PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3617 ~ Domingo 1 de Abril de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cristo
vive. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que
murió en la Cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las
tinieblas, del dolor y de la angustia.
El
día del triunfo del Señor, de su Resurrección, es definitivo. ¿Dónde están los
soldados que había puesto la autoridad? ¿Dónde están los sellos, que habían
colocado sobre la piedra del sepulcro? ¿Dónde están los que condenaron al
Maestro? ¿Dónde están los que crucificaron a Jesús?... Ante su victoria, se produce
la gran huida de los pobres miserables. Llénate de esperanza: Jesucristo vence
siempre.
Jesús
es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no
abandona a los suyos. ¿Puede la mujer olvidarse del fruto de su vientre, no
compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidare, yo no me
olvidaré de ti, había prometido. Y ha cumplido su promesa. Dios sigue teniendo
sus delicias entre los hijos de los hombres (cfr Prv 8, 31).
La
tarea no es fácil. Pero contamos con una guía clara, con una realidad de la que
no debemos ni podemos prescindir: somos amados por Dios, y dejaremos que el
Espíritu Santo actúe en nosotros y nos purifique, para poder así abrazarnos al
Hijo de Dios en la Cruz, resucitando luego con Él, porque la alegría de la
Resurrección está enraizada en la Cruz.
San Josemaría Escrivá
¡Buenos días!
La Eucaristía fuente de luz y sanación
La
Eucaristía es fuente de luz y amor para los que se acercan a Jesús vivo.
También es fuente de salud. La hermana Briege McKenna tiene un maravilloso
ministerio de sanación de enfermos. Ella nos cuenta algunos de estos milagros
en su libro “Los milagros sí ocurren”.
Un ejemplo:
Dice: Un día me telefoneó un sacerdote muy
angustiado. Acababa de saber que tenía cáncer en las cuerdas vocales y que,
dentro de tres semanas, le extirparían la laringe. Me dijo que estaba
desesperado, había sido ordenado apenas hacía seis años. Al orar con él, sentí
que el Señor quería que yo le hablara de la Eucaristía. Le dije: “Padre, yo
puedo orar por usted ahora por teléfono y lo haré. Pero ¿esta mañana no tuvo un
encuentro con Jesús? ¿No se encuentra con él cada día? Padre, cada día, cuando
celebra la misa, cuando toma la hostia sagrada, usted se encuentra con Jesús.
¿Se da cuenta de que Jesús pasa a través de su garganta? No hay nadie mejor a
quien ir sino a Jesús. Pídale a Jesús que lo sane”. Lo oí llorar por teléfono.
Y se despidió dándome las gracias. Tres semanas después, fue al hospital para
ser operado.
Me
llamó más tarde para decirme que la cirugía no se realizó. Los médicos
descubrieron que el cáncer había desaparecido y que sus cuerdas vocales estaban
como nuevas. Nunca conocí su nombre. Pero un año después, supe que antes de su
enfermedad, había dejado de celebrar la misa diaria, excepto los domingos. Él
tomaba la misa muy a la ligera. Y Dios usó esta experiencia del cáncer para
transformar su vida. En adelante la Misa fue su encuentro diario con Jesús
vivo.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
El
primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando
todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y
llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les
dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».
Salieron
Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos
juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó
primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en
el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino
plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que
había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no
habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los
muertos. (Jn
20,1-9)
Comentario:
Hoy
«es el día que hizo el Señor», iremos cantando a lo largo de toda la Pascua. Y
es que esta expresión del Salmo 117 inunda la celebración de la fe cristiana.
El Padre ha resucitado a su Hijo Jesucristo, el Amado, Aquél en quien se
complace porque ha amado hasta dar su vida por todos.
Vivamos
la Pascua con mucha alegría. Cristo ha resucitado: celebrémoslo llenos de
alegría y de amor. Hoy, Jesucristo ha vencido a la muerte, al pecado, a la
tristeza... y nos ha abierto las puertas de la nueva vida, la auténtica vida,
la que el Espíritu Santo va dándonos por pura gracia. ¡Que nadie esté triste!
Cristo es nuestra Paz y nuestro Camino para siempre. Él hoy «manifiesta
plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre su altísima vocación»
(Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22).
El
gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío.
Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha
resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo
experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío
en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes
señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro
discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó» (Jn 20,8).
Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana de amortajar
y aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la
nueva vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente
con pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» (Jn 20,2) se guiaba
por el amor que había recibido de Cristo.
“Ver
y creer” de los discípulos que han de ser también los nuestros. Renovemos
nuestra fe pascual. Que Cristo sea en todo nuestro Señor. Dejemos que su Vida
vivifique a la nuestra y renovemos la gracia del bautismo que hemos recibido.
Hagámonos apóstoles y discípulos suyos. Guiémonos por el amor y anunciemos a
todo el mundo la felicidad de creer en Jesucristo. Seamos testigos esperanzados
de su Resurrección.
Mons. Joan Enric VIVES i Sicília Obispo de Urgell
(Lleida, España)
Palabras de San Juan Pablo II
"Después
de que Jesús es colocado en el Sepulcro, María Santísima es la Única que
mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y
sorprendente de la Resurrección. La espera que vive la Madre del Señor el
Sábado Santo constituye uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad
que envuelve el universo, Ella confía plenamente en el Dios de la vida y,
recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas
divinas"
Predicación del Evangelio:
Cristo ha resucitado
Evangelio
significa Buena Noticia. Hoy se nos da la mejor de las noticias: Cristo ha
resucitado. Si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vana, descansaría
en el vacío y en la muerte. Pero Cristo resucitó y nuestra fe se acrecienta en
la esperanza de que nosotros también un día podemos resucitar y entrar en la
vida definitiva. Proclamar la Resurrección es anunciar que la muerte está
vencida, que la muerte no es el final.
Nadie
fue testigo del momento de la resurrección del Señor, porque no fue un hecho
físico y sensible como el de levantarse del sepulcro para vivir la vida de
antes. Fue un hecho estrictamente sobrenatural. Los apóstoles no vieron el
hecho transformante, pero fueron testigos de los efectos: Vieron a Jesús, le
palparon, y este acontecimiento les trasformó totalmente la vida. Hay personas
que quizá piensen que la resurrección de Jesús fue como un revivir, como fue lo
de Lázaro, la hija de Jairo o el joven de Naín. En ese caso después tendría que
volver a morir. Lo de Jesús fue un paso adelante hacia otra vida superior,
hacia una vida para siempre, una vida que será para nosotros.
Hoy
lo primero que se nos pide es un acto de fe: creemos que Cristo resucitó, que
vive entre nosotros. Si Cristo resucitó es porque vive para nosotros y en
nosotros. La Resurrección del Señor no es un acto que pasó. Es actual, porque
vive y lo debemos sentir que está con nosotros. La Resurrección nos revela que
Dios no nos abandona, sino que está con nosotros en nuestro caminar de la vida.
Por eso es un día de acción de gracias y de alegría. La alegría es un fruto del
Espíritu Santo. No debemos ahogarla aunque hayamos sufrido con Cristo clavado
en la cruz el Viernes Santo. Precisamente a aquellos que más unidos estuvieron
con el dolor de Jesús en su muerte, en el día de su resurrección Jesús les
quiere dar una mayor alegría. Sentir la alegría de Cristo resucitado sería una
gracia que debemos pedir a Dios vivamente en este día.
El
evangelio de este domingo nos cuenta cómo María Magdalena, al ver el sepulcro
vacío, va a contárselo a los apóstoles. Simón Pedro y el otro discípulo, a
quien Jesús amaba, marchan a toda prisa al sepulcro. Los dos ven lo mismo: que
el cuerpo del Maestro no está, que las vendas y ropa están bien colocadas, cosa
que no harían unos ladrones, y el que más ama cree. La fe verdadera es una
mezcla de razones y de amor. En este día se nos dan razones para creer, sobre
todo por el testimonio de los apóstoles y otras personas, que sintieron
transformada su vida y con su predicación comenzaron a transformar al mundo.
Así nuestra vida de cristianos tiene que ser también un testimonio de que
Cristo vive entre nosotros. Y esto será verdad si nuestra vida es una vida de
seres resucitados o vivificados por el impulso de Jesucristo.
Como
al discípulo amado también nuestro amor debe llevarnos a la fe. La alegría de
la Pascua madura sólo en el terreno de un amor fiel. También nuestro apostolado
será más eficaz, si vivimos como personas resucitadas con Cristo. Hoy san Pablo nos dice en la segunda lectura
que, si hemos resucitado con Cristo, debemos aspirar a los bienes de arriba. Es
lo mismo que cuando pedimos que “venga su Reino”. En primer lugar ese reino
pedimos que venga sobre nosotros y también sobre los demás.
Cuando
comenzaron a predicar los apóstoles, como se dice en la primera lectura, el
principal mensaje era la Resurrección de Jesús: que Él vive. Esta es nuestra
gran persuasión. Por eso se enciende el cirio pascual en la liturgia: para
recordarnos que Cristo está vivo entre nosotros. En verdad, como decía san
Pablo, si Cristo no hubiera resucitado seríamos “los más miserables de los
hombres”. Es el día de reavivar el compromiso bautismal para estar más unidos a
Cristo, como se hacía anoche en la Vigilia. Hoy saludamos con alegría a la
Virgen María, que fue la que más se alegró en ese día. Y la pedimos que nos
ayude a que vivamos en nuestro corazón el misterio de esta alegría, para que
podamos dar testimonio en nuestro trabajo de cada día del amor y la esperanza
que Cristo resucitado nos da en nuestro caminar.
© Padre Silverio Velasco
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio
del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la
Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
♡ Desde Ecuador nos llegan noticias muy alentadoras de Espe, por quien habíamos rezado
oportunamente: se ha practicado nuevos exámenes que demuestran que el cáncer
está retrocediendo por lo que aumentan las posibilidades de curación mediante
los tratamientos de quimio y radioterapia. Damos gracias a Dios y seguimos
rezando por ella.
♡ Agradecemos al Señor Resucitado el estar regresando hoy
con las ediciones habituales de “Pequeñas
Semillitas”
Meditaciones
El primer día de la semana, palabras con que empieza
el Evangelio de hoy, nos recuerda el primer día de la creación. Con la
resurrección de Jesús comienza la nueva creación.
Tres mujeres van para ungirlo, pues el viernes no
pudieron hacer todo por empezar ya el día de reposo. Pasado este día, ya en el
primer día van al sepulcro para terminar de dar al cuerpo de Jesús el honor que
le es debido.
Están preocupadas pues la piedra es grande. Pero la
encuentra removida y un ángel que les da un mensaje para los discípulos: que
vayan a Galilea para empezar desde allí
la misión universal.
En Galilea es donde Jesús empezó su misión, en
Galilea es donde Jesús se encontró con ellos y los llamó al seguimiento.
Galilea es el lugar del primer encuentro, lleno de
recuerdos de ellos con el Maestro. Han de regresar a esta primera experiencia,
a este primer llamado, a este primer amor antes de empezar la gran misión de
proclamar al mundo entero, a todo el imperio romano que Jesús es el Señor, que
Jesús ha muerto por nuestra salvación y que todos somos sus hermanos y hermanas
y también entre nosotros.
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Abril 1
El
Espíritu Santo es mi santificador, que se acerca a mí, a lo más íntimo, para
derramar su santidad. Pero lo más íntimo es el corazón. En realidad la palabra
corazón está muy desgastada, confundida con un romanticismo barato. Cuando
decimos esta palabra pensamos en los sentimientos, pero el corazón es mucho más
que las emociones y los afectos superficiales, es cosa seria. ¿A qué se refiere
la Palabra de Dios cuando habla del corazón? No olvidemos que es el mismo Dios
el que nos prometió: "les daré un corazón nuevo" (Ezequiel 36,26).
El
corazón son esas intenciones más escondidas, las decisiones ocultas que no
compartimos con nadie, los verdaderos proyectos que nos movilizan, lo que en
realidad andamos buscando cuando decimos cosas, cuando tomamos decisiones. Allí
quiere entrar el Espíritu Santo para transformarnos. Allí quiere derramarse
para que todas nuestras decisiones profundas sean buenas y sanas. Pero sólo
puede entrar poco a poco, en la medida en que se lo permitimos realmente.
Porque a veces lo invocamos de la boca para afuera, pero hay una parte nuestra
donde en el fondo no queremos que toque algunas cosas; creemos que allí estamos
mejor solos. Es falso. Allí también lo necesitamos a él para poder ser
realmente felices.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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