domingo, 25 de noviembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1878


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1878 ~ Domingo 25 de Noviembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año treinta un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.
El evangelio de Juan relata el diálogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista y a las Comunidades de su tiempo. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: "Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no sólo dice la verdad, sino que busca la verdad y únicamente la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas.
Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.
Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en "voz de los sin voz y voz contra los que tienen demasiada voz" (Jon Sobrino).
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?». Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?». Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí». Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?». Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».
(Jn 18,33-37)

Comentario
Hoy, Jesucristo nos es presentado como Rey del Universo. Siempre me ha llamado la atención el énfasis que la Biblia da al nombre de “Rey” cuando lo aplica al Señor. «El Señor reina, vestido de majestad», hemos cantado en el Salmo 92. «Soy rey» (Jn 18,37), hemos oído en boca de Jesús mismo. «Bendito el rey que viene en nombre del Señor» (Lc 19,14), decía la gente cuando Él entraba en Jerusalén.
Ciertamente, la palabra “Rey”, aplicada a Dios y a Jesucristo, no tiene las connotaciones de la monarquía política tal como la conocemos. Pero, en cambio, sí que hay una cierta relación entre el lenguaje popular y el lenguaje bíblico respecto a la palabra “rey”. Por ejemplo, cuando una madre cuida a su bebé de pocos meses y le dice: —Tú eres el rey de la casa. ¿Qué está diciendo? Algo muy sencillo: que para ella este niñito ocupa el primer lugar, que lo es todo para ella. Cuando los jóvenes dicen que fulano es el rey del Rock quieren decir que no hay nadie igual, lo mismo cuando hablan del rey del baloncesto. Entrad en el cuarto de un adolescente y veréis en la pared quiénes son sus “reyes”. Creo que estas expresiones populares se parecen más a lo que queremos decir cuando aclamamos a Dios como nuestro Rey y nos ayudan a entender la afirmación de Jesús sobre su realeza: «Mi Reino no es de este mundo» (Jn 18,36).
Para los cristianos nuestro Rey es el Señor, es decir, el centro hacia el que se dirige el sentido más profundo de nuestra vida. Al pedir en el Padrenuestro que venga a nosotros su reino, expresamos nuestro deseo de que crezca el número de personas que encuentren en Dios la fuente de la felicidad y se esfuercen por seguir el camino que Él nos ha enseñado, el camino de las bienaventuranzas. Pidámoslo de todo corazón, pues «dondequiera que esté Jesucristo, allí estará nuestra vida y nuestro reino» (San Ambrosio).
Rev. D. Frederic RÀFOLS i Vidal (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Cristo Rey del Universo


Fue el Papa Pio XI, el 11 de diciembre de 1925, quien instituyó esta solemnidad que cierra el tiempo ordinario. Su propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Es una verdad que siempre la Iglesia a profesado y por la que todo fiel está dispuesto a morir.

Cristo es rey del universo porque es Dios. El Padre lo puso todo en sus manos y debemos obedecerle en todo. No se justo apelar al amor como pretexto para ser laxo en la obediencia a Dios. En nuestra relación con Dios, la obediencia y el amor son inseparables.

“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él” -Juan 14,21

Nadie y ninguna ley esta por encima de Dios. El Pontífice León XIII enseñaba en la "Inmortale Dei" la obligación de los Estados en rendir culto público a Dios, homenajeando su soberanía universal.

Diferente a los hombres, Dios ejerce siempre su autoridad para el bien. Quien confía en Dios, quien conoce su amor no dejará de obedecerle en todo, aunque no comprenda las razones de Dios.

Si deseas conocer más sobre esta celebración haz clic aquí.

Fuente: Catholic.net


Palabras del Beato Juan Pablo II

“Debemos vivir mirando con los ojos de la fe el rostro adorable de Cristo, verdadero hombre y verdadero Dios. Contemplar con amor ardiente y apasionado el rostro radiante del Hijo de Dios para ser iluminados por él y acoger en nosotros la luz que resplandece en el rostro de Cristo, de modo que reflejemos su imagen sobre cuantos se acerquen a nosotros”

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Venga tu reino


Estamos en el último domingo del año litúrgico. Como complemento o resumen de todo lo bueno que podemos decir y aprender de Jesús, la Iglesia nos pone en este día la fiesta de Cristo Rey. La palabra “Rey” o reino en muchos ambientes modernos está desprestigiada; pero siempre queda la influencia histórica y la expresión de Jesús al comenzar su predicación sobre la importancia de pertenecer al “Reino de Dios”. De modo que entre las peticiones más importantes que podemos pedir a nuestro Padre Dios, es que “venga su reino”. Pertenecer a él será nuestro fin y nuestra felicidad.

Parece un contrasentido el hecho de que celebrando a Cristo como Rey del universo, en el evangelio no se nos propone algún hecho triunfante de Jesús, sino que aparece humillado ante el representante del imperio que en aquel tiempo era casi omnipotente. Jesús ante Pilato está como el esclavo ante el Señor. Y sin embargo a los tres días Jesús resucitaría triunfante y poco después Pilato desaparecerá en el olvido.

Jesús había sido condenado como rey falso, como peligroso para el imperio romano. Pero allí está atado y sin ningún poder. Aun así Pilato le pregunta a Jesús si es rey y Jesús le contesta que en verdad Él es rey. Pero a continuación testifica que su reino no es como los reinos de este mundo. En varias ocasiones la gente entusiasmada ante los milagros de Jesús le quiso proclamar como rey. Especialmente cuando la multiplicación de panes y peces pensando egoístamente que con un rey así, no les iba a faltar el pan de cada día. En otros momentos eran los mismos discípulos los que creían que Jesús iba ya a instaurar el reino al estilo del rey David. Les costaba entender que su reino no era como los del mundo, que se basan en la fuerza, en el dinero o en el poder. Su Reino, como nos dice el prefacio de la misa de hoy es un Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, amor y paz.

Su Reino es sobre todo de verdad. Ante Pilato proclama Jesús que Él ha venido a proclamar la verdad. La mentira es el emblema del demonio. Con frecuencia vemos que muchos para conseguir el poder se basan en la mentira. No están en el lado de Jesús. Pilato preguntó qué es la verdad, pero no quiso escuchar la respuesta. Estaba demasiado convencido de su verdad, que era su propia política, su comodidad y su egoísmo. Nosotros, para participar del Reino de Jesús, debemos estar atentos a su verdad, que nos la va proclamando a través de todo su Evangelio cada domingo.

El Reino de Jesús tiene una dimensión muy diferente de los reinos de este mundo. Es un reino de amor, de gracia y de paz, un reino que está por encima de las ambiciones humanas. Por eso aquellos que tienen ambiciones terrenas, aunque estén  muy metidos entre cosas religiosas, están fuera, al menos entonces, del reino de Jesús. Es un reino que comienza ahora, pero que tendrá su culminación o plenitud en la otra vida. Con varias parábolas describió Jesús este Reino: Es como un grano de mostaza pequeño, pero que va agrandando, aunque se le note poco. Es como un fermento que está en el mundo; es como un tesoro escondido en el campo.

En fin, que el centro de nuestra vida y predicación de la Iglesia debe ser el Reino de Jesús, y su realización será la unión de todos los bienaventurados en el cielo. No es algo que está oculto como una quimera. Es un punto de referencia para nuestra esperanza. Es un mensaje de optimismo, porque sabemos que Cristo triunfará y porque sabemos que en verdad se va realizando en la vida de la Iglesia y en muchos corazones que buscan el bien. Cristo es el rey del universo, porque es el mismo Dios creador de todo. Es rey porque con su sangre mereció la redención de todos los pecados. Por eso debemos servirle. Servir a Cristo es reinar, es tener la verdadera libertad. Para ello escuchemos su voz y le sigamos. El debe reinar sobre nuestra inteligencia, porque es la verdad, sobre nuestra voluntad y nuestro corazón, porque El es amor. Y en verdad ha sido correspondido por millones de discípulos.

P. Silverio Velasco (España)


Nuevo video y artículo

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Pensamientos sanadores


Atentos como María

Hay personas que son muy observadoras y tienen la costumbre de mirar con atención todo lo que sucede a su alrededor. Sin embargo, la mirada atenta puede ser movida por el amor o, tan solo, por la curiosidad estéril.
La mirada que es movida por el amor, de ciertos detalles, puede descubrir y comprender cuáles son las necesidades de quienes le rodean; y, luego de reflexionar sobre cómo puede ayudar, pasa a la acción.
Eso fue lo que hizo la Virgen María en Caná de Galilea, pero también a lo largo de toda su vida. Eso es lo que aún hoy sigue haciendo: estar atenta a las necesidades que tenemos nosotros, sus pequeños hijos.
Es que la mirada de María está puesta en lo que es mejor para la humanidad en general y para cada uno de nosotros en particular.
En cada momento, ella, que es Reina de los cielos y de la tierra, vuelve a actuar como la esclava del Señor, sirviéndonos con su amor y con su acción intercesora.

Como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Pero su adre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga”. Juan 2, 3 y5.


Mes de María


Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María, pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el hemisferio norte.

Día diecinueve (25/NOV): Del pecado

CONSIDERACIÓN. -  María fue pura e inmaculada desde su Concepción y el blanco vestido de su inocencia, no fue jamás manchado por la más pequeña falta.
¡Ay! no puede decirse lo mismo de nosotros y sin embargo, sabemos que el pecado es el más grande de los males, que el hombre debe temer, puesto que lo separa de Dios y da muerte a su alma.
Ofendemos a Dios, violamos su ley y no pensamos en el mal tan grande que nos hacemos a nosotros mismos.
Sin embargo, la fe nos enseña que inmediatamente después de nuestra muerte, seremos juzgados por Dios. Nuestra conducta será puesta en vista de la ley divina, según las obligaciones impuestas a nuestro estado. Nuestras palabras, nuestras acciones, serán pesadas rigurosamente y nuestra felicidad o desgracia dependerá, para la eternidad, de la sentencia que será pronunciada. Ninguna potencia celeste o humana podrá cambiarla. Este pensamiento hace temblar, que no sea pues estéril para nosotros; es tiempo aún de volver a nuestro juez favorable; huyamos, detestemos el pecado y, como los santos, prefiramos todos los males, porque el sufrimiento pasa, pero lo que sigue a la iniquidad, permanece eternamente.

Blanca de Castilla, que amaba tiernamente a su hijo, le decía a menudo: “Hijo, me afligiría menos veros morir que veros caer en un solo pecado mortal”; haciéndole así, comprender que la vida del alma es infinitamente superior a la del cuerpo.

EJEMPLO. – El emperador de Constantinopla, herético, habiendo sido irritado violentamente por San Juan Crisóstomo, un día que éste le reprochaba sus faltas, dijo a sus cortesanos: “Quisiera vengarme de este obispo”.
Cuatro o cinco dieron su parecer. El primero dijo: “Enviadle tan lejos, en destierro, que lo veáis jamás”. El segundo: “Confiscadle todos sus bienes”. El tercero: “Arrojadle a una prisión, cargado de hierros”. El cuarto: “¿No sois el amo? Hacedle perecer y libraos de él, por la muerte”. Un quinto, más inteligente: “Vosotros todos, os equivocáis; éstos no son medios de castigarlo; si le desterrarais, el mundo entero sería su patria; si le quitarais los bienes, le quitaríais a los pobres y no a él; si le arrojarais a un calabozo, besaría sus hierros y se estimaría feliz; si le condenarais a muerte, le abriríais el cielo. Príncipe, ¿queréis vengaros? forzadle a cometer un pecado. Lo conozco, este hombre no teme más que al pecado en este mundo.”
¡Pudiera decirse siempre de nosotros, que no tememos más que al pecado!

PLEGARIA DE SAN ALFONSO DE LIGORIO. - ¡Oh Virgen afligida! ¡Oh alma grande en virtud como en dolor! ¡Oh Madre mía! ¡Tened piedad de mí, que no he amado a Dios y que le he ofendido tanto!
¡Oh María, Vos consoláis a todo el mundo, quered también pues, ser mi consuelo! Así sea.

RESOLUCIÓN. – Velaré atentamente sobre mí mismo, a fin de evitar el ofender a Dios.

JACULATORIA. – María, Madre sin mancha, rogad por nosotros.



Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Resistencia, Chaco, Argentina, agradecen a Dios Nuestro Señor y a los que rezaron por la salud del niño Francisco Leonel, que estuvo afectado de una grave afección pulmonar. Nos sumamos al agradecimiento.

Desde San Lorenzo, Santa Fe, Argentina, Exequiel y Pamela agradecen a la Sagrada Familia de Nazaret por sus cuatro años de feliz matrimonio que han cumplido hace tres días, bendecido luminosamente por la presencia de Pablito, su hijo.

De Rosario, Argentina, llega un agradecimiento a Dios y San Ramón Nonato por el nacimiento de Joaquín, que llega al hogar de Anabel y Aníbal con la bendición del Altísimo. Nos sumamos a las plegarias de agradecimiento de estas familias.


Oración por la Patria


Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén.


"Intimidad Divina"

Solemnidad de Cristo Rey

La solemnidad de hoy, puesta al fin del año litúrgico, aparece como la síntesis de los misterios de Cristo conmemorados durante el año, y como el vértice desde donde brilla con mayor luminosidad su figura de Salvador y Señor de todas las cosas. En las dos primeras lecturas domina la idea de la majestad y la potestad regia de Cristo. La profecía de Daniel (7, 13-14) prevé su aparición “entre las nubes del cielo” (ib 13), fórmula tradicional que indica el retorno glorioso de Cristo al fin de los tiempos para juzgar al mundo. Pues “a él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su poder es eterno, no cesará” (ib 14). Este concepto es corroborado en la segunda lectura (Ap 1, 5-8) con la famosa expresión: “Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso (ib 8).

También el Evangelio (Jn 18, 33b-37) presenta la realeza de Cristo, en relación con su pasión y a la vez la contrapone a las realezas terrestres. Todo ello a base de la conversación entre Jesús y Pilato. Mientras que el Señor siempre se había sustraído a las multitudes que en los momentos de entusiasmo querían proclamarlo rey, ahora que está para ser condenado a muerte, confiesa su realeza sin reticencias. A la pregunta de Pilato: “Con que ¿tú eres rey?”, responde: “Tú lo dices: Soy Rey” (ib 37). Pero había declarado de antemano: “Mi reino no es de este mundo” (ib 36). La realeza de Cristo no está en función de un dominio temporal y político, sino de un señorío espiritual que consiste en anunciar la verdad y conducir a los hombres a la Verdad suprema, liberándolos de toda tiniebla de error y pecado.

Él es el “Testigo fiel” (2ª lectura) de la verdad –o sea del misterio de Dios y de sus designios para la salvación del mundo–, que ha venido a revelar a los hombres y a testimoniar con el sacrificio de la vida. Por eso únicamente cuando está para encaminarse a la cruz, se declara Rey; y desde la cruz atraerá a todos a sí (Jn 12, 32). Es impresionante que en el Evangelio de Juan, el evangelista teólogo, el tema de la realeza de Cristo esté constantemente enlazado con el de su pasión. En realidad la cruz es el trono real de Cristo; desde la cruz extiende los brazos para estrechar a sí a todos los hombres y desde la cruz los gobierna con su amor. Para que reine sobre nosotros, hay que dejarse atraer y vencer por este amor.

¡Oh Jesús mío! ¡Quién pudiese dar a entender la majestad con que os mostráis! Y cuán Señor de todo el mundo y de los cielos y de otros mil mundos y sin cuento mundo y cielos que vos creasteis, entiende el alma, según con la majestad que os representáis, que no es nada para ser Vos Señor de ello. Aquí se ve claro, Jesús mío, el poco poder de todos los demonios en comparación del vuestro, y cómo quien os tuviere contento puede repisar el infierno todo… Veo que queréis dar a entender al alma mía cuán grande es [vuestra majestad] y el poder que tiene esta sacratísima Humanidad junto con la Divinidad. Aquí se representa bien qué será el día del Juicio ver esta majestad de este Rey, y verle con rigor para los malos. Aquí es la verdadera humildad que deja en el alma, de ver su miseria, que no la puede ignorar. Aquí la confusión y verdadero arrepentimiento de los pecados, que, aun con verle que muestra amor, no sabe adónde se meter y así se deshace toda (Santa Teres de Jesús)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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