PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3404 ~ Domingo 30 de Julio de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
¿Qué
quería decir Jesús con las dos parábolas del tesoro escondido y de la perla
preciosa? Más o menos esto. Ha sonado la hora decisiva de la historia. ¡Ha
aparecido en la tierra el Reino de Dios! Concretamente, se trata de él, de su
venida a la tierra. El tesoro escondido, la perla preciosa, no es otra cosa
sino Jesús. Es como si Jesús con esas parábolas quisiera decir: la salvación ha
llegado a vosotros gratuitamente, por iniciativa de Dios, tomad la decisión,
aferradla, no la dejéis escapar. Este es tiempo de decisión.
No
se dice en la parábola que «un hombre vendió todo lo que tenía y se puso en
busca de un tesoro escondido». Sabemos cómo acaban estas historias: se pierde
lo que se tiene y no se encuentra ningún tesoro. Historias de ilusiones, de
visionarios. No: «un hombre halló un tesoro y por ello vendió todo lo que tenía
para adquirirlo». Hay que haber encontrado el tesoro para tener la fuerza y la
alegría y vender todo.
Fuera
de la parábola: hay que haber encontrado primero a Jesús, de manera nueva,
personal, convencida. Haberle descubierto como propio amigo y salvador. Después
será cuestión de broma vender todo. Se hará «llenos de alegría» como aquel
hombre del que habla el Evangelio.
P. Raniero Cantalamessa
¡Buenos días!
Dando es como recibimos
El
egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás.
encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu
propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará
tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido
para ti, porque la vida sin amor no vale nada.
El científico Luis Pasteur anduvo siempre escaso de
dinero para sostener su Instituto de Investigación. Un día, acudió a la señora
Bondicant, dueña de una gran cadena de almacenes, para pedirle su apoyo. La
señora recibió al investigador y éste le expuso el motivo de su visita. Al
final, la dueña de la empresa le dijo: —Ya he aportado mi ayuda a tanta gente
que pide. Usted perdone, de todos modos le daré algo para su obra. La señora
salió y regresó con un cheque firmado. Pasteur lo miró antes de dar las
gracias, y quedó asombrado. El cheque era por un millón de francos. La señora
se adelantó y le dijo: —¡Gracias, profesor, por acordarse de mí! ¡Gracias por
darme la oportunidad de compartir!
Cada
día puedes ser generoso en acciones pequeñas. Este propósito abre el corazón
poco a poco, y descubres admirado que nunca pierdes. Por el contrario te
fortaleces y puedes superar el temor de ser vulnerable. Practicar la generosidad
ejercita al corazón: cuanto más se da, más se fortalece. Recuerda que Jesús
dijo: “Hay más alegría en dar que en recibir”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un
tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo
y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo
aquel.
»También
es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas
finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene
y la compra.
»También
es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge
peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y
recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo:
saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en
el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
»¿Habéis
entendido todo esto?». Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se
ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa
que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». (Mt 13,44-52)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio nos quiere ayudar a mirar hacia dentro, a encontrar algo
escondido: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un
campo» (Mt 13,44). Cuando hablamos de tesoro nos referimos a algo de valor excepcional,
de la máxima apreciación, no a cosas o situaciones que, aunque amadas, no dejan
de ser fugaces y chatarra barata, como son las satisfacciones y placeres
temporales: aquello con lo que tanta gente se extenúa buscando en el exterior,
y con lo que se desencanta una vez encontrado y experimentado.
El
tesoro que propone Jesús está enterrado en lo más profundo de nuestra alma, en
el núcleo mismo de nuestro ser. Es el Reino de Dios. Consiste en encontrarnos
amorosamente, de manera misteriosa, con la Fuente de la vida, de la belleza, de
la verdad y del bien, y en permanecer unidos a la misma Fuente hasta que,
cumplido el tiempo de nuestra peregrinación, y libres de toda bisutería inútil,
el Reino del cielo que hemos buscado en nuestro corazón y que hemos cultivado
en la fe y en el amor, se abra como una flor y aparezca el brillo del tesoro
escondido.
Algunos,
como san Pablo o el mismo buen ladrón, se han topado súbitamente con el Reino
de Dios o de manera impensada, porque los caminos del Señor son infinitos, pero
normalmente, para llegar a descubrir el tesoro, hay que buscarlo
intencionadamente: «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader
que anda buscando perlas finas» (Mt 13,45). Quizá este tesoro sólo es
encontrado por aquellos que no se dan por satisfechos fácilmente, por los que
no se contentan con poca cosa, por los idealistas, por los aventureros.
En
el orden temporal, de los inquietos e inconformistas decimos que son personas
ambiciosas, y en el mundo del espíritu, son los santos. Ellos están dispuestos
a venderlo todo con tal de comprar el campo, como lo dice san Juan de la Cruz:
«Para llegar a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada».
Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)
Palabras de San Juan Pablo II
“Queridos
jóvenes:
Ahora
más que nunca es urgente
que
seáis los ‘centinelas de la mañana’,
los
vigías que anuncian la luz del alba
y
la nueva primavera del Evangelio,
de
la que ya se ven los brotes.
La
humanidad tiene necesidad imperiosa
del
testimonio de jóvenes libres y valientes,
que
se atrevan a caminar contra corriente
y
a proclamar con fuerza y entusiasmo
la
propia fe en Dios, Señor y Salvador”
Predicación del Evangelio:
¿Cuál es nuestro tesoro?
Dice
el Señor que el Reino de Dios es como “un tesoro escondido en un campo”. Tal vez quisiéramos preguntar: ¿quién
esconderá un tesoro en un campo? Ahora
en el tiempo de cerraduras y bancos, nadie lo hará. Pero en los tiempos antiguos las cosas eran
diferentes. Los ladrones podían dejar la
casa vacía de cualquier objeto de valor.
Por eso, los dueños solían enterrar sus tesoros en un rinconcito marcado
del campo. Una mejor pregunta para
nosotros es: ¿qué es nuestro tesoro?
Para
mí una cosa muy valiosa es el tiempo.
Trato de llegar a cada compromiso a la hora exacta para que no pierda ni
cinco minutos de mi tiempo precioso. A lo mejor cada uno define su tesoro en
una manera individual. Pero podemos
abstraer algunos constantes para los diferentes grupos de edad. Los jóvenes buscan como su tesoro a un
compañero de vida que es ameno y, sobre todo, guapo. A los adultos les importa la estabilidad. Quieren ingresos que proveen las necesidades
de la casa y una casa que no perderá su valor con el tiempo. Los mayores se preocupan por la salud. Desean evitar el dolor y prolongar la vida
tan mucho como posible.
En
la antigüedad antes de Cristo se consideró la sabiduría como el tesoro más
precioso. Valió la pena vender todo lo
que se tenía para hacerse sabio. Con la
sabiduría nuestros tesoros se modifican.
Los jóvenes no consideran la belleza como la cualidad número uno en una
pareja sino la capacidad de amar. Es
decir, se dan cuenta de que la disposición a poner el bien del cónyuge primero
vale más que una figura perfectamente proporcionada. La sabiduría enseña a los adultos que la
estabilidad queda más en lo moral que en lo material: más en tener el respeto
mutuo entre los familiares que en tener un cuarto para cada hijo, más en dar la
reverencia a Dios que en tomar vacaciones en la playa. Los viejos se aprovechan de la sabiduría por
reconciliarse con Dios y con los demás para que mueran en la paz.
Jesús
reemplaza la sabiduría con el Reino de Dios.
No es que los dos difieran mucho; pero el Reino de Dios ofrece un matiz
más contundente. El Reino de Dios mueve
al joven buscar primero en una pareja el amor para Dios: que él o ella jamás
haría algo ofensivo al Señor. Le conduce
al adulto a confiar en Dios como el cimiento de su casa por guardar sus mandamientos,
venga lo que venga. Al mayor el Reino
exige una entrega más o menos completa: que acepte cada día como un regalo de
Dios y el sufrimiento como modo de juntarse con Cristo en la salvación del
mundo.
Nosotros
cristianos reconocemos a Jesús mismo como el cumplimiento del Reino de
Dios. Cuando abrazamos a él como nuestro
salvador, se nos acoge en el Reino de su Padre.
Podemos proponer una parábola para explicar esto. Jesús es como piedra. Cuando somos jóvenes, él es el diamante más
precioso a darse a nuestra novia. Como
adultos él es el cimiento del amor sobre que construimos nuestra casa. Y cuando nos ponemos viejos, él es la roca
que nos aferramos cuando sopla el aire de la muerte. Jesús es la roca para aferrarse siempre.
P. Carmelo Mele O. P.
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios
del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para
tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales
sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Buenos Aires, Argentina, nuestra lectora Elisa
Z. agradece a Dios, a la Virgen, y a los que rezaron por ella, pues el
estudio de tomografía con positrones que le realizaron la semana pasada ha
resultado negativo para cáncer en los pulmones y en el resto del cuerpo. Nos
sumamos dando gracias al Señor.
Desde
Cuba, la doctora Dania eleva una
oración de agradecimiento a Dios por todos los abuelos, cuyo día celebramos la
semana pasada en la memoria litúrgica de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de
Jesús.
Los cinco minutos de María
Julio 30
María
es más santa que los santos, más pura que los ángeles, más excelsa que los
cielos, más gloriosa que los querubines, la más cercana y la más semejante a
Dios.
Es
como un lirio entre espinas, como un amanecer sin ocaso, como un astro que
recibe continuamente la luz del sol, como una fuente perenne, como un huerto
siempre florido saturado de fragancias en el que se recrea al padre eterno, por
donde se pasea el Espíritu Santo, es el Paraíso de la augusta Trinidad.
Virgen oyente, ayúdanos a estar siempre a la escucha
de la Palabra de Dios, como lo estuviste tú.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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