PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3268 ~ Sábado 11 de Febrero de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy,
11 de febrero, además de celebrar la Fiesta
de Nuestra Señora de Lourdes, es la Jornada
Mundial del Enfermo.
El
santo padre San Juan Pablo II, en Carta del 13 de mayo de 1992, decía: «He
decidido instituir la Jornada mundial del enfermo, que se celebrará el 11 de
febrero de cada año, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes». Añadía que tal
Jornada «tiene como objetivo manifiesto sensibilizar al pueblo de Dios y, por
consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma
sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los
enfermos; ayudar al enfermo a valorar, en el plano humano y sobre todo en el
sobrenatural, el sufrimiento; hacer que se comprometan en la pastoral sanitaria
de manera especial las diócesis, las comunidades cristianas y las familias
religiosas; favorecer el compromiso cada vez más valioso del voluntariado;
recordar la importancia de la formación espiritual y moral de los agentes
sanitarios; y, por último, hacer que los sacerdotes diocesanos y regulares, así
como cuantos viven y trabajan junto a los que sufren, comprendan mejor la
importancia de la asistencia religiosa a los enfermos. (...) Y Lourdes, uno de
los santuarios marianos más queridos para el pueblo cristiano, es lugar y, a la
vez, símbolo de esperanza y de gracia en el sentido de la aceptación y el ofrecimiento
del sufrimiento salvífico».
En
este día, invoquemos a la Virgen de Lourdes, para que ella sea mediadora ante
Jesús por los dolores y sufrimientos de todos los enfermos del mundo.
¡Buenos días!
La viejecita irlandesa
Cada
uno tiene sus “fortalezas” y “debilidades”. Lamentablemente sucede que la gente
se especializa en descubrir y, no pocas veces, agrandar las faltas del prójimo.
De aquí nace el defecto tan común de la maledicencia o murmuración. También hay
quienes se distinguen por descubrir las virtudes de los demás. Aquí te presento
un ejemplo.
Cuentan de una viejecita irlandesa que nunca hablaba
mal de nadie. Siempre encontraba algo bueno en la peor persona. Un día falleció
un hombre que parecía atesorar en sí todas las miserias humanas: era ladrón,
borracho, pendenciero, pegaba a su mujer y a sus hijos... una verdadera
calamidad, un estorbo para la comunidad. La noche del velorio, llegó la
viejecita a la sala donde se iba a rezar el Santo Rosario por el difunto. Todos
se miraron y se decían por dentro: de éste sí que no podrá decir nada bueno. La
viejecita estuvo un momento callada. Parecía que efectivamente no sabía qué
decir. Al fin, habló: —Ciertamente sabía silbar. Daba gusto oírle cuando pasaba
por debajo de mi ventana todas las mañanas. Lo echaré de menos...
Qué
nobleza de alma tiene quien destaca en los demás lo que los honra. Ojalá tú
también te especialices en rescatar en los otros ese lado bueno y agradable que
todos tenemos. Es un aspecto del amor a nuestros semejantes. Es una expresión
de la norma de oro: “Haz a tu prójimo lo que te gustaría que te hagan a ti”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, habiendo de nuevo mucha gente con Jesús y no teniendo qué comer,
Él llama a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente, porque
hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido
en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han
venido de lejos». Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar
de pan a éstos aquí en el desierto?». Él les preguntaba: «¿Cuántos panes
tenéis?». Ellos le respondieron: «Siete».
Entonces
Él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y
dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los
sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos
pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los
sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete
espuertas. Fueron unos cuatro mil; y Jesús los despidió. Subió a continuación a
la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta. (Mc 8,1-10)
Comentario
Hoy,
tiempo de inclemencia y desasosiego, también Jesús nos llama para decirnos que
siente «compasión de esta gente» (Mc 8,2). Hoy, con la paz en crisis, puede
abundar el miedo, la apatía, el recurso a la banalidad y a la evasión: «No
tienen qué comer».
¿A
quién llama el Señor? Dice el texto: «A sus discípulos» (Mc 8,1), es decir, me
llama a mí, para no despedirlos en ayunas, para darles algo. Jesús se ha
compadecido —esta vez en tierra de paganos— porque también tienen hambre.
¡Ah!,
y nosotros —refugiados en nuestro pequeño mundo— decimos que nada podemos
hacer. «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?» (Mc
8,4). ¿De dónde sacaremos una palabra de esperanza cierta y firme, sabiendo que
el Señor estará con nosotros cada día hasta el fin de los tiempos? ¿Cómo decir
a los creyentes y a los incrédulos que la violencia y la muerte no son
solución?
Hoy,
el Señor nos pregunta, simplemente, cuántos panes tenemos. Los que sean, ésos
necesita. El texto dice «siete», símbolo para paganos, como doce era símbolo
para el pueblo judío. El Señor quiere llegar a todos —por eso la Iglesia se
quiere reconocer a sí misma desde su catolicidad— y pide tu ayuda. Dale tu
oración: ¡es un pan! Dale tu Eucaristía vivida: ¡es otro pan! Dale tu decisión
por la reconciliación con los tuyos, con los que te han ofendido: ¡es otro pan!
Dale tu reconciliación sacramental con la Iglesia: ¡es otro pan! Dale tu
pequeño sacrificio, tu ayuno, tu solidaridad: ¡es otro pan! Dale tu amor a su
Palabra, que te da consuelo y fuerza: ¡es otro pan! Dale, en fin, lo que Él te
pida, aunque creas que sólo es un poco de pan.
Como
nos dice san Gregorio de Nisa, «el que parte su pan con los pobres se
constituye en parte de aquél que, por nosotros, quiso ser pobre. Pobre fue el
Señor, no temas la pobreza».
* Rev. D. Carles ELÍAS i Cao (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Nuestra Señora de Lourdes
Advocación Mariana
El
11 de febrero de 1858, tres niñas, Bernadette Soubirous, de 14 años, su hermana
Marie Toinete, de 11 y su amiga Jeanne Abadie, de 12 salieron de su casa en
Lourdes para recoger leña. Camino al río Gave, pasaron por una gruta natural
donde Bernadette escuchó un murmullo y divisó la figura de una joven vestida de
túnica blanca, muy hermosa, ceñida por una banda azul y con un rosario colgado
del brazo. Se acercó y comenzaron a rezar juntas, para luego desaparecer.
Por
un período de cinco meses, la Virgen se le apareció a la niña, en medio de
multitudes que se acercaban para rezar y poder observar a la hermosa señora,
pero la Virgen sólo se le aparecía a la niña. En reiteradas ocasiones,
Bernadette fue víctima de desprecios y burlas por parte de las autoridades
eclesiales y civiles de pueblo, pero la niña se mantuvo firme en su fe mariana
sobre todo en el especial pedido que la Virgen le había encargado: la
construcción de una capilla sobre la gruta y la realización de una procesión.
Luego
de la última aparición ocurrida en16 de julio, fiesta de Nuestra Señora del Carmen,
Bernadette ingresó a la orden religiosa de las hermanas enfermeras, a la edad
de 22 años, y permaneció allí hasta su muerte a los 34 años de edad.
Oración: Dios de
misericordia, remedia con el amparo del cielo nuestro desvalimiento, para que,
cuantos celebramos la memoria de la inmaculada Virgen María, Madre de Dios,
podamos, por su intercesión, vernos libres de nuestros pecados. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
© Aciprensa
Pensamiento del Santo Padre Pío
"Os
recomiendo vivamente vuestros pobres corazones; preocupaos de hacerlos cada día
más gratos a nuestro Maestro y de actuar de modo que el presente año sea más
fértil en obras buenas que el pasado; ya que, conforme pasan los años y la
eternidad se nos acerca, es necesario redoblar el entusiasmo y elevar nuestro
espíritu a Dios, sirviéndole con mayor diligencia en todo aquello a lo que nos
obligan nuestra vocación y la profesión cristiana. Sólo esto nos puede hacer gratos
a Dios; sólo esto nos puede hacer salir libres del gran mundo que no es de Dios
y de todos nuestros enemigos; sólo esto, por tanto, nos puede hacer llegar al
puerto de la salvación eterna.
Afrontemos
también las pruebas de la vida presente, a las que la divina providencia nos
irá sometiendo; pero no nos desanimemos ni nos angustiemos; combatamos como
valientes y recibiremos el premio que Dios ha reservado a las almas fuertes.
Recordad las palabras que el divino Maestro dirigió un día a sus discípulos y
que hoy os las dice a vosotras: «No se turbe vuestro corazón».
Sí,
no se turben vuestros corazones en el momento de la prueba, porque Jesús ha
prometido su real asistencia a quien le sigue. Jesús haga que vuestros
corazones sean cada vez más suyos"
Tema del día:
Oración por los enfermos
La
Virgen de Lourdes es una de las advocaciones de la Virgen María a la que más
milagros se le adjudican. Desde que Bernadette Soubirous escarbó en la tierra e
hizo surgir el manantial de la gruta de Massabielle, millones de personas han
visitado el santuario de la Virgen de Lourdes en busca de sanación.
Todos
los años los peregrinos de Lourdes reportan cientos de milagros, y aunque no
todos son investigados, son muchas las curaciones que ocurren en ese lugar.
Algunas sanaciones son físicas, otras son emocionales y espirituales. Todas
tienen que ver con la fe y la oración.
Aunque
no puedas llegar a Lourdes, tu fe es el verdadero instrumento que te acerca a
Dios. La siguiente oración a la Virgen de Lourdes puede ayudarte a pedir la
intercesión de la Virgen por la sanación de otra persona o por tu propia
sanación.
¡Oh
amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra!
Llenos
de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas
de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a manos
llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros.
Indignos
somos por nuestros pecados de que nos escuches: pero acuérdate de que jamás se
ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ti haya sido abandonado.
¡Madre
tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima!
Ya
que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de
Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de
bendición para nuestro pobre enfermo…(dígase el nombre del enfermo/a).
Alcánzale
de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria
de Dios.
Pero
mucho más, alcánzanos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y
resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro
Dios, prisionero por nosotros en los Sagrarios.
Amén.
Virgen
de Lourdes, ¡ruega por nosotros!
Consuelo
de los afligidos, ¡ruega por nosotros!
Salud
de los enfermos, ¡ruega por nosotros!
(Rezar
tres Avemarías)
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Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración por el alma de Julito, que
falleció el martes pasado de una enfermedad pulmonar, ya mayor; por Pepe, enfermo de cáncer y por Yoya, recuperándose de una caída, ambos
mayores también. Los tres residen en Miami (USA).
Pedimos
oración para Sergio, afectado de
cáncer en la sangre, con quimioterapia y algunas dificultades para que le
lleguen los medicamentos; por Morena,
de 6 años, que por complicaciones a partir de una faringitis ahora tiene
compromiso cerebral (probable meningitis); y por Luisa, enferma desde hace seis años como consecuencia de un
accidente cerebro vascular. Todas estas personas son de Argentina, y las
encomendamos a la mediación de la Santísima Virgen de Lourdes.
Pedimos
oración por la salud de Héctor Edmundo
S. M., que vive en Pachuca, Hidalbo, México, y padece cáncer de colon,
confiando que Dios, en su infinita bondad, le concederá su gracia de sanación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Febrero 11
No
pretendamos ir a Jesucristo por un camino distinto del que Él siguió para venir
a nosotros. Dijo Jesús: “Yo soy el Camino para ir al Padre”. María Santísima
puede muy bien decir: “Yo soy el camino para ir a mi Hijo”.
María
no es el fin del camino sino el camino para ir a Jesucristo (“A Jesús por
María”). Y Jesucristo nos manifiesta que él es el Camino para llegar al Padre.
Si
acertamos en el camino, llegaremos a la meta. María es el camino que siguen
todos los buenos cristianos para llegar a Dios. No pretendamos nosotros
inventar lo que ya está inventado, y nada menos que por Dios.
María, tú conoces el camino a Jesucristo; ayúdanos a
llegar a Él; sabemos que de tu mano no podemos perdernos.
*
P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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