sábado, 24 de noviembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1877


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1877 ~ Sábado 24 de Noviembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Estamos en la víspera de la fiesta de Cristo Rey, que fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.
Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.
En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.
Tere Fernández (Catholic.net)


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, acercándose a Jesús algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer».
Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven».
Algunos de los escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien». Pues ya no se atrevían a preguntarle nada.
(Lc 20,27-40)

Comentario
Hoy, la Palabra de Dios nos habla del tema capital de la resurrección de los muertos. Curiosamente, como los saduceos, también nosotros no nos cansamos de formular preguntas inútiles y fuera de lugar. Queremos solucionar las cosas del más allá con los criterios de aquí abajo, cuando en el mundo que está por venir todo será diferente: «Los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido» (Lc 20,35). Partiendo de criterios equivocados llegamos a conclusiones erróneas.
Si nos amáramos más y mejor, no se nos antojaría extraño que en el cielo no haya el exclusivismo del amor que vivimos en la tierra, totalmente comprensible a causa de nuestra limitación, que nos dificulta el poder salir de nuestros círculos más próximos. Pero en el cielo nos amaremos todos y con un corazón puro, sin envidias ni recelos, y no solamente al esposo o a la esposa, a los hijos o a los de nuestra sangre, sino a todo el mundo, sin excepciones ni discriminaciones de lengua, nación, raza o cultura, ya que el «amor verdadero alcanza una gran fuerza» (San Paulino de Nola).
Nos hace un gran bien escuchar estas palabras de la Escritura que salen de los labios de Jesús. Nos hace bien, porque nos podría ocurrir que, agitados por tantas cosas que no nos dejan ni tiempo para pensar e influidos por una cultura ambiental que parece negar la vida eterna, llegáramos a estar tocados por la duda respecto a la resurrección de los muertos. Sí, nos hace un gran bien que el Señor mismo sea el que nos diga que hay un futuro más allá de la destrucción de nuestro cuerpo y de este mundo que pasa: «Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven» (Lc 20,37-38).
Rev. D. Ramon CORTS i Blay (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Andrés Dung-Lag y Compañeros
Mártires Vietnamitas


Esta memoria obligatoria de los ciento diecisiete mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, proclamados santos por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988, celebra a mártires que ya habían sido beatificados anteriormente en cuatro ocasiones distintas: sesenta y cuatro, en 1900, por León XIII; ocho, por Pío X, en 1906; veinte, en 1909, por el mismo Pío X; veinticinco, por Pío XII, en 1951.

No sólo son significativos el número insuperado en la historia de las canonizaciones, sino también la calificación de los santos (ocho obispos, cincuenta sacerdotes, cincuenta y nueve laicos), la nacionalidad (noventa y seis vietnamitas; once españoles; diez franceses, el estado religioso (once dominicos; diez de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París; otros del clero local, más un seminarista, el estado laical (muchos padres de familia, una madre, dieciséis catequistas, seis militares, cuatro médicos, un sastre; además de campesinos, pescadores y jefes de comunidades cristianas).

Seis de ellos fueron martirizados en el siglo XV, los demás, entre 1835 y 1862; es decir, en el tiempo del dominio de los tres señores que gobernaban Tonkín, Annam y Cochinchina, hoy integradas en la nación de Vietnam.

En gran parte (setenta y cinco) fueron decapitados; los restantes murieron estrangulados, quemados vivos, descuartizados, o fallecieron en prisión a causa de las torturas, negándose a pisotear la cruz de Cristo o a admitir la falsedad de su fe.

De estos ciento diecisiete mártires, la fórmula de canonización ha puesto de relieve seis nombres particulares, en representación de las distintas categorías eclesiales y de los diferentes orígenes nacionales. El primero, del que encontramos una carta en el oficio de lectura, es Andrés Dung-Lac. Nació en el norte de Vietnam en 1795; fue catequista y después sacerdote. Fue muerto en 1839 y beatificado en 1900. Otros dos provienen del centro y del sur del Vietnam. El primero, Tomás Tran-VanThien, nacido en 1820 y arrestado mientras iniciaba su formación sacerdotal, fue asesinado a los dieciocho años en 1838; el otro es Manuel Le-Van-Phung, catequista y padre de familia, muerto en 1859 (beatificado en 1909).

Entre los misioneros extranjeros son mencionados dos españoles y un francés. El dominico español Jerónimo Hermosilla, llegado a Vietnam en 1829, vicario apostólico del Tonkín oriental, fue muerto en 1861 (beatificado en 1909); el otro dominico, el obispo vasco Valentín de Berriochoa, que llegó a Tonkín en 1858, a los treinta y cuatro años, fue muerto en 1861 (beatificado en 1906).

El francés Jean-Théophane Vénard, de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, llegó a Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y dos años (beatificado en 1906): sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux a rezar por las misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san Francisco Javier.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“El Reino de Dios es un mundo nuevo en el que el sufrimiento ha sido abolido, un mundo totalmente redimido o de seres humanos salvados que conviven bajo el imperio de la paz y en ausencia de toda relación amo-esclavo”
E. Schillebeeckx


Tema del día:
Venga tu Reino, Señor
¡Viva Cristo Rey!


Ante ti, Señor una vez más.

Ante ti, que siempre estás en el Sagrario para escucharme, para infundir calor a mi corazón muchas veces indiferente y frío. Más frío que las tardes del invierno. Pero hoy quiero que hablemos, no del invierno, sino del cercano día en que vamos a festejar Tu día, Señor, el día de Cristo Rey.

El Padre Eterno, como tú nos enseñaste a llamarle a Dios, es el Rey del Universo porque todo lo hizo de la nada. Es el Creador de todo lo visible y de lo invisible, pero... ¿cómo podía este Dios decírselo a sus criaturas? ¿Cómo podría hacer que esto fuese entendido?... pues simplemente mandando un emisario.

No fue un ángel, no fue un profeta, fuiste tú, su propio Hijo, tú, Jesús.

Como nos dice San Pablo: - "Fue la propia imagen de Dios, mediador entre Este y los hombres y la razón y meta de toda la Creación. Él existe antes que todas las cosas y todas tienen su consistencia en Él. Es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia Católica. Es el principio, el primogénito, para que sea el primero en todo". Así se expresa San Pablo de ti, Jesús mío y en esa creencia maravillosa vivimos.

Cuando fuiste interpelado por Pilato diste tu respuesta clara y vertical: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos... Pero mi Reino no es de aquí". Entonces Pilato te dijo: "Luego... ¿tú eres rey? Y respondiste: - "Tú lo dices que soy rey. Para esto he nacido yo y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la Verdad, escucha mi voz” (Juan 18,36-37).

Jesús... tú hablabas de un Reino donde no hay oro ni espadas, donde no hay ambiciones de riquezas y poder. Tu Reino es un reino de amor y de paz.

Un Reino que los hombres no entendieron y seguimos sin entender porque lo que tú viniste a enseñar no está en el exterior sino en lo más profundo de nuestro corazón.

Pertenecer a este Reino nos hace libres de la esclavitud del pecado y de las pasiones.

Pertenecer a este Reino nos hace súbditos de un Rey que no usa la ley del poder y del mando sino del amor y la misericordia.

Diariamente pedimos "venga a nosotros tu Reino".... y sabemos que en los hombres y mujeres de bien, ya está este Reino, pues "el Reino de Dios ya está con nosotros" (Lc.17, 20-21)

Mañana, la Iglesia celebra a "CRISTO REY". A ti, Jesús, que pasaste por la Tierra para decirnos que "Reinar es poder servir y no servirse del poder”

Que viniste para ayudar al hombre y bajar hasta él, morir con él y por él, mostrándonos el camino hacia Dios.

¡Venga tu Reino, Señor!

¡Viva Cristo Rey!

Autor: Ma Esther De Ariño
Fuente: Catholic.net


Pensamientos sanadores


Jesús está vivo

María Magdalena es una modelo de auténtica conversión y de fidelidad.
Antes de la aparición del Señor Resucitado, María Magdalena se encontraba sentada sobre la roca exterior del sepulcro, mirando el interior vacío, la cabeza apoyada sobre la dura piedra, cansada de tanto dolor, de tanta pérdida, de tanta incomprensión.
Cuando Jesús Resucitado se presentó junto al sepulcro a María Magdalena, ella, al principio, no lo reconoció. Las lágrimas cubrieron sus ojos y le impidieron reconocer vivo al que aún lloraba por muerto.
Lo mismo te puede suceder a ti, si dejas que las lágrimas nublen tu horizonte. Puedes perder de vista el nuevo amanecer que Dios prepara para tu vida.
Es que el momento más oscuro de la noche es antes de que el sol aparezca. Sólo la esperanza confiada nos permite seguir aguantando la llegada del sol del nuevo día.
Jesús es el Amor, y el amor acude a sus citas, y él no se retrasa. Por eso, el Señor, en las noches más oscuras de tu vida, te pide que sigas apostando a confiar en él, en el amor que él te tiene y que no defrauda.

Antes que sople la brisa y huyan las sombras… ¡Vuelve amado mío…! Cantar 2, 17


Mes de María


Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María, pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el hemisferio norte.

Día dieciocho (24/NOV): La Providencia no nos abandona jamás

CONSIDERACIÓN. – No basta aceptar el lugar social, en el cual gustó el Señor colocarnos; es necesario también evitar abandonarnos al descorazonamiento, cuando nos llega el sufrimiento y la prueba.
Dios es nuestro Creador y Padre; no solamente nos ha sacado Él de la nada, sino que vela por nosotros, durante los días de nuestro destierro, aquí abajo. ¿Por qué, pues, dejarnos llevar a la turbación e inquietud?
¿No hemos tenido pruebas de la bondad del Señor y podemos dudar de su amor?
Nosotros no conocemos el porvenir y ¿quién sabe si las cosas que deseamos con ardor, no serían una verdadera desgracia? Dejemos, pues, hacer al buen Dios, y abandonémonos completamente en sus manos.
Veamos cuál ha sido el proceder de la Santísima Virgen en los momentos de prueba, por los cuales quiso el Señor hacerla pasar. Ella ve a su Hijo bienamado, amenazado por el rey Herodes y llena de confianza en la bondad divina, toma con calma el camino a Egipto. Lo pierde en el templo, pero sin descorazonarse ruega al Señor que se lo devuelva. Así debemos proceder nosotros, recurriendo a Dios por la oración y no dejándonos llevar jamás a la desesperación.
“Poned vuestra confianza en el Señor, dice San Agustín, y abandonaos enteramente a la Providencia, ella no cesa de protegeros”.

EJEMPLO. – San Vicente de Paúl mostraba, en la dulzura de sus palabras y la severidad de su rostro, que se hallaba preparado siempre para los diversos accidentes de la vida. No olvidaba su gran máxima: “Nada sucede en el mundo, más que por orden de la divina Providencia”.
Se había arrojado en sus brazos y abandonado enteramente.
Un obispo, admirándose de que nada era suficiente para turbarlo nunca, decía:
-“El señor Vicente es siempre el señor Vicente”.
El santo, sabiendo que se quería suscitar procesos para apoderarse de los bienes de muchas de sus casas, tenía la costumbre de responder a los que le hablaban de los medios empleados para conseguir despojarle: “No me ocurrirá sino lo que plazca al Señor. Él, es el amo de todos mis bienes, que Él disponga de ellos como guste”.

ORACIÓN DE SAN PEDRO DAMIÁN. - ¡Oh Santa Virgen, Madre abnegada! Dios Todopoderoso, os ha hecho la depositaria de su poder y de sus gracias; derramad sobre nosotros la abundancia; todo es posible, puesto que intercedéis por nosotros. Más sois poderosa, más sois misericordiosa. Así sea.

RESOLUCIÓN. – Me abandonaré a la voluntad de Dios y reposaré, en Él, del cuidado de mi porvenir.

JACULATORIA. – María, Virgen clemente, rogad por nosotros.



Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por estas personas de Santa Fe, Argentina: Jorge Raúl C., 50 años, con hipertensión y problemas en el corazón; y por María Rosa P. de 58 años, que necesita trabajo. Que el Señor atienda generosamente sus necesidades físicas y espirituales.

Pedimos oración por José Carlos M. H., para que salga bien en sus exámenes y pueda encontrar trabajo. Además, su esposa está esperando bebé.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


"Intimidad Divina"

Tu voluntad está en mi corazón

“Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35). Adherirse a la voluntad de Dios es adherirse a Dios, abrazar su querer es abrazarse a Dios mismo. Nadie está más unido a Dios que quien cumple siempre y perfectamente su voluntad. Esta es la más cierta señal de un amor auténtico y de una relación con Dios que Jesús comparó a las relaciones más estrechas de sangre. El amor vacía a la criatura de todo lo que es contrario a Dios, la mueve a amar y querer sólo lo que Dios mismo ama y quiere, de modo que gradualmente su voluntad se conforma y hasta se identifica con la divina. Hay que llegar a poder decir, más con hechos que con palabras: Señor, lo que tú quieres lo quiero yo también. Esta fue la actitud constante de la Virgen: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). La unión perfecta con Dios, enseña San Juan de la cruz, “consiste en tener el alma, según la voluntad, con total transformación en la voluntad de Dios, de manera que no haya en ella cosa contraria a la voluntad de Dios, sino que en todo y por todo su movimiento sea voluntad solamente de Dios” (S 1, 11, 2).

“Pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jr 31, 33). Es lo que se realiza en la criatura totalmente purificada: en su corazón no hay otra cosa que la voluntad divina, impresa por Dios con la fuerza de su amor; así la criatura pertenece a Dios y Dios a ella en una fusión perfecta de voluntad y de amor. Esta es la unión con Dios que los santos han deseado y procurado con todas sus fuerzas, porque es más clara y segura… En esta unión, en efecto, consiste la esencia de la santidad, mientras que las gracias místicas son un medio para llegar a ella, preciosísimo y eficaz, pero medio al fin.

Toca a Dios señalar a cada criatura su camino; para algunas será el “atajo” de las gracias místicas, para otras –la gran mayoría– será el camino ordinario del esfuerzo generoso y perseverante. Pero nadie podrá llegar a la unión con Dios sin una plena conformidad con su querer testimoniarla con las obras, con la vida. En lugar de preocuparse por el camino, hay que apuntar con generosidad a la meta. Dios nunca deja sola a la criatura a la que ve buscar constantemente y cumplir su voluntad; él mismo le da conocimiento y amor profundo de ella y le facilita el cumplimiento: “Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos” (Ez 36, 27). La criatura que va por el camino ordinario no está privada de esas ayudas divinas; también ella camina bajo el influjo del Espíritu Santo que la guía con una acción secreta, pero segura, a la plena conformidad con el divino querer.

¡Oh Dios mío y mi sabiduría infinita, sin medida y sin tasa y sobre todos los entendimientos angélicos y humanos! ¡Oh Amor, que me amas más de lo que yo me puedo amar ni entiendo! ¿Para qué quiero yo, Señor, desear más de lo que Vos quisierais darme? ¿Para qué me quiero cansar en pediros cosa ordenada por mi deseo, pues todo lo que mi entendimiento puede concertar, y mis deseos desear, tenéis Vos ya entendido sus fines, y yo no entiendo cómo me aprovechar? En esto que mi alma piensa salir con ganancia, por ventura estará mi pérdida. Porque si os pido que me libréis de un trabajo y en aquél está el fin de mi mortificación,  ¿qué es lo que pido, Dios mío? Si os suplico me lo deis, no conviene por ventura a mi paciencia, que aún está flaca y no puede sufrir tan gran golpe; y si con ella le paso y no estoy fuerte en la humildad, podrá ser que piense he hecho algo, y haceislo Vos todo, mi Dios…  (Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.