PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1868 ~ Domingo
11 de Noviembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
El contraste entre las dos escenas no puede ser más
fuerte. En la primera, Jesús pone a la gente en guardia frente a los dirigentes
religiosos: "¡Cuidado con los letrados!", su comportamiento puede
hacer mucho daño. En la segunda, llama a sus discípulos para que tomen nota del
gesto de una viuda pobre: la gente sencilla les podrá enseñar a vivir el
Evangelio.
Es sorprendente el lenguaje duro y certero que emplea
Jesús para desenmascarar la falsa religiosidad de los escribas. No puede
soportar su vanidad y su afán de ostentación. Buscan vestir de modo especial y
ser saludados con reverencia para sobresalir sobre los demás, imponerse y
dominar. La religión les sirve para alimentar fatuidad. Hacen "largos
rezos" para impresionar. No crean comunidad, pues se colocan por encima de
todos. En el fondo, solo piensan en sí mismos. Viven aprovechándose de las
personas débiles a las que deberían servir.
En la segunda escena, Jesús está sentado enfrente del
arca de las ofrendas. Muchos ricos van echando cantidades importantes: son los
que sostienen el Templo. De pronto se acerca una mujer. Jesús observa que echa
dos moneditas de cobre. Es una viuda pobre, maltratada por la vida, sola y sin
recursos. Probablemente vive mendigando junto al Templo. Conmovido, Jesús llama
rápidamente a sus discípulos. No han de olvidar el gesto de esta mujer, pues,
aunque está pasando necesidad, "ha echado todo lo que tenía para
vivir". Mientras los letrados viven aprovechándose de la religión, esta
mujer se desprende de todo por los demás, confiando totalmente en Dios.
También hoy, tantas mujeres y hombres de fe sencilla y
corazón generoso son lo mejor que tenemos en la Iglesia. No escriben libros ni
pronuncian sermones, pero son los que mantienen vivo entre nosotros el
Evangelio de Jesús. De ellos hemos de aprender todos.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su
predicación: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje,
ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y
los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas
so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa».
Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo
echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho.
Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del
as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta
viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues
todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que
necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir».
(Mt 25,1-13)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos presenta a Cristo como Maestro, y
nos habla del desprendimiento que hemos de vivir. Un desprendimiento, en primer
lugar, del honor o reconocimiento propios, que a veces vamos buscando:
«Guardaos de (…) ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en
las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes» (cf. Mc 12,38-39). En
este sentido, Jesús nos previene del mal ejemplo de los escribas.
Desprendimiento, en segundo lugar, de las cosas
materiales. Jesucristo alaba a la viuda pobre, a la vez que lamenta la falsedad
de otros: «Todos han echado de lo que les sobraba, ésta [la viuda], en cambio,
ha echado de lo que necesitaba» (Mc 12,44).
Quien no vive el desprendimiento de los bienes temporales
vive lleno del propio yo, y no puede amar. En tal estado del alma no hay “espacio”
para los demás: ni compasión, ni misericordia, ni atención para con el prójimo.
Los santos nos dan ejemplo. He aquí un hecho de la vida
de san Pío X, cuando todavía era obispo de Mantua. Un comerciante escribió
calumnias contra el obispo. Muchos amigos suyos le aconsejaron denunciar
judicialmente al calumniador, pero el futuro Papa les respondió: «Ese pobre
hombre necesita más la oración que el castigo». No lo acusó, sino que rezó por
él.
Pero no todo terminó ahí, sino que —después de un tiempo—
al dicho comerciante le fue mal en los negocios, y se declaró en bancarrota.
Todos los acreedores se le echaron encima, y se quedó sin nada. Sólo una
persona vino en su ayuda: fue el mismo obispo de Mantua quien, anónimamente,
hizo enviar un sobre con dinero al comerciante, haciéndole saber que aquel
dinero venía de la Señora más Misericordiosa, es decir, de la Virgen del
Perpetuo Socorro.
¿Vivo realmente el desprendimiento de las realidades
terrenales? ¿Está mi corazón vacío de cosas? ¿Puede mi corazón ver las
necesidades de los demás? «El programa del cristiano —el programa de Jesús— es
un “corazón que ve”» (Benedicto XVI).
Pbro. José MARTÍNEZ Colín (Culiacán, México)
Santoral Católico:
San Martín de Tours
Obispo
Martín de Tours es uno de aquellos hombres que han hecho
hablar de sí a muchas generaciones por haber sido protagonista de episodios
aptos para despertar la fantasía popular. Es frecuente la narración del
episodio de San Martín que, cabalgando envuelto en su amplio manto de guardia
imperial, encontró a un pobre que tiritaba de frío, con gesto generoso cortó su
manto y le dio la mitad al pobre. Por la noche, en sueños, vio a Jesús envuelto
en la mitad de su manto, sonriéndole agradecido.
Martín, hijo de un tribuno romano, nació en Sabaria, en
Panonia, hacia el 315. A los quince años ya vestía el uniforme militar. El
episodio del manto hay que colocarlo en este periodo, porque a los 18 años
recibió el bautismo y abandonó la milicia para seguir a San Hilario de
Poitiers, su maestro. Después de un breve noviciado de vida eremítica en la
Isle Galinaria, Martín fundo dos monasterios: Ligugé, el más antiguo de Europa,
y Marmoutier, que se convertiría en un gran centro de vida religiosa.
Después del paréntesis contemplativo, siguió el activo:
Martín, elegido obispo de Tours, se convirtió en el grande evangelizador de
Francia. Había sido, como se dice, soldado sin quererlo, monje por elección y
obispo por deber. En los 27 años de vida episcopal se ganó el amor entusiasta
de los pobres, de los necesitados y de cuantos sufrían injusticias, pero no era
bien visto por los de su clero que querían vivir tranquilamente. De hecho fue
acusado por un sacerdote llamado Bricio. Su respuesta fue proverbial: “¿Si
Cristo soportó a Judas, por qué no debería yo soportar a Bricio?”
Murió el 8 de noviembre del 397 en Candes, durante una
visita pastoral. Sus funerales, que tuvieron lugar tres días después, fueron
una verdadera apoteosis; en ese día, el 11, se conmemora su memoria. Se puede
considerar como el primer santo no mártir con fiesta litúrgica. Esa fecha quedó
también como punto de referencia en los contratos de arrendamientos, de
terrenos, de compraventas, en el mundo agrícola: “el nuevo vino se bebe en San
Martín”, se dice todavía hoy en muchas regiones de Italia y de Francia.
La mitad del manto que – según la leyenda – San Martín
compartió con el pobre de Amiens, se conserva celosamente en una capilla. Al
custodio de la capilla se llama “capellán”, porque es el protector de la “capa”
del Obispo de Tours.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“Quien se acerca a Jesús
con el corazón libre de prejuicios
puede llega sin grandes dificultades a la fe,
porque es el mismo Jesús
quien en primer lugar lo ha visto y lo ha amado”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Darse con amor
Jesús estaba con sus discípulos en el templo de
Jerusalén. Eran los días anteriores a su pasión y muerte y quería recalcar
algunas enseñanzas que muchas veces les había dado en aquellos años. Una muy
importante era el que no fuesen como los fariseos, que aparentaban por fuera lo
que no eran por dentro. Querían aparentar muy religiosos; pero la verdadera
religión es el trato íntimo con Dios desde el corazón.
Parecido a los fariseos eran los escribas o letrados.
Algunos eran del grupo de los fariseos y eran quienes entendían más de la
Escritura y debían enseñarla al pueblo. Ahora Jesús una vez más les dice a los
apóstoles que tengan cuidado para no parecerse a los letrados, pues les gusta
que les alaben, buscan los primeros puestos; pero hacen algo desagradable a
Dios, pues se aprovechan del poco dinero de las viudas con motivo de largos
rezos. Jesús habla de las viudas, como podría hablar de los pobres y
desamparados, pues eran las más desamparadas de todos. En aquel tiempo no había
seguridades sociales y sí mucha injusticia; y las viudas que no tenían ya
amparo de ningún varón, estaban desamparadas. Pero las había agradables a Dios.
Jesús quiere dar la lección de una manera práctica. Y
para eso van donde están las vasijas o cajas donde la gente deposita sus
limosnas para el templo. La gente va dejando el dinero y algunos ricos dejan
bastante. Pero llega una pobre viuda y deja dos moneditas. Seguro que sonarían
mucho menos que las grandes monedas de los ricos; pero resonaron fuertemente en
el corazón de Jesús. Y les da la lección a los apóstoles: “esta pobre viuda es
la que más ha echado”. Dios no juzga como nosotros por los hechos externos.
Dios conoce el fondo de nuestro corazón. Por eso suele pasar que algunos actos
externos de religión, hechos al parecer con mucha perfección, no valgan para
Dios, si esa persona busca sólo recibir honores y premios terrenos.
Eso es cierto, como otras veces lo enseña Jesús. Hoy aquí
les da a los apóstoles otra razón de porqué agrada a Dios esa limosna de la
viuda: “Porque los demás han dado de lo que les sobra, pero la viuda ha dado lo
que necesitaba para vivir”. Dar lo que se necesita para vivir es como dar la
vida. Y esto es amor. A ella se le pueden aplicar las palabras de Jesús: “El
que entrega su propia vida por el Evangelio, la salvará”. Este es el verdadero
culto: la entrega de nuestro corazón, de la vida al Señor.
En la primera lectura de hoy se nos da otro ejemplo de
una viuda. El profeta Elías estaba huyendo de las amenazas del rey y llegó a
Sarepta en tiempos de mucha hambre y sed; pero encontró a una viuda que recogía
un poco de leña para hacer el último pan. Le pidió un vaso de agua y un pan.
Porque le hablaba de Dios, la viuda se lo dio al profeta, aun quedándose sin
nada. Dios se lo premió con creces. Pero hacemos una reflexión. Dios no le
llenó hasta arriba la vasija de aceite, sino que la fue conservando según las
necesidades. Si nosotros le damos al Señor nuestra vida, El la irá conservando,
quizá no haciendo cosas espectaculares, sino en la vida ordinaria.
Aquella viuda del evangelio no podía dar gracias a Dios
por las riquezas, pero lo que tenía lo consideraba un don de Dios y se ponía en
sus manos con fe y confianza. No se necesitan grandes cosas en lo humano para
agradar a Dios, si no tenemos grandes cosas. Por eso es más fácil servir a Dios
en la pobreza que en la riqueza. Es bueno recordar a la Virgen María. No
conocemos que hiciera grandes cosas externas, como a veces conocemos en la vida
de algunos santos. Pero es la más santa de todos, porque supo entregar
constantemente su vida al Señor. Lo especial fue su amor.
Alguno puede decir que quizá la donación de aquella viuda
sirvió para vanidades externas de algún jefe del templo. Lo cierto es que Dios
ve que ella lo da para la honra de Dios, para que otros le alaben. Si luego
alguno desbarata ese dinero, mayor juicio condenatorio tendrá. Hoy es día para
pensar si nosotros damos a Dios no sólo bienes externos, sino tiempo y
disponibilidad para la mayor gloria de Dios.
Padre Silverio Velasco (España)
Nuevo video y artículo
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"Juan Pablo
II inolvidable"
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Pensamientos sanadores
Trabajando con Jesús el jardín del propio corazón
En el jardín de tu alma hay plantas que producen hermosas
flores y frutos de dones y virtudes, las cuales no sólo alegran tu vida, sino
que también sirven de consuelo y ayuda para quienes te rodean.
Pero en ese jardín también hay malezas que ocupan un
lugar muy valioso en la tierra de tu alma, hacen que ésta se desgaste inútilmente
y producen cardos y espinas.
Esas malezas, si las dejas crecer despreocupadamente,
seguirán echando raíces cada día más profundas por lo cual será más difícil
arrancarlas.
Decídete hoy, a permitirle al Divino jardinero que
trabaje intensamente la tierra de tu corazón.
Él sabe qué sector de tu vida necesita ser desmalezado y
dónde ha de plantar las divinas semillas de nuevos dones y virtudes.
(…) Sus almas serán
como un jardín bien regado y no volverán a desfallecer. Entonces la joven
danzará alegremente, los jóvenes y los viejos se regocijarán; yo cambiaré su
duelo en alegría, los alegraré y los consolaré de su aflicción. Jeremías 31,
12-13.
Mes de María
Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se
desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María,
pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el
hemisferio norte.
Día quinto
(11/NOV): Dios es nuestro Maestro
CONSIDERACIÓN. – La Santa Virgen se llama a sí misma la
sirvienta del Señor; Ella lo reconoce asimismo por su Maestro y el más grande
elogio que puede hacerse de los santos, es decir, que ellos también son los
servidores del Señor.
Comprended bien el sentido de esta palabra: el servidor,
no se pertenece; su tiempo, su trabajo, sus esfuerzos, todo es de su amo; si es
dedicado y fiel, toma tan a pecho los intereses de aquel a quien sirve, que los
cuida como a los suyos propios.
Nosotros pertenecemos a Dios, que nos ha creado, que nos
ha redimido por la sangre de su Hijo. Estamos en la tierra para servirle; es
decir, para cumplir los mandamientos que nos ha dado, trabajar para la gloria y
para la salvación de nuestros hermanos y la nuestra. ¡Ay! ¡cuántos hombres han
repetido en el fondo de su corazón y por sus acciones la espantosa palabra de Satán:
“Non serviam”, “yo no serviré” y corrido así, a su propia condenación!
En cuanto a nosotros, imitemos a María, estimémonos
felices de servir a un Dios bueno. En la observancia de sus leyes,
encontraremos la paz aquí abajo y después de nuestra muerte, la felicidad que
es la recompensa.
EJEMPLO. – San Vicente de Paúl vivía siempre en presencia
de Dios, su Señor y Maestro. En el instante de iniciar algún trabajo, repetía
según el Apóstol: Señor, ¿qué quieres que haga? y se aplicaba con gran cuidado
a discernir las manifestaciones de la naturaleza de las inspiraciones de la
gracia, a fin de descubrir cuál era la voluntad de Dios para cumplirla. También
decía que la perfecta conformidad a la voluntad de Dios, es el mejor modo de
triunfar de toda especie de tentación, de purificarse de las diferentes
imperfecciones y de conservar la paz del corazón.
PLEGARIA. – Hazme comprender, ¡oh Virgen María! cuán
feliz soy por haber sido llamado al servicio del Rey de los reyes, del Señor de
los señores, y qué gloria es para mí, pobre criatura, pertenecerle y poder
aspirar a la felicidad de habitar en la casa de mi Amo, por los siglos de los
siglos. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Me glorificaré de estar al servicio de
Dios.
JACULATORIA. – Madre del Creador, rogad por nosotros.
Fuente: www.santisimavirgen.com.ar
Nunca nos olvidemos de
agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde Bogotá, Colombia, nos agradecen las oraciones
hechas en favor de Jefferson Samir G. F. que tenía que pasar una prueba para entrar
a un nuevo trabajo y lo ha hecho exitosamente por lo que ha sido admitido. Su
familia da gracias a Dios y pide que el Espíritu Santo lo ilumine para que
pueda desarrollar una gran carrera laboral.
Liliana, de Argentina, expresa su agradecimiento a Dios
por todos los favores concedidos y también agradece a todos los que han estado
en oración por ella y su familia.
Desde Guatemala, Hugo Waldemar R. C., da gracias a Dios y
a la Santísima Virgen María por la milagrosa operación en su espalda, efectuada
hace justo un mes, y que a su edad (85) lo ha dejado en muy buenas condiciones
y sin dolor alguno.
Ana María C. agradece a Dios y a las personas que rezaron
por la operación de cataratas de su esposo Carlos, ya que tanto la cirugía como
la recuperación posterior han sido excelentes. Damos gracias a Dios.
Desde El Salvador, Bania agradece a Dios por su infinita
Misericordia ya que la cirugía de su esposo Nelson A. ha salido muy bien y se
encuentra en recuperación favorable. Nos sumamos a la plegaria de acción de
gracias.
"Intimidad Divina"
Domingo XXXII del Tiempo Ordinario
De las lecturas de hoy emergen dos figuras femeninas, dos
viudas pobres, notables por su fe y generosidad. La primera (1ª lectura: 1 Re
17, 10-16) es una mujer de Sarepta de buena posición, pero reducida a la
miseria por la sequía y el hambre. Con todo, a la demanda del profeta Elías no
sólo le da agua para beber, sino hasta el pan que había hecho con el último
puñado de harina que le quedaba y que estaba destinado para ella y para su
hijo. A pesar de ser pagana, demuestra una fe sorprendente en la palabra del
profeta que le asegura de parte del Dios de Israel: “La orza de harina no se
vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe
la lluvia sobre la tierra” (ib 14). Bajo esta promesa cede su pan. Un pan no es
gran cosa, pero es mucho, o mejor, lo es todo cuando es el único sustento; para
darlo entonces a otro hace falta una generosidad nada común.
Un gesto semejante, narrado por el Evangelio (Mc 12, 38-44),
fue sorprendido por Jesús mientras observaba a la gente que echaba dinero en el
tesoro del templo. Entre los ricos que “echaban en cantidad”, se esconde una
viuda que deja caer “dos moneditas” (ib 42). Nadie la nota, pero Jesús
mostrándola a los discípulos les dice “Esa pobre viuda ha echado en el cepillo
más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que
pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir” (ib 43-44). Dios no
mira la cuantía del don, sino el corazón y la situación del que da. La viuda
que por amor suyo se priva de todo lo que tiene, da mucho más que los ricos que
ofrecen grandes sumas sin sustraer nada a su comodidad. Su gesto no tiene
explicación sin una fe inmensa, mayor aún que la de la mujer de Sarepta, porque
no se apoya en la promesa de un profeta, sino únicamente en Dios y obra sin más
móvil que el de servirle con todo el corazón.
Tal conducta está en contraste estridente con la de los
escribas y doctores de la ley, que Jesús había condenado… Ellos habían hecho de
la religión un pedestal para sus ambiciones y en lugar de tutelar la causa de
los débiles e indefensos, se aprovechaban de su autoridad y doctrina para
depredar sus bienes… Si el hombre no es profundamente recto y sincero, puede
llegar a servirse de la religión para sus intereses egoístas. La verdadera
religión es servir a Dios con pureza de corazón y honrarlo “en espíritu y en
verdad” (Jn 4, 24). Es también servir a Dios en el prójimo con una caridad que
no calcula lo que da a base de lo que le sobra, sino de la necesidad del otro.
La limosna no es cristiana si no es donación de sí, y el don de sí es imposible
sin sacrificio, sin renuncia, sin privarse de algo. El modelo supremo será
siempre Jesús, el cual vino al mundo para dar la vida a los hombres, “para
destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo” (Hb 9, 24-28). El cristiano
salvado por este sacrificio deba participar en él con la entrega de sí mismo
para la salvación temporal y eterna de los hermanos.
Tú, Señor, trajiste
del cielo el suave maná y el dulce alimento de la caridad, que tiene en sí tal
vigor que hace soportar cualquier suplicio; y así lo hemos visto por
experiencia, primero en ti, dulce Maestro nuestro, Señor y guía, y luego en tus
santos. ¡Oh, cuántas cosas han hecho y soportado ellos con gran paciencia con
ese tu amor infundido en sus corazones, del que quedaban tan encendidos y
unidos contigo que ningún tormento los podía separar de ti! No hay camino ni
más corto ni mejor, ni más seguro para nuestra salvación que este vestido
nupcial y dulce de la caridad, la cual da tanta confianza y tanto vigor al
alma, que ésta se presenta a ti sin ningún temor. Y al contrario, si se
encuentra desnuda de caridad al tiempo de la muerte, queda tan abyecta y vil
que se iría a cualquier otro lugar, triste y malo cuando se quiera, para o
comparecer ante la divina presencia. Y con razón, pues siento tú, oh Dios,
sencillo y puro, no puedes recibir en ti nada que no sea puro y sencillo amor.
(Santa Catalina de Génova, Diálogo)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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