PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3219 ~ Domingo 18 de Diciembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
¿A
qué nos llaman las lecturas de este domingo? Isaías señala que a Dios hay que
tomarlo muy en serio. El Salmo 22 declara que ya llega el Rey de la Gloria.
Pablo nos recuerda la buena noticia de Dios que, en Jesús, su gracia y su paz,
cumple su promesa de salvación. Finalmente, Mateo en su evangelio refiere los
acontecimientos que rodean la venida del Emmanuel, Dios que viene a instalarse
entre nosotros.
Que
este poco tiempo antes de Navidad lo aprovechemos para ahondar en todo esto, no
sea que Navidad quede en un festejo muy a flor de piel, sin tocar fondo en un
mayor y creciente encuentro y conversión con el Salvador.
Profundicemos
la actitud de José, el protagonista de este domingo. Él se pone a disposición
de Dios y abandona toda pretensión personal, para que algo más grande suceda:
el nacimiento del Salvador. José nos enseña la humildad y el rechazo de la
autoreferencialidad, para dar paso a una historia de salvación donde los pobres
son los preferidos de Dios.
Adviento
está cerrando su ciclo para dar paso a la Navidad, y es hora de pensar cómo
preparar la casa para recibir al Liberador de la opresión y del mal. (El Domingo)
¡Buenos días!
Decisión valiosa
Comienza
con lo que tienes, no con lo que te hace falta. Tú ya tienes todo lo que
necesitas para comenzar a crear tu futuro. Sin embargo, a veces te encuentras
diciendo: si tan sólo tuviera esto, si al menos esto fuera distinto, si tuviera
más dinero... No exageres la importancia de las cosas que no tienes. Empieza
con lo que tienes.
Un día decidí no esperar las oportunidades, sino ir a
buscarlas yo mismo. Y así después de tantos años, un día como cualquiera decidí
triunfar... Decidí ver cada problema como una oportunidad para encontrar una
solución. Decidí ver cada desierto como una oportunidad para encontrar un
oasis. Decidí ver cada día como una nueva oportunidad para ser feliz. Descubrí
que mi único rival, no eran más que mis propias debilidades y que, en éstas,
está la única y mejor forma de superarme. Aquel día dejé de lado el temor a
perder. Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui. Me dejó de
importar quién ganara y quién perdiera. Ahora me importa simplemente saberme
mejor que ayer.
Es
maravilloso el número de cosas difíciles que la gente decidida logra realizar.
Tú deberías formar parte de ese equipo. No dejes las tareas de hoy para mañana.
La demora que te ha retrasado fue efecto del temor. El secreto para disipar el
temor está en proceder sin vacilación. Afronta los desafíos de cada día con
valentía.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
La
generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada
con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra
del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en
evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
Así
lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le
dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo
engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por
nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió
para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la
virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que
traducido significa: ‘Dios con nosotros’». Despertado José del sueño, hizo como
el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. (Mt 1,18-24)
Comentario:
Hoy,
la liturgia de la Palabra nos invita a considerar y admirar la figura de san
José, un hombre verdaderamente bueno. De María, la Madre de Dios, se ha dicho
que era bendita entre todas las mujeres (cf. Lc 1,42). De José se ha escrito
que era justo (cf. Mt 1,19).
Todos
debemos a Dios Padre Creador nuestra identidad individual como personas hechas
a su imagen y semejanza, con libertad real y radical. Y con la respuesta a esta
libertad podemos dar gloria a Dios, como se merece o, también, hacer de
nosotros algo no grato a los ojos de Dios.
No
dudemos de que José, con su trabajo, con su compromiso en su entorno familiar y
social se ganó el “Corazón” del Creador, considerándolo como hombre de
confianza en la colaboración en la Redención humana por medio de su Hijo hecho
hombre como nosotros.
Aprendamos,
pues, de san José su fidelidad —probada ya desde el inicio— y su buen
cumplimiento durante el resto de su vida, unida —estrechamente— a Jesús y a
María.
Lo
hacemos patrón e intercesor para todos los padres, biológicos o no, que en este
mundo han de ayudar a sus hijos a dar una respuesta semejante a la de él. Lo hacemos
patrón de la Iglesia, como entidad ligada, estrechamente, a su Hijo, y
continuamos oyendo las palabras de María cuando encuentra al Niño Jesús que se
había “perdido” en el Templo: «Tu padre y yo...» (Lc 2,48).
Con
María, por tanto, Madre nuestra, encontramos a José como padre. Santa Teresa de
Jesús dejó escrito: «Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y
encomendéme mucho a él (...). No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa
que la haya dejado de hacer».
Especialmente
padre para aquellos que hemos oído la llamada del Señor a ocupar, por el
ministerio sacerdotal, el lugar que nos cede Jesucristo para sacar adelante su
Iglesia. —¡San José glorioso!: protege a nuestras familias, protege a nuestras
comunidades; protege a todos aquellos que oyen la llamada a la vocación
sacerdotal... y que haya muchos.
* Rev. D. Pere GRAU i Andreu (Les Planes, Barcelona,
España)
Palabras de San Juan Pablo II
“La
realidad del Adviento está expresada,
entre
otras, en las palabras siguientes de San Pablo:
«Dios
quiere que todos los hombres sean salvos
y
vengan al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2, 4).
Este
«Dios quiere» es justamente el Adviento
y
se encuentra en la base de todo Adviento”
Predicación del Evangelio
María, la mujer del Adviento
Poco
margen tenemos, en el presente año, entre el IV Domingo de Adviento y la
Natividad del Señor. Pero, incluso en ese corto espacio, María emerge como la
gran figura de esta liturgia que nos llevará, mañana ya, a la Solemne Misa del
Gallo.
No
podía faltar, María Madre de Dios, como aquella que nos trae al Salvador en
este tiempo de Adviento que es periodo de espera y de esperanza.
Y,
con María, llegó la expectación. ¡Todo está a punto de cumplirse! El “sí” de
aquella mañana en Nazaret, nos traerá en las próximas horas al Dios con
nosotros. Creyó, esperó y se brindó a todo lo que Dios le pidió. ¿Se puede
aguardar más de una mujer que fue un cheque en blanco para el Señor?
María,
la mujer que se vació totalmente para Dios, está llena a rebosar del Espíritu.
Colmada de las promesas que nuestros antiguos confiaban en ver. Seremos
nosotros los que en el día de Navidad, contemplemos cara a cara lo que ha
germinado en el interior de una Virgen.
A
Ella, y no lo olvidemos, le debemos la primera Navidad. ¿Cómo celebrar
cristianamente estos próximos días? ¿En dónde poner el acento? ¿Cómo conseguir
que Dios siga naciendo en nosotros?
No
lo dudemos, en María, tenemos la respuesta. Sus actitudes, su forma de ser, su
personalidad y su figura, nos dan el tono para desarrollar la melodía que a
Dios más le gusta.
No
lo dudemos, en María, se dan una serie de virtudes y de gracias que, al
imitarlas, a la fuerza damos con el secreto y en el clavo para complacer a Dios
y para hacer el Evangelio realidad.
¡Sí!
Con María llegó la esperanza. No podemos dejar de lado a ninguna de las dos: ni
a Maria, porque es fuente de esperanza, ni a la esperanza, porque es la mejor
radiografía de una mujer que amó en su corazón y con locura a Dios, mucho antes
que recibirlo en sus propias entrañas.
¡Qué
gran pórtico el de la Navidad! ¡María Virgen! Celebremos con gozo santo estos
próximos días. Dejémonos guiar por esta estrella que ilumina los senderos que
conducen a Belén. Miremos a esta mujer que, siendo pequeña, es grande y
confidente en cuanto que nos enseña a renovar nuestras personas para que Dios
pueda también en nosotros nacer.
Miremos
hacia el cielo ¿No la veis? ¿Quién ha dicho que solo aparecerá una estrella en
el amplio universo? Hoy, en este cuarto domingo de Adviento, María es también
un destello que marca los compases del caminante que quiere marchar sin
detenerse hacia Belén.
Que
apuremos estas últimas horas. Preparemos, por supuesto, el encuentro familiar:
la mesa, los dulces, el calor, el belén o el árbol. Pero, que entre todo ello,
no olvidemos lo más importante. Dios para nacer necesita de un corazón bien
dispuesto. Que cuando llegue en las próximas horas encuentre también una
oración en nuestras casas. Que los villancicos sean un distintivo musical de
estas jornadas, que además de familiares, son días de fe. En definitiva, ya que
Dios sale a nuestro encuentro en un Niño que se mueve en los fondos de Santa
María, que salgamos también nosotros alegres, llenos de fe, preparados,
convertidos y dispuestos a que sean unas navidades santas y cristianas.
©
Padre Javier Leoz
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Córdoba, Argentina, Marta Cecilia
(“Chechu”) agradece a Dios por los buenos resultados de sus biopsias
realizadas hace unos días y también por una importante visita que está por
recibir... Nos sumamos a la oración de agradecimiento.
Los cinco minutos de Dios
Diciembre 18
Alguien
escribió que si los hombres nos acostumbrásemos a sonreír con más frecuencia, y
a ser más sencillos, la humanidad se sentiría mejor y más feliz.
Y
es que la sonrisa es una característica propia del hombre; solamente el hombre
es capaz de sonreír. Por eso otro afirmó, quizá con poca delicadeza, pero con
indudable veracidad, que cuanto más el hombre sonría es más hombre; por el
contrario, cuanto menos sonría, es más animal que hombre.
Sonreír
siempre y sonreír a todos; porque todos esperan nuestra sonrisa y todos
necesitan de ella; nosotros somos los primeros en necesitar nuestra propia
sonrisa, para sentirnos mejores y más optimistas, más tiernos de corazón.
Sonreír
al niño travieso y molesto, sonreír al anciano solitario y pesado, sonreír al
amigo inoportuno, sonreír al vecino cargoso, sonreír al cartero, al verdulero,
al diariero... sonreír a todos, para hacerlos a todos mejores y ser mejores.
“Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes
tendrán una gran recompensa en el cielo” (Mt 5,12). Cuando pensamos que somos
hijos de Dios, el corazón se nos llena de profunda alegría y nada hay en el
mundo que pueda separarnos de la caridad de Cristo, como dice de sí mismo el
apóstol Pablo (Rom 8,35).
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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