martes, 27 de agosto de 2013

Pequeñas Semillitas 2127

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2127 ~ Martes 27 de Agosto de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cuando te encuentres sintiendo gran ira u hostilidad con alguien o algo, una buena forma de manejar ese tipo de energía es usándola en alguna actividad física
Limpia tu casa, talla el piso, lava las ventanas. Eso te ayudará a quemar la energía hostil, a liberarla y eliminarla y también ayudará a limpiar los lugares sucios que requieran limpieza. Es una técnica buena. Si te enojas con tu jefe, utiliza esa energía para hacer todo el trabajo atrasado que vienes arrastrando. Tu jefe se alegrará y de repente te darás cuenta que te sientes tan bien de haberte quitado de encima todo ese trabajo.
La ira es energía. Si haces algo con ella, la utilizas y se dispersa.         
John-Roger

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».
(Mt 23,23-26)

Comentario
Hoy tenemos la impresión de “pillar” a Jesús en un arrebato de mal humor —realmente alguien le ha hecho sentir molesto. Jesucristo se siente incómodo con la falsa religiosidad, las peticiones pomposas y la piedad egoísta. Él ha notado un vacío de amor, a saber, echa en falta «la justicia, la misericordia y la fe» (Mt 23,23) tras las acciones superficiales con las que tratan de cumplir la Ley. Jesús encarna esas cualidades en su persona y ministerio. Él era la justicia, la misericordia y la fe. Sus acciones, milagros, sanaciones y palabras rezumaban estos verdaderos fundamentos, que fluyen de su corazón amoroso. Para Jesucristo no se trataba de una cuestión de “Ley”, sino que era un asunto de corazón…
Incluso en las palabras de castigo vemos en Dios un toque de amor, importante para quienes quieran volver a lo básico: «Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios» (Miq 6,8). El Papa Francisco dijo: «Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia... Recordemos al profeta Isaías, cuando afirma que, aunque nuestros pecados fueran rojo escarlata, el Amor de Dios los volverá blancos como la nieve. Es hermoso, esto de la misericordia».
«¡Purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!» (Mt 23,26). ¡Cuán cierto es eso para cada uno de nosotros! Sabemos cómo la limpieza personal nos hace sentir frescos y vibrantes por dentro y por fuera. Más aun, en el ámbito espiritual y moral nuestro interior, nuestro espíritu, si está limpio y sano brillará en buenas obras y acciones que honren a Dios y le rindan un verdadero homenaje (cf. Jn 5,23). Fijémonos en el marco más grande del amor, de la justicia y de la fe y no nos perdamos en menudencias que consumen nuestro tiempo, nos empequeñecen y nos hacen quisquillosos. ¡Saltemos al vasto océano del Amor de Dios y no nos conformemos con riachuelos de mezquindad!
Fr. Austin NORRIS (Mumbai, India)

Santoral Católico:
Santa Mónica
Madre de San Agustín
Memoria de santa Mónica, que, muy joven todavía, fue dada en matrimonio a Patricio, del que tuvo hijos, entre los cuales se cuenta a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas y oró mucho a Dios. Al tiempo de partir para África, ardiendo en deseos de la vida celestial, murió en la ciudad de Ostia del Tíber (387).

Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Santo muy simpático

Felipe Neri, huérfano de madre, siendo joven fue enviado por su padre a casa de un tío muy rico, el cual pensaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue a Roma llevando únicamente la ropa que tenía puesta. Fue un gran catequista.

San Felipe Neri había recibido de Dios el don de la alegría y de la amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación. Una de sus preguntas más frecuentes era ésta: "Amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?". Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere. A aquellas personas que demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo.

Una vez, mientras rezaba con gran fe pidiendo a Dios el poder amarlo con todo el corazón, éste se ensanchó y saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de emoción, exclamó: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!".
Padre Natalio

Palabras del Papa Francisco

“El primero en pedir disculpas, es el más valiente.
El primero en perdonar, es el más fuerte.
El primero en olvidar, es el más feliz”
Papa Francisco

Tema del día:
Sembré mis manos
Sembré mis manos en la oscura tierra de la vida
como semillas de amor para dar frutos
y coseché con el tiempo mariposas de múltiples colores
que decían: Fe, amistad, comprensión, servicio y alegría
y que fueron volando hacia otras manos vacías
que acogieron el amor que un día,
yo como simples semillas sembré en la oscura tierra de la vida.

Por eso hoy cuando pienso que un día,
esa misma tierra el resto de mi cuerpo ya quería,
desearía dejar sólo un mensaje
que como multicolores mariposas
dijeran Fe, amor. amistad, comprensión, servicio y alegría
son necesarios para llenar totalmente nuestra vida

Autora: 
Gladys Marsans

Nota de redacción:
Gladys Marsans, lectora y hermana de “Pequeñas Semillitas”, es una jovencita de 88 años de edad, que vive en una residencia para mayores en Caracas, Venezuela, con sus dolencias que no son pocas, pero que se da maña para ser una activa participante en internet con sus escritos (como la poesía que publicamos) y sus powers point hermosos. Felicitaciones querida Gladys...!!!

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Andrés R., de Guatemala, operado de hernia, para que el Señor tome el control y le permita una pronta recuperación.

Pedimos oración por Kenneth G. V., de Costa Rica, que está privado de su libertad, por su esposa Yudy y su bebé Antonella. Que el Señor los bendiga y les conceda lo mejor.

Pedimos oración por María Teresa, que vive en Santa Ana, El Salvador, y hoy será operada de hernia en la columna. También pedimos por su esposo Luis y su hijo José, que tienen problemas con el alcohol. Que Dios derrame bendiciones sobre toda la familia.

Pedimos oración por Armando, de Los Ángeles, California, USA, a quien le han diagnosticado cáncer y necesita todo nuestro apoyo en las plegarias por su salud.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

¡Padre!

A Jesucristo lo “hizo Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención” (1 Cr 1, 30). El cristiano halla en él no sólo su salvación y justificación personal, sino cuanto es necesario para satisfacer sus deudas con Dios y rendirle un homenaje digno de él. El Hijo de Dios, en efecto, se encarnó no sólo para redimir a los hombres, sino ante todo para rendir a Dios, en nombre de todas las criaturas, un culto adecuado a su Majestad infinita. La religión cristiana tiene así en Cristo el inspirador, el modelo y el prototipo único y supremo: el que la verifica en sí del modo más perfecto. El cristiano es religioso en el sentido más auténtico de la palabra en la medida que se esfuerza por reproducir en sí los rasgos esenciales de la religiosidad de Cristo asociándose a su actitud interior con el Padre. En sus relaciones con el Padre, Jesús es esencialmente hijo; un hijo que vive únicamente para el Padre del que ha recibido su existencia: “el Padre, que vive, me ha enviado, y yo vivo por el Padre” (Jn 6, 57); un Hijo que no tiene más ideal que la voluntad del Padre, la cual abraza con todo el ardor de su corazón: “mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado” (Jn 4, 34); un Hijo que en todas sus acciones busca sólo el beneplácito del Padre: “yo hago siempre lo que le agrada a él” (Jn 8, 29). Jesús, el Unigénito de Dios por naturaleza, ha querido hacer a los hombres partícipes por la gracia de su filiación hacia el Padre celestial.

Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, quiso ser preconizado con el nombre de “Siervo e Yahvé” (Is 42). Hijo y siervo: dos títulos que parecen antagónicos, pero que no lo son en realidad cuando quien los personifica sirve al padre con amor de hijo y lo amo sirviéndole con plena dedicación. Es lo que hizo Jesús, cuya vida estuvo toda consagrada al servicio amoroso del Padre: “¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?” (Lc 2, 49). En las palabras de Jesús adolescente palpita toda el ansia de su corazón filial que quiere darse prisa en el servicio del Padre. El sentimiento religioso del cristiano debe desembocar en una actitud semejante: la de empeñar todo su corazón y toda su vida en el servicio de Dios. Esta es su verdadera devoción, que Santo Tomás define “una voluntad pronta para entregarse a todo lo que pertenece al servicio de Dios”. Devoción en sentido genérico, la que abraza toda la vida orientándola al servicio del Señor; devoción en sentido específico, lo que se refiere a los actos de culto internos y externos. En todo caso la devoción no es un sentimiento, sino un fruto de la voluntad, una decisión firme, constante y generosa de darse a Dios.

Puede haber devoción verdadera en una persona que, en lugar de experimentar consuelo en el servicio de Dios, siente sólo aridez, frialdad y tal vez hasta repugnancia, tanto en la oración como en la práctica de la virtud. Lo que vale es la decisión de la voluntad, es la actitud profunda filial por la que el cristiano sirve a Dios no con corazón mercenario, sino con corazón de hijo. El mercenario hace sólo lo estrictamente preciso para conseguir su salario;  es desidioso calculador, procura reservarse cuanto puede. El hijo, en cambio, se pone a disposición del padre sin cálculos ni está atento sólo a contentar al Padre, gozoso de repetirle a cada instante: “He aquí que vengo a hacer tu voluntad” (Hb 10, 9). Tal es el comportamiento del cristiano: reúne en sí los sentimientos de humildad y reverencia del siervo de Dios y los de amor y entrega desinteresada del hijo del Padre celestial.

Padre, a ti me abandono, haz de mí lo que te agrade. Cualquier cosa que de mí hagas, te doy gracias… Estoy pronto a todo, lo acepto todo, te doy gracias por todo, con que tu voluntad se cumpla en mí…, se cumpla en todas tus criaturas, en todos tus hijos, en todos los que tu corazón ama. No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi alma en tus manos, te la entrego, Dios mío, con todo el amor de mi corazón porque te amo. Y es para mí una exigencia de amor el darme, el confiarme en tus manos sin medida…, con infinita confianza, porque tú eres mi Padre. (C. de Foucauld, La oración del pobre)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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