PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2102 ~ Viernes
2 de Agosto de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
“Mira Señor ese dolor inútil que a veces se apodera de
mí. Sufro por el amor que no me dan, por las desilusiones, por las agresiones
ajenas, porque a veces no me comprenden, porque no pude lograr cosas que mi
corazón deseaba. Toca esas necesidades y deseos insatisfechos con tu amor, Dios
mío, y enséñame a gozar serenamente de tu divina ternura, del fuego de tu amor
que nunca me falta. Regálame, Señor, la libertad interior, no dejes que me haga
esclavo de mis sensaciones y sentimientos que me enferman y me abruman. Y
enséñame a reconocer tu amor en las cosas simples de cada día. Porque siempre
tengo el pan de tu ternura. Amén.”
Víctor Fernández
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba
en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a
éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se
llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus
hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo
esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo
en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros,
a causa de su falta de fe.
(Mt 13,54-58)
Comentario
Hoy, como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen
desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo
comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva a
creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y no yo?’».
Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él.
Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no
les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.
Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la
santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda
suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea,
nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o
apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener
presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos
a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente:
—Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?
Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro
pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando
va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás
nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad
fuera (y dentro) de casa antes de “predicar” a los de casa.
San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te
lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino
que dice con dulzura: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de
prestigio’ (Mt 13,57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero
continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su
pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo
tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes
amamos, pero que no quieren escucharnos.
Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona,
España)
Santoral Católico:
San Eusebio de Vercelli
Obispo
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San
Pedro Julián Eymard
Presbítero
y Fundador
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Nuestra Señora de los Ángeles
Patrona de Costa Rica
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Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Fortaleza en la lucha
Sufrir
tentaciones o pruebas es una situación normal del hombre. Surgen de nuestra
naturaleza inclinada al mal, o también del enemigo de Dios o de ese mundo que
vive al margen de la ley divina. La tentación es una incitación a pecar.
También los santos pasaron por tentaciones. Pero lucharon y triunfaron.
Abba Poimén contaba que el famoso ermitaño
Juan Colobos había rogado a Dios que le quitara sus pasiones y lo convirtiera
en un ser libre de toda inquietud. Y le fue concedido. Pero, después de un tiempo
fue a ver a un Anciano para decirle: —Yo me veo descansando, sin tener ningún
combate. Y el Anciano le aconsejó: —Ve y suplica a Dios para combatir
nuevamente con la misma aflicción y la misma humildad que tenías antes, ya que
es a través de los combates como progresa el alma. Entonces suplicó a Dios y,
cuando se produjo el combate, ya no rogó para que lo eximiera de la lucha, sino
que le rogó: —Señor, dame fortaleza en los combates.
Las tentaciones
te ofrecen una ocasión favorable para vivir la fe en el Señor, acrecentar la
humildad y expresarle tu gratitud. Son oportunidad de crecimiento.
Aprovéchalas, pero no las busques. “Quien busca el peligro, en él perecerá”. Sé
valiente y ten ánimo, con el Señor triunfarás.
Padre Natalio
La frase de hoy
“Cuando dejas de mirar las dificultades de tu vida como
obstáculos
y comienzas a verlas como escalones,
subirás por encima de tus dificultades y ganarás algo de
ellas:
te harán fuerte y sabio”
Tema del día:
El Papa visto por un jesuita
Los jesuitas a veces eran vistos con recelo en ciertas
partes del Vaticano. Hay varias razones para ello y algunas son complejas El
Papa Francisco es el primer Papa jesuita de la historia. Cuando escuché que
anunciaron su nombre, después de gritar, lo primero que pensé fue lo improbable
que había sido todo.
¿Por qué? ¿Por qué era tan difícil que la gente (incluido
yo) imaginara a un Papa jesuita?
¿Qué habría pensado San Ignacio de Loyola, el fundador de
la orden de los jesuitas (formalmente conocida como la Compañía de Jesús) en el
siglo XVI?
Abordemos primero la primera pregunta: ¿Por qué era tan
improbable? Por dos razones.
La primera es que la mayoría de los cardenales provienen
de las filas del clero diocesano.
Es decir, la mayoría estudia en seminarios diocesanos y
están capacitados para trabajar en los ámbitos más conocidos de las parroquias
católicas: celebran Misa, bautizan niños, ofician matrimonios y trabajan muy de
cerca con las familias de su parroquia. Tal vez para el público en general es
más fácil entender sus vidas. Comienzan como sacerdotes de parroquia, más tarde
se les nombra obispos y arzobispos, y después, el Papa los nombra cardenales.
Los miembros de las órdenes religiosas, como los
franciscanos, los dominicos y los jesuitas, viven una vida distinta. Hacemos
votos de pobreza, castidad y obediencia, y vivimos juntos en comunidades.
Tampoco nos enfocamos en la vida parroquial.
En Estados Unidos, por ejemplo, los jesuitas son
conocidos principalmente por sus instituciones educativas: secundarias,
preparatorias y universidades como el Boston College, Georgetown, Fordham y
todas las escuelas que lleven el nombre de 'Loyola'. Así que nuestra vida es
distinta a la del clero diocesano; ni mejor ni peor, solo diferente.
Por ello, los miembros de las órdenes religiosas parecen
más "ajenos" a los cardenales. Es por ello que en la historia
reciente no ha habido muchos papas procedentes de órdenes religiosas. Cuando
eligen a un líder, los cardenales prefieren naturalmente a alguien que pertenezca
a su "mundo".
Pero esta vez no fue así. Tal vez sintieron que era el
momento de cambiar. En grande. Además, los jesuitas a veces eran vistos con
recelo en ciertas partes del Vaticano. Hay varias razones para ello y algunas
son complejas. La primera es, como mencioné, nuestras "diferencias".
En segundo lugar, a veces algunas personas pensaban que
nuestro trabajo con los pobres y los marginados era demasiado experimental,
radical e incluso peligroso. "Cuando trabajas en los límites", dijo
un viejo jesuita, "a veces los rebasas".
A principios de la década de 1980, el papa Juan Pablo II
"intervino" en nuestra gestión interna debido a las tensiones entre
los jesuitas y el Vaticano. Después de que depusieron a nuestro superior
general, el Papa designó a su propio representante para dirigirnos (en vez de
permitir que se llevara a cabo el procedimiento normal, con el que elegiríamos
a un sucesor).
Esa era su potestad como Papa, pero desanimó a muchos
jesuitas. Algunos años más tarde, elegimos a un nuevo superior general y se restablecieron
las relaciones cordiales. Sin embargo, la desconfianza persistió en algunos
sectores del Vaticano, lo que significó que imaginar a un Papa jesuita era
descabellado. Ahora que hay un Papa jesuita, si la desconfianza no ha
desaparecido, al menos ha disminuido.
¿Qué significa tener un Papa jesuita? Muchas cosas.
Para empezar, el nuevo vicario de Cristo está
profundamente impregnado con la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, quien
fundó la orden jesuita en 1540.
Como todos los jesuitas "maduros", el Papa
Francisco ha participado en dos ocasiones en los Ejercicios Espirituales, un
retiro silencioso de un mes dedicado a la vida de Jesucristo. Los Ejercicios
requieren que uses tu imaginación para entrar en la vida de Jesús a través de
la oración.
Podemos asumir que el Papa Francisco es un hombre
intensamente espiritual que ha sondeado las profundidades de la vida de Cristo
en una forma particularmente jesuita. Desde que fue electo, he escuchado a al
menos una docena de jesuitas decir: "Bueno, no sé mucho acerca de él, pero
sé que hizo los Ejercicios".
En segundo lugar, la preparación de los jesuitas es un
proceso extremadamente prolongado. El Papa Francisco entró al noviciado jesuita
en 1958, a los 22 años, y no se ordenó hasta 1969. (Ese es el tiempo promedio
de preparación de un sacerdote jesuita. Yo entré en 1988 y me ordené en 1999).
Así que el nuevo Papa es un hombre letrado que también
tiene experiencia en varios ministerios a los que fue asignado durante su larga
preparación.
Típicamente se le pide a un jesuita en preparación que
trabaje con los pobres, atienda a pacientes en los hospitales y dé clases en
escuelas al tiempo que ejecuta lo que San Ignacio llamaba “2 tareas humildes y
sencillas”, como lavar los retretes y trapear los pisos.
En tercer lugar, el Papa Francisco conoce la pobreza. Los
jesuitas debemos tomar en serio nuestros votos de pobreza. Esto significa que
durante el noviciado vivimos con un salario mínimo, trabajamos con los pobres y
no tenemos posesiones.
Las ahora famosas historias de que el cardenal Bergoglio
usa el transporte público y prepara su propia comida pueden tener sus bases en
San Ignacio de Loyola, quien dijo que debemos amar a la pobreza "como si
fuera una madre". A los jesuitas se nos pide que sigamos al "Cristo
pobre" —es decir, que imitemos a Cristo en su pobreza en la Tierra— y que
vivamos lo más sencillamente posible.
A algunos nos va mejor que a otros; una vez que fue
nombrado obispo y luego arzobispo, fue liberado de su voto de pobreza, pero es
uno de los objetivos esenciales en la vida de un jesuita y lo más probable es
que esté profundamente arraigado en su vida espiritual.
Se ha enfatizado el nombre del Papa Francisco; yo sentí
gran gozo de que decidiera honrar a San Francisco de Asís, probablemente el
santo más querido del mundo. Eso indica un gran deseo de ayudar a los pobres.
Sin embargo, no pude evitar pensar que a pesar de su
devoción a Francisco, obtuvo sus primeras experiencias en el ministerio con los
pobres cuando era, como dicen los jesuitas, un "hijo de Ignacio".
En cuarto lugar, se pide a los jesuitas que estén
"disponibles": abiertos, libres, listos para ir a cualquier parte. El
ideal de los jesuitas es ser lo suficientemente libre como para ir a donde Dios
quiera que vayas, ya sea a una favela en Latinoamérica o al Palacio Papal en el
Vaticano.
También debemos ser "indiferentes": lo
suficientemente libres como para florecer en cualquier parte, para hacer
cualquier cosa que sirva "ad majorem
Dei gloriam" (AMDG): a la mayor gloria de Dios.
En quinto lugar, se supone que no debemos ser
"trepadores".
Esta es una ironía grandiosa. Cuando los sacerdotes
jesuitas y los hermanos terminan su preparación, hacen votos de pobreza,
castidad, obediencia y un voto especial ante el Papa "en relación con las
misiones", es decir, en relación con los lugares a donde el Papa quiera
enviarnos. Sin embargo, también hacemos una promesa inusual, que hasta donde sé
es única entre las órdenes religiosas: no "ambicionar ni buscar" un
alto cargo.
San Ignacio estaba indignado por la ambición en el clero
de la que fue testigo a finales del Renacimiento, así que nos pidió que
hiciéramos esa promesa singular en contra de la "ascensión".
En ocasiones, el Papa pide a un jesuita, como lo hizo con
Jorge Bergoglio, que tome el cargo de obispo o arzobispo. Pero eso no es lo
usual. Sin embargo, un jesuita que alguna vez prometió no "ambicionar ni
buscar" un alto cargo ahora ostenta el cargo más alto de la Iglesia.
Respecto a la segunda pregunta: ¿Qué habría pensado San
Ignacio de Loyola?
San Ignacio fue famoso por rehusarse a que sus hombres se
volvieran obispos e incluso hubo ocasiones en las que se resistió al Vaticano
para evitar que sucediera. Por otro lado, él estaba lo suficientemente
"disponible" como para saber que era necesario romper las reglas
estrictas. Además, estaba comprometido con hacer todo lo que fuera posible por
la Iglesia y a pedirles a sus jesuitas que hicieran lo mismo.
En uno de los estatutos de los jesuitas, Ignacio anuncia
sus intenciones de "servir solo al Señor y a su esposa, la Iglesia, bajo
la dirección del pontífice romano, el vicario de Cristo en la Tierra". Como
dice nuestro lema, hacer cualquier cosa por "la mayor gloria de Dios"
y por el servicio de la Iglesia, como diría Ignacio.
Así que, francamente, pienso que San Ignacio aprobaría
que uno de sus Hijos no solo sirva al pontífice romano, sino que lo sea. Yo
ciertamente lo apruebo.
NOTA:
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen
exclusivamente a James Martin, sacerdote jesuita, editor de la revista America
y autor del libro The Jesuit Guide to (Almost) Everything (La guía jesuita para
casi todo).
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por David
Fernando C. T., que vive en El Carmen de Bolívar, Colombia, para que pueda
encontrar un buen empleo con el cual pueda sostener dignamente su familia.
Pedimos oración por Neyi
D., vive en La Ceiba, Honduras, tiene dos arterias del corazón obstruidas y
será sometido a una cirugía de mucho riesgo, por lo que rogamos que el Señor lo
proteja y guíe las manos de los médicos que lo intervendrán.
Pedimos oración por la salud de Carlos M., de Buenos Aires, Argentina, operado de urgencia y con complicaciones pos operatorias. Que la Virgen lo proteja y el Buen Jesús lo ayude a recuperarse.
Pedimos oración por la salud de Carlos M., de Buenos Aires, Argentina, operado de urgencia y con complicaciones pos operatorias. Que la Virgen lo proteja y el Buen Jesús lo ayude a recuperarse.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud
de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos
a feluzul@gmail.com y deben poner en el
asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el
asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración
a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
El camino más excelente
San Pablo, después de haber reseñado los dones
carismáticos concedidos por Dios a los fieles de Corinto concluye: “¡Aspirad a
los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino más excelente” (1 Cr
12, 31), e inmediatamente entona su célebre himno a la caridad ensalzándola por
encima de todos los carismas y virtudes. “Aunque hablara las lenguas de los
hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o
címbalo que retiñe…Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad… Pero la
mayor de todas ellas es la caridad” (ib. 13, 1. 13). ¿Por qué La respuesta más
completa es la que da San Juan: “todo el que ama ha nacido de Dios” (1 Jn 4,
7); y quien ama pasa de la muerte a la vida (ib. 3, 14). Sólo la caridad hace
hijos de Dios y hace pasar de la muerte del pecado a la vida de la gracia.
Donde no hay caridad, no hay gracia, no hay vida. “Quien no ama permanece en la
muerte” (ib.) y, al contrario, quien ama “permanece en Dios y Dios en él” (ib
4, 16).
La fe y la esperanza son virtudes incompletas porque sin
la caridad no son capaces de unir al hombre con Dios ni de producir obras de
vida eterna. La fe y la esperanza del pecador, que ha perdido la caridad, son
inactivas, no obran; están en él, pero como muertas. “La fe sin obras está
muerta” (Sant 2, 26); vale sólo “la fe que actúa por la caridad” (Gl 5, 6).
Llega a decir San Pablo: “aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar
montañas, si no tengo caridad, nada soy” (1 Cr 13, 2). El poder de hacer
milagros en nombre de Dios es nada frente al menor grado de caridad. Es la
caridad la que da calor y fuerza de vida eterna a la fe y a la esperanza; es la
caridad la que perfecciona estas virtudes. Sólo quien ama es capaz de creer y
esperar en Dios sin condiciones, sin medida.
Lo mismo sucede con las virtudes morales, que pueden
hacer al hombre honesto y virtuoso, pero no pueden en modo alguno introducirle
a la amistad con Dios, ni darle la posibilidad de merecer la vida eterna. Sin
el soplo vivificador de la caridad, todo permanece muerto, estéril y frío; sin
la caridad, el hombre queda confinado en el plano natural, no puede ser hijo de
Dios ni amigo suyo, no puede vivir en sociedad con las Personas divinas. Cosa
impresionante: ni siquiera las obras más excelentes, como la renuncia a los
propios bienes y el sacrificio de la vida valen nada sin la caridad… Pero
cuando interviene la caridad todo cambia: hasta las obras más humildes y los
actos de virtud más insignificantes, realizados por amor de Dios, adquieren
valor de vida eterna. Es éste el milagro de la caridad, a la que Santo Tomás
llama “forma y madre” de las demás virtudes… En esta línea afirma el Vaticano
II: “la caridad… gobierna todos los medios de santificación, los informa y los
conduce a su fin” (LG 42).
Señor, de una vez
para siempre me das un breve mandamiento: ama y haz lo que quieras. Si callas,
calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si
perdonas, perdona por amor. ¡Oh Señor!, que esté en mí la raíz del amor, porque
de esa raíz no puede brotar sino el bien. (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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