PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3262 ~ Domingo 5 de Febrero de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Aquel
que a sí mismo se ha definido como “luz de mundo” nos pide en este domingo ser
eso: ¡Luz para los demás!
Los
cristianos sólo podremos ser luminarias si estamos unidos, con todas las
consecuencias, a esa gran fuente de energía espiritual, de gracia y de verdad
que es Jesús. Es inconcebible pensar que una acequia tenga caudal propio si no
está adherida a un río, a una presa o a un manantial. Es difícil, muy difícil,
llevar adelante nuestra tarea, el deseo de Jesús, de ser luz en medio de la
oscuridad o sal en medio de tanta insipidez que abunda en nuestro mundo si no
permanecemos en comunión plena con El.
“Salar
e iluminar” son dos responsabilidades de la vida cristiana. Cuando nos
desvirtuamos y pierde vitalidad nuestra fe; cuando la escondemos o disimulamos
en los sótanos de nuestra vida privada… algo grave está ocurriendo. ¿A quién
tenemos que llevar? ¿Con quién tenemos qué iluminar? Ni más ni menos que a
Cristo y con Cristo. Ya sabemos que, la acción, no es lo más importante de
nuestra condición cristiana pero, también es verdad, que muchas veces por
falsos respetos o por excesiva tolerancia… tenemos vergüenza y hasta cierto
temor a presentarnos como lo que somos (como católicos) y de ofertar a nuestro
mundo, a nuestro pueblo o ciudades un estilo de vida basado en el evangelio de
Jesucristo.
Ser
sal y luz, con palabras inspiradas por el Espíritu Santo y con buenas obras
como testimonio de nuestra comunión con Cristo ha de ser nuestra apuesta
personal y nuestro convencimiento de que, con el Señor, el mundo puede ir
mejor….con más sabor y con más luz para el futuro del hombre. P.
Javier Leoz
¡Buenos días!
Sé luz en el mundo
El
Señor te ha regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor, con
el ejemplo y con la palabra. Jesús te anima a hacer brillar ante los ojos de
los hombres la luz que hay en ti (Mateo 5,13-15). Cada uno tiene posibilidades
distintas, pero no menos importantes. Dios ha dispuesto que las almas vayan
iluminando otras almas, como si fueran antorchas.
Si puedes ser una estrella en el cielo,
sé una estrella en el cielo.
Si no puedes ser una estrella en el cielo,
sé una hoguera en la montaña.
Si no puedes ser una hoguera en la montaña,
sé una lámpara en tu casa.
Esto
me hace recordar un aviso para cierta celebración, cuya ambigüedad hizo sonreír
a todos los presentes: “El párroco encenderá su vela en la del altar. El
diácono encenderá la suya en la del párroco, y luego encenderá uno por uno a
todos los fieles de la primera fila”. Ojalá que todos fuéramos antorchas
vivientes de Cristo Jesús “luz del mundo”, para iluminar a tantos que todavía
“yacen en tinieblas y sombras de muerte”. Que Dios, que “es luz y en quien no
hay tiniebla alguna”, te bendiga e impulse a tu misión
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra.
Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más
que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz
del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni
tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el
candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos». (Mt 5,13-16)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio nos hace una gran llamada a ser testimonios de Cristo. Y nos
invita a serlo de dos maneras, aparentemente, contradictorias: como la sal y
como la luz.
La
sal no se ve, pero se nota; se hace gustar, paladear. Hay muchas personas que
“no se dejan ver”, porque son como “hormiguitas” que no paran de trabajar y de
hacer el bien. A su lado se puede paladear la paz, la serenidad, la alegría.
Tienen —como está de moda decir hoy— “buenas radiaciones”.
La
luz no se puede esconder. Hay personas que “se las ve de lejos”: Teresa de
Calcuta, el Papa, el Párroco de un pueblo. Ocupan puestos importantes por su
liderazgo natural o por su ministerio concreto. Están “encima del candelero”.
Como dice el Evangelio de hoy, «en la cima de un monte» o en «el candelero»
(cf. Mt 5,14.15).
Todos
estamos llamados a ser sal y luz. Jesús mismo fue “sal” durante treinta años de
vida oculta en Nazaret. Dicen que san Luis Gonzaga, mientras jugaba, al
preguntarle qué haría si supiera que al cabo de pocos momentos habría de morir,
contestó: «Continuaría jugando». Continuaría haciendo la vida normal de cada
día, haciendo la vida agradable a los compañeros de juego.
A
veces estamos llamados a ser luz. Lo somos de una manera clara cuando
profesamos nuestra fe en momentos difíciles. Los mártires son grandes
lumbreras. Y hoy, según qué ambiente, el solo hecho de ir a misa ya es motivo
de burlas. Ir a misa ya es ser “luz”. Y la luz siempre se ve; aunque sea muy
pequeña. Una lucecita puede cambiar una noche.
Pidamos
los unos por los otros al Señor para que sepamos ser siempre sal. Y sepamos ser
luz cuando sea necesario serlo. Que nuestro obrar de cada día sea de tal manera
que viendo nuestras buenas obras la gente glorifique al Padre del cielo (cf. Mt
5,16).
* Rev. D. Josep FONT i Gallart (Tremp, Lleida,
España)
Palabras de San Juan Pablo II
“¡Descubrid
vuestras raíces cristianas, aprended la historia de la Iglesia, profundizad el
conocimiento de la herencia espiritual que os ha sido transmitido, seguid a los
testigos y a los maestros que os han precedido! Sólo permaneciendo fieles a los
mandamientos de Dios, a la alianza que Cristo ha sellado con su sangre
derramada en la Cruz, podréis ser los apóstoles y los testigos del nuevo
milenio”
Predicación del Evangelio:
Sal y luz en las periferias
Jesús
da a conocer con dos imágenes audaces y sorprendentes lo que piensa y espera de
sus seguidores. No han de vivir pensando siempre en sus propios intereses, su
prestigio o su poder. Aunque son un grupo pequeño en medio del vasto Imperio de
Roma, han de ser la “sal” que necesita la tierra y la “luz” que le hace falta
al mundo.
“Vosotros sois la sal de la tierra”. Las gentes sencillas de Galilea captan espontáneamente el
lenguaje de Jesús. Todo el mundo sabe que la sal sirve, sobre todo, para dar
sabor a la comida y para preservar los alimentos de la corrupción. Del mismo
modo, los discípulos de Jesús han de contribuir a que las gentes saboreen la
vida sin caer en la corrupción.
“Vosotros sois la luz del mundo”. Sin la luz del sol, el mundo se queda a oscuras y no
podemos orientarnos ni disfrutar de la vida en medio de las tinieblas. Los
discípulos de Jesús pueden aportar la luz que necesitamos para orientarnos,
ahondar en el sentido último de la existencia y caminar con esperanza.
Las
dos metáforas coinciden en algo muy importante. Si permanece aislada en un
recipiente, la sal no sirve para nada. Solo cuando entra en contacto con los
alimentos y se disuelve con la comida, puede dar sabor a lo que comemos. Lo
mismo sucede con la luz. Si permanece encerrada y oculta, no puede alumbrar a
nadie. Solo cuando está en medio de las tinieblas puede iluminar y orientar.
Una Iglesia aislada del mundo no puede ser ni sal ni luz.
El
Papa Francisco ha visto que la Iglesia vive hoy encerrada en sí misma,
paralizada por los miedos, y demasiado alejada de los problemas y sufrimientos
como para dar sabor a la vida moderna y para ofrecerle la luz genuina del
Evangelio. Su reacción ha sido inmediata: “Hemos de salir hacia las
periferias”.
El
Papa insiste una y otra vez: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y
manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la
comodidad de aferrase a las propias seguridades. No quiero una Iglesia
preocupada por ser el centro y que termina clausurada en una maraña de
obsesiones y procedimientos”.
La
llamada de Francisco está dirigida a todos los cristianos: “No podemos
quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos”. “El Evangelios nos
invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro”. El
Papa quiere introducir en la Iglesia lo que él llama “la cultura del encuentro”.
Está convencido de que “lo que necesita hoy la iglesia es capacidad de curar
heridas y dar calor a los corazones”.
©
José Antonio Pagola
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Chile llega un agradecimiento a Dios y a las personas que rezaron por Pamela, 43 años, madre de un pequeño
hijo de 2 años y medio. A ella le diagnosticaron un tumor en el húmero (hueso
del brazo), el cual luego de intervenido resultó benigno. Nos sumamos y damos
gracias a Dios.
Meditación
Jesús
es luz para nosotros, ilumina nuestra vida porque su manera de vivir es
luminosa, convincente.
La
luz de Jesús, no simplemente sus palabras, su mensaje, sino todo Jesús, su
manera de actuar, su entrega, su coherencia, todo Jesús es Luz.
Se
ha iluminado nuestra vida porque vemos vivir a Jesús: ésa es la primera y mejor
revelación de Dios. Y por tanto, la luz que ofrecemos no es ante todo un
mensaje de palabras sino una manera de vivir que convence, que salva, que es
capaz de mostrar a todos el sabor de la vida.
Jesús
sí que es para nosotros cirio encendido que se quema para iluminar.
Jesús
sí que es para nosotros la sal que da sabor a todo, a vivir, a trabajar,
descansar, triunfar, fracasar, estar sano y enfermo, morir… a todo: toda
nuestra vida tiene sabor a Jesús, nuestra sal.
José
Enrique Ruiz de Galarreta
Los cinco minutos de María
Febrero 5
Momento
a momento la Virgen María se fue dando a Dios y se nos fue dando a nosotros,
pues la razón de ser de María, el porqué de su existencia, fue el ser Madre de
Dios, pero precisamente Madre de un Dios Redentor.
Ella
pensaba a cada momento en la donación de sí misma para nuestra salvación,
porque ella con su Hijo Jesús se entregó por nosotros y cooperó con nuestra
salvación.
Señor, que llamaste a María desde toda la eternidad
para ser tu Madre, alienta la gracia de nuestro bautismo que nos hace hijos de
Dios.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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