PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3284 ~ Lunes 27 de Febrero de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Es
bueno recordar que todos somos, por naturaleza, pecadores. Y lo que Jesús nos
pide hoy es que tenemos que despreciar el pecado… pero no al pecador.
Ante
bien, al pecador tenemos que ayudarlo en su conversión, e invitarlo a que se
acerque a la misericordia de Dios que lo espera como el Padre Misericordioso
siempre dispuesto a abrazar y perdonar.
No
importa cuán grande sea mi pecado… El amor, la misericordia, y el perdón de Dios
son más grandes.
Recordemos
lo que nos ha dicho el Papa Francisco: “Dios no se cansa de perdonar… Somos los
hombres los que nos cansamos de pedir perdón”
Que
el tiempo de Cuaresma que nos aprestamos a vivir en pocos días más, sea el
marco propicio para reflexionar y acercarnos más a Jesús y a los hermanos.
¡Buenos días!
Vivir la Palabra
En
la Palabra de Dios encuentras alimento cotidiano y orientación en tu camino,
consuelo y fortaleza en tus penas, semillas de vida nueva, promesas de alegría
sin fin, normas de vida inocente y pura, maravillosos ejemplos de fe. La Reina
de la Paz te pide que pongas el Libro Sagrado en un lugar visible de tu casa y
vivas con amor sus mensajes.
“¡Queridos hijos! También hoy los invito a ser
portadores del Evangelio en sus familias. Hijitos, no olviden leer la Sagrada
Escritura. Pónganla en un lugar visible y testimonien con su vida que creen y
viven la Palabra de Dios. Yo estoy cerca de ustedes con mi amor, e intercedo
ante mi Hijo por cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi
llamado!”
Antes
de leer la Palabra puedes orar así: “Concédeme, Señor, escucharte cada día con
humildad, en un ambiente de silencio interior. Ayúdame a liberarme de las
palabras inútiles que distraen mi espíritu. Haz que, meditando tu Palabra como
María en mi corazón, pueda hacerla fructificar en mi vida. Gracias, Jesús,
porque tus palabras son espíritu y vida”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Un
día que Jesús se ponía ya en camino, uno corrió a su encuentro y arrodillándose
ante Él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia
la vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino
sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes,
no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre».
Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud».
Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda,
cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo;
luego, ven y sígueme». Pero él, abatido por estas palabras, se marchó
entristecido, porque tenía muchos bienes.
Jesús,
mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que
tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Los discípulos quedaron
sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra,
les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que
un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de
Dios». Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se
podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres,
imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios». (Mc 10,17-27)
Comentario:
Hoy,
la liturgia nos presenta un evangelio ante el cual es difícil permanecer
indiferente si se afronta con sinceridad de corazón.
Nadie
puede dudar de las buenas intenciones de aquel joven que se acercó a Jesucristo
para hacerle una pregunta: «Maestro bueno: ¿qué he de hacer para tener en
herencia la vida eterna?» (Mc 10,17). Por lo que nos refiere san Marcos, está
claro que en ese corazón había necesidad de algo más, pues es fácil suponer que
—como buen israelita— conocía muy bien lo que la Ley decía al respecto, pero en
su interior había una inquietud, una necesidad de ir más allá y, por eso,
interpela a Jesús.
En
nuestra vida cristiana tenemos que aprender a superar esa visión que reduce la
fe a una cuestión de mero cumplimiento. Nuestra fe es mucho más. Es una
adhesión de corazón a Alguien, que es Dios. Cuando ponemos el corazón en algo,
ponemos también la vida y, en el caso de la fe, superamos entonces el
conformismo que parece hoy atenazar la existencia de tantos creyentes. Quien
ama no se conforma con dar cualquier cosa. Quien ama busca una relación
personal, cercana, aprovecha los detalles y sabe descubrir en todo una ocasión
para crecer en el amor. Quien ama se da.
En
realidad, la respuesta de Jesús a la pregunta del joven es una puerta abierta a
esa donación total por amor: «Anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres
(…); luego, ven y sígueme» (Mc 10,21). No es un dejar porque sí; es un dejar
que es darse y es un darse que es expresión genuina del amor. Abramos, pues,
nuestro corazón a ese amor-donación. Vivamos nuestra relación con Dios en esa
clave. Orar, servir, trabajar, superarse, sacrificarse... todo son caminos de
donación y, por tanto, caminos de amor. Que el Señor encuentre en nosotros no
sólo un corazón sincero, sino también un corazón generoso y abierto a las
exigencias del amor. Porque —en palabras de san Juan Pablo II— «el amor que
viene de Dios, amor tierno y esponsal, es fuente de exigencias profundas y
radicales».
* P. Joaquim PETIT Llimona, L.C. (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Gabriel de la Dolorosa
Religioso Pasionista
Nació
en Asís el año 1838. Se crió en Espoleto, destino de su padre que era
administrativo de los Estados Pontificios, y allí estudió en La Salle y en los
jesuitas. A los 18 años ingresó en el noviciado de los Padres Pasionistas. Su
vida religiosa iba a ser breve, pero intensa. Tuvo una gran devoción a la
Pasión de Cristo y a la Virgen Dolorosa. Fue ejemplar por su sencillez y
humildad, alegría, amabilidad y paciencia. Empezó la carrera sacerdotal con
ilusión, pero sólo recibió las órdenes menores. Enfermó de tuberculosis, y
murió prematuramente en Isola del Gran Sasso (Abruzzo, Italia) el año 1862.
© Directorio Franciscano Aciprensa
Pensamiento del día
"A veces las personas son egoístas, ilógicas e
insensatas... Aun así, perdónalas. Si eres amable, las personas pueden acusarte
de ser egoísta e interesado... Aun así, sé gentil. Si eres vencedor, tendrás
algunos falsos amigos y algunos enemigos verdaderos... Aun así, vence. Si eres
honesto y franco, las personas pueden engañarte... Aun así, sé honesto y
franco. Lo que tardaste años para construir, alguien puede destruirlo de una
hora para otra. Aun así, construye. Si tienes paz y eres feliz, las personas
pueden sentir envidia... Aun así, sé feliz. El bien que hagas hoy, puede ser
olvidado mañana... Aun así, haz el bien. Da al mundo lo mejor de ti, aunque eso
pueda nunca ser suficiente. Aun así... da lo mejor de ti mismo".
Santa Teresa de Calcuta
Santa Teresa de Calcuta
Tema del día:
Mensaje del Papa para la Cuaresma
Queridos
hermanos y hermanas:
La
Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la
Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo
recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado
a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida
mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que
nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que
volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf.
Homilía, 8 enero 2016).
La
Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través
de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la
limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos
invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera
centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19-31).
Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para
entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la
vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.
1.
El otro es un don
La
parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre
es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación
desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del
rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y
los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el
hombre degradado y humillado.
La
escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro:
un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no
es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con
una historia personal. Mientras que para el rico es como si fuera invisible,
para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como
tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado,
recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano
(cf. Homilía, 8 enero 2016).
Lázaro
nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste
en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no
es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La
primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de
nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un
pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a
cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno
de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un
don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los
ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer
esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del
hombre rico.
2.
El pecado nos ciega
La
parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra
el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene
un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la
ropa que viste, de un lujo exagerado. La púrpura, en efecto, era muy valiosa,
más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr
10,9) y a los reyes (cf. Jc 8,26). La tela era de un lino especial que
contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado. Por tanto, la riqueza de
este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los
días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de
forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos
sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20
septiembre 2013).
El
apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10).
Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y
recelos. El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo
tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a
nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el
dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que
no deja lugar al amor e impide la paz.
La
parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad
se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede
permitir. Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera
de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia
(cf. ibíd., 62).
El
peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se
viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es
simplemente un mortal. Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no
existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su
alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie
de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su
humillación.
Cuando
miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con tanta
claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque
despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y
no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).
3.
La Palabra es un don
El
Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la
Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir
una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática.
El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes
palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el
pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en
el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al
mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).
También
nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con
Abraham, al que llama «padre» (Lc 16,24.27), demostrando que pertenece al
pueblo de Dios. Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria,
ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto,
en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.
El
rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere
que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua. Los gestos
que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer
y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que
recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí
consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una
cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.
La
parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los
cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham
que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a
Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del
rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque
resucite un muerto» (v. 31).
De
esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males
está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar
ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza
viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente
a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el
corazón al don del hermano.
Queridos
hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el
encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El
Señor ―que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del
Tentador― nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a
realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra
de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en
los hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que manifiesten también
esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas
organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que
aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por
otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras
puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un
testimonio pleno de la alegría de la Pascua.
Francisco
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios
del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para
tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales
sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración para Gustavo M., de Neuquén,
Argentina, que está internado en terapia intensiva por pancreatitis aguda. Que
el Señor lo asista y le permita recuperarse pronto.
Pedimos
oración para Titina, de Ciudad de
Buenos Aires, afectada de depresión. Que la Santísima Virgen la acompañe,
sostenga y fortalezca para superar este estado y volver a sentirse en plenitud.
Pedimos
oración por María Rosa E., de Buenos
Aires, Argentina, que tiene que someterse a una angioplastia en estos días,
para que todo resulte bien. También por Emilio,
su esposo, de avanzada edad y varios problemas de salud. Que Jesús y la Virgen
de Lourdes estén en todo momento junto a ellos.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Febrero 27
María
fue inundada de amor divino pero no quiso conservarlo sólo para ella sino
derramarlo sobre nosotros. Nuestra Madre se alegra al vernos llenos del amor de
Dios. Cuanto más amemos a Dios, mayor será su alegría.
Si
debemos amar a Dios para dar gusto a nuestro Padre celestial, también debemos
hacerlo para dar gusto a nuestra Madre bondadosa. Hagamos todas las cosas no
tanto por un mero sentido del deber, sino principalmente por amor a Dios, para
agrada a Dios y a la Santísima Virgen.
María, que no te encerraste en ti misma, tú que
viviste para tu Hijo y para sus seguidores, enséñanos a compartir nuestros
dones y nuestra vida.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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