martes, 20 de diciembre de 2016

Pequeñas Semillitas 3221

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3221 ~ Martes 20 de Diciembre de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El Verbo divino, en el primer instante que se vio hecho hombre y niño en el vientre de María, todo se ofreció por sí mismo a las penas y a la muerte por el rescate del mundo.
Sabía que todos los sacrificios de los machos de cabrío, y de los toros ofrecidos anteriormente a Dios, no habían podido satisfacer por las culpas de los hombres; sí que se necesitaba una persona Divina que pagase por estos el precio de su redención. 
Por lo que dijo Jesús al entrar en el mundo aquellas palabras que san Pablo pone en su boca: “Padre mío, todas las víctimas ofrecidas a Vos hasta aquí, no han bastado, ni podían bastar a satisfacer vuestra justicia: me habéis dado un cuerpo pasible, para que con la efusión de mi sangre os aplaque, y salve a los hombres; heme pronto, todo lo acepto, y en todo me someto a vuestro querer”. 
Repugnaba este sacrificio la parte inferior de Jesús, que como hombre naturalmente reusaba aquella vida y aquella muerte tan llena de penas y de oprobios; pero venció la parte superior de la razón, que estaba toda subordinada a la voluntad del Padre, y todo lo aceptó; comenzando Jesús a padecer desde aquel punto cuantas angustias y dolores debía sufrir en los años de su vida. 
Así se condujo nuestro Redentor desde el primer momento de su entrada en el mundo. Más ¡Oh Dios! ¿Cómo nos hemos portado nosotros con Jesús, desde que comenzamos a conocer con la luz de la fe los sagrados misterios de su redención? ¿Qué pensamientos, qué designios, que bienes hemos amado? Placeres, pasatiempos, soberbias, venganzas, sensualidad… He aquí los bienes que han aprisionado los afectos de nuestro corazón. 
Pero si tenemos fe es necesario ya mudar de vida y amor. Amemos a un Dios que tanto ha padecido por nosotros. Pongámonos delante las penas del corazón de Jesús sufridas desde niño por nosotros; y de esta manera no podremos amar otro que este corazón, el cual tanto nos ha amado. (San Alfonso María Ligorio)

¡Buenos días!

Tarea de Navidad
Jesús aparece en medio de nosotros en Navidad. Quiere sacudir nuestro letargo y ayudarnos a tomar conciencia de las semillas que están dormidas en nuestro corazón. Ellas aguardan que tú les des oportunidad de desplegar su fuerza germinativa y producir abundantes frutos en tu vida. Jesús te visitó con su amor. Él espera que tú lo hagas con los que están a tu lado.

Cuando se termina el canto de los ángeles, cuando se apaga la estrella del firmamento, cuando los reyes vuelven a sus palacios, cuando los pastores se reúnen con sus rebaños, entonces empieza la tarea de Navidad: encontrar al perdido, curar al decaído, alimentar al hambriento, liberar al prisionero, reconstruir las naciones, llevar la paz a los hermanos, hacer música con el corazón.

Si Navidad es amor, la fuerza de esta celebración anual, te motiva y dinamiza para que intentes de nuevo ser, como Jesús, fuente de bondad, consuelo, alegría y paz. Vale la pena volver a intentarlo y permanecer firmes en la tarea asignada. Jesús te acompaña, el Emmanuel, el “Dios con nosotros”.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue. (Lc 1,26-38)

Comentario:
Hoy contemplamos, una vez más, esta escena impresionante de la Anunciación. Dios, siempre fiel a sus promesas, a través del ángel Gabriel hace saber a María que es la escogida para traer al Salvador al mundo. Tal como el Señor suele actuar, el acontecimiento más grandioso para la historia de la Humanidad —el Creador y Señor de todas las cosas se hace hombre como nosotros—, pasa de la manera más sencilla: una chica joven, en un pueblo pequeño de Galilea, sin espectáculo.
El modo es sencillo; el acontecimiento es inmenso. Como son también inmensas las virtudes de la Virgen María: llena de gracia, el Señor está con Ella, humilde, sencilla, disponible ante la voluntad de Dios, generosa. Dios tiene sus planes para Ella, como para ti y para mí, pero Él espera la cooperación libre y amorosa de cada uno para llevarlos a término. María nos da ejemplo de ello: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). No es tan sólo un sí al mensaje del ángel; es un ponerse en todo en las manos del Padre-Dios, un abandonarse confiadamente a su providencia entrañable, un decir sí a dejar hacer al Señor ahora y en todas las circunstancias de su vida.
De la respuesta de María, así como de nuestra respuesta a lo que Dios nos pide —escribe san Josemaría— «no lo olvides, dependen muchas cosas grandes».
Nos estamos preparando para celebrar la fiesta de Navidad. La mejor manera de hacerlo es permanecer cerca de María, contemplando su vida y procurando imitar sus virtudes para poder acoger al Señor con un corazón bien dispuesto: —¿Qué espera Dios de mí, ahora, hoy, en mi trabajo, con esta persona que trato, en la relación con Él? Son situaciones pequeñas de cada día, pero, ¡depende tanto de la respuesta que demos!
* Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)

Santoral Católico:
Santo Domingo de Silos
Abad
Nació en el pueblo de Cañas (La Rioja, España) hacia el año 1000. En su juventud fue pastor y empezó a sentir gusto por la soledad y el silencio, llevando vida de ermitaño. Decidió abrazar la vida religiosa e ingresó en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Sus cualidades y su observancia de la Regla hicieron que pronto lo nombraran prior del monasterio. Como tal tuvo un conflicto con el rey García III de Navarra a causa de las posesiones del monasterio y del pago de tributos. El rey lo desterró, y lo acogió en seguida Fernando I, rey de Castilla, quien le ofreció el monasterio de Silos (Burgos), entonces en decadencia material y espiritual. Elegido abad del mismo, restauró el edificio, restableció la disciplina monástica y la práctica de la alabanza continua a Dios. El monasterio se convirtió en uno de los más prósperos de España. También se ocupó en rescatar a cristianos cautivos de los musulmanes. Murió el 20 de diciembre de 1073.
Oración: Oh Dios, que adornaste a tu Iglesia con los méritos de la preclara vida de santo Domingo de Silos, tu confesor, y la alegraste con los gloriosos milagros en la liberación de los cautivos; concede a tus siervos ser instruidos con sus ejemplos y, por su patrocinio, ser liberados de toda esclavitud de los vicios. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Pensamiento del día

“¿Qué es la Navidad?
Es la ternura del pasado,
el valor del presente
y la esperanza del futuro.
Es el deseo más sincero
de que cada taza se rebose
con bendiciones ricas y eternas,
y de que cada camino nos lleve a la paz“
-Agnes M. Pharo-

Biblioteca de archivos
Recuerda que en la página (blog) de "Pequeñas Semillitas" y también en "Juan Pablo II inolvidable", en la columna lateral derecha, hay un enlace con la misma imagen que ves arriba de este escrito, desde donde se ingresa a la Biblioteca de archivos. Ingresando allí encontrarás una selección de los mejores artículos publicados en “Pequeñas Semillitas” que podrás leer o descargar a tu computadora.
Entre los archivos de texto (pdf) están en forma completa los documentos papales: "Lumen Fidei", "Evangelii Gaudium", "Misericordiae Vultus" y "Laudato Si". También está el Diario de Santa Faustina y hay enlaces para ver películas con la vida de grandes santos de la Iglesia.

Tema del día:
La “tristeza navideña”
Para muchas personas, el periodo navideño es muy complicado. No hablo de almas desdichadas que tienen buenos motivos para estar tristes –la pérdida de personas queridas, la salud delicada, la soledad– , sino de aquellos que se sienten tristes cuando la Navidad no les ofrece toda la gratificación personal que estaban buscando. Definen a lo que sienten “tristeza navideña”.

Al pensar recientemente en este hecho, recordé un episodio contado por santa Teresa de Lisieux en su espléndida autobiografía “Historia de un Alma”, sucedido la mañana de Navidad de 1886, cuando Teresa tenía casi 13 años.

Su familia tenía una tradición para la vigilia de Navidad. Ponían los zapatos de los niños frente a la chimenea, y cuando se volvía de la misa de medianoche, los zapatos estaban llenos de regalos. Aquella Navidad, sin embargo, el padre de Teresa estaba enojado por algo, y ella le escuchó decir sobre la historia de los zapatos: “Gracias a Dios es la última vez que hacemos algo por el estilo”.

Teresa era una muchacha buena y pía, pero como admite ella misma, era también extremadamente sensible. Explotaba a menudo en llanto, y cuando se le decía que parara, lloraba aún más. Las palabras del padre la hirieron mucho. Cuando subió para quitarse el sombrero, la hermana mayor, Céline, comprendiendo la situación, le dijo: “No bajes. Tomar los regalos de tus zapatos te pondrá aún peor”.

Sin embargo, escribe: “Teresa ya no era la misma muchacha. Jesús la había cambiado. Habiéndome calmado del llanto, bajé y tomé mis zapatos. Saqué mis regalos mostrando gran alegría. Papá rió y Céline pensó que estaba soñando… El amor llenaba mi corazón, me había olvidado de mí misma y, por lo tanto, era feliz”.

¿Qué había sucedido? Teresa dice simplemente que había recibido “la gracia de salir de la infancia”.

La mayor parte de nosotros no somos santos como Teresa de Lisieux, pero algunos han tenido experiencias no muy distintas de la suya. Un hombre que conozco escribió: “De niño pensaba en Navidad como en una ocasión para obtener cosas. Mis padres me lo habían enseñado sin querer. No habían crecido ambos en familias pudientes, y los regalos que se daban en Navidad cuando ellos eran niños eran muy pocos. Ahora, para compensar, prodigaban regalos para mí y mi hermana”.

“Esa manera de festejar Navidad me impresionó durante años. Visto que para mí Navidad significaba fundamentalmente la acumulación de cosas, en realidad no me hacía feliz. Luego, una Navidad entendí algo más”.

“En aquella época ya era padre yo también. Una de mis hijas estuvo enferma durante varios días, y al acercarse la Navidad empeoraba. Al final saltó la alarma. La puse en el coche y la llevé a urgencias”.

“Esperamos un buen rato, pero al final un doctor que la revisó descubrió que tenía un diente infectado que al dentista se le había escapado cuando la había visitado la semana anterior. Le dieron muchos antibióticos y analgésicos y la mandaron a casa, y pronto ya descansaba tranquila y se sentía mejor”.

“Ese año mi Navidad fue esa. En lugar de buscar sentirme mejor concentrándome en el intercambio de regalos, pasé el día buscando ayudar a alguien. Y ¿sabes algo? Fue bello. Fue una lección que no he olvidado”.

Como habría dicho santa Teresita, olvidarse de sí curó su tristeza navideña.
© Russell Shaw

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Los cinco minutos de Dios
Diciembre 20
Son muchas las cosas que en los días de Navidad los hombres pedirán al cielo; a ese Dios que, sin dejar de ser Dios, se quiso hacer hombre, por amor al hombre, para salvar al hombre.
Pero indudablemente hay algo que está en las plegarias de todos: todos esperamos y pedimos que el Niño de Navidad nos traiga la paz.
Tú, que eres el camino, la verdad y la vida; tú, que todo lo sabes y lo puedes todo, que un alma eterna diste a nuestro ingrato lado y amasaste el martillo que te crucificó, no mires las miserias, no mires los pecados. Recuerda solamente que somos desdichados y que este barro nuestro la vida te costó.
Escucha nuestro ruego, que se une a la plegaria de tanta madre triste y esposa solitaria, de tanto niño pálido de su contraída faz; y, abriendo los dos brazos de tu misericordia sobre este mundo mísero, de luto y de discordia, Señor omnipotente, concédele la paz.
“Y junto con el ángel, apareció una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres amados por Él” (Lc 2,13-14). Es Cristo el que vino a traernos la paz, desde el momento en que vino a restablecer la paz entre Dios y nosotros.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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