sábado, 18 de febrero de 2017

Pequeñas Semillitas 3275

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3275 ~ Sábado 18 de Febrero de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hay historias que son verdaderamente conmovedoras:
El padre Mateo Crawley, el gran apóstol mundial de la devoción al Corazón de Jesús, cuenta que un día después de predicar un sermón en París, lo detuvo una joven obrera y le pidió hablar con él. Como no tenía tiempo, pues le estaban esperando en otra parte, le dio su dirección. Ella le escribió una carta, donde le decía:
“Padre, pertenecía a una familia tan desgraciada como impía. A los catorce años ignoraba hasta la existencia de Dios, a pesar de haber sido bautizada. Al pasar un día delante de una iglesia, vi mucha gente y entré. No entendía nada. Al llegar la comunión, le pregunté a una señora qué iba a recibir aquella gente… Aquella señora me explicó lo que era la comunión. Después me compré un catecismo y lo estudié para prepararme a la confesión y comunión”.
Y sigue el padre Mateo: Ahora es una religiosa carmelita y hace poco me escribía la Priora: Es la perla de las perlas, la joya de mi comunidad.
La conclusión es simple y clara: siempre estamos a tiempo de buscar a Jesús, y si lo hacemos de corazón, Él nos ayudará a que lo encontremos para siempre.

¡Buenos días!

Avalancha de nieve
María Simma fue una sencilla campesina que desde pequeña oraba por las almas del Purgatorio. A los 25 años fue favorecida con el carisma de ser visitada a menudo por estas almas. Vivía sola en su casita de Sonntag en Austria. Fue alentada en su tarea por el párroco y el obispo. Con generosidad María respondía siempre a los pedidos de las almas benditas.

Una noche de 1954 un joven estaba en su casa, cuando de improviso un terrible alud se abatió tan cerca que oía gritos que pedían auxilio. De inmediato el joven se levantó y se precipitó para socorrer a esas personas. Pero su madre en la puerta quiso impedirle el paso. El joven, conmovido por los gritos y resuelto a auxiliarlos, empujó a su madre y le dijo: "¡Sí, yo voy! ¡No quiero dejarlos morir así!” y salió. Pero también él, a lo largo del trayecto, fue alcanzado por otro alud y murió... Dos días después se apareció a María Simma y le dijo: "Haz celebrar tres misas por mí, así seré liberado del Purgatorio". Más tarde el joven le explicó que al entregar su vida por esas personas, el Señor perdonó sus muchos y graves pecados y pudo entrar rápidamente al Cielo porque la caridad cubre la multitud de las culpas.

El Purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar al Cielo. Nosotros podemos ayudarlos ofreciendo expiaciones a Dios, como Misas, oraciones, obras de misericordia, etc. Son actos excelentes que el Señor te recompensará.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de "resucitar de entre los muertos".
Y le preguntaban: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Él les contestó: «Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas, ¿cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y que será despreciado? Pues bien, yo os digo: Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto han querido, según estaba escrito de él». (Mc 9,2-13)

Comentario:
Hoy, el Evangelio de la transfiguración nos presenta un enigma descifrado. El texto evangélico de san Marcos está plagado de secretos mesiánicos, de momentos puntuales en los cuales Jesús prohíbe que se dé a conocer lo que ha hecho. Hoy nos encontramos ante un “botón de muestra”. Así, Jesús «les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos» (Mc 9,9).
¿En qué consiste este secreto mesiánico? Se trata de levantar un poco el velo de aquello que se esconde debajo, pero que sólo será desvelado totalmente al final de los días de Jesús, a la luz de su Misterio Pascual. Hoy lo vemos claro en este Evangelio: la transfiguración es un momento, una catadura de gloria para descifrar a los discípulos el sentido de aquel momento íntimo.
Jesús había anunciado a sus discípulos la inminencia de su pasión, pero al verles tan turbados por tan trágico fin, les explica con hechos y palabras cómo será el final de sus días: unas jornadas de pasión, de muerte, pero que concluirán con la resurrección. He aquí el enigma descifrado. Santo Tomás de Aquino dice: «Con el fin de que una persona camine rectamente por un camino es necesario que conozca antes, de alguna manera, el lugar al cual se dirige».
También nuestra vida de cristianos tiene un fin desvelado por Nuestro Señor Jesucristo: gozar eternamente de Dios. Pero esta meta no estará exenta de momentos de sacrificio y de cruz. Con todo, hemos de recordar el mensaje vivo del Evangelio de hoy: en este callejón aparentemente sin salida, que es frecuentemente la vida, por nuestra fidelidad a Dios, viviendo inmersos en el espíritu de las Bienaventuranzas, se agrietará el final trágico, gozando de Dios eternamente.
* Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España)

Santoral Católico
San Francisco Regis Clet
Misionero Vicentino y Mártir
Nació en Grenoble (Francia) el año 1748. Ingresó en la Congregación de la Misión, los Paúles, y recibió la ordenación sacerdotal en 1773. Estuvo años de profesor de teología moral en el seminario de Annecy, y era maestro de novicios en París cuando estalló la Revolución Francesa. En 1791 pidió ir de misionero a China, y se lo concedieron. Estuvo unos meses en Macao y luego pasó treinta años evangelizando, en medio de grandes dificultades, en las provincias de Kiong-Si, Hou-Pe y Ho-nam. Antes, los emperadores consintieron las misiones, y los cristianos fueron aumentando. Pero cuando llegó el P. Francisco, se había difundido la desconfianza hacia Occidente, de donde provenían los misioneros. Después, la desconfianza se convirtió en persecución abierta, y la Iglesia tuvo que pasar a la clandestinidad. Lo denunció, por dinero, un cristiano renegado. Lo encarcelaron y lo torturaron, y el 18 de febrero de 1820 lo estrangularon en Wuhan, provincia de Hubei (China). Juan Pablo II lo canonizó el año 2000.
© Directorio Franciscano 

Santoral Católico:
Santa Bernardita Soubirous
Vidente de Lourdes
 
Información: 

Pensamiento del Santo Padre Pío 
"Cuando a Él le plazca colocarnos en la cruz,
es decir, tenernos en cama enfermos,
agradezcámosle y sintámonos afortunados
por tanto honor recibido,
sabiendo que estar en la cruz con Jesús
es un acto sumamente más perfecto
que el de sólo contemplarlo en ella"

Tema del día:
La Virgen María y el sacramento de la Confesión
La Virgen María ocupa un lugar muy particular para los creyentes en Cristo. Ella fue concebida inmaculada. Ella aceptó plenamente la voluntad de Dios en su vida. Ella, como Puerta del cielo, dio permiso a Dios para entrar en la historia humana. Ella estuvo al pie de la Cruz de su Hijo. Ella oraba con la primera comunidad cristiana en la espera del Espíritu Santo.

Por eso María está presente, de un modo discreto pero no por ello menos importante, en el sacramento de la Eucaristía. Las distintas plegarias la mencionan, pues no podemos participar en el misterio pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo sin recordar a la Madre del Redentor.

¿Está también presente la Virgen en el sacramento de la confesión? En el ritual de la Penitencia no hay menciones específicas de María. Ni en los saludos, ni en la fórmula de absolución, ni en la despedida.

En algunos lugares, es cierto, se conserva la devoción popular de iniciar la confesión con el saludo “Ave María purísima. Sin pecado concebida”. Pero se trata de un saludo no recogido por el ritual, y que muchos ya no utilizan.

Sin embargo, aunque el rito no haga mención explícita de la Virgen, Ella está muy presente en este sacramento.

En la tradición de la Iglesia María recibe títulos y advocaciones concretas que la relacionan con el perdón de los pecados. Así, la recordamos como Refugio de los pecadores, como Madre de la divina gracia, como Madre de la misericordia, como Madre del Redentor y del Salvador, como Virgen clemente, como Salud de los enfermos.

A lo largo del camino cristiano, Ella nos acompaña y nos conduce, poco a poco, hacia Cristo. La invitación en las bodas de Caná, “haced lo que Él os diga” (cf. Jn 2,5) se convierte en un estímulo para romper con el pecado, para acudir al Salvador, para abrirnos a la gracia, para iniciar una vida nueva en el Hijo.

Por eso, en cada confesión la Virgen está muy presente. Tal vez no mencionamos su nombre, ni tenemos ninguna imagen suya en el confesionario. Pero si resulta posible escuchar las palabras de perdón y de misericordia que pronuncia el sacerdote en nombre de Cristo es porque María abrió su corazón, desde la fe, a la acción del Espíritu Santo, para acoger el milagro magnífico de la Encarnación del Hijo.

La Virgen, de este modo, acompaña a cada sacerdote que confiesa y a cada penitente que pide humildemente perdón. Su presencia nos permite entrar en el mundo de Dios, que hizo cosas grandes en Ella, que derrama su misericordia de generación en generación (cf. Lc 1,48-50), hasta llegar a nosotros también en el sacramento de la Penitencia.
©Fernando Pascual

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Humor

Alberto y Alicia son ambos pacientes en un hospital psiquiátrico.
Un día mientras caminaban cerca de la piscina del hospital, Alberto inesperadamente saltó a la piscina y cayó hasta el fondo, donde permaneció sin moverse.
Alicia rápidamente entró para salvarlo, nadó hasta el fondo y lo sacó.
Cuando el director del hospital se enteró del acto heroico de Alicia, ordenó que se le diera de alta del hospital, pues consideraba que ella ahora estaba mentalmente estable.
El director le dijo a Alicia:
- Tengo dos noticias para darte... una buena y una mala. La buena es que ya te dimos de alta, al meterte a la piscina y haber salvado la vida de otro paciente has demostrado que eres capaz de responder razonablemente ante una crisis, por esto llegué a la conclusión de que ya estás mentalmente sana y puedes abandonar el hospital. La mala noticia es que, Alberto, el paciente a quien le salvaste la vida, se ahorcó en el baño con el cinturón de su bata... momentos después de que le salvaste la vida... Alicia, lo siento mucho, Alberto está muerto.
Alicia muy sorprendida le contesta al director:
-Nooo, no se colgó él... lo colgué yo para que se secara.

Meditación

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
"Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?"
El maestro respondió:
"La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.
Algunos persiguen la felicidad; otros la crean.

Los cinco minutos de María
Febrero 18
Jesús es la Verdad y la Vida. Por eso la Madre de Jesús es la Madre de la Verdad y la Vida.
Madre de la Verdad, porque nos conduce a la Verdad, que es Jesús.
Quien está en Jesús permanece en la Verdad y está ciertamente con María.
María se convierte así en el camino más rápido y seguro para llegar a la Verdad y a la Vida.
María, que consagraste tu vida a la obra de tu Hijo, ayúdanos a comprometernos en el servicio a nuestros hermanos.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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