PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3631 ~ Domingo 15 de Abril de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El
Día Internacional de la Vida, se
conmemora en todo el mundo cada 25 de marzo con actividades de concienciación
en este ámbito en torno a dicha fecha. Este año, al coincidir el 25 de marzo
con el Domingo de Ramos (Semana Santa), los actos de celebración tienen lugar
el domingo 15 de abril.
Desde
2011 se celebra este día en todo el mundo tras adquirir, todas las entidades
defensoras de la vida, el compromiso de realizar un acto conjunto en defensa de
la vida humana y su dignidad. Con motivo de esta jornada se han realizado desde
hace años manifestaciones, galas y concentraciones. Este año, queremos alzar la
voz por los más débiles y en defensa de la dignidad humana en todas las fases
incluyendo los niños por nacer (“NO al aborto”) renovando el compromiso de
seguir trabajando en todos los países para que se reconozca la dignidad de la
vida de todas las personas.
¡Buenos días!
La paz del corazón
La
paz del corazón es un tesoro tan grande que debemos cuidarla y defenderla. La
ambición desmedida puede entregarnos de tal manera a una vida inquieta y
agitada que, por lograr objetivos imprudentes, acabamos destruidos por dentro.
Aquí tienes una oración responsorial que, con sus reiteraciones, te invita a
entrar en un sueño apacible al amparo de Dios.
- En paz me acuesto y enseguida me duermo.
- En paz me acuesto y enseguida me duermo.
- Porque tu sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
- Enseguida me duermo.
- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
- En paz me acuesto y enseguida me duermo.
La
agitación y el ritmo descontrolado de las ocupaciones pueden hacerte olvidar
las cosas esenciales de la vida. No te dejes perturbar por excesos o las
preocupaciones cotidianas. La serenidad de tu espíritu es un valor tan grande
que no merece canjearse por las cosas materiales.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo
le habían conocido en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas,
cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros».
Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué
os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y
mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos
como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen
asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte
de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.
Después
les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba
con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de
Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus
inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está
escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día
y se predicara en su nombre la conversión para el perdón de los pecados a todas
las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas
cosas». (Lc
24,35-48)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio todavía nos sitúa en el domingo de la resurrección, cuando los dos
de Emaús regresan a Jerusalén y, allí, mientras unos y otros cuentan que el
Señor se les ha aparecido, el mismo Resucitado se les presenta. Pero su
presencia es desconcertante. Por un lado provoca espanto, hasta el punto de que
ellos «creían ver un espíritu» (Lc 24,37) y, por otro, su cuerpo traspasado por
los clavos y la lanzada es un testimonio elocuente de que se trata del mismo
Jesús, el crucificado: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y
ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo» (Lc 24,39).
«Haz
brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor», canta el salmo de la
liturgia de hoy. Efectivamente, Jesús «abrió sus inteligencias para que
comprendieran las Escrituras» (Lc 24,45). Es del todo urgente. Es necesario que
los discípulos tengan una precisa y profunda comprensión de las Escrituras, ya
que, en frase de san Jerónimo, «ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo».
Pero
esta compresión de la palabra de Dios no es un hecho que uno pueda gestionar
privadamente, o con su congregación de amigos y conocidos. El Señor desveló el
sentido de las Escrituras a la Iglesia en aquella comunidad pascual, presidida
por Pedro y los otros Apóstoles, los cuales recibieron el encargo del Maestro
de que «se predicara en su nombre (...) a todas las naciones» (Lc 24,47).
Para
ser testigos, por tanto, del auténtico Cristo, es urgente que los discípulos
aprendan -en primer lugar- a reconocer su Cuerpo marcado por la pasión.
Precisamente, un autor antiguo nos hace la siguiente recomendación: «Todo aquel
que sabe que la Pascua ha sido sacrificada para él, ha de entender que su vida
comienza cuando Cristo ha muerto para salvarnos». Además, el apóstol tiene que
comprender inteligentemente las Escrituras, leídas a la luz del Espíritu de la
verdad derramado sobre la Iglesia.
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
“La
paz auténtica es un don de Dios a cuantos se someten a Él y aceptan con
humildad y gratitud la luz de su amor. La verdadera paz brota del corazón
reconciliado, que ha experimentado la alegría del perdón y, por tanto, está
dispuesto a perdonar. La paz se encuentra plenamente en Cristo, conocido,
amado, implorado y seguido. Esta paz se encuentra plenamente en Cristo,
conocido, amado, implorado y seguido. Esta paz es gracia que santifica. El
hombre tiene necesidad de la gracia”
Predicación del Evangelio:
¿Comentamos o callamos?
Metidos
de lleno en la Pascua, incluso a los cristianos de a pie (hermanos nuestros que
viven junto a nosotros, que han disfrutado de unas vacaciones con motivo de la
Semana Santa) si se les preguntase –o se nos preguntase– lo que ha ocurrido en
la Pascua, tal vez nos contestarían –contestaríamos– que nada; que no saben
nada, que no sabemos nada. Que han vivido al margen de las horas de pasión,
muerte y resurrección de Jesús y que, por lo tanto, lo único que les ha
acompañado han sido las ganas de disfrutar, de subir a la montaña, de pasear a
la orilla del mar o de volar a otros continentes. ¡No comment! ¡Sin comentario!
Los
de Emaús iban explicando y recordando el gran acontecimiento acaecido en
Jerusalén. Algunos cristianos del siglo XXI, vamos glosando –días después– lo
que nos ha sucedido al tomar el sol, al visitar monumentos y ciudades o
aquellas sensaciones que nos causaron los días de asueto.
Pero,
nosotros, estamos junto al altar. Somos esos privilegiados, tocados por la mano
del Señor, al cual sentimos en el día a día. En el caminar de cada jornada. En
la fuerza que nos otorga, cuando partiendo lo que somos y tenemos, lo brindamos
al servicio de la comunidad.
No
podemos permanecer mudos ante tanto signo de muerte. Los amigos de Jesús, entre
otras cosas, o somos testigos de su resurrección o nos quedaremos en la amarga
derrota de un Jesús que, por cierto, nunca quedó en la cruz. ¿De qué sirve un
pregón si no se lee con voz clara y nítida, guste o no guste?
Un
riesgo que padecemos actualmente es el del síndrome de la desesperanza. ¿En qué
espera el hombre de hoy? ¿En quién?
Jesús,
con su muerte y resurrección, disipa toda duda. Acrecienta la fe y la esperanza
del hombre. Nos hace volver de caminos equivocados y nos hace sentir el perdón,
inmenso y gratuito, de Dios Padre.
Hoy
se duda de todo:
–
De la Iglesia, porque según dicen, no es oro molido ¿Olvidamos que está formada
por hombres y mujeres de carne y hueso?
–
De Cristo. Nunca como hoy tanto sensacionalismo sobre su figura. ¿Por qué vende
y se propaga más lo zafío, que lo científicamente probado?
–
De la humanidad y hasta de la misma vida. Nunca como hoy tantos medios para
vivir y, a veces, tantas ganas de evadirse de un mundo que parece roto por sus
cuatro costados.
Necesitamos
de la Pascua para que, Jesús, ponga en paz nuestro corazón. No nos podemos
dejar perturbar por las contradicciones que salen a nuestro encuentro ni, mucho
menos, por las guerras que el maligno entabla en nuestro interior y exterior.
¿Por
qué os alarmáis? Nos pregunta, Jesús, en este tercer domingo de la pascua. Y es
que, como aquellos Apóstoles, seguimos teniendo alma divina pero corazón
humano. Y, por lo tanto, se entre-cruza la fe con los interrogantes, la
perfección con la limitación, la alegría con la tristeza y el deseo de seguir a
Jesús con las seducciones del día a día que intentan alejarnos de Él o que, por
lo menos, torpedean esa paz y esa tranquilidad que quisiéramos para vivir y
estar siempre con Él.
Ojala,
salgamos de esta gran sala de invitados, comentando la alegría que hemos tenido
de compartir nuestra fe; de expresarla y escucharla; de cantarla y celebrarla
en torno a Jesús Resucitado fuente de paz y de perdón.
© Padre Javier Leoz
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio
del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la
Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
♡ Desde España, Karina
agradece a Dios, a la Virgen de Lourdes y a las personas que hicieron oraciones
por su operación, la cual se realizó hace 48 horas, ha sido exitosa, aunque
todavía un poco dolorida. Seguimos rezando por su completa recuperación.
♡ Desde
Cuba llega una oración de agradecimiento a la Santísima Trinidad, a la Madre y
a todos los que rezaron por la compleja operación de Yeney G. Nos sumamos a la plegaria de gratitud.
Cinco minutos del Espíritu Santo
Abril 15
"Ven
Espíritu Santo, como río de fuego, ven como un torbellino de luz.
Ven
a derramarte como un manantial de vida desbordante.
Tú
conviertes mi interior en una pradera verde y serena donde habita la paz.
Espíritu
Santo, ven, como un impulso de viento que renueva.
Porque
eres fuerza joven, empuje saludable de vitalidad.
Déjame
entrar en tu abismo luminoso, y bailar de alegría, y nadar entre una multitud
chispeante de estrellas.
Acaríciame
con tu soplo cálido que es amor.
Ven,
Espíritu Santo, Espíritu, libertad.
Ven,
no te detengas, ven..."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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