PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1858 ~ Jueves 1° de Noviembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Hoy celebra la Iglesia la Fiesta de Todos los Santos.
Esta palabra “santo” en la Biblia se aplicaba sólo a Dios, pues significa:
sagrado o separado. Pero luego se fue diciendo de todo lo que se acercaba más a
Dios. Así ya san Pablo llama santos a los cristianos por el hecho de estar
unidos a Dios por el bautismo. Después ya sólo se aplicó a aquellas personas
que por su comportamiento están más cerca de Dios. Especialmente los mártires
que, por su muerte gloriosa, se unen para siempre con Dios.
La Iglesia desde el principio comenzó a honrar a los
mártires en su día propio del martirio; pero ya por el siglo III eran tantos
los mártires que tuvieron que celebrar su fiesta en un día todos juntos, aunque
no tenían un día fijo. El 13 de Mayo del año 609 el papa consagró el panteón
romano, que había sido templo pagano de todos los dioses, para que fuese templo
de la Virgen María y de todos los santos. Unos cien años después la fiesta de
todos los santos quedó fijada para el día 1 de Noviembre.
Hay muchos santos, cuyos nombres conocemos, porque han
sido “canonizados”, es decir declarados santos solemnemente por el papa,
después de haber examinado minuciosamente su vida y sus escritos y normalmente
después de que Dios ha ratificado esa santidad por uno o más milagros. Pero
santos hay muchos más que no conocemos, quizá porque han vivido una vida muy
oculta, pero que gozan con Dios con una gloria semejante. Entre estos santos
habrá familiares y conocidos nuestros. Hoy es el día para festejar a todos y
también para alzar nuestra mirada al cielo para pedir su protección y sobre
todo para desear imitarles y un día poder estar con ellos en el cielo.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al
monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les
enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es
el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en
herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán
consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque
ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis
cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra
vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será
grande en los cielos».
(Mt 5,1-12a)
Comentario
Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador
expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de
los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la
vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a
quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con
nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la
eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca»
(1 Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo
Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos
para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su
ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia,
que se fortalece con la práctica del amor fraterno.
Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos
los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que
nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus
hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.
Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos
confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros
hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de
Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros
de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los
tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el
Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra
debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia
reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.
Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida
(Lleida, España)
Santoral Católico:
Fiesta de Todos los Santos
Este día se celebran a todos los millones de personas que
han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros.
Para leer más ampliamente sobre el tema debes hacer clic acá.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Todos estamos llamados a la santidad. Nos lo ha dicho
muchas veces la Iglesia. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano
II. No es que haya que tener una vida externa diferente a los demás, aunque la
verdad es que hay situaciones que ayudan y hay situaciones que pueden estorbar.
Tenemos que esforzarnos por conseguir siempre ser mejores y tender a un ideal
grande. No es fácil, pero tampoco es imposible. Para ello Jesucristo nos enseñó
el camino. El principal es la caridad. Sin amor no puede haber verdadera vida
cristiana: Amor dirigido hacia Dios, que es nuestro Padre y nos acompaña, amor
que se expresa especialmente en la oración, y amor hacia los demás, porque
todos somos hermanos”
P. Silverio Velasco
Tema del día:
La Santidad
El concepto de “santo” existe en otras religiones, aunque
no exactamente con el mismo significado nuestro. La religión católica romana es
la única que posee un mecanismo formal, continuo y altamente racionalizado para
llevar a cabo el proceso de canonización de una persona. Sólo en la iglesia de
Roma se encuentra un número de profesionales cuyo trabajo consiste en
investigar la vida de quienes han sido considerados santos por su comunidad o
conocidos.
* La
declaración oficial de santidad de una persona se denomina canonización. Esta
palabra procede del griego: kanon.
Tiene varias aplicaciones. Pero en nuestro caso significa “lista”: canonizar a
una persona es ponerla en la lista de los santos.
* El papa
Gregorio IX formalizó el proceso y en el año 1234 las canonizaciones
(declaración oficial de santidad de una persona) quedaron reservadas al Papa.
Él debe aprobar los trabajos de los muchos especialistas que intervienen en el
proceso y convalidar los milagros requeridos.
* La Iglesia,
al declarar “santa” a una persona es
infalible: al proponerla como modelo y realización de vida cristiana, la
Iglesia no puede fallar, por la presencia activa de Cristo y su Espíritu.
* Al declarar
“santa” a una persona, después de un largo y complejo proceso, la Iglesia
asegura que esa persona está, con toda certeza, junto a Dios; y ha vivido el Evangelio
en su espíritu y específicamente, en determinadas virtudes, en grado heroico.
En consecuencia la presenta como modelo
de conducta evangélica e intercesora ante Dios.
* La
canonización implica también que esa persona debe recibir veneración (culto)
universal; que el creyente puede rezar confiadamente en ella; que su nombre se
inscriba en la lista (canon) de los santos de la Iglesia; y se la “eleve a los
altares” es decir, se le asigne un día de fiesta para la veneración litúrgica
por parte de la Iglesia entera, y se le puedan dedicar capillas, iglesias y
santuarios. (La fecha de la fiesta es el día de “su nacimiento para la
eternidad”)
Antes de la canonización el santo debe pasar por tres
etapas:
1. Siervo de Dios
El proceso de canonización tiene una fase inicial muy
importante. Se trata de constatar si la
persona muerta en concepto de santidad ha vivido las virtudes evangélicas en
grado heroico. Para ello se investiga su
conducta, actitudes, obras, escritos, y el testimonio de quienes la han
conocido. Si el resultado lo merece, se la declara Siervo de Dios
2. Venerable
Es un “salto” muy importante. Supone confirmar la heroicidad de sus
virtudes. El Papa promulga, en un decreto, que esa persona es “digna de
veneración”, es venerable. La veneración ha de ser privada y nunca en actos
públicos.
3. Beato
En rigor, la “investigación” sobre la vida real del
“venerable” continúa. Pero no son los
mayores atributos de caridad y virtudes heroicas que quizá sigan apareciendo
los que transforman al “venerable” en Beato.
Se requiere un milagro obtenido a través de la intercesión del venerable
y verificado después de su muerte. (El milagro no es requerido si la persona ha
sido reconocida mártir. Pero también en este caso se examina su vida.) El
milagro -generalmente la curación de una enfermedad física- debe ser probado a
través de una comisión de expertos en medicina y teólogos. El estudio es muy
exhaustivo, sin ningún margen de error.
El Beato es venerado públicamente, pero sólo en la
Iglesia local (diocesana o nacional) o en su familia religiosa. A ese propósito
la Santa Sede autoriza una oración especial para el beato y una Misa en su
honor.
4. Santo
Es la máxima “distinción” que la Iglesia atribuye a sus
hijos. Habiendo llegado a Beato, el
candidato ha superado la parte más difícil del camino hacia la canonización.
Pero para “llegar a la meta” le falta otro milagro. Este debe ocurrir después
de la beatificación. La Iglesia lo considera el “signo” de que Dios sigue
obrando por su intercesión y desea que sea propuesto a la veneración
universal. El proceso para verificarlo
es igual al practicado para la beatificación. Necesitamos saber que el título
de Santo no le agrega más virtudes o santidad al Beato. Como definió Benedicto
XIV, “es la última y definitiva sentencia de la santidad”.
Con la bula de canonización el Papa declara que el
candidato DEBE ser venerado (ya no se trata de un mero permiso) como santo por
toda la Iglesia universal.
Fuente: San Pablo.com.ar
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"Juan Pablo
II inolvidable"
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Pensamientos sanadores
Consagra este mes al Señor
A lo largo de este mes, pon tu confianza en el hecho de
que Dios quiere guiarte a nuevas ideas y a decisiones correctas.
Entra en su presencia durante unos minutos y, como quien
se sumerge en las aguas azules y cristalinas del océano, sumérgete en su paz.
En el agua, si uno se relaja, puede flotar y se siente
como si el propio cuerpo casi no tuviese peso.
Ahora relájate y descansa en la presencia del Señor y
entrégale todas tus cargas.
Pon tu confianza en que la luz del Espíritu Santo, que
mora en ti, te mostrará el camino correcto que debes tomar en todos los asuntos
que se presentarán en el transcurso de este mes.
Con esta luz divina iluminándote e inspirándote, podrás
percibir los pensamientos con los cuales el Señor quiere hablarte darte nuevas
ideas.
Así recibirás una comprensión más profunda de ti mismo y
de todo lo que te rodea.
El Señor está lejos
de los malvados, pero escucha la plegaria de los justos. Una mirada luminosa
alegra el corazón, una buena noticia vigoriza los huesos. Proverbios 15, 29-30.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Jefferson Samir G. F., de Bogotá,
Colombia, para que el Señor lo bendiga y guíe sus pasos a un nuevo empleo más
digno, para lo cual se está presentado a pruebas importantes, en las que
rogamos al Señor y a su Santísima Madre, que sea admitido.
Pedimos oración por Gladyz V. que vive en Quito, Ecuador,
para que Dios le dé un nuevo trabajo y que la ayude con la construcción que
está haciendo. Que el Señor la bendiga generosamente.
Seguimos rezando por la salud de Víctor Manuel Z. A.,
residente en Nueva York, que ha tenido un traumatismo cráneo encefálico, por lo
que se encuentra hospitalizado con síntomas de daño neurológico, lo que se suma
a sus problemas de corazón, diabetes, próstata, etc. Rogamos al Señor Jesús que
ponga sobre él sus manos sanadoras y le devuelva su salud.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras
debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
Estadísticas de los Blogs
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de
visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable".
Esta información se publica el primer día de cada mes.
Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el inicio
de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:
Desde el 1º de
Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 1.775.621 lectores. Durante el último mes (octubre 2012) registró 19.619 visitas.
Desde el 26 de
Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 324.663 lectores. Durante el
último mes (octubre 2012) registró 5.411
visitas.
"Intimidad Divina"
Nuestra capacidad nos viene de Dios
Para que el apostolado sea verdadero ejercicio de caridad
y, por ello, medio de progresar cada vez más en el amor a Dios y al prójimo, se
requiere una absoluta rectitud de intención. El Señor que “examina” y escruta
los corazones de sus apóstoles, no quiere ver en ellos rastro de intenciones
segundas ocultas, enmascaradas con apariencias de celo, pero que son fruto de
vanagloria. Esto exige una muerte continua a cualquier forma de amor propio,
egoísmo y orgullo para llegar a la limpidez y sencillez interior que proponía
Jesús a sus discípulos mientras discutían sobre una cuestión de preminencia.
“En verdad os digo: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en
el Reino de los cielos” (Mt 18, 3). Sólo si se hacen niños por la sencillez de
corazón, pobres de espíritu por el desasimiento total y siervos por la caridad
humilde y generosa, estarán los apóstoles totalmente disponibles para la causa
de Dios y para la salvación de los hermanos.
San Pablo, conmovido por la grandeza del misterio
apostólico, mediante el cual Dios difunde “el perfume” del conocimiento de
Cristo por todo el mundo, exclama: “Y ¿quién es capaz para esto?” (2 Cr 2,
14-16). Siente la inmensa desproporción entre su limitación humana y la misión
del heraldo del misterio de Cristo; con todo le anima una gran confianza: “No
que por nosotros –protesta– seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, sino que
nuestra capacidad viene de Dios” (ib 3, 5). La humildad de Pablo es el secreto
y la fuerza de su apostolado. Una humildad tan profunda que está convencido que
“nada” proviene de él, sino que toda su capacidad viene de Dios, como una
emanación del poder del que lo hace apto para el cometido que le ha señalado.
Es la interpretación más hermosa y concreta de la enseñanza de Jesús: “sin mí
no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). No poco; nada.
Toda “nuestra capacidad viene de Dios. Sin mi no podéis
hacer nada”. Estas palabras conservadas en el corazón del apóstol, maduradas y
asimiladas en la oración, saboreadas y sufridas en la experiencia de la vida,
son capaces de hacer desaparecer toda complacencia de sí, toda jactancia o
autosuficiencia. “Consciente de su propia flaqueza, el verdadero ministro de
Cristo trabaja con humildad, indagando cuál se el beneplácito de Dios y, como
atado por el Espíritu, se guía en todo por la voluntad de Aquel que quiere que
todos los hombres se salven” (PO 15). El que sabe que no puede avanzar solo,
remedia su impotencia estrechándose a su guía. Así el apóstol vive y obra
estrechado a Dios, dependiendo en todo del Espíritu Santo para ser iluminado
por él en todo: en las palabras, en las obras, en las decisiones y en los
métodos, y para dejarse conducir por él, no por caminos elegidos
arbitrariamente acaso a impulsos del amor propio y de la ambición, sino por los
caminos de la voluntad de Dios.
Vos habéis querido,
mi Dios, Vos, infinitamente sabio, infinitamente santo, que vuestros ministros
fueran naturalmente miserables, que tuvieran tan profundamente grabado en su
corazón el sentimiento de su pequeñez, que pudieran compadecer siempre y con sinceridad
a los que ignoran y yerran… Habéis querido que el contraste entre la miseria
del hombre pecador y la alteza de su ministerio pongan a todos de manifiesto la
eficacia de vuestra gracia y la sublimidad de vuestra gloria. Todo apóstol,
consciente de su debilidad y asombrado de los triunfos de vuestro poder,
repetirá con los jóvenes del horno de Babilonia: “No nos confundas, Señor,
trátanos con piedad; líbranos con tu poder de todo peligro y reserva la gloria
para tu santo nombre”… En ti, oh Señor Jesús, sólo en ti ponemos nuestra
confianza. (D. Mercier, Retiro pastoral)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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