PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2124 ~ Sábado 24
de Agosto de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Somos una gran familia, una gran comunidad de seres
humanos y tú eres muy importante. Necesitamos los unos de los otros. Ya sea que
tengas talentos o riqueza física, o tal vez una gran sabiduría interior, mucha
paciencia, bellas ideas o sonrisa, lo que tienes es importante.
Este es el mejor servicio que puedes realizar a la
humanidad: dar lo que tienes, de forma constante. Siempre habrá alguien
necesitando eso y el mundo, como un todo, espera que des este importante paso
en la vida: servir de forma constante.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le
dijo: «Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos
encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De
Nazaret puede haber cosa buena?». Le dice Felipe: «Ven y lo verás». Vio Jesús
que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en
quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió
Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te
vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de
Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera,
crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo:
veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del
hombre».
(Jn 1,45-51)
Comentario
Hoy celebramos la fiesta del apóstol san Bartolomé. El
evangelista san Juan relata su primer encuentro con el Señor con tanta viveza
que nos resulta fácil meternos en la escena. Son diálogos de corazones jóvenes,
directos, francos... ¡divinos!
Jesús encuentra a Felipe casualmente y le dice «sígueme»
(Jn 1,43). Poco después, Felipe, entusiasmado por el encuentro con Jesucristo,
busca a su amigo Natanael para comunicarle que —por fin— han encontrado a quien
Moisés y los profetas esperaban: «Jesús el hijo de José, el de Nazaret» (Jn
1,45). La contestación que recibe no es entusiasta, sino escéptica : «¿De
Nazaret puede haber cosa buena?» (Jn 1,46). En casi todo el mundo ocurre algo
parecido. Es corriente que en cada ciudad, en cada pueblo se piense que de la
ciudad, del pueblo vecino no puede salir nada que valga la pena... allí son
casi todos ineptos... Y viceversa.
Pero Felipe no se desanima. Y, como son amigos, no da más
explicaciones, sino dice: «Ven y lo verás» (Jn 1,46). Va, y su primer encuentro
con Jesús es el momento de su vocación. Lo que aparentemente es una casualidad,
en los planes de Dios estaba largamente preparado. Para Jesús, Natanael no es
un desconocido: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi» (Jn 1,48). ¿De qué higuera? Quizá era un lugar preferido de
Natanael a donde solía dirigirse cuando quería descansar, pensar, estar sólo...
Aunque siempre bajo la amorosa mirada de Dios. Como todos los hombres, en todo
momento. Pero para darse cuenta de este amor infinito de Dios a cada uno, para
ser consciente de que está a mi puerta y llama necesito una voz externa, un
amigo, un “Felipe” que me diga: «Ven y verás». Alguien que me lleve al camino
que san Josemaría describe así: buscar a Cristo; encontrar a Cristo; amar a
Cristo.
Mons. Christoph BOCKAMP Vicario Regional del Opus Dei
en Alemania (Bonn, Alemania)
Santoral Católico:
San Bartolomé
Apóstol y Mártir
Fiesta de san Bartolomé, apóstol, al que generalmente se
identifica con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a
Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle y
lo agregó a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que
predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio (s. I)
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Súplica de bendiciones
Vas a encontrar
hoy en nuestro sitio una oración breve, pero muy completa. Después de agradecer
el regalo de vivir, pedirás al Señor las bendiciones básicas para pasar un día
fructuoso por donde se lo mire: paz en tu alma, salud y vigor en tu cuerpo y
amor en tu corazón. Y además, toda tu persona protegida por la ternura de un
Dios que te ama y acompaña.
Señor amado, soy obra de tus manos de Padre.
Tú me formaste en el seno de mi madre, y mi vida es un regalo de tu amor sin
límites. Te doy gracias por la vida, que es un milagro, y te pido que me
bendigas en abundancia. Entra en mi interior y libérame de toda perturbación,
para que conozca tu paz maravillosa. Derrama en mí tu amor, que sana todas las
heridas. Penetra en mi cuerpo con tu fuerza, y libérame de toda enfermedad.
Enséñame a querer a los demás y a desarrollar todos los dones que me diste.
Protégeme de todo mal y acompáñame siempre con tu ternura de Padre. Amén.
Ya has encontrado
en los “Buenos días”, varias oraciones del Mons. Víctor Fernández y habrá más.
Puedes coleccionar las que más te gusten y necesites. Pero lo que importa es
que te habitúes a rezarlas. Un texto entrega toda su riqueza, cuando por la
repetición descubrimos su perfecta adecuación a nuestras necesidades.
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
“El poder económico, político, mediático, tiene necesidad
del hombre para perpetuarse e inflarse a sí mismo. Para ello necesita manipular
las masas, inducir deseos, borrar lo más precioso que el hombre posee: su
relación con Dios. El poder teme a los hombres que dialogan con Dios, porque
los vuelve libres y no asimilables”
Papa Francisco
Historias:
El órgano que mejor habla es
el corazón
En la Clínica de un famoso cirujano cardiólogo, entra la
secretaria al consultorio de éste y le anuncia que un viejecito, muy pobre,
deseaba consultarle, recomendado por un médico del hospital público.
El médico le dice que hablará con él una vez que haya
atendido a todos los clientes con cita médica.
Después de dos horas de espera, el médico recibe al
anciano y éste le explica la razón de su visita:
- 'El médico del
hospital público me ha enviado a usted porque únicamente un médico de su
prestigio podría solucionar mi problema cardíaco y, en su clínica poseen
equipos suficientes como para llevar a cabo esta operación'.
El médico ve los estudios y coincide con el colega del
hospital. Le pregunta al viejito con qué Compañía de Seguros se haría operar.
Este le contesta.... 'Ahí está el problema Dr. Yo no tengo seguro social y
tampoco dinero. Como verá, soy muy pobre y para peor, sin familia... Lo que
pido, sé que es mucho, pero tal vez entre sus colegas y usted puedan
ayudarme...'.
El médico no lo dejó terminar la frase. Estaba indignado
con su colega del hospital. Lo envió de regreso con una nota explicándole que
su 'Clínica era Privada y de mucho prestigio, por lo tanto no podía acceder a
su pedido'. Él había estudiado y trabajado duramente estos años para abrir su
clínica y ganar el prestigio y los bienes que tenía.
Cuando el anciano se retiró. El médico se percató de que
éste había olvidado un carpeta con unas poesías y una frase suelta que le llamó
mucho la atención. La frase decía: 'El órgano que mejor habla es el corazón' y
firmaba Hermógenes Fauvert. Esta frase le gustó mucho al médico, pero lo que
más le gustó fue el nombre del autor de la frase, Hermógenes Fauvert.
Le hacía recordar su juventud, pues, en primaria, la
maestra les leía sus hermosos cuentos infantiles. En la secundaria, la
profesora de Literatura les enseñaba bellísimas poesías y fue con una de ellas
que, al dedicarle a una de sus compañeras, se enamoró y esta fue su primera novia.
'Cómo olvidar todo eso si fue parte de lo mejor de su infancia'.
A la semana siguiente, al finalizar la jornada, la
secretaria entró al consultorio con el periódico vespertino y compungida le
dijo al médico, '¿Se ha enterado, doctor? Hoy han encontrado muerto a
'Hermógenes Fauvert' en un banco de la Plaza del Ayuntamiento, tenía 88 años el
pobre'. El médico suspiró de pena y contestó: 'Hombres como él no deberían
morir nunca. Que Dios lo tenga en Paz, me hubiera gustado conocerlo.... '
Pero, ¡cómo!..... ¿no lo recuerda?', le dice la
secretaria y mostrándole la fotografía del periódico le dice: 'Era el pobre
viejecito que vino la semana pasada a consultarle. Era un conocido escritor,
solitario y bohemio. No tenía parientes y...'. El médico no la dejó terminar.
Le pidió que se retirase y sentándose con los brazos cruzados en el escritorio,
lloró.
Lloró como nunca lo había hecho, como el niño que llevaba
escondido en su alma. Largo tiempo estuvo en el silencio de su consultorio.
Luego, mientras secaba las lágrimas de su escritorio, sacó delicadamente la
imagen de Cristo que estaba debajo del cristal y, después de besarla, la guardó
en un cajón mientras decía 'Perdón Señor, no soy digno de Ti, no soy digno de
que Me mires. Todo lo que tengo, Te lo debo. Me enviaste a un pobre y me habló
con la voz del corazón. Yo lo escuché con el oído del egoísmo.... mi vergüenza
es grande.... Perdóname Señor'.
Con el correr de los años, la 'Clínica Hermógenes
Fauvert', como se denomina desde entonces, se hizo muy famosa. El médico
habilitó un sector para la atención de los pacientes sin seguro médico y él
personalmente practica las operaciones.
¡Cuántas veces nos habrá pasado lo mismo a nosotros! Nos
han hablado con la voz del corazón y no hemos oído.... hemos sido egoístas con
nuestros hermanos....
Autor desconocido
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el alma de Luis Alberto M., de la provincia de Santa Fe, Argentina, que ha
sido llamado a su casa por el Padre celestial.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por
correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo
tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
“Intimidad Divina”
Valor de signo
El cristiano que vive para Dios y quiere amarlo con todas
sus fuerzas, necesita estar seguro de que su amor por él no es una ilusión.
¿Mas cómo podrá estarlo? Responde el apóstol San Juan: “Si nos amamos unos a
otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su
plenitud” (1 Jn 4, 12). El criterio máximo que contra distingue al verdadero
amor de Dios es el amor al prójimo. Es un criterio infalible, porque el amor
teologal es único y mientras es difícil controlarlo en sus relaciones con Dios,
es fácil verificarlo en las relaciones con el prójimo. No se precisa mucha
perspicacia para darse cuenta de si la caridad fraterna se reduce a palabras o
es realidad concreta, demostrada con hechos… Si el amor fraterno es sincero,
cordial y activo, no cabe duda: “el amor de Dios ha llegado en nosotros a su
plenitud! (J Jn 4, 12). El apóstol va más allá todavía y dice: “Sabemos que
hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos” (ib. 3, 14).
El cristiano participa de la vida de Dios en la medida que vive en el amor
“porque Dios es amor” (ib. 4, 8).
También Jesús dio al amor fraterno el valor de signo: “En
esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros” (Jn
13, 35). Pero el amor al prójimo tiene valor de signo distintivo de los
discípulos de Cristo y garantiza la verdad de su amor a Dios sólo en la medida
que es amor teologal. Nadie como Cristo ha enseñado a los hombres a amarse,
pero con un amor que tiene sus raíces en Dios y se ordena a él: “Amad… para que
seáis hijos de vuestro Padre celestial” (Mt 5, 44-45); y exhorta a cumplir los
deberes de la caridad fraterna, como el de la limosna, ante todo para honrar a
Dios, buscando sólo su aprobación. Jesús compendia toda la ley en el único
precepto de la caridad, pero antes de hablar del amor al prójimo, habla del
amor a Dios: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu mente” (Mt 22, 37); y únicamente sobre esta base de total
dedicación a Dios, introduce el segundo mandamiento que es semejante al
primero.
El valor del segundo mandamiento está en fundarse sobre
el primero y en ser semejante a él; pero si se arrincona el primero, el segundo
carece de base y no se puede entonces hablar de su semejanza con el precepto
del amor a Dios. Jesús declaró que cuando alguien está a mal con su prójimo,
antes de realizar un acto de culto, debe ir a reconciliarse con él: “deja tu
ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano;
luego vuelves y presentas tu ofrenda” (Mt 5, 24). No porque el amor al prójimo
sea en sí más importante que el culto debido a Dios, sino porque todo acto de
culto debe expresar un amor veraz y completo, y no sería tal si está empañada
la caridad fraterna. No es posible, pues, hablar de caridad cristiana
únicamente en un plano horizontal; sería una simple forma de humanismo que no
brota del Evangelio. Por lo demás Jesús propone a los hombres amarse mutuamente
él mismo los ha amado; y él los ha amado en relación al Padre, para cumplir su
voluntad, para conducirlos a él. “Doy mi vida por las ovejas… Esa es la orden
que he recibido de mi Padre” (Jn 10, 15, 18). Y todo culmina en el amor y la
gloria del Padre: “Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra
que me encomendaste realizar” (Jn 17, 4)
Te encuentro,
Señor, a cada paso. En virtud de este prodigio de nuestra incorporación a tu
sagrada persona, no puedo hacer un movimiento sin estar en tu presencia. Vuelvo
los ojos a mí, ahí estás tú; miro al prójimo, ahí estás tú. Doquiera, si sé
mirar, estoy rodeado de tabernáculos vivientes… Cada uno de nosotros está unido
-de hecho o en potencia- a ti, oh Cristo Jesús, y por medio de ti participa en
la vida de Dios. Y pues vivimos todos o debemos vivir de una misma vida divina
en ti, una misma caridad debe reinar entre nosotros. ¿Es de maravillar entonces
que tú, oh Señor, hayas dado como distintivo específico de una vida
verdaderamente cristiana y como contraseña de tus fieles, esto: “Amaos los unos
a los otros”? Por esa señal se reconocerá que somos tus discípulos. (R. Plus,
Cristo en nuestro prójimo)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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