martes, 2 de agosto de 2016

Pequeñas Semillitas 3087

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3087 ~ Martes 2 de Agosto de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Ignacio de Loyola era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando fue herido en batalla y debió guardar muchos meses de reposo, pidió que le trajeran algunos de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado ‘Vida de Cristo’ y otro que tenía por título ‘Flos sanctorum’, escritos en su lengua materna.
Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior. Pero entretanto iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo: “¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?”.
Y, así, su mente estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que, distraído por cualquier motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró bastante tiempo.
Pero había una diferencia; y es que, cuando pensaba en las cosas del mundo, ello le producía de momento un gran placer; pero cuando, hastiado, volvía a la realidad, se sentía triste y árido de espíritu; por el contrario, cuando pensaba en la posibilidad de imitar las austeridades de los santos, no sólo entonces experimentaba un intenso gozo, sino que además tales pensamientos lo dejaban lleno de alegría. De esta diferencia él no se daba cuenta ni le daba importancia, hasta que un día se le abrieron los ojos del alma y comenzó a admirarse de esta diferencia que experimentaba en sí mismo, que, mientras una clase de pensamientos lo dejaban triste, otros, en cambio, alegre. Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios. Más tarde, cuando se dedicó a las prácticas espirituales, esta experiencia suya le ayudó mucho a comprender lo que sobre la discreción de espíritus enseñaría luego a los suyos.
Así la voluntad de Dios cambió un militar de caballería por un hombre santo que creó una nueva compañía: la Compañía de Jesús.

¡Buenos días!

Para ser más libre…
Todo crecimiento va acompañado de renuncia, empezando por el nacimiento cuando el bebé, con estridente llanto, deja el tibio y acogedor claustro materno. Renuncia, desapego, corte, que nos proyectan a una nueva etapa de maduración, a nuevos horizontes  y a nuevas realidades que plenifican a la persona.

Señor, tú sabes cómo me aferro a mis proyectos y me obsesiono por las cosas que me propongo. Hoy quiero ser más libre. Ayúdame a descubrir que aunque no se cumplan mis proyectos, tú me ayudarás a lograr lo que necesito. Dios mío, tú eres el importante. Eres el infinito, que todo lo sostienes con tu poder sin límites. Sólo tú mereces la adoración del corazón humano y únicamente ante ti debo postrarme. Sólo tú eres el Señor, glorioso, vestido de hermosura. No permitas que yo adore cualquier cosa como si fuera un dios y no permitas que me aferre a mis esquemas y planes como si fueran divinos. Sólo tú eres Dios, el único absoluto. Amén (Víctor M. Fernández).

Si tienes bien claro las prioridades de tu vida, decidirás rápidamente cuándo es necesario desprenderte de algo muy querido que traba tus objetivos no negociables. Por ejemplo, un joven al casarse debe afrontar con valor el alejamiento del hogar paterno y ponerse a construir uno nuevo. Es una renuncia en beneficio de un crecimiento y maduración.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis». Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas». «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!». Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados. (Mt 14,22-36)

Comentario:
Hoy no veremos a Jesús durmiendo en la barca mientras ésta se hunde, ni calmando la tormenta con una sola palabra increpatoria, suscitando así la admiración de los discípulos (cf. Mt 8,22-23). Pero la acción de hoy no deja de ser menos desconcertante: tanto para los primeros discípulos como para nosotros.
Jesús había obligado a los discípulos a subir a la barca e ir hacia la otra orilla; había despedido a todo el mundo después de haber saciado a la multitud hambrienta y había permanecido Él sólo en la montaña, inmerso profundamente en la oración (cf. Mt 14,22-23). Los discípulos, sin el Maestro, avanzan con dificultades. Fue entonces cuando Jesús se acercó a la barca caminando sobre las aguas.
Como corresponde a personas normales y sensatas, los discípulos se asustan al verle: los hombres no suelen caminar sobre el agua y, por tanto, debían estar viendo un fantasma. Pero se equivocaban: no se trataba de una ilusión, sino que tenían delante suyo al mismo Señor, que les invitaba —como en tantas otras ocasiones— a no tener miedo y a confiar en Él para desvelar en ellos la fe. Esta fe se exige, en primer lugar, a Pedro, quien dijo: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas» (Mt 14,28). Con esta respuesta, Pedro mostró que la fe consiste en la obediencia a la palabra de Cristo: no dijo «haz que camine sobre las aguas», sino que quería seguir aquello que el mismo y único Señor le mandara para poder creer en la veracidad de las palabras del Maestro.
Sus dudas le hicieron tambalearse en la incipiente fe, pero condujeron a la confesión de los otros discípulos, ahora con el Maestro presente: «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mt 14,33). «El grupo de aquellos que ya eran apóstoles, pero que todavía no creen, porque vieron que las aguas jugaban bajo los pies del Señor y que en el movimiento agitado de las olas los pasos del Señor eran seguros, (...) creyeron que Jesús era el verdadero Hijo de Dios, confesándolo como tal» (San Ambrosio).
* Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Santoral Católico:
San Eusebio de Vercelli
Obispo
Nació en Cerdeña (Italia) a principios del siglo IV. Abrazó el estado clerical en Roma y el año 345 fue elegido primer obispo de Vercelli (Piamonte). Con su predicación sobre todo en el medio rural contribuyó a incrementar la religión cristiana y a mantener la fe ortodoxa. Introdujo en su diócesis la vida en común del clero diocesano, iniciativa que luego se extendió por todas partes. Fue perseguido por los arrianos por su defensa y esclarecimiento de la divinidad de Jesucristo. El emperador Constancio lo desterró a Escitópolis a causa de la fe, y allí padeció amenazas, malos tratos, cárcel, hambre y toda clase de vejámenes. El año 361 lo enviaron a Capadocia y luego a la Tebaida. Al regresar a su patria, siguió trabajando denodadamente contra la herejía de Arrio y en la restauración de la fe. Murió en Vercelli el 1 de agosto del año 371 pero su memoria litúrgica está fijada el 2 de agosto.
Oración: Concédenos, Señor, Dios nuestro, imitar la fortaleza de tu obispo san Eusebio de Vercelli al proclamar su fe en la divinidad de tu Hijo, y haz que, perseverando en esa misma fe de la que fue maestro, merezcamos un día participar de la vida divina de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
© Directorio Franciscano    

El pensamiento del día

“Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés: se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro”
Fray Mamerto Menapache

Tema del día:
Santa María de los Ángeles
Hoy, 2 de agosto, es la festividad de Santa María de los Ángeles.

La Basílica Patriarcal de Santa María de los Ángeles en la Porciúncula encierra, entre las blancas paredes del templo del siglo XVI, la venerable iglesita de la Porciúncula, lugar de la vida evangélica y fraterna de Francisco y de la primera generación franciscana, y lugar santo en el que Francisco, la tarde del 3 de octubre de 1226, «cumplidos en él todos los misterios de Cristo, acogió a la hermana muerte cantando». El templo dedicado a la Reina de los Ángeles, la «Dama pobre» de la Porciúncula, que guió maternalmente a Francisco y a los hermanos de la naciente comunidad, es custodiado con celosa ternura por los Hermanos Menores Franciscanos. En la Porciúncula estamos verdaderamente en la fuente del franciscanismo, en la limpia fuente del Perdón de Asís y de la misericordia de Dios.

A los pies de la colina de Asís, se yergue solemne y majestuosa, la Basílica Patriarcal de Santa María de los Ángeles, en la Porciúncula, levantada entre los años 1569 y 1679, para engarzar los lugares santos de la vida y la muerte de San Francisco. En la fotografía superior que ilustra esta nota se ve la Basílica y al fondo la colina de Asís en cuya cima está erigida la Basílica de San Francisco.

Y en el centro del vasto templo renacentista (Basílica de Santa María de los Ángeles) se encuentra la humilde iglesita benedictina del siglo IX llamada Porciúncula, que el Santo reparó con sus propias manos (1207). Es la foto que está a continuación.
Breve historia
En una noche de Julio del año 1216, un fraile oraba fervientemente en su pequeña cueva del bosque. Pedía a Dios la virtud de la humildad. Le llamaban hermano Francisco y, aunque tenía 34 años, ya era conocido y amado por miles de personas. Doce años más tarde y solo 22 meses después de su muerte, la Santa Madre Iglesia lo proclamaría santo. Pero el "poverelo" se consideró siempre el jefe de los pecadores. En el silencio de la noche, imploraba a Dios todopoderoso que tuviese misericordia de los pobres pecadores, recordando las palabras del Señor: "a menos que hagan penitencia, todos perecerán". Pensaba en su propia juventud, solo doce años antes había sido inquieto, frívolo, ambicioso, mujeriego, y por último, soldado. Difícilmente le daba algún momento de su atención a Dios.

Aquella noche el Señor le dijo al poverelo: "Francisco, ¿quién puede hacerte mayor bien, el amo o el siervo?" Francisco guardó esta lección a su corazón y decidió poner de primero lo primero. Le preguntó al amo como podría servirle, y Jesús, el amado salvador que abrazó la agonía de la cruz por todos los hombres, le miró con ternura y afecto y le dijo: "Repara mi Iglesia". Desde entonces, cuando Francisco pensaba en lo delicado, bueno, y amoroso que era Jesús, rompía en llanto y exclamaba: "¡El amor no es amado!".

Primero Francisco tomó las palabras del Señor literalmente y con gozo reparó la capilla donde había recibido la visión del Señor. Después bajó al bosque en el valle de Asís y reparó la vieja capilla de Nuestra Señora de los ángeles, llamada Porciúncula (pequeña porción). Por su devoción a la Santísima Virgen y por su reverencia a los ángeles, tomó la porciúncula como lugar de vivienda. Los campesinos insistían que ellos muchas veces escuchaban ángeles cantando en la Porciúncula. Ahí fue donde los primeros hermanos se unieron a él, en la vida nueva de santa pobreza, trabajo manual, cuidando a los leprosos, mendigando y predicando el amor de Cristo. Siendo los benedictinos propietarios de aquel lugar, Francisco pagaba como renta anual una canasta de pescado.

Aquí fue donde Francisco, que tenía veintitantos años, al escuchar la lectura del Evangelio, comprendió definitivamente su propia vocación, renunció al mundo para vivir en radical pobreza y comenzó a dedicarse al apostolado itinerante. En la Porciúncula recibió el Santo a sus primeros seguidores y fundó la Orden de los Hermanos Menores, y en 1211, con la vestición de Santa Clara, fundó también aquí la Orden de las «Damas Pobres», las Clarisas. Aquí celebró el Santo los primeros Capítulos (reuniones generales de los frailes), y desde la Porciúncula envió a sus seguidores como misioneros de paz a los hombres de toda la tierra. En la Porciúncula, Cristo, apareciéndose a Francisco, le concedió, por intercesión de María, la extraordinaria indulgencia del Perdón de Asís (1216).

Junto al ábside de la Basílica, en el interior, está la Capilla del Tránsito, donde Francisco acogió a la muerte cantando (3 de octubre de 1226).
Tomado de: Franciscanos.org

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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para las siguientes personas de Colombia: María Trinidad A. (Trini), cuya cirugía oftalmológica se postergó para este jueves; para sus hijos Carlos y María Paula, por sus proyectos de vida; para Luz María A., que está en franca recuperación, y su hija Liza; y para María Edilma T., que será operada de un problema cancerígeno.

Pedimos oración por la sanidad de Beneranda, quien reside en Guatemala y está hospitalizada con leucemia, muy asustada, para que Dios le de esperanza y fe para seguir luchando para salir adelante; y por Patty C. quien tiene cáncer de mama y actualmente le están haciendo quimioterapia, para que Nuestra Señora de Lourdes sea su consuelo y esté con ellas en todo momento.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de Dios
Agosto 2
He aquí ahora el decálogo del esposo:
1. No te olvidarás de demostrar a tu esposa admiración y cortesía, como lo hacías cuando eran novios.
2. Le expresarás con palabras, o con tu actitud, tu aprobación por la comida de cada día, pues la comida no llega a la mesa por sí sola.
3. Recordarás a tu esposa, consultándola sobre tus problemas, hablándole de tu trabajo.
4. Evitarás todo aquello que quisieras que tu esposa evitara; lo que a ti te disgusta, probablemente la disgustará a ella.
5. No le mentirás nunca en ninguna cosa, ni siquiera cuando se hable de tus ingresos.
6. Recordarás los cumpleaños de tu esposa y de tus hijos.
7. Recordarás el aniversario de tu matrimonio.
8. No discutirás nunca acaloradamente con tu esposa, menos aún delante de tus hijos; cuando sea necesario, dialogarás con ella siempre con todo respeto y con cariño, como corresponde a dos buenos esposos.
9. Amarás a tu esposa y le serás fiel sobre todas las cosas.
10. Recuerda que si el hombre es la cabeza del hogar, la esposa es la corona de esa cabeza.
“Por tanto, todos los fieles cristianos, en las condiciones, ocupaciones o circunstancias de su vida y a través de todo esto, se santificarán más cada día si lo aceptan todo con fe de la mano del Padre celestial y colaboran con la voluntad divina” (LG 41)
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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