cristianas en estado de conversión y recuperar en el interior de la Iglesia las actitudes evangélicas más básicas. Solo en ese clima será posible acometer de manera eficaz y con espíritu evangélico las reformas que necesita urgentemente la Iglesia.

El mismo Francisco nos está indicando todos los días los cambios de actitudes que necesitamos. Señalaré algunos de gran importancia: Poner a Jesús en el centro de la Iglesia: “una Iglesia que no lleva a Jesús es una Iglesia muerta”. No vivir en una Iglesia cerrada y autorreferencial: “una Iglesia que se encierra en el pasado, traiciona su propia identidad”. Actuar siempre movidos por la misericordia de Dios hacia todos sus hijos: no cultivar “un cristianismo restauracionista y legalista que lo quiere todo claro y seguro, y no halla nada”. “Buscar una Iglesia pobre y de los pobres”. Anclar nuestra vida en la esperanza, no “en nuestras reglas, nuestros comportamientos eclesiásticos, nuestros clericalismos”.
José Antonio Pagola

Fiesta de la 
Inmaculada Concepción

Hoy nos alegramos con toda la Iglesia por ser una fiesta muy especial de nuestra Madre, la Santísima Virgen María. Entre tantas fiestas en honor de la Madre de Dios, hay dos más especiales para toda la Iglesia: el comienzo de la vida de María, como Inmaculada o llena de gracia, y el final, que fue su Asunción en cuerpo y alma al cielo.

Nos alegramos cuando tenemos algo bueno; pero nada mejor podemos tener que la vida de gracia en nuestra alma, que es lo que nos dará la plena felicidad para siempre. Por eso hoy celebramos el hecho de que la Virgen María estuvo llena de gracia, limpia de todo pecado desde el primer instante de su concepción. La concepción es el momento en que Dios crea el alma uniéndola a la materia, que proviene de los padres: es el momento en que comienza la vida humana.

La Biblia no menciona explícitamente este dogma o creencia de fe. Lo creemos y sabemos por la Tradición, es decir, por la autoridad que les dio Jesús a los apóstoles y a sus sucesores para interpretar dignamente mensajes que nos da la Sagrada Escritura. Con el tiempo algunos mensajes se clarifican, como este dogma de la Inmaculada. Así, después de ponerse de acuerdo todos los obispos, siguiendo la devoción del pueblo cristiano, el papa lo proclamó como una verdad que debemos creer y tomar en consideración para nuestra vida cristiana. Era el 8 de Diciembre del año 1854 cuando el papa Pío IX proclamó solemnemente esta verdad.

Se basaba en algunas palabras de la Biblia. El primer pasaje importante es el que nos narra la primera lectura de la misa de este día. Es el capítulo 3 del Génesis. Allí aparece una lucha entre la serpiente, que simboliza el demonio o fuerzas del mal con el Redentor de la humanidad. Y unida con el Redentor aparece una mujer que “aplastará la cabeza de la serpiente”. Esto quiere decir que habrá una mujer, unida al Redentor, que no tendrá que ver nada con el pecado. Para que el triunfo sea total debe estar sin mancha de pecado “desde el primer momento de su concepción”.

En el evangelio de este día aparece el ángel Gabriel saludando a María con esa expresión de “llena de Gracia”. Es como el nombre propio de la Virgen. Significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios. Y no se trata de algo conseguido entonces, sino como si fuese algo propio e innato en el alma de María. Por eso aquello de “el Señor está contigo”. Esta es una expresión que aparece en otros lugares de la Biblia; pero aquí se realiza con pleno sentido, porque Dios está más presente cuanto mayor sea el grado de gracia que hay en el alma.

Estos no son argumentos definitivos; pero la Iglesia reflexiona con la gracia de Dios. Y ya desde los primeros siglos de la Iglesia había teólogos que reflexionaban sobre la conveniencia de que Dios diera esta inmensa gracia a la que iba a ser su madre. En el día de nuestra Madre en algunos sitios se celebra a las otras madres. Pero podemos ponernos a pensar: si nosotros hubiéramos podido hacer a nuestra madre, es decir, darle las cualidades que nos hubieran parecido mejores ¿Qué no hubiéramos hecho para nuestra madre? Pues como Dios lo que más estima son los valores espirituales, la grandeza de alma, no escatimó nada para embellecer espiritualmente a su Madre, sin que el pecado pudiera dañarla ni en el primer momento de su concepción.

Por eso hoy nos alegramos al considerar la belleza de la Madre celestial. Pero también es un mensaje para que busquemos la mayor purificación para nuestra alma. María es nuestra madre, pero es también el modelo a seguir. Ella también fue redimida por Jesucristo, aunque de modo adelantado. Nosotros, aunque somos pecadores, fuimos hechos limpios por el bautismo. Sin embargo ¡Cuántos pecados hemos ido acumulando! En este día pidamos fortaleza a Nuestro Señor para limpiar nuestra alma y, fijándonos en el modelo de limpieza, que es la Inmaculada, caminemos por el camino de la gracia y santidad para que un día podamos ver y gozar con María en el cielo.
P. Silverio Velasco (España)

Palabras del Beato Juan Pablo II

“Solamente aquella que es ‘llena de gracia’, que es Inmaculada,
puede acoger el insondable misterio de Dios;
ella es capaz de sentirlo, con toda la profundidad de su corazón de mujer”
 
Beato Juan Pablo II


Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde México recibimos el siguiente agradecimiento: La familia Aquino González de Monterrey, México, agradece a Dios y a quienes oraron por la salud de Javier Aquino ya que no habrá necesidad de operación de la columna. Asimismo agradezco a Dios y a ustedes por orar conmigo porque Mariela Tagle, salió bien de la operación y ya está en su casa. Pedimos por su pronta recuperación de la operación de fractura del húmero.

Desde Buenos Aires, Claudio agradece por el resultado exitoso de la operación de vesícula de su esposa Susana Alicia, que ya está en su casa. Gracias al Señor por su protección y a todos los que rezaron por ella.

“Intimidad Divina”

Domingo II de Adviento

A través de las profecías la figura del futuro Mesías va contornéandose más claramente: “Brotará un retoño del tronco de Jesé y retoñará de sus raíces un vástago” (Is 11, 1). Cuando la dinastía davídica parecía ya extinguida, semejante a un tronco aridecido, de la humilde Virgen de Nazaret desposada con José, descendiente de David, nacerá el Salvador... Entonces “el renuevo de la raíz de Jesé se alzará como estandarte para los pueblos y le buscarán con ansia las gentes” (Is 11, 10). Este es como el cuadro general de la salvación universal, sobre el cual insiste más tarde San Pablo en la Epístola a los Romanos donde cita casi a la letra este último versículo de Isaías.

Cristo –dice el Apóstol– ha venido para salvar a todos los hombres; él ejercitó su obra primeramente en favor del pueblo hebreo del cual “se hizo ministro” (ib. 8), para demostrar la fidelidad de Dios a las promesas hechas a los Patriarcas; sin embargo, no rechazó a los paganos, antes los acogió para que en ellos se manifestase su inmensa misericordia (ib. 9). Y de nuevo vuelve el tema del amor mutuo: “Acogeos mutuamente según que Cristo nos acogió a nosotros para gloria de Dios” (ib. 7). El ejemplo del Señor que acoge y salva a todos los hombres es el fundamento de las relaciones benévolas que deben existir entre ellos. El amor, la concordia y la paz anunciadas por los profetas como prerrogativas de la era mesiánica, son realmente el centro del mensaje de Cristo; y sin embargo, después de tantos siglos de cristianismo, la humanidad se encuentra todavía despedazada por odios, discordias y luchas fratricidas.

El mundo todavía no se ha abierto ni convertido al Evangelio. Por eso es hoy más actual que nunca la voz del Bautista que resuena en el Adviento: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca” (Mt 3, 2). Todos los profetas habían predicado la conversión, pero sólo el Bautista pudo recalcar su urgencia al anunciar como inminente la venida del reino de los cielos con la presencia del Mesías en el mundo. Él lo presentó a quienes venían a escucharle, con las siguientes palabras: “Yo os bautizo en agua… pero en pos de mí viene otro más fuerte que yo; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego” (ib 11). Jesús ha venido y ha instaurado el bautismo “en el Espíritu Santo y en el fuego”, fruto de su pasión, muerte y resurrección; pero ¿cuántos de entre los bautizados se han convertido completamente a él, a su evangelio, a su mandamiento del amor? El Adviento nos llama a todos a una conversión más profunda “porque el reino de los cielos está cerca”. Más cerca hoy que ayer, porque desde hace siglos está Cristo presente en el mundo y actuando en él con su gracia, con la Eucaristía, con los sacramentos; pero nosotros no lo hemos recibido en plenitud, ni le hemos dado todavía por entero el corazón y la vida.

¡Oh Señor!, si te amase con todas mis fuerzas, amaría también en virtud de ese amor a mi prójimo como a mí mismo. Pero, por el contrario, me muestro siempre indiferente hacia sus males, cuando tan sensible soy para con los míos, aun los más pequeños. Soy frío en compadecerme de él, lento en socorrerlo, tibio en consolarlo… ¿Dónde está el ardor y la ternura de un San Pablo? Llorar con quien llora, alegrarse con quien se alegra, ser débil con los débiles, sufrir, como puestos en el fuego para ser quemados, cuando alguno de ellos sufre escándalo. ¡Oh Dios mío!, si nada de esto se halla en mi corazón, debo concluir que no amo a mi prójimo como a mí mismo y que tampoco te amo a ti con todas mis fuerzas y con todo mi corazón… Hazme comprender, Dios mío, mi enfermedad y cuánta necesidad tengo de ti para usar bien de mis fuerzas, queriendo realmente lo que quiero y comenzando a practicarlo. (J. B. Bossuet, Meditaciones sobre el Evangelio)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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