miércoles, 21 de noviembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1874


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1874 ~ Miércoles 21 de Noviembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Cada día es un tiempo de grandes posibilidades. Ante mí tengo muchas experiencias que me inspirarán en mi sendero ascendente de desarrollo y descubrimiento. Sabiendo esto, saludo con entusiasmo cada día con una actitud entusiasta de energía.
Cuando estoy entusiasmado, abrevo en una fuente de energía interior que promueve el cambio en mi cuerpo y en mi vida. La energía positiva generada por el entusiasmo mejora mi circulación y ayuda a devolver la salud a mi cuerpo.  Me inspira alegría y la incita a expresarse.
El entusiasmo por la vida hace aflorar la belleza que en otros tiempos no supe ver. Me abre los ojos a la belleza de todos y de todo. Cuando  encaro la vida con entusiasmo logro mis objetivos con facilidad y eficiencia.
Saludo a la vida con entusiasmo.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús estaba cerca de Jerusalén y añadió una parábola, pues los que le acompañaban creían que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: ‘Negociad hasta que vuelva’. Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: ‘No queremos que ése reine sobre nosotros’.
»Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: ‘Señor, tu mina ha producido diez minas’. Le respondió: ‘¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades’. Vino el segundo y dijo: ‘Tu mina, Señor, ha producido cinco minas’. Dijo a éste: ‘Ponte tú también al mando de cinco ciudades’. Vino el otro y dijo: ‘Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste’. Dícele: ‘Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses’.
»Y dijo a los presentes: ‘Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas’. Dijéronle: ‘Señor, tiene ya diez minas’. ‘Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí’». Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén.
(Lc 19,11-28)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos propone la parábola de las minas: una cantidad de dinero que aquel noble repartió entre sus siervos, antes de marchar de viaje. Primero, fijémonos en la ocasión que provoca la parábola de Jesús. Él iba “subiendo” a Jerusalén, donde le esperaba la pasión y la consiguiente resurrección. Los discípulos «creían que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro» (Lc 19,11). Es en estas circunstancias cuando Jesús propone esta parábola. Con ella, Jesús nos enseña que hemos de hacer rendir los dones y cualidades que Él nos ha dado, mejor dicho, que nos ha dejado a cada uno. No son “nuestros” de manera que podamos hacer con ellos lo que queramos. Él nos los ha dejado para que los hagamos rendir. Quienes han hecho rendir las minas —más o menos— son alabados y premiados por su Señor. Es el siervo perezoso, que guardó el dinero en un pañuelo sin hacerlo rendir, el que es reprendido y condenado.
El cristiano, pues, ha de esperar —¡claro está!— el regreso de su Señor, Jesús. Pero con dos condiciones, si se quiere que el encuentro sea amistoso. La primera es que aleje la curiosidad malsana de querer saber la hora de la solemne y victoriosa vuelta del Señor. Vendrá, dice en otro lugar, cuando menos lo pensemos. ¡Fuera, por tanto, especulaciones sobre esto! Esperamos con esperanza, pero en una espera confiada sin malsana curiosidad. La segunda es que no perdamos el tiempo. La espera del encuentro y del final gozoso no puede ser excusa para no tomarnos en serio el momento presente. Precisamente, porque la alegría y el gozo del encuentro final será tanto mejor cuanto mayor sea la aportación que cada uno haya hecho por la causa del reino en la vida presente.
No falta, tampoco aquí, la grave advertencia de Jesús a los que se rebelan contra Él: «Aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí» (Lc 19,27).
P. Pere SUÑER i Puig SJ (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Presentación de la Virgen María 
en el Templo


Esta fiesta arranca desde el lejano año 543. Fue el tiempo en que se dedicó una basílica a “La Virgen María la Nueva”. Se levantó en el mismo monte Sión en la explanada del Templo.

Las Iglesias orientales, muy sensibles ante las fiestas marianas, conmemoran este día la Entrada de María en el Templo para indicar que, aunque era purísima, no obstante, cumplía con los ritos antiguos de los judíos para no llamar la atención.

La liturgia bizantina la trata como "la fuente perpetuamente manante del amor, el templo espiritual de la santa gloria de Cristo Nuestro Señor".

En Occidente, se la presenta como el símbolo de la consagración que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida consciente.

Este episodio de la Virgen María no se encuentra en los cuatro evangelios. Sí que aparece, por el contrario, en un libro apócrifo, el “protoevangelio de Santiago”.

Pero, como siempre, quien manda es el pueblo cristiano. Desde siempre la espiritualidad y la piedad popular han estado marcadas y han subrayado la disponibilidad de María la Virgen ante los mandatos e insinuaciones mínimas del Señor Dios. Por eso, tanto en Occidente como en Oriente esta fiesta tuvo en seguida un éxito resonante entre todos los cristianos.

María estaba destinada a ser un templo vivo de la divinidad. Según este evangelio apócrifo, la escena no puede ser más sencilla:" Ana y Joaquín, en un acto de fe y de cortesía, quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta niña".

No pensaron una cosa mejor que consagrársela de por vida. Cuando tenía tres años, la llevaron al Templo, la cogió un sacerdote mediante unas palabras que recuerdan el Magnificat, el himno del Virgen María en acción de gracias por lo que el Señor había hecho con ella.


También hoy se celebra a 
patrona de Ecuador.


Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“No tenemos en nuestras manos las soluciones
para los problemas del mundo.
Pero frente a los problemas del mundo
tenemos nuestras manos.
Cuando el Dios de la historia venga
nos mirará las manos”

Mamerto Menapace


Tema del día:
Creo en Ti, Señor


Creo en Ti, Señor. Creo que existes, que vives, que eres amor. Creo que eres la misericordia infinita y que la manifiestas a raudales en tantos acontecimientos de nuestra vida.

Creo que eres el camino seguro que lleva al cielo, y que no hay otro. No hay otro cielo ni otro camino que lleve al mismo.

Creo que eres la verdad de la vida y de las cosas. Eres también la vida de todos los seres, eres mi vida... Vida plena, vida eterna...

Creo que has formado los cielos y la tierra, con todo su ornato. Si en Ti no creyera, todo sería destrucción, desorden, caos. Creo en Ti, Señor.

Crecer en la fe es crecer en el amor. Por eso, porque creo en Ti con toda mi mente, te amo con todo mi corazón. Creer es fiarse, es tomar la mano del amado y, sin soltarla, caminar juntos siempre, durante las horas de desierto y las horas de primavera.

Te gusta, Señor, que tengamos fe en Ti: "Tu fe te ha salvado", y te apena mucho nuestra falta de fe: "Hombres de apoca fe, ¿porqué habéis dudado?"

Quiero ser un hombre o una mujer que se fía de Ti totalmente, que camina por la vida no con la seguridad de sus pies o de su mente sino con la seguridad de su Dios.

1. Jesucristo, creo que eres el Hijo eterno del Padre

Creo en la Santísima Trinidad. La celebramos en su fiesta. Eres un Dios único pero en tres personas que son amor. Y creo que las tres personas habitan en mi alma por la gracia.
Tú eres el Hijo del Padre desde toda la eternidad, el hijo en el cual tiene el Padre todas sus complacencias. El Hijo enviado al mundo no para juzgarlo, sino para salvarlo.
Eres tan parecido al Padre. Nosotros debemos ser tan parecidos a Ti. No fuiste enviado por el Padre para condenarme, sino para salvarme. A mí y a cada uno de los hombres.
Pagaste un precio tremendo. Pagaste todo Tú para comprarme a mí. Hasta sin sangre en las venas te quedaste, sin vestidos, sin vida. Para salvarme a mí. Pues, ¿quién soy yo? Te quedaste infinitamente pobre, Tú que eras infinitamente rico.
Soy el precio de tu sangre, de tu muerte, de tus infinitas humillaciones. ¿Qué clase de amor es éste? ¿Puede un mendigo sentirse más feliz que yo? ¿Puede un encarcelado, prisionero de por vida experimentar más alegría que yo? ¿Puede un condenado al infierno sentirse más afortunado que yo? Pues soy un pobre hambriento convertido en rico, un encarcelado a quien han dado el indulto, un condenado al infierno liberado del eterno dolor.

2. Jesucristo, creo que eres el salvador de los hombres

Lo que implicó la salvación: Belén, Nazaret -ocultamiento perfecto-. La pasión y la Cruz -amor sin límites-
Belén, Nazaret, Jerusalén son ciudades que me recordarán eternamente el amor de mi Dios. En Belén nació por amor a mí en la máxima pobreza. Una cueva, un pesebre de amor. En Nazaret vivió por amor a mí en el ocultamiento perfecto. En Jerusalén sufrió la pasión y la muerte de un esclavo y de un "maldito" por amor a mí.
En esas ciudades me amó hasta el extremo mi Creador, mi Redentor. Siempre que te mire, veré el rostro y los ojos de mi Salvador, unos ojos que me miran con amor, con compasión y con inmensa esperanza. Siempre que piense en Ti, sentiré renacer la esperanza, porque eres Luz, Resurrección, Buen Pastor, Camino, Vedad y Vida.
Contigo siempre hay remedio, hay salida. Por tanto camino por la vida con la frente alta, el corazón alegre y paso seguro. Voy con Jesús, con el que prometió: "Yo estaré con vosotros todos los días, también hoy."

3. Jesucristo, creo que te encarnaste en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo.

Se puede decir que actuaste como si no fueras Dios durante treinta y tres años. Humillación total. Por amor.
Somos hermanitos de carne y hueso con la diferencia de que Tú eres Dios. Pero, para que no sintiéramos complejo frente a Ti, quisiste divinizarnos, convertirnos en pequeños dioses en el cielo.
Como todos los niños, como yo, estuviste encerrado en el seno de tu madre, creciendo día a día hasta que estuviste maduro para nacer. Lo mismo que yo, lo mismo que todos los niños.
Recién nacido eras como todos los bebés. La cosa más débil del mundo, Tú el Dios de los ejércitos. Quisiste sentir lo que siente un niño creciendo en el seño de su madre. Y a María le hiciste sentir tu presencia y tus movimientos.
Oh divino bebé, maravilloso niño que sobreviste al aborto. Hoy millones de niños no tienen la suerte que tuviste tú de nacer. Ten compasión de todos ellos y de sus mamás porque no saben lo que hacen.

4. Jesucristo, creo que padeciste y morirste en la cruz para redimirnos de nuestros pecados.

Y tengo que decir como san Pablo: Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Me amaste y te entregaste por mí en la cruz.
Amor escrito con sangre. Para que no me quedaran dudas de que me amas. "Si fuera necesario para salvarte, volvería a sufrir de buena gana por ti solo todo lo que sufrí por el mundo entero"... Palabras dichas por Ti a una santa. Cuanto amor, cuánto dolor. Cuánto dolor, cuanto amor. Por mí.
Pordiosero miserable, condenado al infierno, todo esto y más he sido. Pero de todo esto me ha librado Jesús. A costa de tormentos, salivazos, flagelos, espinas y humillaciones he sido arrancado del infierno que era mi lugar merecido.
La eternidad no será suficiente para agradecer, para amar, para bendecir y adorar a la persona que mizo tanto bien. Con Pablo digo y diré: "Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de mi Salvador."
¿Será tan difícil amar entrañablemente a un ser que tanto amor me ha demostrado? ¿Podré negar yo, criatura miserable, algo a mi Dios Omnipotente, sobre todo en el amor?

5. Jesucristo, creo que resucitaste al tercer día.

Recuperaste tu divinidad. Te enterraron como hombre y resucitaste como Hombre-Dios glorificado. Y ya la muerte no podrá dominarte jamás. Vives eternamente en el cielo para interceder por nosotros ante el Padre.
Con san Pablo afirmamos: Cristo ha resucitado. Ahí se apoya nuestra fe y nuestra religión triunfadora. La religión de un Dios-Hombre que se dejó vencer y humillar hasta un grado inaudito para resucitar y vencer tan solo tres días después a todos sus enemigos de un solo golpe.
El fundador de nuestra religión es un gran triunfador. Seguimos a un Caudillo que nos lleva a la victoria segura. "Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". Un optimismo radical debe prevalecer en muestra vida en medio de las tormentas del mundo moderno.
De los fundadores de religiones -que son numerosos- sólo uno vive resucitado, habiendo vencido a la muerte. Los demás son un puñado más de polvo que hay dentro de la Tierra.
Al resucitar con tu cuerpo humano nos has confirmado que nosotros, de manera semejante y a su tiempo, resucitaremos contigo para vivir eternamente contigo felices en el cielo. Así como creo en tu resurrección, creo también en la mía.

6. Jesucristo, creo que estás sentado a la derecha del Padre.

Es decir, tu Humanidad ha sido glorificada y está junto a Dios. Eres un Dios Hombre para siempre con una humanidad glorificada y, como eres hombre, nos has elevado hasta el trono de Dios, buscando hacernos semejantes a Ti.
Todo lo ha puesto Dios bajo tus pies. Eres el rey del universo no sólo como Dios sino también como hombre. Pero al mismo tiempo has elevado a la naturaleza humana hasta el trono de Dios, la has divinizado.
Tu amor va mucho más allá de lo que pidiéramos imaginar o anhelar. La frase "seréis como dioses" se realizará. San Juan lo confirma: "Seremos semejantes a Él porque lo verismos al cual es." ¿Qué mas podías hacer por nosotros, por mí?
Por eso, el no corresponder a tanto amor, el dar la espalda a semejante bondad representa una ingratitud tan grande como el universo. Aún desconozco la altura, la anchura y la profundidad de semejante amor. Si yo conociera, si yo creyera en semejante amor...

Autor: P Mariano de Blas LC - Fuente: Catholic.net - Imagen: Google


Nuevo video y artículo

Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:


Pensamientos sanadores


Pide la gracia de tener, con Dios, un corazón agradecido

Dedica cada día un buen tiempo para reflexionar sobre cuántas cosas buenas y hermosas te ha dado, y aun hoy, Dios te sigue concediendo.
Luego, agradece cada una de ellas, alábalo por su bondad y su gratitud, entonces estarás obrando con justicia, abriendo tu corazón para la alegría y predisponiendo al cielo para otorgarte nuevas gracias.
El enemigo del espíritu agradecido es el acostumbramiento, el orgullo y la rutina.
Hay quienes piensan que Dios tiene la obligación de proporcionarles la salud, el trabajo, el afecto de quienes nos rodean y todas las cosas necesarias para la vida. En realidad, a Dios le encanta bendecirnos con toda clase de bienes, especialmente cuando nos dejamos sorprender por su amor.
Abre tu corazón y, por medio de todos los dones creados, percibe la presencia y la majestad del Creador de todo, que está junto a ti.

En efecto, habiendo conocido a Dios no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde. Por el contrario, se extraviaron en varios razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad. Romanos 1, 21.


Mes de María


Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María, pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el hemisferio norte.

Día Quince (21/NOV): De la ayuda que debemos al prójimo

CONSIDERACIÓN. – La Santísima Virgen se nos aparece como un admirable tipo de bondad y caridad: Ella es la salvación de los desgraciados, salud de los enfermos, refugio de los pecadores; nosotros mezclamos su nombre a todos nuestros dolores; cuando sufrimos, vamos a Ella y cuando somos desgraciados, buscamos un asilo en su maternal protección, puesto que es compasiva y nos ama.
¡Si pudiéramos imitarla en las relaciones con nuestro prójimo! El género humano es una gran familia de la cual Dios es el Padre y basta que nos apartemos de ese punto del amor al prójimo sin preguntarnos de qué modo debemos probárselo.
El Divino Maestro se ha encargado de indicarnos el carácter especial:
“Vosotros lo amaréis –dice- como a vosotros mismos”. Es decir, que debemos amarle y procurarle, en cuanto podamos, el bien que deseamos para nuestra propia persona. Y sin embargo ¡ay! el egoísmo reina sobre la tierra y lo encontramos aún en los cristianos.
Se busca el interés propio, todo se refiere a uno mismo, sin inquietarse por los otros. Somos insensibles a las penas de los demás, sino no nos tocan personalmente.
Dios ha querido la desigualdad en las condiciones humanas. Hay entre nosotros ricos y pobres, todos hijos de Dios y hermanos en Nuestro Señor. Los que poseen bienes terrenales, deben ayudar a aquellos que están en la miseria. La limosna es un gran deber, que olvidamos demasiado fácilmente.
El ejercicio de la caridad, es siempre fácil a los verdaderos cristianos. “Si tenéis mucho, dad mucho; si tenéis poco, dad poco, porque es el corazón quien da precio a las cosas”, añade San Ambrosio. El Señor, recompensando esta bella virtud de la caridad, mirará menos el valor del don, que la pureza de la intención.
Que en todas las cosas, esta palabra de la Escritura: “Haz al prójimo lo que deseas que te sea hecho” sea la regla de nuestra conducta, para con nuestros semejantes.

EJEMPLO. – Cuando San Luis abandonó la Palestina para volver a Francia, se embarcó en una nave que chocó contra unas rocas, con tanta violencia, que perdió tres toesas de la quilla.
Se instó al Monarca a descender, para trasbordar.
San Luis, rehusó diciendo: “Estos que se hallan aquí aman tanto sus vidas, como yo amo la mía; si yo descendiera, ellos descenderían también y no encontrando un buque para recibirlos, quedarían expuestos a mil peligros. Me gustaría más, poner en manos de Dios mi vida, la de la reina y de mis hijos, que causar tan gran daño a tan valerosas personas.

PLEGARIA DE SAN GERMÁN. - ¡Oh María! tened piedad de mí. Vos, la Madre de mi Dios, que tenéis tanto amor para los humanos, concededme todo esto que te pido. Vos, que sois nuestra defensa y nuestra alegría, hacedme digo de gozar en vuestra presencia, de esa felicidad que gozáis en el cielo. Así sea.

RESOLUCIÓN. – No haré a mi prójimo, aquello que no desearía, me hiciesen a mí mismo.

JACULATORIA. – María, Auxilio de los cristianos, rogad por nosotros.



Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración y apoyo para la labor que realiza la Fundación Sube Conmigo, de la ciudad de Córdoba, Argentina, que acompaña a personas privadas de la libertad, tratando de que logren una plena reinserción social. Rezamos por la conversión de todos los hermanos con los que trabajan, y para que puedan integrarse felizmente a sus familias y concretar todos sus proyectos. Más información (en Facebook) clic acá.

Pedimos oración por Lucía, una bebé de dos meses, quien reside en Toluca, México, y sufre una infección intestinal y presenta alergias que no le han permitido nutrirse adecuadamente. También por la salud física y espiritual de sus padres, Laura y Rodolfo. Que la Sagrada Familia les inspire y que Jesús Misericordioso sane a los tres.

Pedimos oración por Enrique Fabián, que vive en México D.F., y tiene tres semanas delicado de salud, grave, para que el Señor lo ayude a sanar ya que su esposa depende absolutamente de él pues sufre de demencia senil.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


"Intimidad Divina"

El corazón nuevo

“Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados de todas vuestras manchas… Yo os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo” (Ez 36, 25-26). Esta gran promesa hecha a Israel se cumple plenamente en las criaturas que, abandonándose del todo a la acción purificadora del Espíritu Santo, salen con un corazón renovado en el agua pura de la gracia y en la llama viva del amor. Característica inconfundible de este corazón nuevo es la humildad profunda, que lo libra de todo vestigio de orgullo y de vanagloria. El amor, mejor que cualquier razonamiento, permite intuir lo digno que es Dios de ser amado y honrado con dedicación absoluta; el hombre presa de él pierde toda presunción y, por mucho que haga por el Señor, se siente siempre siervo inútil y como nada delante de él. La señal inconfundible de los progresos en el amor y en la contemplación es la luz que disipa las tinieblas engañosas del orgullo y deja al hombre profundamente convencido de su nada y capaz de vivir en la humildad que es verdad.

“No temas –dice el Señor–, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío” (Is 43, 1). Aunque consciente de su miseria e indignidad y como atónita en presencia de la santidad de Dios, advierte la criatura que él la llama, la invita, quiere introducirla en su intimidad. No está aún perfeccionada en amor… y tiende con todas sus fuerzas a la comunión perfecta con Dios. El corazón nuevo que el Espíritu Santo va plasmando en ella es humilde, pero también osado. Humilde por su dignidad, que conoce perfectamente, pero osada por el amor que llamea en ella y por la invitación que Dios mismo le dirige atrayéndola secretamente a sí, el alma osa aspirar al bien sumo de la unión divina.

Es humilde en su audaz deseo, porque sabe que no merece tan alto don, pero osada, porque comprende que Dios mismo se lo quiere dar. El amor de Dios le ha salido al paso, haciéndola semejante a él por creación y por gracia; esa divina semejanza está diciendo justamente el deseo de Dios de unirla a sí y a la vez el fundamento de dicha unión. Dios ha creado al hombre semejante a sí, para unirlo consigo por el amor; y el Hijo del hombre se ha inmolado y ha orado para que esa unión en la Iglesia, su Esposa, se realice con todo hombre: “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros” (Jn 17,21). Que lo sean todos los creyentes, unidos entre sí por la misma caridad que los una a Dios; que lo sea cada uno en una relación personal de amor y de “comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn 1, 3).

Señor, te doy posesión de mí misma, pues no sé qué hacer de mí, como no sea un infierno y por mí sola, Señor, quisiera hacer este trueque contigo: yo pondré este mi ser maligno en tus manos, porque tú sólo lo puedes ocultar en tu bondad y dirigirme de modo que de la servidumbre de mí misma no se vea ya cosa alguna, y tú me darás la posesión de tu amor esplendoroso que extinga en mi todo otro amor y me aniquile toda en ti mismo, y luego, manteniéndome ocupada en ti, ninguna otra cosa tenga ni tiempo ni lugar de estar conmigo. (Santa Catalina de Génova, Diálogo)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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