PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3089 ~ Jueves 4 de Agosto de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cuando
el santo cura de Ars llegó a ese pequeño pueblo francés, apenas tres o cuatro
ancianas iban a misa. El, entonces, se dedicó a pasarse muchas horas de
adoración ante el Santísimo y siempre con el Rosario entre las manos y los ojos
fijos en el sagrario. Poco a poco, la gente empezó a ir a la Iglesia y a querer
confesarse. Así empezó un ministerio de confesión que lo hizo famoso, pues
venían hasta de los últimos rincones de Francia y del extranjero para ver y oír
a aquel sacerdote con fama de santo, que tanto amaba a Jesús sacramentado.
Algo
parecido sucedió en el pueblo de San Giovanni Rotondo con el famoso Padre Pío
de Pietrelcina, capuchino estigmatizado. Cuando él llegó, era un pueblo
desconocido; hoy es un centro espiritual, sanitario y cultural de fama
internacional. ¿Qué es lo que hizo el milagro? El Padre Pío, sencillo y
enfermizo, se pasaba las horas ante el sagrario, orando por los pecadores y
sufriendo por ellos. Poco a poco, la gente comenzó a visitarlo para confesarse
con él. Y, como le había sucedido al cura de Ars, tuvo que dedicar sus horas
libres a confesar. El 20 de setiembre de 1918, estando en oración ante el
Santísimo, recibió de Jesús las santas llagas en manos, pies y costado.
¡Buenos días!
San Juan María Vianney (1786-1859)
Decía:
El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis,
habréis hallado la felicidad en este mundo. La oración no es otra cosa que la
unión con Dios. Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno
solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su
pobre criatura: es una felicidad que supera toda comprensión.
Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero
Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con Él. Nuestra oración es el
incienso que más le agrada. Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la
oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios... En la oración, hecha
debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol. Otro beneficio de
la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite
que no se percibe su duración. Hay personas que se sumergen en la oración como
los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su
corazón no está dividido.
Pero
nosotros, ¡cuántas veces venimos a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o
pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy
bien para qué vamos. Hay algunos que, incluso, parece que le dijeran al buen
Dios: Sólo dos palabras para deshacerme de ti. Muchas veces, pienso que, cuando
venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos, si se lo
pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquellos días, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta
pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros,
que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que
soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no
te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los
cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré
las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en
los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo.
Desde
entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a
Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se
puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá
eso!». Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás!
¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los
de los hombres!». (Mt 16,13-23)
Comentario:
Hoy
Jesús proclama afortunado a Pedro por su atinada declaración de fe: «Simón
Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’. Replicando Jesús le
dijo: ‘Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos’» (Mt 16,16-17). En
esta felicitación Jesús promete a Pedro el primado en su Iglesia; pero poco
después ha de hacerle una reconvención por haber manifestado una idea demasiado
humana y equivocada del Mesías: «Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle
diciendo: ‘¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!’. Pero Él,
volviéndose, dijo a Pedro: ‘¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para
mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!’» (Mt
16,22-23).
Hay
que agradecer a los evangelistas que nos hayan presentado a los primeros
discípulos de Jesús tal como eran: no como unos personajes idealizados, sino
gente de carne y hueso, como nosotros, con sus virtudes y defectos; esta
circunstancia los aproxima a nosotros y nos ayuda a ver que el
perfeccionamiento en la vida cristiana es un camino que todos debemos hacer,
pues nadie nace enseñado.
Dado
que ya sabemos cómo fue la historia, aceptamos que Jesucristo haya sido el
Mesías sufriente profetizado por Isaías y haya entregado su vida en la cruz. Lo
que más nos cuesta aceptar es que nosotros tengamos que continuar haciendo
presente su obra a través del mismo camino de entrega, renuncia y sacrificio.
Imbuidos como estamos en una sociedad que propugna el éxito rápido, aprender
sin esfuerzo y de modo divertido, y conseguir el máximo provecho con el mínimo
de labor, es fácil que acabemos viendo las cosas más como los hombres que como
Dios. Una vez recibido el Espíritu Santo, Pedro aprendió por dónde pasaba el
camino que debía seguir y vivió en la esperanza. «Las tribulaciones del mundo
están llenas de pena y vacías de premio; pero las que se padecen por Dios se
suavizan con la esperanza de un premio eterno» (San Efrén).
* Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Juan María Vianney
Cura de Ars – Patrono de los Párrocos
Nació
en Dardilly (Lyon, Francia) el año 1786. Eran los agitados tiempos de la
Revolución Francesa. Tuvo que superar grandes dificultades en los estudios para
llegar a ordenarse de sacerdote en 1815. Fue despedido del seminario de Lyon
por insuficiencia, pero con la ayuda del abate de Balley pudo completar los
estudios. Después de la ordenación comenzó su ministerio, pero sin licencias
aún para oír confesiones. Completada su formación, se le confió la parroquia de
la pequeña aldea de Ars, que gobernó y promocionó maravillosamente con su
constante predicación, mortificación, oración y caridad. Difundió el mensaje
evangélico con la catequesis que a diario impartía a niños y adultos, con la
reconciliación que administraba a los penitentes, con sus obras de ardiente
caridad alimentada en la Eucaristía. Estaba dotado de unas cualidades
extraordinarias como confesor, lo cual hacía que acudieran a él fieles de todas
partes. Murió el 4 de agosto de 1859. Pío XI lo nombró patrono de los párrocos.
Oración: Dios de poder y misericordia, que hiciste
admirable a san Juan María Vianney por su celo pastoral, concédenos, por su
intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a nuestros hermanos y alcanzar,
juntamente con ellos, los premios de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Mensaje de María Reina de la Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de agosto de
2016
“Queridos
hijos, he venido a ustedes, entre ustedes, para que me den sus preocupaciones
de modo que pueda ofrecerlas a mi Hijo; que pueda interceder por ustedes ante
Él por vuestro bien. Sé que cada uno de ustedes tiene sus preocupaciones, sus
pruebas. Por ello, los invito maternalmente: vayan a la Mesa de mi Hijo. Él
parte el pan para ustedes, se da a sí mismo; les da esperanza. Les pide más fe,
esperanza y serenidad. Busca que luchen interiormente contra el egoísmo, el
juicio y las debilidades humanas. Por ello, como madre les digo: oren porque la
oración les da fuerza para la lucha interior. De pequeño, mi Hijo me decía a
menudo que muchos me amarían y llamarían “madre”. Aquí, entre ustedes siento
amor y por ello les doy gracias. Por ese amor le imploro a mi Hijo que ninguno
de ustedes, hijos míos, vuelva a su casa igual que como ha venido; que puedan
llevarse con ustedes tanta más esperanza, misericordia y tanto más amor; que
puedan ser mis apóstoles del amor quienes con sus vidas testimonian que el Padre
celestial es la fuente de la vida y no de la muerte. Queridos hijos,
nuevamente, les imploro maternalmente, oren por los elegidos de mi Hijo, por
sus manos bendecidas –por sus pastores- para que puedan predicar a mi Hijo con
tanto más amor y así suscitar conversiones. Gracias”.
Frases célebres del
Santo Cura de Ars
*
Lo central de su vida, como sacerdote, era celebrar la Misa. La Misa era lo más
grande para él. Durante sus cuarenta años en Ars, antes de celebrar la Misa (de
ordinario a las siete de la mañana) se preparaba durante casi una hora de
oración... ¡Era tan grande lo que iba realizar!: "Si uno tuviera
suficiente fe, vería a Dios escondido en el sacerdote como una luz tras su
fanal, como un vino mezclado con el agua. Hay que mirar al sacerdote, cuando
está en el altar o en el púlpito, como si de Dios mismo se tratara".
*
Estaba profundamente convencido de que una persona es feliz cuando vive con
Dios; y que es infeliz sólo cuando esa persona libremente se ha separado de
Dios: porque no conoce lo que Dios dice, porque ha dejado de escucharle y
hacerle caso. "Hijos míos; ¿por qué somos tan ciegos y tan ignorantes? ¿Por
qué no hacemos caso de la palabra de Dios?".
Pero
lo primero para poder hacer caso a Dios es saber qué dice, estar formado:
"Con una persona formada hay siempre recursos. Una persona que no está
formada en su religión es como un enfermo agónico; no conoce ni la grandeza del
pecado, ni la belleza del alma, ni el precio de la virtud; se arrastra de
pecado en pecado".
*
Era sacerdote para todos, no sólo para los de su pueblo: sacerdote de
Jesucristo para todos los hijos de Dios. Por eso, cuando algunos curas, viejos
o enfermos, como los de los pueblos vecinos Villeneuve y Mizerieux, no podían
atender bien sus parroquias, espontáneamente su compañero de Ars se ponía a sus
órdenes. Iba de noche a visitar a los enfermos de Rancé, de Saint-Jean-de-
Thurigneux, de Savigneuxy, de Ambérieux-en-Dombes. Si le llamaban en domingo,
partía enseguida, después de la misa mayor, sin entrar en su casa, y volvía en
ayunas al tiempo de vísperas.
*
Jamás se negó, jamás. Se dio siempre a los demás sin interés alguno. 'La
señorita Bernard de Fareins, enferma de un cáncer terminal, deseaba antes de
morir tener el consuelo de ver por última vez al Cura de Ars, de quien oía
contar maravillas. El reverendo Dubouis le escribió cuatro palabras para
comunicarle los deseos de la enferma. Era el día del Jueves Santo de 1837, día
en el que tenía la costumbre de pasar toda la noche en la iglesia, acompañando
a Jesús en el Monumento. Sin haber dormido, partió enseguida para Fareins. Se
equivocó en el camino; después de dar vueltas y vueltas, llegó cubierto de
barro y muerto de fatiga. No quiso aceptar ni un vaso de agua. Como ya era
conocido, la gente del pueblo le abordaba por la calle. Sin la menor
impaciencia, atendió amablemente a cada persona, y se volvió a su casa sin
darse importancia.
Lo
mismo en 1852, con 66 años, el Rdo. Beau (Cura de Jassans y confesor ordinario
del cura de Ars durante 13 años), cayó gravemente enfermo: "Mi amigo vino
a visitarme. Era por la tarde del día del Corpus, el 11 de junio. Hizo el viaje
a pie, con un fuerte calor y después de haber presidido en Ars la procesión del
Santísimo Sacramento', contaba agradecido este sacerdote".
*
Hay muchos cristianos que no saben por qué están en el mundo.
-¿Por
qué Dios mío, me has puesto en el mundo?
-Para
salvarte.
-Y
¿por qué quieres salvarme?
-Porque
te amo.
iQué
bello y grande es conocer, amar y servir a Dios! Es lo único que tenemos que
hacer en el mundo. Todo lo demás es tiempo perdido.
*
Cuando nos abandonamos a nuestras pasiones, entrelazamos espinas alrededor de
nuestro corazón. El que vive en el pecado toma las costumbres y formas de las
bestias. La bestia, que no tiene capacidad de razonar, sólo conoce sus
apetitos; del mismo modo, el hombre que se vuelve semejante a las bestias
pierde la razón y se deja conducir por los movimientos de ‘su cadáver' (su
cuerpo). Un cristiano, creado a la imagen de Dios, redimido por la sangre de un
Dios. iUn cristiano... hijo de Dios, hermano de Jesús, heredero de Dios! iUn
cristiano, objeto de las complacencias de tres Personas divinas! Un cristiano
cuyo cuerpo es el templo del Espíritu Santo: he aquí lo que el pecado deshonra.
El
pecado es el verdugo del Buen Dios, el asesino del alma... Ofender al Buen
Dios, que sólo nos ha hecho bien! ¡Contentar al demonio que tan sólo nos hace
mal! ¡Qué locura!
*
Por una blasfemia, por un mal pensamiento, por una botella de vino, por dos
minutos de placer iPor dos minutos de placer perder a Dios, tu alma, el
cielo... para siempre!
Hijos
míos, si veis a un hombre levantar una gran hoguera, apilar la leña, y le
preguntáis qué es lo que hace, os responderá: Preparo el fuego que debe
quemarme. ¿Qué pensaríais si vierais a este mismo hombre aproximarse a la llama
de la hoguera y, cuando está encendida, echarse dentro? ¿Qué diríais?
Al
pecar, eso es lo que nosotros hacemos. No es Dios quien nos echa al infierno,
somos nosotros por nuestros pecados. El condenado dirá: He perdido a Dios, mi
alma y el cielo: y es por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa! ¿Se
levantará para volver a caer?
*
¿Por qué no somos capaces de beneficiarnos más del sacramento de la penitencia?
Porque no buscamos todos los secretos de la misericordia del Buen Dios, que no
tiene límites en este sacramento. Cuando vamos a confesarnos, debemos entender
lo que estamos haciendo. Se podría decir que desclavamos a Nuestro Señor de la
cruz. Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución,
otros repasan a ver si se han olvidado de decir algún pecado... Cuando el
sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la
sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como
era después del bautismo.
*
Su gran preocupación es inculcar en los cristianos la convicción de que en la
tierra estamos de paso, que vale la pena vivir siendo avaros del cielo. La
tierra es comparable a un puente que nos sirve para cruzar un río; sólo sirve
para sostener nuestros pies. "Estamos en este mundo, pero no somos de este
mundo, puesto que decimos todos los días: Padre nuestro que estás en los
cielos. Hay que esperar nuestra recompensa cuando estemos en nuestra casa, en
la casa paterna".
*
Quiso vivir pobremente, prescindiendo de todo lo posible, para que nada le
atase. Y si podía dar, prescindía sin pensárselo dos veces. Un día, cuando se
dirigía al orfanato para explicar el catecismo, se cruzó con un pobre
desgraciado que llevaba el calzado destrozado. Inmediatamente, el Cura le dio
sus propios zapatos y continuó su camino hacia el orfanato intentando ocultar
sus pies descalzos bajo la sotana.
*
En invierno iban muchos pobres a su casa a pedir: "¡Qué feliz estoy
-decía- de que vengan los pobres! Si no viniesen, tendría que ir yo a buscarlos
y no siempre hay tiempo".
Les
encendía el fuego de la chimenea, les calentaba, y mientras tanto también
aprovechaba para hablarles del Buen Dios, les animaba a que le amasen. Algunos
le propusieron hacerse cargo ellos, de los pobres, para quitarle trabajo al
Cura; pero los pobres, con quien querían estar era con el Cura. Juan Pertinand,
que lo vio, cuenta: Los llamaba 'amigos míos' con una voz tan dulce, que se
retiraban muy consolados: ¡Se sentían queridos!
*
Su cariño a los pobres era muy sobrenatural. Jesús quiso ser pobre, y santificó
la pobreza. Por eso le gustaba contar sucesos de la vida de Jesús en los que se
presentaba pobre. Contaba con frecuencia aquella anécdota de San Juan de Dios,
que al darse cuenta de que los pies del pobre a quien socorría estaban
llagados, los besó mientras decía: iEres tú, Señor! Al contar esta anécdota, solía emocionarse.
*
¡Cuánto amó las pequeñas mortificaciones que nadie ve! Como levantarse un cuarto de hora más pronto,
levantarse un momentito para rezar por la noche; pero hay personas que sólo
piensan en dormir. "Podemos privarnos de calentarnos; si estamos mal
sentados, no buscar colocarnos mejor; si paseamos en el jardín, privarnos de
algunas frutas que nos agradarían; al hacer la limpieza en la cocina, no
picotear; privarse de mirar algo bonito que atrae la mirada en las calles de
las grandes ciudades sobre todo. Cuando vamos por la calle, fijemos la mirada
en Nuestro Señor llevando su cruz ante nosotros, en la Santa Virgen que nos
mira, en nuestro ángel de la guarda que está a nuestro lado".
*
A los padres les insistía en que atendiesen el alma de sus hijos, que es lo que
más vale de ellos. "Esa madre que no tiene en la cabeza otra cosa que su
hija..., pero que se preocupa mucho más por mirar si lleva bien puesto el
sombrero que en preguntarle si ha dado a Dios su corazón. Le dice que no ha de
parecer huraña, que tiene que ser amable con todo el mundo, para llegar a
entablar amistades y colocarse bien... y la hija se esfuerza en seguida en
atraer las miradas de todos".
Así
forman a las hijas moviéndolas a que vistan de cualquier manera, poniendo más
atención en lo externo suyo que en su interior y cuando visten indecentemente,
son instrumentos para perder a las almas. y sólo en el tribunal de Dios se
sabrá el número de crímenes que habrá hecho cometer...".
*
La Santa Virgen está entre su Hijo y nosotros. Aunque seamos pecadores, ella
está llena de ternura y de compasión hacia nosotros. El niño que más lágrimas
ha costado a su madre es el más querido. ¿No corre una madre siempre hacia el
más débil y expuesto? Un médico en un hospital, ¿no presta más atención a los
más enfermos?"
*
El hombre había sido creado para el cielo. El demonio rompió la escalera que
conducía a él. Nuestro Señor, por su pasión, ha construido otra para nosotros.
La santísima Virgen está en lo alto de la escalera y la sostiene con sus
manos".
*
María, no me dejes ni un instante, estate siempre a mi lado. Volvamos a ella
con confianza, y estaremos seguros de que, por miserables que seamos, ella
obtendrá la gracia de nuestra conversión. María es tan buena que no deja de
echar una mirada de compasión al pecador. Siempre está esperando que le
invoquemos. En el corazón de María no hay más que misericordia".
* Web Católico de Javier
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet
sobre
la vida del Santo Cura de Ars.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si
lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas
Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las
suscripciones son totalmente gratis y solo tienes que solicitarlas escribiendo
a Rocío (moderadora del grupo) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título:
“Suscripción a Pequeñas Semillitas”.
Si
ya estás suscripto y quieres cancelar tu suscripción debes escribir a la misma
dirección con el título: “Baja”.
Los cinco minutos de Dios
Agosto 4
Se
oyen con frecuencia palabras críticas de los demás, de personas que nosotros
conocemos y aun quizá apreciamos; no será prudente que luego vayamos nosotros a
hacerles conocer lo que se haya dicho de ellos en sentido desfavorable y menos
aún que se lo comentemos o agrandemos, para congraciarnos con ellos.
Nunca
digamos a otros lo que suponemos que le va a disgustar; a no ser que veamos de
un modo cierto que les hará bien o les será de provecho; pero en ese caso
deberemos usar de un tacto y una finura exquisita, a fin de aminorar el impacto
de desagrado y dolor que les pueda producir lo que les decimos.
Tomar
como lema de nuestras relaciones con los demás el no decirles nunca nada
desagradable puede constituir un buen plan de vida. Nunca exijamos a los otros
lo que nosotros no hemos sido capaces de conseguir todavía; nunca nos creamos
mejores que los demás, pues si bien en algunas cosas quizá lo seamos,
ciertamente en otras son ellos muy superiores a nosotros.
“Vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de
los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes” (1 Pe 3,8).
Olvidar pasiones, rencores, vilezas; ser fuertes, piadosos, dando bien por mal:
esa es la venganza de las almas fuertes que viven poseídas de un alto ideal.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.