PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3208 ~ Miércoles 7 de Diciembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
“Varón
de dolores y que sabe de trabajos”. Así llamó el profeta Isaías a Jesucristo,
hombre de dolores. Sí, porque este hombre fue engendrado para padecer, y desde
niño comenzó a sufrir los mayores dolores que jamás habían sufrido los otros.
El
primer hombre, Adán, tuvo algún tiempo en que gozó en esta tierra las delicias
del paraíso terrenal. Pero el segundo Adán, Jesucristo, no tuvo momento alguno
de su vida que no estuviese lleno de afanes y agonías; habiéndole ya afligido
desde niño la vista funesta de todas las penas é ignominias que debía padecer
en su vida, y especialmente después en su muerte, sumergido en una tempestad de
dolores y oprobios; como ya predijo David por aquellas palabras: He llegado a
alta mar, y la tempestad me vio anegado. “Y se humilló a sí mismo, obedeciendo
hasta la muerte y muerte de cruz” (Flp. 2, 8)
Jesucristo
desde el vientre de María aceptó la obediencia dada a él por el Padre, acerca
de su pasión y muerte, pues que desde el vientre de María previó los azotes, y
ofreció a estos sus carnes: previó las espinas y les ofreció su cabeza: previó
las bofetadas y ofreció sus mejillas: previó los clavos y ofreció las manos y
los pies: previó la cruz y ofreció su vida.
De
aquí fue, que nuestro Redentor desde la primera infancia, en todos los momentos
de su vida padeció un continuo martirio, y este le ofreció sin cesar por
nosotros al eterno Padre. Pero lo que más le afligió fue la vista de los
pecados que debían cometer los hombres, aun después de su penosa redención.
Conocía
bien con su luz divina la malicia de todos los pecados, y para quitarlos venia
al mundo; mas viendo además un número grande que se habían de cometer después,
esto dio mayor pena al corazón de Jesús, que las penas que han padecido y
padecerán todos los hombres de la tierra. (San
Alfonso María Ligorio)
¡Buenos días!
San Juan Bosco confesor
Con
relación a su primera comunión nos dice Don Bosco mismo en su Autobiografía: Mi
madre, durante la Cuaresma, me había llevado a confesarme tres veces. Me
repitió varias veces: "Juan mío, Dios te prepara un gran regalo. Procura
prepararte bien, confesarte y no callar nada en la confesión. Confiésalo todo,
arrepentido de todo, y promete a Dios ser mejor en lo porvenir". Todo lo
prometí... La mañana de mi primera comunión no me dejó hablar con nadie, me
acompañó a la sagrada mesa e hizo conmigo la preparación y acción de gracias.
Entre otras cosas, me repitió mi madre muchas veces
estas palabras: "Mi querido hijo, éste es un día muy grande para ti. Estoy
persuadida de que Dios ha tomado verdadera posesión de tu corazón. Prométele
que harás cuanto puedas para conservarte bueno hasta el fin de la vida. En lo
sucesivo, comulga con frecuencia, pero guárdate bien de hacer sacrilegios. Dilo
todo en la confesión: sé siempre obediente, vete de buen grado al catecismo y a
los sermones; pero, por amor de Dios, huye como de la peste de aquellos que
tienen malas conversaciones”.
Después
que se ordenó sacerdote, se confesaba todas las semanas con Don Cafasso, su
confesor ordinario. Y uno de los principales ministerios de su vida fue
confesar. Por eso, se le puede considerar como apóstol de la confesión al igual
que otros santos insignes en este punto como san Juan María Vianney y san Pío
de Pietrelcina.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis
fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera». (Mt 11,28-30)
Comentario
Hoy,
Jesús nos conduce al reposo en Dios. Él es, ciertamente, un Padre exigente,
porque nos ama y nos invita a darle todo, pero no es un verdugo. Cuando nos
exige algo es para hacernos crecer en su amor. El único mandato es el de amar.
Se puede sufrir por amor, pero también se puede gozar y descansar por amor…
La
docilidad a Dios libera y ensancha el corazón. Por eso, Jesús, que nos invita a
renunciar a nosotros mismos para tomar nuestra cruz y seguirle, nos dice: «Mi
yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,30). Aunque en ocasiones nos cuesta
obedecer la voluntad de Dios, cumplirla con amor acaba por llenarnos de gozo:
«Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco» (Sal
119,35).
Me
gustaría contar un hecho. A veces, cuando después de un día bastante agotador
me voy a dormir, percibo una ligera sensación interior que me dice: —¿No
entrarías un momento en la capilla para hacerme compañía? Tras algunos
instantes de desconcierto y resistencia, termino por consentir y pasar unos
momentos con Jesús. Después, me voy a dormir en paz y tan contento, y al día
siguiente no me despierto más cansado que de costumbre.
No
obstante, a veces me sucede lo contrario. Ante un problema grave que me preocupa,
me digo: —Esta noche rezaré durante una hora en la capilla para que se
resuelva. Y al dirigirme a dicha capilla, una voz me dice en el fondo de mi
corazón: —¿Sabes?, me complacería más que te fueras a acostar inmediatamente y
confiaras en mí; yo me ocupo de tu problema. Y recordando mi feliz condición de
"servidor inútil", me voy a dormir en paz, abandonando todo en las
manos del Señor…
Todo
ello viene a decir que la voluntad de Dios está donde existe el máximo amor,
pero no forzosamente donde esté el máximo sufrimiento… ¡Hay más amor en
descansar gracias a la confianza que en angustiarse por la inquietud!
* Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Ambrosio
Obispo y Doctor de la Iglesia
San
Ambrosio cuyo nombre significa "Inmortal" es uno de los más famosos
doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la antigüedad junto con San
Agustín, San Jerónimo y San León.
Nació
en Tréveris (Alemania) hacia el año 340 de familia romana cristiana. Estudió en
Roma derecho y retórica, y comenzó una brillante carrera en la administración
civil del Imperio. El año 374, siendo Prefecto de Milán, intervino para impedir
tumultos con motivo de la elección del nuevo obispo para la ciudad, y, cuando
todavía era catecúmeno y se preparaba para el bautismo, fue elegido él por
aclamación para ocupar aquella sede; rápidamente fue bautizado, instruido, y
por último ordenado de obispo el 7 de diciembre.
Cuando
apenas tenía 30 años fue nombrado gobernador de todo el norte de Italia, con
residencia en Milán, y posteriormente, fue elegido Obispo de esta ciudad por
clamor popular. San Ambrosio se negó a aceptar el cargo pues no era sacerdote,
pero se hicieron memoriales y el Emperador mandó un decreto señalando que el
santo debía aceptar ese cargo. Desde entonces se dedicó por horas y días a
estudiar las Sagradas Escrituras hasta llegar a comprenderla maravillosamente.
San
Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo; además, escribió
muy bellos libros explicando la Biblia, y aconsejando métodos prácticos para
progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un tratado que compuso
acerca de la virginidad y de la pureza. Además de su sabiduría para escribir,
tenía el don de la diplomacia siendo llamado muchas veces por el alto gobierno
como embajador del país para obtener tratados de paz cuando se suscitaba algún
conflicto.
Por
sus dotes personales y por la formación que adquirió, fue consejero de
emperadores, apóstol de la caridad, reformador litúrgico, formador de almas (convirtió
y bautizó a san Agustín), animador de la vida de consagración a Dios,
comentarista de la Escritura y autor de numerosas obras de teología y
espiritualidad, defensor de la doctrina católica frente al arrianismo y de la
libertad de la Iglesia.
San
Ambrosio falleció el viernes santo del año 397, a la edad de 57 años y su
memoria se celebra el 7 de Diciembre, aniversario de su consagración episcopal.
Oración: Señor y Dios nuestro, tú que hiciste al
obispo san Ambrosio doctor esclarecido de la fe católica y ejemplo admirable de
fortaleza apostólica, suscita en medio de tu pueblo hombres que, viviendo según
tu voluntad, gobiernen a tu Iglesia con sabiduría y fortaleza. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
© Aciprensa
Pensamiento del día
“Señor,
toma este corazón de piedra,
y
dame un corazón de hombre:
un
corazón que te ame,
un
corazón que se alegre en ti,
que
te imite y que te complazca.”
(San
Ambrosio)
Tema del día:
María nos salva
Mientras
Santo Domingo predicaba el Rosario cerca de Carcasona, le presentaron un
albigense poseído del demonio. El Santo lo exorcizó en presencia de una gran
muchedumbre. Se cree que estaban presentes más de doce mil hombres. Los
demonios que poseían a este infeliz fueron obligados a responder, a pesar suyo,
a las preguntas del Santo y confesaron:
1.
Que eran quince mil los que poseían el cuerpo de aquel miserable, porque había
atacado los quince misterios del Rosario.
2.
Que con el Rosario que Santo Domingo predicaba causaba terror y espanto a todo
el infierno y que era el hombre más odiado por ellos a causa de las almas que arrebataba
con la devoción del Rosario.
3.
Revelaron, además, muchos otros particulares.
Santo
Domingo arrojó su Rosario al cuello del poseso y les preguntó que de todos los
santos del cielo, a quién temían más y a quién debían amar más los mortales.
A
esta pregunta los demonios prorrumpieron en alaridos tan espantosos que la
mayor parte de los oyentes cayó en tierra, sobrecogidos de espanto. Los
espíritus malignos, para no responder, comenzaron a llorar y lamentarse en
forma tan lastimera y conmovedora, que muchos de los presentes empezaron
también a llorar movidos por natural compasión. Y decían en voz dolorida por la
boca del poseso: “¡Domingo! ¡Domingo! ¡Ten piedad de nosotros! ¡Te prometemos
no hacerte daño! Tú que tienes compasión de los pecadores y miserables, ¡ten
piedad de nosotros! ¡Mira cuánto padecemos! ¿Por qué te complaces en aumentar
nuestras penas? ¡Conténtate con las que ya padecemos! ¡Misericordia!
¡Misericordia! ¡Misericordia!”
El
Santo, sin inmutarse ante las dolientes palabras de los espíritus, les
respondió que no dejaría de atormentarlos hasta que hubieran respondido a sus
preguntas. Dijeron los demonios que responderían, pero en secreto y al oído, no
ante todo el mundo. Insistió el Santo, y les ordenó que hablaran en voz alta.
Pero su insistencia fue inútil: los diablos no quisieron decir palabra.
Entonces, el Santo se puso de rodillas y elevó a la Santísima Virgen esta
plegaria: “¡Oh excelentísima Virgen María! ¡Por virtud de tu salterio y
rosario, ordena a estos enemigos del género humano que respondan a mi
pregunta!” Hecha esta oración, salió una llama ardiente de las orejas, nariz y
boca del poseso. Los presentes temblaron de espanto, pero ninguno sufrió daño.
Los diablos gritaron entonces: “Domingo, te rogamos por la pasión de Jesucristo
y los méritos de su Santísima Madre y de todos los santos, que nos permitas
salir de este cuerpo sin decir palabra. Los ángeles, cuando tú lo quieras, te
lo revelarán. ¿Por qué darnos crédito? No nos atormentes más: ¡ten piedad de
nosotros!”
“¡Infelices
sois e indignos de ser oídos!”, respondió Santo Domingo. Y, arrodillándose,
elevó esta plegaria a la Santísima Virgen: “Madre dignísima de la Sabiduría, te
ruego en favor del pueblo aquí presente –instruido ya sobre la forma de recitar
bien la salutación angélica–. ¡Obliga a estos enemigos tuyos a confesar
públicamente aquí la plena y auténtica verdad al respecto!”
Había
apenas terminado esta oración, cuando vio a su lado a la Santísima Virgen
rodeada de multitud de ángeles que con una varilla de oro en la mano golpeaba
al poseso y le decía: “¡Responde a Domingo, mi servidor!” Nótese que nadie veía
ni oía a la Santísima Virgen, fuera de Santo Domingo.
Entonces
los demonios comenzaron a gritar:
“¡Oh
enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a
atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los
pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos
obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de
nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de
las tinieblas!
¡Oíd,
pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente, y puede impedir que sus
siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de
nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras
redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados
a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros. Un
solo suspiro que Ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las
oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los
bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores.
Tened
también en cuenta que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían
condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión.
¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a
nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a
la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías!
Tenemos que añadir, con mayor claridad y precisión –obligados por la violencia
que nos hacen–, que nadie que persevere en el rezo del Rosario se condenará.
Porque Ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los
pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos.”
Entonces,
Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todos los asistentes muy lenta y
devotamente. Y a cada avemaría que recitaban –¡cosa sorprendente!– salía del
cuerpo del poseso gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos.
Cuando salieron todos los demonios y el hereje quedó completamente liberado, la
Santísima Virgen dio su bendición –aunque invisiblemente– a todo el pueblo, que
con ello experimentó sensiblemente gran alegría.
Este
milagro fue causa de la conversión de muchos herejes, que llegaron hasta
ingresar en la Cofradía del Santo Rosario.
(De
“El Secreto Admirable del Santísimo Rosario” – S. Luis M. Grignion de Montfort)
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la
fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este
sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por
las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración para Abiga de B., de Bogotá,
Colombia, quien sufrió en días pasados un derrame y se encuentra muy delicada
por tal razón. Le colocamos en las Santas Manos de nuestro Señor, siempre con
la efectiva intercesión de nuestra Señora de Lourdes.
Pedimos
oración para dos personas de Buenos Aires, Argentina: Augusto, de 2 añitos, que será operado de una hernia dentro de unos
días; y Edelvina, afectada de una
seria enfermedad. Rezamos por ambos para que el Niño Jesús que ya viene hacia
nosotros, les conceda la gracia de la buena salud.
Pedimos
oración por todas las necesidades de María
del Pilar (Pili), de Argentina, que está viviendo días complicados y
difíciles en todos los planos de su vida. Rogamos a Jesús que la ilumine para
encontrar los caminos que a veces parecen ocultarse y que se hagan realidad
para ella las palabras del Evangelio de hoy cuando dice “mi yugo es suave y mi
carga ligera”.
Pedimos oración para Jorge Tomás G., 93 años, de La Plata, Argentina, al que internaron en unidad coronaria por arritmia, rogando al Señor que ayude a su recuperación.
Pedimos oración para Jorge Tomás G., 93 años, de La Plata, Argentina, al que internaron en unidad coronaria por arritmia, rogando al Señor que ayude a su recuperación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Diciembre 7
Hay
quienes dudan de la existencia de Dios, o simplemente la niegan; nosotros quizá
nos esforzamos por convencerlos de que Dios existe; quizá no lo logramos.
¿Por
qué no lo logramos? ¿Por qué Dios no existe o por qué nosotros no sabemos
demostrar su existencia?
Al
mundo hay que decirle que Dios existe, no tanto con argumentos, cuanto con obras;
hay que presentar un Dios vivo y vivificante; al fin y al cabo, como Él es.
En
todo cuanto toquemos, pongamos la marca de Dios; en todo lo que digamos,
transparentemos a Dios; en todo cuanto hagamos, vivamos nosotros a Dios... y
pronto los demás verán esas marcas de Dios, oirán esos sonidos de Dios,
sentirán esa presencia de Dios.
Y
sobrarán los argumentos; como el niño no necesita argumentos para amar a su
madre, el hombre no debe necesitarlos para creer en Dios ni para amarlo.
“¿Cómo invocarlo sin creer en Él? ¿Y cómo creer, sin
haber oído hablar de Él? ¿Y cómo oír hablar de Él, si nadie lo predica? ¿Y
quiénes predicarán, si no se los envía?” (Rom 10,14-15). Eres tú el que estás
enviado por Dios para dar a conocer su existencia y su bondad a todos cuantos
lo ignoran; si tú le fallas, ¿cómo van ellos a llegar al conocimiento del
verdadero Dios?
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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