jueves, 11 de agosto de 2016

Pequeñas Semillitas 3096

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3096 ~ Jueves 11 de Agosto de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Debemos enlazar nuestros sueños con lo que está disponible en nuestra circunstancia. Hay que aprender a ver el lado positivo de todo lo que nos rodea. De esa manera, el éxito está asegurado.
Asegúrate de que tus sueños y objetivos estén basados en la realidad. Aquellos basados en la fantasía son solo eso, ilusiones. Incluso en los sueños basados en la realidad, debes conocer tus capacidades y tus posibilidades de cumplirlos según tu situación. ¿Consideras los obstáculos que aparecen en tu vida como un reto? Entonces tu optimismo es correcto. Si de lo contrario sales corriendo ante el primer problema, tu optimismo no te llevará a ninguna parte. Los sueños que no son practicables no se harán realidad por más positivo que seas.

¡Buenos días!

Agradece con humildad a Dios
La famosa sicóloga norteamericana, de origen suizo, Elisabeth Kübler Ross dice: Llegó un momento en mi vida en que me di cuenta de que había traído dos hijos al mundo, les había dado todo el bienestar, una buena educación, pero eran soberbios y estaban vacíos por dentro, vacíos como una botella de cerveza recién bebida. Entonces, me dije a mí misma, que debía hacer algo que no fuese solamente darles cosas materiales.

De acuerdo con mi esposo, tomamos como huésped en mi casa a un anciano de 74 años, al cual los médicos habían diagnosticado dos meses de vida. Quería que mis hijos estuvieran cerca de él en su momento final, quería que viesen y tocasen por sí mismos la experiencia más importante de la vida: La muerte. El huésped no sólo vivió dos meses, vivió dos años y medio. Era tratado en todo como un miembro más de la familia.
Aquella experiencia dio a mis hijos una increíble riqueza espiritual. En aquel desconocido, que fue recibido para morir entre nosotros, descubrieron un nuevo sentido para su vida y maduraron mucho (haciéndose más humildes). Aquel pobre anciano nos había dado mucho más de lo que nosotros le habíamos dado a él.

Es bueno conocer la muerte para conocer la vida. Es importante darnos cuenta de lo poco que somos humanamente y de lo frágil que es la vida para que no seamos soberbios y podamos vivir humildemente agradecidos a Dios por cada momento de nuestra existencia, sin tratar de acumular tesoros en este mundo.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: «Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré». Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: «Paga lo que debes». Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: «Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré». Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?». Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán. (Mt 18,21—19,1)

Comentario:
Hoy, preguntar «¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?» (Mt 18,21), puede significar: —Éstos a quienes tanto amo, los veo también con manías y caprichos que me molestan, me importunan cada dos por tres, no me hablan... Y esto un día y otro día. Señor, ¿hasta cuándo los he de aguantar?
Jesús contesta con la lección de la paciencia. En realidad, los dos colegas coinciden cuando dicen: «Ten paciencia conmigo» (Mt 18,26.29). Mientras la intemperancia del malvado, que ahogaba al otro por poca cosa, le ocasiona la ruina moral y económica, la paciencia del rey, a la vez que salva al deudor, a la familia y sus bienes, engrandece la personalidad del monarca y le genera la confianza de la corte. La reacción del rey, en labios de Jesús, nos recuerda aquello del libro de los Salmos: «Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido» (Sal 130,4).
Está claro que nos hemos de oponer a la injusticia, y, si es necesario, enérgicamente (soportar el mal sería un indicio de apatía o de cobardía). Pero la indignación es sana cuando en ella no hay egoísmo, ni ira, ni necedad, sino deseo recto de defender la verdad. La auténtica paciencia es la que nos lleva a soportar misericordiosamente la contradicción, la debilidad, las molestias, las faltas de oportunidad de las personas, de los acontecimientos o de las cosas. Ser paciente equivale a dominarse a uno mismo. Los seres susceptibles o violentos no pueden ser pacientes porque ni reflexionan ni son amos de sí mismos.
La paciencia es una virtud cristiana porque forma parte del mensaje del Reino de los cielos, y se forja en la experiencia de que todo el mundo tenemos defectos. Si Pablo nos exhorta a soportarnos los unos a los otros (cf. Col 3,12-13), Pedro nos recuerda que la paciencia del Señor nos da la oportunidad de salvarnos (cf. 2Pe 3,15).
Ciertamente, ¡cuántas veces la paciencia del buen Dios nos ha perdonado en el confesionario! ¿Siete veces? ¿Setenta veces siete? ¡Quizá más!
* Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Clara de Asís
Virgen y Fundadora
Nació en Asís (Italia) el año 1193 en el seno de una familia noble. Cuando san Francisco se convirtió a Dios y empezó a predicar, Clara lo escuchaba a gusto y se entrevistaba con él en secreto. La noche del Domingo de Ramos de 1211 ó 1212, Clara abandonó la casa paterna y se consagró a Dios en la Porciúncula en manos de Francisco. Acto seguido la acompañaron al monasterio de benedictinas de San Pablo de Bastia, de donde pasó más tarde a la iglesia del Santo Ángel de Panzo y luego a San Damián. Pronto la siguieron otras jóvenes, y con ellas, bajo la guía de Francisco, se formó en San Damián, a las afueras de Asís, la comunidad que se convertiría en la Orden de las Clarisas. Allí vivió Clara encerrada, en pobreza, oración y caridad, más de cuarenta años, gran parte de los cuales estuvo postrada en cama. Fue la madre y formadora, con su ejemplo y su palabra, de una gran familia monástica, parte esencial del carisma franciscano. La víspera de su muerte tuvo la alegría de ver aprobada por el Papa su Regla propia. Murió en San Damián el 11 de agosto de 1253, y la canonizó Alejandro IV el 15 de agosto de 1255.
Oración: Oh Dios, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en la pobreza de espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

El pensamiento del día

“Si sufres con Cristo, reinarás con Él;
si con Él lloras, con Él gozarás;
si mueres con Él en la cruz de la tribulación,
poseerás las moradas eternas
en el esplendor de los santos
y tu nombre, inscrito en el libro de la vida,
será glorioso entre los hombres”
Santa Clara de Asís

Historias:
Lengua
Hace más de 2.000 años atrás, un rico mercader griego tenía un esclavo  llamado Esopo.  Un esclavo no muy bien parecido, feo, pero de sabiduría única en el mundo. 

Cierta vez, para probar las cualidades de su esclavo, el mercader ordenó:
-Toma, Esopo.  Aquí está este saco de monedas.  Corre al mercado y compra los mejores ingredientes para un banquete.  ¡La mejor comida del mundo! 

Poco tiempo después, Esopo volvió del mercado y colocó sobre la mesa un plato cubierto por un fino paño de lino.  El mercader levantó el paño y se sorprendió: 
-¡Ah! ¿Lengua? 

Nada como una buena lengua que los pastores griegos saben preparar muy bien. 
- Pero ¿por qué escogiste exactamente a la lengua como la mejor comida del mundo? 

El esclavo, con la mirada baja, explicó su preferencia: 
-¿Qué hay mejor que la lengua, señor? 
La lengua nos une a todos, cuando hablamos. 
Sin la lengua no podríamos entendernos. 
La lengua es la llave, el órgano de la verdad y la razón. 
Gracias a la lengua se construyen ciudades, gracias a la lengua podemos expresar nuestro amor. 
La lengua es el órgano del cariño, de la ternura, del amor, de la comprensión. 
Es la lengua que torna eternos los versos de los poetas, las ideas de los grandes escritores. 
Con la lengua se enseña, se persuade, se instruye, se reza, se explica, se canta, se describe, se elogia, se demuestra, se afirma. 
Con la lengua decimos "madre" y "querida" y "Dios". 
Con la lengua decimos "sí", con la lengua decimos "¡yo te amo"!  
¿Puede haber algo mejor que la lengua señor?

El mercader se levantó entusiasmado:
-¡Muy bien Esopo!  Realmente me has traído lo mejor que hay.  Toma ahora este otro saco de monedas.  Anda de nuevo al mercado y trae lo que haya de peor, pues quiero ver tu sabiduría.

Después de algún tiempo, el esclavo Esopo volvió del mercado trayendo un plato cubierto por un paño. 
El mercader lo recibió con una sonrisa:
-Hummm......ya sé lo que hay de mejor.  Veamos ahora lo que hay de peor...

El mercader descubrió el plato y quedó indignado:
-¡¿Qué?! 
¿Lengua? 
¿Lengua otra vez? 
¿Lengua? 
¿No dijiste que la lengua era lo mejor que había? 
¿Quieres ser azotado?

Esopo bajó la mirada y respondió: 
-La lengua, señor, es lo peor que hay en el mundo. 
Es la fuente de todas las intrigas, el inicio de todos los procesos, la madre de todas las discusiones. 
Es la lengua la que separa a la humanidad, que divide a los pueblos. 
Es la lengua la que usan los malos políticos cuando quieren engañar con sus falsas promesas. 
Es la lengua la que usan los pícaros cuando quieren estafar. 
La lengua es el órgano de la mentira, de la discordia, de los malos entendidos, de las guerras, de la explotación. 
Es la lengua la que miente, la que esconde, que engaña, que explota, que blasfema, que insulta, que se acobarda, que mendiga, que provoca, que destruye, que calumnia, que vende, que seduce, que corrompe. 
Con la lengua decimos "muere" y "canalla" y "demonio". 
Con la lengua decimos "no". 
Con la lengua decimos "¡yo te odio!" 
Ahí está señor, por qué la lengua es la mejor y la peor de todas las cosas…

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Los cinco minutos de Dios
Agosto 11
Los niños merecen todo nuestro respeto y nuestro amor.  No estará de más que examinemos si hemos faltado al respeto al niño; no solamente los niños pueden faltar el respeto a los mayores; la falta de respeto al niño, por parte de los adultos, es mucho más grave. Y examinemos si nuestro amor a los niños ha sido siempre sincero, grande y puro.
Y finalmente, analizar, con entera honestidad ante la propia conciencia, si la mirada de los niños, que todo lo descubre, pudo ver siempre en nosotros a Dios.
Los niños son como diamantes en bruto, que hay que trabajar y pulir; son una línea de puntos suspensivos, sin saber que encierran en su suspenso.  Quizás de nosotros dependa el que algunos de esos puntos suspensivos se resuelvan en magníficas afirmaciones de fidelidad al deber, de  generosidad y de entrega.
“El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar” (Mt 18,5-6). Cuida de tus niños y cuida de los niños en general; su integridad es lo más hermoso que existe sobre la tierra.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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