PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1864 ~
Miércoles 7 de Noviembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Cualquiera sea mi edad, cada día es una oportunidad de
renacer a una vida de felicidad y amor, de celebrar mi creciente conciencia de
la verdad.
¡Feliz cumpleaños a mi nuevo yo! No necesito esperar que
sea mi cumpleaños para celebrar la vida. Mi existencia está tan llena de
bendiciones que todos los días doy gracias a Dios:
Gracias, Dios, por la vida divina, que me da energía y
restaura mi salud, al circular por todo mi cuerpo.
Gracias por la luz divina, que refulge en mí y en los que
amo. Tu luz me indica el camino.
Gracias por las ilimitadas bendiciones de mi vida, por el
orden de mis asuntos y la paz de mi corazón.
Gracias, Dios, por la oportunidad de llegar a ser todo lo
que soy capaz de ser y que sólo es posible por Tu voluntad y por Tu amor.
Gracias, Dios…
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, caminaba con Jesús mucha gente, y
volviéndose les dijo: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su
madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su
propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos
de mí, no puede ser discípulo mío.
»Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una
torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para
acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar,
todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar
y no pudo terminar’. O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se
sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene
contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una
embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de
vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
(Lc 14,25-33)
Comentario
Hoy contemplamos a Jesús en camino hacia Jerusalén. Allí
entregará su vida para la salvación del mundo. «En aquel tiempo, caminaba con
Jesús mucha gente» (Lc 14,25): los discípulos, al andar con Jesús que les
precede, deben aprender a ser hombres nuevos. Ésta es la finalidad de las
instrucciones que el Señor expone y propone a quienes le siguen en su ascensión
a la “Ciudad de la paz”.
Discípulo significa “seguidor”. Seguir las huellas del
Maestro, ser como Él, pensar como Él, vivir como Él... El discípulo convive con
el Maestro y le acompaña. El Señor enseña con hechos y palabras. Han visto
claramente la actitud de Cristo entre el Absoluto y lo relativo. Han oído de su
boca muchas veces que Dios es el primer valor de la existencia. Han admirado la
relación entre Jesús y el Padre celestial. Han visto la dignidad y la confianza
con la que oraba al Padre. Han admirado su pobreza radical.
Hoy el Señor nos habla en términos claros. El auténtico
discípulo ha de amar con todo su corazón y toda su alma a nuestro Señor
Jesucristo, por encima de todo vínculo, incluso del más íntimo: «Si alguno
viene donde mí y no odia (…) hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío»
(Lc 14,26-27). Él ocupa el primer lugar en la vida del seguidor. Dice san
Agustín: «Respondamos al padre y a la madre: ‘Yo os amo en Cristo, no en lugar
de Cristo’». El seguimiento precede incluso al amor por la propia vida. Seguir
a Jesús, al fin y al cabo, comporta abrazar la cruz. Sin cruz no hay discípulo.
La llamada evangélica exhorta a la prudencia, es decir, a
la virtud que dirige la actuación adecuada. Quien quiere construir una torre
debe calcular si podrá afrontar el presupuesto. El rey que ha de combatir
decide si va a la guerra o pide la paz después de considerar el número de
soldados de que dispone. Quien quiere ser discípulo del Señor ha de renunciar a
todos sus bienes. ¡La renuncia será la mejor apuesta!
Rev. D. Joan GUITERAS i Vilanova (Barcelona, España)
Santoral Católico:
María Medianera de todas las
Gracias
El 21 de enero de 1921 durante el pontificado de
Benedicto XV la Iglesia aprobó la correspondiente Misa y el Oficio Divino de
María, Medianera de todas las Gracias. Algunos meses más tarde, la Legión de
María comenzó su existencia como manera de vivir esta verdad sobre
¿Que significa decir que María es la Medianera para decir
que evidentemente María es la Medianera de todas las Gracias?
En primer lugar, todas las Gracias vienen a través de
María porque Jesucristo, El Salvador del mundo, viene a través de ella. No hay
mayor Gracia aparte de Jesús, el Hijo del Dios; en el plan del Dios, él viene a
nosotros a través de María. Obviamente Dios habría podido hacer algo totalmente
diferente pero él decidió ligar por toda la eternidad a Jesús y a María
inseparablemente en la Encarnación. Santo Tomas enseña que en el diálogo entre
María y el Arcángel Gabriel ella representa a toda la humanidad. Dios busca su
cooperación en nombre de toda la humanidad. María respondió con un absoluto
“sí” al Plan de Dios para nuestra redención y es así como vemos el principio de
su cuidado maternal universal, para con nosotros.
Sería difícil exagerar el gran vínculo entre Jesús y
María durante esos meses en que Él vivió en su matriz y corazón. Humanamente
hablando, Él quería ser totalmente dependiente de su Madre. Dios nos invita a
que compartamos todos los misterios de Cristo y ése incluye el misterio
profundo de su vida en María. Nunca comprenderemos completamente la intimidad
entre Jesús y María. Es María quien garantiza la realidad profunda de la
Encarnación. Es la maternidad Divina en última instancia, la llave para
entender la mediación universal de la gracia a través de María.
Además, tenemos que agregar, que la mediación universal
de María, es totalmente dependiente de la mediación de Jesús, está subordinada
a ella, no la complementa, no es como si algo faltara en la mediación de Jesús.
No compite con su mediación, ni la obscurece, ni la disminuye. La mediación de
María, no es una alternativa a la mediación de Jesús sino que es una
manifestación y un fruto encantador de ella. La mediación de María nos dispone
y nos conduce inmediatamente a Jesús. No tiene ningún otro propósito.
En segundo lugar, todas las gracias vienen a nosotros a
través de María porque su intercesión es un preámbulo a todas las gracias. En
los evangelios de Mateo y de Lucas, se hace énfasis en el nacimiento de Jesús a
través de María y el Poder del Espíritu Santo. Ella al decir “sí” a la
totalidad del Plan de Dios para la Salvación, se convierte en clave del
desarrollo de la infancia. En el evangelio de Juan vemos también la mediación
intercesora de María, en las Bodas de Cana, Juan nos recuerda como la oración
de intercesión de María influye en el comienzo del ministerio público de
Nuestro Señor.
Entonces en el acto de redentor de la Cruz, Nuestro Señor
nos confía a cada uno de nosotros a su Madre. “Aquí está tu madre”… pone a
María en el centro de la mediación de todas las gracias de la Redención. Es un
gran acto de desprendimiento por parte de Jesús.
No es simplemente una cuestión de sentimentalismo o de
hacer un cierto arreglo doméstico para María. Es una proclamación solemne de
Jesús, del Hijo Eterno de Dios y del Hijo de María en el momento más importante
de la Historia de la Salvación del mundo. San Juan pone a María al lado de
Jesús cuando él comienza su vida apostólica pública y otra vez a su lado en la
'hora', sublime del acto de la redención.
Se ha denotado que solamente existen dos conversaciones
registradas entre María y Jesús en el nuevo testamento. En ambos, Jesús
responde a la petición de su madre. En el primer episodio, María la dice a
Jesús de la gran preocupación que experimentan ella y José al buscarlo y no
encontrarlo. Entonces Jesús expresa una cierta sorpresa y entonces conforme a
su petición vuelve a casa con ellos.
En Cana, María dice simplemente 'se ha acabado el vino' y
después de una cierta vacilación evidente, Jesús responde a su petición.
Estamos invitados a compartir el misterio del amor y de la obediencia de Jesús
hacia su madre. Él no puede negarle nada, del mismo modo que ella no puede
pedir nada, que no esté en armonía con su voluntad.
Expresamos nuestra fe en María como Medianera de todas
las gracias en nuestras oraciones. Sobretodo rogamos por las gracias que
necesitamos para cumplir la misión para la cual estamos aquí en este mundo y
especialmente en el momento de nuestra muerte.
Santa María, Madre
de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de muestra muerte.
Fr. Bede McGregor, O.P.
La frase de hoy
“Honrar a María,
es la manera más perfecta
de honrar a Jesús,
puesto que María es la forma de encontrar
nuestro único objetivo que es Jesús”
San Luis María de Montfort
En el Año de la Fe:
Credo Niceno-Constantinopolitano
El Credo de la Iglesia que se llama el Credo
Niceno-Constantinopolitano fue escrito formalmente durante el Primer Concilio
Ecuménico en Nicea (en el año 325) y durante el Segundo Concilio Ecuménico en
la Ciudad de Constantinopla (año 381).
El símbolo niceno o símbolo de la fe es una declaración
dogmática de los contenidos de la fe cristiana promulgada en el Concilio de
Nicea I (325). El objeto del credo niceno fue consensuar una definición de los
dogmas de la fe cristiana, impedida hasta entonces por la escasa
institucionalización y las fuertes variantes regionales. El principal
adversario de la doctrina nicena fue el arrianismo, corriente teológica
liderada por el sacerdote nor-africano Arrio quien no quiso aceptar que
Jesucristo era Dios mismo (concepto de Trinidad) como propuso interpretar el
teólogo Tertuliano en el Concilio de Nicea I; otros problemas teológicos, en
especial trinitarios, no se resolverían hasta el Primer Concilio de
Constantinopla, cuando el carácter divino del Espíritu Santo se afirmó
definitivamente.
El credo resume los principios básicos de la fe ortodoxa
de una manera relativamente sencilla, con la intención de proporcionar un
recurso para memorizarlos y proclamarlos a los fieles. Implícitamente condena
los errores más difundidos, como medio para identificar las posibles
disidencias; modificaciones posteriores del credo buscarían dar mayor precisión
a la definición de las herejías contemporáneas.
Una versión ligeramente modificada dictada en el Concilio
de Constantinopla I (381) se denomina símbolo niceno constantinopolitano, que
surgió por la necesidad de la Iglesia de establecer claramente todo aquello en
lo que debe creer cualquier bautizado. Además se establece para tener una referencia
en contra de las ideas heréticas que surgían a cada momento.
El credo niceno, símbolo de la fe, es aceptado por la
Iglesia Católica, las iglesias ortodoxas, la anglicana, y la mayoría de las
iglesias protestantes, y representó la última versión del contenido teológico
del cristianismo en la que ortodoxos y católicos se mostraron de acuerdo, un
consenso que se rompería con la introducción en el IV Concilio de Toledo de 587
de la llamada "cláusula filioque".
Para la gran mayoría de las denominaciones cristianas, el
credo niceno constituye la base central e incontrovertible de la fe. La
profesión del mismo es parte de la celebración católica y ortodoxa de la misa,
y forma parte de la prédica de la mayoría de las iglesias protestantes; el
Acuerdo de Lausana de 1974 lo incluyó como base de la práctica evangélica.
Las denominaciones que rechazan en todo o en parte el
credo —entre ellas mormones, testigos de Jehová, arrianos y unitaristas— son
frecuentemente catalogadas por las otras de no cristianas, lo que ha provocado
agrias disputas y aún acciones legales en los Estados Unidos.
El Credo Niceno-Constantinopolitano dice así:
Creo en un solo
DIOS, PADRE todopoderoso,
Creador del cielo
y de la tierra,
de todo lo visible
y lo invisible.
Creo en un solo
Señor, JESUCRISTO,
Hijo único de
Dios,
nacido del Padre
antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz
de Luz.
Dios verdadero de
Dios verdadero,
engendrado, no
creado,
de la misma
naturaleza del Padre,
por quien todo fue
hecho;
que por nosotros
los hombres
y por nuestra
salvación, bajó del cielo;
y por obra del
Espíritu Santo
se encarnó de
María, la Virgen, y se hizo hombre.
Y por nuestra
causa fue crucificado
en tiempos de
Poncio Pilato;
padeció y fue
sepultado,
y resucitó al
tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a
la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá
con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no
tendrá fin.
Creo en el
ESPÍRITU SANTO,
Señor y dador de
vida,
que procede del Padre
y del Hijo,
que con el Padre y
el Hijo,
recibe una misma
adoración y gloria,
y que habló por
los profetas.
Creó la Iglesia,
que es una, santa,
católica y apostólica.
Confieso que hay
un solo bautismo
para el perdón de
los pecados.
Espero la
resurrección de los muertos
y la vida del
mundo futuro.
Amén.
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pensamientos sanadores
Imprégnate del aroma del Señor
Hay lugares, como los santuarios y monasterios, que
suelen estar impregnados de oración y amor.
Al llegar a estos lugares el poder del maligno disminuye,
pues la oración es como una campana protectora que frena considerablemente sus
flechas. De este modo se comienza a ver la vida bajo una nueva luz,
descubriendo cosas hermosas que antes no se apreciaban o puntos oscuros de la
personalidad que hay que transformar.
Esta impregnación de amor y oración también debería darse
en nuestros hogares, de manera tal que quienes entren en ellos puedan sentir
como las paredes y hasta los cimientos de tu casa irradian algo especial e
invitan a la paz, a la escucha y al encuentro con Jesús. Esta impregnación está
produciendo en este mismo momento, a medida que vas orando e invitas a Jesús y
a María para que entren en tu hogar.
Por lo demás,
fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder. Revístanse con la armadura
de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Efesios 6, 10-11.
Mes de María
Desde el 7 de Noviembre al 8 de Diciembre, se
desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María,
pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el
hemisferio norte.
Día primero
(7/Nov): María, nuestro Modelo
CONSIDERACIÓN. – La mejor manera de honrar a la Santísima
Virgen, es esforzarse en reproducir sus admirables virtudes, porque Ella es no
solamente nuestra Madre, sino también nuestro Modelo.
María se ha elevado a la santidad sublime que la
caracteriza, no por género de vida excepcional, sino cumpliendo perfectamente y
con espíritu de fe, cada uno de sus actos. Sui existencia ha sido,
exteriormente, simple y ordinaria: la observación de la ley divina: la práctica
de las virtudes de su estado, constituye toda su perfección. El camino que ha
seguido, es el que nosotros debemos seguir. Elevemos los ojos hacia Ella,
meditemos su conducta y apliquémonos a reproducir por nuestros sentimientos,
acciones, palabras, lo que admiramos en Ella; esforcémonos en dar cada día un
paso en esta imitación de nuestra Madre; éste es el modo más seguro de serle agradable.
“El alma de María es el espejo fiel donde se reflejan,
con toda su hermosura, las más sublimes virtudes”, dice San Ambrosio; que Ella
sea nuestro Modelo y la luz de todos nuestros pasos.
EJEMPLO. - Un
santo rey, gustaba ir, durante las noches de invierno, a visitar a Jesús, en la
soledad de su tabernáculo.
El vasallo que le seguía y que caminaba detrás, sobre la
nieve apenas hollada, temblaba de frío, tenía los pies lastimados y se quejaba
de las fatigas del camino. El príncipe le dijo: “Pon tus pies en las huellas de
mis pasos y te sentirás sensiblemente aliviado”.
El servidor así lo hizo y sintió pronto, que un dulce
calor lo fortificaba.
Caminemos sobre las huellas de la Santa Virgen, pongamos
nuestros pies en las marcas de sus pasos y siguiéndola, encontraremos fácil,
hasta atrayente, aquello que nos había parecido al principio imposible o
desagradable.
Si al calor de las virtudes de María nuestro corazón se
anima, se sentirá pronto abrasado por un ardor inextinguible a seguir las
huellas de un modelo tan hermoso, es decir, a imitarla.
PLEGARIA. - ¡Oh María! recibidme, os ruego, como hijo
vuestro; obtenedme la gracia de imitar vuestras virtudes, particularmente
vuestra humildad, dulzura, paciencia y amor a Dios. Alcanzadme una verdadera
devoción hacia Vos y hacia vuestro divino Hijo sin el cual, nada se puede;
enseñadme a soportar las cruces, las humillaciones, y todas las penas que Dios
guste enviarme; haced, en fin, que viviendo en la práctica de la virtud, pueda
morir en vuestros brazos y expirar pronunciando los nombres de Jesús, maría y
José. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Me aplicaré a imitar a la Santísima Virgen,
en todas mis acciones.
JACULATORIA. – Santa Madre de Dios, rogad por nosotros.
Fuente: www.santisimavirgen.com.ar
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Gloria Antonieta H. A., que busca una
oportunidad de trabajo en la Universidad de San Carlos de Guatemala, para que
María, Medianera de todas las Gracias, le conceda lo que tanto desea.
Pedimos oración por Nadir, de Buenos Aires, Argentina,
lectora de esta página, que está atravesando algunos problemas de salud por los
que está internada. Que la Virgen de Lourdes le ayude a superar esta situación
y permita que pronto esté nuevamente sana y en su casa.
Pedimos oración por la salud física, psíquica y
espiritual de Elsa, de Buenos Aires, Argentina, confiando en la misericordia
infinita de Jesús que habrá de concederle la gracia de la sanación.
Pedimos oración por las siguientes personas de Santa Fe,
Argentina: Elba Inés, 64 años, con muchos problemas en su matrimonio; Jorge
Alberto, 64 años, con cáncer en vejiga; Horacio, 81 años, muy grave, con
diagnóstico reservado; y Jorge Raúl, 50 años, con problemas cardiológicos y
presión alta. Que el Señor los bendiga, los proteja y les conceda los dones de
salud que cada uno necesita.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
Lo que hemos contemplado
Nadie puede ser verdadero apóstol si no está en situación
de testimoniar a Cristo a base de un conocimiento y de una experiencia personal
que en cierto modo le haya permitido “ver al Señor”. No se piense en visiones o
comunicaciones extraordinarias, como sucedió con Pablo en el camino de Damasco;
pero es indispensable ese conocimiento íntimo de Cristo que se funda en la fe y
en el amor que se dan en la contemplación. El apóstol debe hallar el tiempo –y
hay que saber sustraerlo a las charlas inútiles, a los pasatiempos o hasta al
descanso– para estar a diario, como María, a los pies del Maestro escuchando su
palabra. Sin esta comunión íntima con Cristo, ¿cómo podrá conocerlo y anunciarlo?
¿Cómo tendrá fuerza de convicción? Todo apóstol debería poder decir con San
Juan: “lo que contemplamos… acerca de la Palabra de vida… lo que hemos visto y
oído, os lo anunciamos” (1 Jn 1, 1-3).
Cuando afirma el Concilio que los sacerdotes deben subir
“a una mayor santidad” mediante los cuidados, las tribulaciones y hasta los
peligros del apostolado, les indica el camino: “alimentando y fomentando su
acción en la abundancia de la contemplación” (LG 41). Para que la contemplación
no sea una palabra vacía o un sinónimo de ilusiones fantásticas, se precisa
empeñarse fielmente en la oración personal. Si la celebración de la Eucaristía
y los otros sacramentos son la cumbre de la comunión con Dios, pues lo hacen
particularmente presente al cristiano, es necesario que esa comunión sea vivida
conscientemente. El apóstol deseoso de conocer al Señor y sediento de intimidad
con él, no se deja envolver por la actividad, sino que la ordena de modo que
pueda dedicar cada día un tiempo suficiente a la oración personal, recordando
el aviso de Jesús: “te afanas y preocupas por muchas cosas; solo una es
necesaria” (Lc 10, 41).
La esencial, la única cosa necesaria para sí y para los
otros es la comunión íntima con Dios, sin la cual es imposible una auténtica
comunión de caridad con los hermanos y sin la cual las obras apostólicas se
reducen a pura actividad humana. Es cierto que en virtud de la ordenación
sagrada, el sacerdote, aunque no tenga una vida espiritual intensa y aun esté
privado de la gracia santificante, administra válidamente los sacramentos; pero
es también cierto que su palabra, su ejemplo y su actividad personales tendrán
bien poco influjo y eficacia. De todos modos, aun comunicando la gracia a los
demás, el ejercicio de por sí tan santo del ministerio, no le santificará a él.
Se impone, pues, a todo apóstol la necesidad de ser hombre de oración de modo
que llegue a la “abundancia de la contemplación para consuelo de toda la
Iglesia de Dios” (LG 41).
Oh Jesús, tú
quieres que el corazón de tu sacerdote está lleno de amor, como quieres que su
mente esté resplandeciente de verdad y de doctrina. Oh Jesús, dame el amor a
ti; un amor ardiente, vibrante y abierto a todas las efusiones de mística
intimidad que hacen tan atrayente el ejercicio de la piedad sacerdotal, de la
oración… a la cual poderse abandonar es delicia y manjar sabroso y sólido del
espíritu; es fuente perenne de ánimo, de consuelo en las dificultades, a veces
en las asperezas de la vida y del ministerio sacerdotal. Dame el amor a la
santa Iglesia y a las almas, en especial a las que han sido confiadas a mis
cuidados y a mis más sagradas responsabilidades; almas pertenecientes a todos
los estratos sociales; pero con particular interés y solicitud, las almas de
los pecadores, de los pobres de toda suerte… llevando a todo este conjunto de
relaciones la inspiración de la caridad evangélica. (Juan XXIII)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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