PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1882 ~ Jueves
29 de Noviembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Debemos imitar a los niños que están aprendiendo a
caminar, que si caen una y mil veces, se vuelven a levantar y siguen
intentando. Aunque a veces suele suceder que al caerse, les entra un poco de
miedo y no quieren volver a probar. Pero pasado el momento y el miedo, lo
vuelven a intentar.
También nosotros después de las caídas en los pecados y
en los mismos defectos, tenemos que volver a intentar hacer las cosas bien,
porque de los errores se aprende, y no hay que quedarse en el suelo, sino
volver a levantarnos y perseverar.
Pero para hacerlo el niño cuenta con la ayuda de la mamá
o el papá, de la maestra o la niñera.
También nosotros en la vida espiritual necesitamos una
ayuda para poder seguir, porque solos no podemos con todo. Entonces tenemos que
acudir al Papá (Dios) y a la Mamá (la Virgen), que nos ayuden a perseverar en
el bien. Tenemos que apoyarnos en la Maestra (la Iglesia), que con sus ayudas
sobrenaturales como son los sacramentos y los sacramentales, nos da fuerzas
para seguir en el camino. Y también debemos apoyarnos en la Niñera, es decir,
en nuestro Ángel Custodio, que no nos deja ni de día ni de noche y que no tiene
otra función más que ayudarnos a alcanzar el Cielo.
Con la ayuda de todos Ellos y la buena voluntad que
pongamos, saldremos victoriosos.
Tomado de santisimavirgen.com.ar
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando
veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su
desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que
estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que
no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto
está escrito.
»¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este
pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las
naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el
tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas;
y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de
las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que
vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y
entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.
Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque
se acerca vuestra liberación».
(Lc 21,20-28)
Comentario
Hoy al leer este santo Evangelio, ¿cómo no ver reflejado
el momento presente, cada vez más lleno de amenazas y más teñido de sangre? «En
la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las
olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán
sobre el mundo» (Lc 21,25b-26a). Muchas veces, se ha representado la segunda
venida del Señor con las imágenes más terroríficas posibles, como parece ser en
este Evangelio, siempre bajo el signo del miedo.
Sin embargo, ¿es éste el mensaje que hoy nos dirige el
Evangelio? Fijémonos en las últimas palabras: «Cuando empiecen a suceder estas
cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación»
(Lc 21,28). El núcleo del mensaje de estos últimos días del año litúrgico no es
el miedo, sino la esperanza de la futura liberación, es decir, la esperanza
completamente cristiana de alcanzar la plenitud de vida con el Señor, en la que
participarán también nuestro cuerpo y el mundo que nos rodea. Los
acontecimientos que se nos narran tan dramáticamente quieren indicar de modo
simbólico la participación de toda la creación en la segunda venida del Señor,
como ya participaron en la primera venida, especialmente en el momento de su
pasión, cuando se oscureció el cielo y tembló la tierra. La dimensión cósmica
no quedará abandonada al final de los tiempos, ya que es una dimensión que
acompaña al hombre desde que entró en el Paraíso.
La esperanza del cristiano no es engañosa, porque cuando
empiecen a suceder estas cosas —nos dice el Señor mismo— «entonces verán venir
al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 21,27). No vivamos
angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las
profundas palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados
ante el retorno del Señor, se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de
su Esposo?».
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de
Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Santoral Católico:
San Saturnino de Tolosa
Obispo y Mártir
La ciudad de Toulouse, en el Languedoc francés, muestra
con orgullo su magnífica e impresionante catedral —joya del románico— de
Saint-Sernin. Tiene cinco naves, vasto crucero y un coro deambulatorio con
capillas radiadas. San Saturnino —nuestro conocido y tantas veces cantado
Sanserenín de las canciones y juegos infantiles— fue el primer obispo de esta
parte de la Iglesia.
No se conoce nada anterior a su muerte. Todo lo que nos
ha llegado es producto del deseo de ejemplarizar rellenando con la imaginación
y la fantasía lo que la historia no es capaz de decir. A partir de unos relatos
probables se suman otros y otros más que lo van adornando como descendiente de
familia romana — el nombre es diminutivo del dios romano Saturno— culta, adinerada,
noble e incluso regia hasta llegar a las afirmaciones de Cesareo de Arlés que,
nada respetuoso con la cronología, lo presenta candorosamente como oriundo de
Oriente, uno más de los discípulos del Señor, bautizado por Juan Bautista,
presente en la última Cena y en Pentecostés. Ciertamente es el comienzo de la
literatura legendaria.
Lo que consta es que la figura está enmarcada en el siglo
III, en tiempos de la dominación romana, después de haberse publicado, en el
año 250, los edictos persecutorios de Decio, cuando la zona geográfica de
Tolosa cuenta con una pequeña comunidad cristiana pastoreada por el obispo
Saturnino que por no caer en idolatría, quemando incienso a los dioses, sufre
el martirio de una manera suficientemente cruel para que el hecho trascienda
los límites locales y la figura del mártir comience a recibir culto en el
interior de las Galias, en la ribera mediterránea y pase también los Pirineos
hacia España.
En tiempos posteriores, facilita la extensión de esta
devoción el hecho de que el reino visigodo se prolongue hasta España lo que
conlleva el transporte de datos culturales; también el peregrinaje desde toda
Europa a la tumba el Apóstol Santiago en Compostela hace que los andariegos
regresen expandiendo hacia el continente la devoción saturniniana, al ser
Tolosa un punto de referencia clásico en las peregrinaciones, y con ello los
peregrinos entran en contacto con las reliquias del mártir.
El martirologio romano hace su relación escueta en estos
términos: "En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue
detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto
de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo,
entregó su digna alma a Cristo".
Los relatos siguientes lo presentan atado con cuerdas a
un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta
dejarlo muerto y destrozado. Dos valientes cristianas —Les Saintes-Puelles—
recogen su cuerpo y lo entierran cerca de la ruta de Aquitania.
El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su
antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que
destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI,
la consagró en papa Urbano II el año 1096 para que, en el 1258, el obispo
Raimundo de Falgar depositara en su coro los restos de san Saturnino.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
"Se necesitan dos años para aprender a hablar
y sesenta para aprender a callar"
Ernest Hemingway
Tema del día:
La búsqueda de Dios
Época trágica la nuestra. Esta generación ha conocido dos
horribles guerras mundiales y está a las puertas de un conflicto aún más
trágico, un conflicto tan cruel que hasta los más interesados en provocarlo se
detienen espantados, ante el pensamiento de las ruinas que acarreará. La
literatura que expresa nuestro siglo es una literatura apocalíptica, testimonio
de un mundo atormentado hasta la locura.
¡Cuántos, en nuestro siglo, si no locos, se sienten
inquietos, desconcertados, tristes, profundamente solos en el vasto mundo
superpoblado, pero sin que la naturaleza ni los hombres hablen de nada a su
espíritu, ni les den un mensaje de consuelo! ¿Por qué? Porque Dios está ausente
de nuestro siglo. Muchas definiciones se pueden dar de nuestra época: edad del
maquinismo, del relativismo, del confort. Mejor se diría una sociedad de la que
Dios está ausente.
Los grandes ídolos de nuestro tiempo son el dinero, la
salud, el placer, la comodidad: lo que sirve al hombre. Y si pensamos en Dios, siempre
hacemos de Él un medio al servicio del hombre: le pedimos cuentas, juzgamos sus
actos, y nos quejamos cuando no satisface nuestros caprichos. Dios en sí mismo
parece no interesarnos. La contemplación está olvidada, la adoración y alabanza
es poco comprendida. El criterio de la eficacia, el rendimiento, la utilidad,
funda los juicios de valor. No se comprende el acto gratuito, desinteresado,
del que nada hay que esperar económicamente.
Hasta los cristianos, a fuerza de respirar esta
atmósfera, estamos impregnados de materialismo, de materialismo práctico.
Confesamos a Dios con los labios, pero nuestra vida de cada día está lejos de
Él. Nos absorben las mil ocupaciones.
Nuestra vida de cada día es pagana. En ella no hay
oración, ni estudio del dogma, ni tiempo para practicar la caridad o para
defender la justicia. La vida de muchos de nosotros ¿no es, acaso, un absoluto
vacío? ¿No leemos los mismos libros, asistimos a los mismos espectáculos,
emitimos los mismos juicios sobre la vida y sobre los acontecimientos, sobre el
divorcio, limitación de nacimientos, anulación de matrimonios, los mismos
juicios que los ateos? Todo lo que es propio del cristiano: conciencia, fe
religiosa, espíritu de sacrificio, apostolado, es ignorado y aun denigrado: nos
parece superfluo. La mayoría lleva una vida puramente material, de la cual la
muerte es el término final. ¡Cuántos bautizados lloran delante de una tumba
como los que no tienen esperanza!
La inmensa amargura del alma contemporánea, su pesimismo,
su soledad... las neurosis y hasta la locura, tan frecuentes en nuestro siglo,
¿no son el fruto de un mundo que ha perdido a Dios? Ya bien lo decía San
Agustín: "Nos creaste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto
hasta que descanse en ti".
Felizmente, el alma humana no puede vivir sin Dios.
Espontáneamente lo busca, aun en manifestaciones objetivamente desviadas. En el
hambre y sed de justicia que devora muchos espíritus, en el deseo de grandeza,
en el espíritu de fraternidad universal, está latente el deseo de Dios. La
Iglesia Católica desde su origen, más aún, desde su precursor, el Pueblo
prometido, no es sino la afirmación nítida, resuelta, de su creencia en Dios.
Por confesarlo, murieron muchos en el Antiguo Testamento; por ser fiel al
mensaje de su Padre, murió Jesús; y después de Él, por confesar un Dios Uno y
Trino cuyo Hijo ha habitado entre nosotros, han muerto millones de mártires:
desde Esteban y los que como antorchas iluminaban los jardines de Nerón, hasta
los que en nuestros días mueren en Rusia, en Checoslovaquia, en Yugoslavia;
ayer en Japón, en España y en Méjico, han dado su sangre por Él. A otros no se
les ha pedido este testimonio supremo, pero en su vida de cada día lo afirman
valientemente: Religiosos que abandonan el mundo para consagrarse a la oración;
religiosas que unen su vida de obreras, en la fábrica, a una profunda vida
contemplativa; universitarios animados de un serio espíritu de oración;
obreros, como los de la JOC, que son ya más de un millón en el mundo, para los
cuales la plegaria parece algo connatural; y junto a ellos, sabios, sabios que
se precian de su calidad de cristianos. Hay grupos selectos que buscan a Dios
con toda su alma y cuya voluntad es el supremo anhelo de sus vidas.
Y cuando lo han hallado, su vida descansa como en una
roca inconmovible; su espíritu reposa en la paternidad divina, como el niño en
los brazos de su madre (cf. Sal 130). Cuando Dios ha sido hallado, el espíritu
comprende que lo único grande que existe es Él. Frente a Dios, todo se
desvanece: cuanto a Dios no interesa se hace indiferente. Las decisiones
realmente importantes y definitivas son las que yacen en Él.
Al que ha encontrado a Dios acontece lo que al que ama
por primera vez: corre, vuela, se siente transportado; todas sus dudas están en
la superficie, en lo hondo de su ser reina la paz. No le importa ni mucho ni
poco cuál sea su situación, ni si escucha o no sus oraciones. Lo único
importante es: Dios está presente. Dios es Dios. Ante este hecho, calla su
corazón y reposa.
En el alma de este repatriado hay dolor y felicidad al
mismo tiempo. Dios es a la vez su paz y su inquietud. En Él descansa, pero no
puede permanecer un momento inmóvil. Tiene que descansar andando; tiene que
guarecerse en la inquietud. Cada día se alza Dios ante él como un llamado, como
un deber, como dicha próxima no alcanzada.
El que halla a Dios se siente buscado por Dios, como
perseguido por Él, y en Él descansa, como en un vasto y tibio mar. Esta
búsqueda de Dios sólo es posible en esta vida, y esta vida sólo toma sentido
por esa misma búsqueda. Dios aparece siempre y en todas partes, y en ningún
lado se le halla. Lo oímos en las crujientes olas, y sin embargo calla. En
todas partes nos sale al encuentro y nunca podremos captarlo; pero un día
cesará la búsqueda y será el definitivo encuentro. Cuando hemos hallado a Dios,
todos los bienes de este mundo están hallados y poseídos.
El llamado de Dios, que es el hilo conductor de una
existencia sana y santa, no es otra cosa que el canto que desde las colinas
eternas desciende dulce y rugiente, melodioso y cortante. Llegará un día en que
veremos que Dios fue la canción que meció nuestras vidas. ¡Señor, haznos dignos
de escuchar ese llamado y de seguirlo fielmente!
Fuente: Recursos católicos
Nuevo artículo
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pensamientos sanadores
Pide a Dios no ser ingrato con quienes te han hecho el
bien
Cuando alguien se haya ocupado de ti de algún modo…;
cuando te hayan tratado con amor…; cuando te hayan hecho algún servicio…;
cuando te hayan ayudado…; ten pensamientos bondadosos y un corazón agradecido,
y demuestra tu gratitud con palabras y gestos, pero también con hechos
concretos.
Dice la liturgia de las horas: no basta con dar las
gracias, sin dar lo que las merece, a fuerza de gratitudes, se vuelve la tierra
estéril.
El pecado de la ingratitud de un corazón desagradecido
vuelve estéril la vida del espíritu y las buenas relaciones.
Por lo tanto, no es suficiente con dar las gracias,
aunque ya es un paso. Hay que pedirle a Dios los dones del amor y de la
gratitud, los cuales son como dos caras de una misma moneda; y asumir el
compromiso de justicia retributiva, haciendo el bien a quien nos lo ha hecho. Y
haciéndolo en el momento oportuno, no sea que luego sea demasiado tarde.
En esto todos
reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a
los otros. Juan 13, 35.
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén
La Festividad de San Miguel Arcángel se celebra el 29 de
Setiembre.
Pero igualmente es una práctica muy recomendada el rezar
esta oración
todos los días a la finalización de la Santa Misa.
Y también en estos tiempos para pedir por el Santo Padre
y por la santidad de todos los sacerdotes del mundo.
En "Pequeñas Semillitas" la publicaremos los
días 29 de cada mes.
Mes de María
Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se
desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María,
pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el
hemisferio norte.
Día veintitrés
(29/NOV): Jesús entre nosotros
CONSIDERACIÓN. – La Santísima Virgen tenía la felicidad
de vivir aquí abajo, en la dulce sociedad de Jesús, y se consideraba bien feliz
de poder recoger cada una de sus palabras.
Si no nos es dado verlo, como Ella, con los ojos del cuerpo,
la fe nos muestra al divino Maestro viviendo y habitando en medio de nosotros;
pues, como Él ha dicho a sus apóstoles, no nos ha dejado, absolutamente,
huérfanos, al ascender a los cielos, sino que ha quedado entre los hombres,
escondiéndose bajo los velos eucarísticos. Él reside, no sólo en las magníficas
catedrales del mundo católico, sino hasta en las más pobres iglesias de
nuestras aldeas. El tabernáculo es la humilde morada que ha escogido aquí
abajo. Día y noche está pronto a oír, a escuchar nuestras súplicas y nosotros
pensamos apenas acercarnos a adorarle y exponerle nuestros pedidos y
necesidades.
Encontraríamos junto a Jesús tan bueno y tan poderoso, la
fuerza para soportar las pruebas de la vida, el ánimo para triunfar de nuestras
pasiones y tentaciones diarias.
Vayamos, pues, seguido al pie del altar. Nuestro Maestro
es el mejor y el más tierno de los amigos. Él quiere que le hablemos con una
confianza verdaderamente filial.
Jamás rechaza a sus hijos, aun cuando éstos sean
culpables, y no pide más que una cosa: que se conviertan y vuelvan a Él.
EJEMPLO. – El santo cura de Ars, gustaba contar el buen
ejemplo que daba un paisano, quien, dejando a las puertas de la iglesia sus
instrumentos de trabajo, a la tarde, al volver del campo, pasaba largas horas
en presencia del Tabernáculo.
-¿Qué dices al Señor en todo ese tiempo? -le preguntó un
día.
-No le digo nada, respondió el paisano, yo lo veo y Él me
ve.
Bella y sublime respuesta, aun más tocante en el lenguaje
de ese simple cristiano.
¡Yo lo advierto y Él me advierte!
Había, añade el señor abate de Vianney, en la mirada que
iba y venía del corazón del servidor al Corazón del Maestro, un cambio de
inefables sentimientos. Ver a Dios y ser visto por Él, es ya la eternidad, es
la corona, es la patria!...
PLEGARIA DE SAN BUENAVENTURA. - ¡Oh María! Virgen de una
dulzura inalterable, más dulce que la miel y que la luz más suave, paloma
purísima, jamás un mínimo de hiel hubo en vuestro corazón. Madre de benignidad,
rechazad lejos de nosotros, os lo suplicamos, todo aquello que pueda imprimir
una mancha en nuestra conciencia.
RESOLUCIÓN. – Recurriré a Dios en las dificultades que
encontrare.
JACULATORIA. – Madre amable, rogad por nosotros.
Fuente: www.santisimavirgen.com.ar
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Leda, de Victoria, Entre Ríos,
Argentina, que está embarazada y es de muy alto riesgo, para que protegida por
María y bendecida por Jesús, pueda llevar la gestación a feliz término.
Pedimos oración por Boris E. (41 años), Ontario, Canadá,
para que Dios Padre Uno y Trino junto con la Virgencita lo protejan en su viaje
a Costa Rica, que emprende hoy, regresando el 2 de diciembre próximo. Su manto
lo cubra y proteja en todo momento. Amén.
Pedimos oración por Julio P. B., de Montevideo, Uruguay,
que está amenazado por la enfermedad (pólipos múltiples en todo el intestino) y
tal vez tenga que ser intervenido quirúrgicamente ante el riesgo de que se
transformen en cáncer. Lo ponemos en las manos sanadoras de Jesús, para que si
es Su Voluntad, la enfermedad retroceda y no sea necesario someterlo a una
operación invasiva que deje deteriorada su calidad de vida.
Pedimos oración por Vicente M., de San Salvador, El
Salvador, quien hace poco ha sido diagnosticado con cáncer en los pulmones y en
el día de hoy comienza su tratamiento de quimioterapia. Posteriormente, le
harán radiación. Que Jesús Misericordioso le acompañe y le ayude a superar la
enfermedad. Y que María acompañe a toda la familia en esta dura prueba.
Pedimos oración por el señor Trinidad M., que vive en Harlingen,
Texas, USA, y se encuentra gravemente enfermo, por lo que ya le han hecho
varias cirugías y la semana próxima una más. Que Jesús, con su amor y
misericordia, le conceda lo mejor y alivie su sufrimiento.
Pedimos oración por Sor Nilda R., que vive en Arecibo,
P.R., para que el Espíritu Santo la ilumine, la asista en todo momento y la
cubra con sus dones.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
El triunfo del amor
“Serás corona de adorno en la mano del Señor y tiara real
en la palma de tu Dios. No se dirá de ti jamás abandonada, ni de tu tierra se
dirá jamás desolada… porque el Señor se complacerá en ti” (Is 62, 3-4) Las
palabras del profeta dirigidas a Jerusalén, se aplican también a la Iglesia,
por la que Cristo se dio a si mismo amándola como a esposa y la Iglesia a toda
alma elevada por Dios a la unión mística con él. En el estado de unión total la
vida del alma no es otra cosa que un intensísimo ejercicio de amor llevado al
grado más alto: la criatura, como explica San Juan de la Cruz, se encuentra
empeñada en él con todas sus fuerzas: “el entendimiento, en entender las cosas
que son más de su servicio para hacerlas, y su voluntad en amar todo lo que a
Dios agrada y en todas las cosas aficionar la voluntad de Dios, y la memoria y
el cuidado de lo que es de su servicio y lo que más le ha de agradar”.
En la criatura elevada a la unión total con Dios, el amor
domina sobre todo y lo resume todo; es la atmósfera en que vive, es su
respiración, su vida. En ella “todo se mueve por amor y en el amor” (J. C. C
18, 8). Amor en sentido pleno, según lo pidió Jesús a sus discípulos, o sea
amor a Dios y amor al prójimo. El amor no sería perfecto si no reflejase el
movimiento de la caridad divina con la que Dios se ama a sí mismo y ama a los
hombres. San Juan de la Cruz advierte que uno de los frutos más preciosos de
las pruebas purificadoras es justamente una delicada caridad fraterna. Habiendo
experimentado largamente su miseria, ni aun por primer movimiento le parece que
va mejor que los otros, ni que los lleva ventaja…
La unión con Dios no hace a nadie frío o indiferente para
con el prójimo u olvidarse de las necesidades ajenas, antes al contrario hace
más firma y verdadera la unión fraterna. Este fue el objeto de la oración
sacerdotal de Cristo: “que sean uno como nosotros somos uno, yo en ellos y tú
en mí, para que sean perfectamente uno” (Jn 17, 22-23). Cuanto más unidos a
Dios estén los fieles, más unidos han de estar entre sí, siendo “perfectamente
uno”. Amor puro de Dios y amor puro de los hermanos, sin búsqueda alguna de sí
mismo, ni de gozo espiritual, ni de ventajas humanas; el que ha llegado a esta
altura, se preocupa sólo de la única cosa necesaria: amar como ama Dios. Un
poquito de este puro amor, dice San Juan de la Cruz, “es más precioso… y más
provecho hace a la Iglesia… que todas esas otras obras juntas” (C 29, 2). La
criatura que lo posee es más apostólica que nunca, es decir, su vida es
sumamente fecunda para la salvación de los hermanos y para el incremento de la
Iglesia, aunque no esté empleada en actividades externas.
¡Oh encendido amor,
que con tus amorosos movimientos regaladamente estás glorificándome según la
mayor capacidad y fuerza de mi alma, es a saber, dándome inteligencia divina
según toda la habilidad y capacidad de mi entendimiento, y comunicándome el
amor según la mayor fuerza de mi voluntad, y deleitándome en la sustancia del
alma con el torrente de tu deleite en tu divino contacto y junta sustancial
según la mayor pureza de mi sustancia y capacidad y anchura de mi memoria…! ¡Oh
pues, tú, toque delicado, Verbo Hijo de Dios, que por la delicadeza de tu ser
divino penetras sutilmente la sustancia de mi alma, y tocándola delicadamente,
en ti la absorbes toda en divinos modos de deleites y suavidades nunca oídas en
la tierra…! ¡Oh, pues, mucho y en grande manera mucho delicado toque del Verbo,
para mí tanto más cuanto, habiendo trastornado los montes y quebrantado las
piedras en el monte Horeb con la sombra de tu poder y fuerza que iba delante,
te diste más suave y fuertemente a sentir al profeta en silbo de aire delicado!
(San Juan de la Cruz)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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