domingo, 21 de agosto de 2016

Pequeñas Semillitas 3106

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3106 ~ Domingo 21 de Agosto de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cuando le preguntan a Jesús si serán muchos los que se salvarán, no responde directamente a la pregunta. Lo importante no es saber cuántos se salvarán. Lo decisivo es vivir con actitud lúcida y responsable para acoger la salvación de ese Dios Bueno. Jesús se lo recuerda a todos: «Esforzaos por entrar por la puerta estrecha».
Para acoger la salvación de Dios es necesario esforzarnos, luchar, imitar al Padre, confiar en su perdón. Jesús no rebaja sus exigencias: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»; «No juzguéis y no seréis juzgados»; «Perdonad setenta veces siete» como vuestro Padre; «Buscad el reino de Dios y su justicia».
Para entender correctamente la invitación a «entrar por la puerta estrecha», hemos de recordar las palabras de Jesús que podemos leer en el evangelio de Juan: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí será salvo» (Juan 10,9). Entrar por la puerta estrecha es «seguir a Jesús»; aprender a vivir como él; tomar su cruz y confiar en el Padre que lo ha resucitado.
En este seguimiento a Jesús, no todo vale, no todo da igual; hemos de responder al amor de Padre con fidelidad. Lo que Jesús pide no es rigorismo legalista, sino amor radical a Dios y al hermano. Por eso, su llamada es fuente de exigencia, pero no de angustia. Jesucristo es una puerta siempre abierta. Nadie la puede cerrar. Sólo nosotros si nos cerramos a su perdón.
* José Antonio Pagola

¡Buenos días!

¿Estás disponible para ayudar?
El verdadero amor se realiza en actitudes muy concretas, como ayudar, escuchar, perdonar, comprender, tener paciencia, etc. Hoy te propongo, para que reflexiones, una actitud que brota del auténtico amor: la disponibilidad. Encontré estos pensamientos muy acertados que, sin duda, te iluminarán y animarán a estar disponible.

“Eres una persona disponible, si los otros pueden contar contigo cuando te necesitan. Si nunca estás disponible para los demás, porque estás ocupado en "cosas importantes", te falta descubrir que lo más importante son las personas. No es fácil estar siempre disponibles para los demás, porque no nos gusta que dispongan de nosotros. Si nadie puede disponer de ti, ¿para qué sirve tu presencia en el mundo? Tu disponibilidad es una actitud de amor servicial, que nos permite a nosotros acercarnos a ti sin temor de ser rechazados o dominados. ¡Qué bien te hace contar con la disponibilidad incondicional de algún amigo! ¿A  cuántos  brindas tú esa seguridad y esa alegría?”

Estar disponible es una actitud de madurez de quienes han superado etapas de egoísmo y han aprendido a olvidarse de sí mismos para estar al lado de los demás para ayudar, apoyar, consolar, servir… Cuando una mujer se convierte en madre, adquiere de pronto, si no lo ha aprendido antes, la capacidad de donarse totalmente. Por eso será que amamos tanto a nuestras madres, porque nos han brindado siempre seguridad y alegría.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’; y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos». (Lc 13,22-30)

Comentario:
Hoy, el evangelio nos sitúa ante el tema de la salvación de las almas. Éste es el núcleo del mensaje de Cristo y la “ley suprema de la Iglesia” (así lo afirma, sin ir más lejos, el mismo Código de Derecho Canónico). La salvación del alma es una realidad en cuanto don de Dios, pero para quienes aún no hemos traspasado las lindes de la muerte es tan solo una posibilidad. ¡Salvarnos o condenarnos!, es decir, aceptar o rechazar la oferta del amor de Dios por toda la eternidad.
Decía san Agustín que «se hizo digno de pena eterna el hombre que aniquiló en sí el bien que pudo ser eterno». En esta vida sólo hay dos posibilidades: o con Dios, o la nada, porque sin Dios nada tiene sentido. Visto así, vida, muerte, alegría, dolor, amor, etc. son conceptos desprovistos de lógica cuando no participan del ser de Dios. El hombre, cuando peca, esquiva la mirada del Creador y la centra sobre sí mismo. Dios mira incesantemente con amor al pecador, y para no forzar su libertad, espera un gesto mínimo de voluntad de retorno.
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Cristo no responde a la interpelación. Quedó entonces la pregunta sin respuesta, y también hoy, pues «es un misterio inescrutable entre la santidad de Dios y la conciencia del hombre. El silencio de la Iglesia es, pues, la única posición oportuna del cristiano» (Juan Pablo II). La Iglesia no se pronuncia sobre quienes habitan el infierno, pero —basándose en las palabras de Jesucristo— sí que lo hace sobre su existencia y el hecho de que habrá condenados en el juicio final. Y todo aquel que niegue esto, sea clérigo o laico, incurre sin más preámbulos en herejía.
Somos libres para tornar la mirada del alma al Salvador, y somos también libres para obstinarnos en su rechazo. La muerte petrificará esa opción por toda la eternidad...
* Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“La santidad del hombre siempre es fruto de la apertura interior a la acción del Espíritu Santo […] ¿Cómo son los hombres y mujeres transfigurados? La respuesta es muy hermosa: son los que siguen a Cristo en su vida y en su muerte. Se inspiran en él y se dejan inundar por la gracia que él nos da; son aquellos cuyo alimento es cumplir la Voluntad del Padre; los que se dejan llevar por el Espíritu; los que nada anteponen ala reino de Cristo; los que aman a los demás hasta derramar su sangre por ellos; los que están dispuestos a darlo todo sin exigir nada a cambio. Los que -en pocas palabras- viven amando y mueren perdonando”.

Predicación del Evangelio
Entrar por la puerta estrecha
Existe un interrogante que siempre ha agobiado a los creyentes: ¿son muchos o pocos los que se salvan? En ciertas épocas, este problema se hizo tan agudo que sumergió a algunas personas en una angustia terrible. El Evangelio de este domingo nos informa de que un día se planteó a Jesús este problema: «Mientras caminaba hacia Jerusalén, uno le dijo: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?"». La pregunta, como se ve, trata sobre el número, sobre cuántos se salvan: ¿muchos o pocos? Jesús, en su respuesta, traslada el centro de atención de cuántos se salvan a cómo salvarse, esto es, entrando «por la puerta estrecha».

Es la misma actitud que observamos respecto al retorno final de Cristo. Los discípulos preguntan cuándo sucederá el regreso del Hijo del hombre, y Jesús responde indicando cómo prepararse para esa venida, qué hacer en la espera (Mt 24, 3-4). Esta forma de actuar de Jesús no es extraña o descortés. Sencillamente es la manera de obrar de alguien que quiere educar a sus discípulos para que pasen del plano de la curiosidad al de la verdadera sabiduría; de las cuestiones ociosas que apasionan a la gente a los verdaderos problemas que importan en la vida.

En este punto ya podemos entender lo absurdo de aquellos que, como los Testigos de Jehová, creen saber hasta el número preciso de los salvados: ciento cuarenta y cuatro mil. Este número, que recurre en el Apocalipsis, tiene un valor puramente simbólico (12 al cuadrado, el número de las tribus de Israel, multiplicado por mil) y se explica inmediatamente con la expresión que le sigue: «una muchedumbre inmensa que nadie podría contar» (Ap 7, 4.9).

Además, si ese fuera de verdad el número de los salvados, entonces ya podemos cerrar la tienda, nosotros y ellos. En la puerta del paraíso debe estar colgado, desde hace tiempo, como en la entrada de los aparcamientos, el cartel de «Completo».

Por lo tanto, si a Jesús no le interesa tanto revelarnos el número de los salvados como el modo de salvarse, veamos qué nos dice al respecto. Dos cosas sustancialmente: una negativa, una positiva; primero, lo que no es necesario, después lo que sí lo es para salvarse. No es necesario, o en cualquier caso no basta, el hecho de pertenecer a un determinado pueblo, a una determinada raza, tradición o institución, aunque fuera el pueblo elegido del que proviene el Salvador. Lo que sitúa en el camino de la salvación no es un cierto título de propiedad («Hemos comido y bebido en tu presencia...»), sino una decisión personal seguida de una coherente conducta de vida. Esto está más claro aún en el texto de Mateo, que contrapone dos caminos y dos entradas, una estrecha y otra ancha (Mateo 7, 13-14).

¿Por qué a estos dos caminos se les llama respectivamente el camino «ancho» y el «estrecho»? ¿Es tal vez el camino del mal siempre fácil y agradable de recorrer y el camino del bien siempre duro y fatigoso? Aquí hay que estar atentos para no caer en la frecuente tentación de creer que todo les va magníficamente bien, aquí abajo, a los malvados, y sin embargo todo les va siempre mal a los buenos. El camino de los impíos es ancho, sí, pero sólo al principio; a medida que se adentran en él, se hace estrecho y amargo. Y en todo caso es estrechísimo al final, porque se llega a un callejón sin salida. El disfrute que en este camino se experimenta tiene como característica que disminuye a medida que se prueba, hasta generar náusea y tristeza. Ello se ve en ciertos tipos de ebriedades, como la droga, el alcohol, el sexo. Se necesita una dosis o un estímulo cada vez mayor para lograr un placer de la misma intensidad. Hasta que el organismo ya no responde y llega la ruina, frecuentemente también física. El camino de los justos en cambio es estrecho al comienzo, cuando se emprende, pero después se transforma en una vía espaciosa, porque en ella se encuentra esperanza, alegría y paz en el corazón.
* P. Raniero Cantalamessa

Nuevo vídeo y artículo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
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"Juan Pablo II inolvidable"
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Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Córdoba, Marta nos escribe para agradecer a Dios, a la Virgen Santísima y a los lectores de “Pequeñas Semillitas” por las oraciones hechas oportunamente por sus nietos los gemelos Bautista y Valentín, que por la gracia divina se recuperaron de su nacimiento prematuro y han cumplido su primer añito de vida.

Nos escribe Fernando Estrada., lector de Guatemala, que es ciego y lee diariamente nuestra página por medio de un programa especial de su computadora. Dice Fernando:
“Hola, muy buenos días; dándole gracias a Dios por Felipe y todo su equipo humano, electrónico, pero sobre todo espiritual; el recibir, día a día las “Pequeñas Semillitas”, permite emplear, mi visión espiritual, y caminar en Jesús y con Jesús. Soy una persona ciega físicamente, pero la herramienta de semillitas, ha hecho vida las palabras que están, en el evangelio de San Juan, en donde dice, que en Jesús y con Jesús vemos más que las personas que ven físicamente, pues las personas que ven físicamente son ciegas. Esta es Palabra del Señor. Gracias Felipe, que Dios te bendiga y a tu familia querida, con Jesús y María, ánimo, con la unción, y la guía del espíritu Santo. Amén”

Los cinco minutos de Dios
Agosto 21
Te propongo esta antigua oración:
“Señor, que no tenga yo a ningún hombre por enemigo, y que sea amigo de lo que es eterno.
Que ame, busque y logre sólo lo que es bueno.
Que desee la felicidad de todos los hombres y que no envidie a ninguno.
Que no me regocije con la desventura del que me ha hecho mal.
Que hasta donde alcancen mis fuerzas preste la ayuda necesaria a todos los necesitados.
Que pueda con palabras amables y consoladoras aliviar las penas de los que sufren.
Que cuando yo haya dicho o hecho algo malo, no espere que los demás me lo hagan conocer, sino que yo mismo me lo reproche hasta corregirme de ello.
Que me acostumbre a mostrarme amable y nunca irritado con los demás, cualquiera sea la circunstancia en que me encuentre”.
“Que cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los humildes. Humíllense bajo la mano poderosa de Dios, para que Él los eleve en el momento oportuno. Descarguen en Él todas sus inquietudes, ya que Él se ocupa de ustedes” (1 Pe 5,6-79.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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