PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3100 ~ Lunes 15 de Agosto de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
la Iglesia católica, el Dogma de la Asunción fue proclamado el 1° de noviembre
del Año Santo de 1950 por el Papa Pío XII y expresa lo siguiente:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas
preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios
omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor
de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte;
para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda
la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los
bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos,
declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre
de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta
en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
La
importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del
Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la
Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra
raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada
en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.
El
misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a
hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el
sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida
Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los
Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en
cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de
Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad
perfecta para siempre.
* Aciprensa
¡Buenos días!
Subes al cielo
Este
es el día glorioso en que la Virgen Madre de Dios subió a los cielos; todos la
aclamamos, tributándole nuestra alabanza: “Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre. Dichosa eres santa Virgen María, y digna de
toda alabanza. De ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios”.
V. Bella y hermosa eres, Hija de Jerusalén.
R. Bella y hermosa eres, Hija de Jerusalén.
V. Subes al cielo, resplandeciente como la aurora
cuando amanece.
R. Hija de Jerusalén.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bella y hermosa eres, Hija de Jerusalén.
Los
santos Padres en las homilías dirigidas al pueblo en esta fiesta de la Asunción
hablan como de algo ya conocido y aceptado por todos. Destacan que el cuerpo de
la Virgen María no se corrompió, y pregonan su triunfo sobre la muerte y su
glorificación en el cielo, a imitación de su Hijo único Jesucristo (Pío XII).
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a
una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que,
en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e
Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo:
«Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí
que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de
tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se
cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y
dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en
Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por
eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha
hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia
alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de
su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los
potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de
bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose
de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham
y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se
volvió a su casa. (Lc 1,39-56)
Comentario:
Hoy
celebramos la solemnidad de la Asunción de Santa María en cuerpo y alma a los
cielos. «Hoy —dice san Bernardo— sube al cielo la Virgen llena de gloria, y
colma de gozo a los ciudadanos celestes». Y añadirá estas preciosas palabras:
«¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto
maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino,
lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la
tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más
valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los
hombres».
El
primer don que te prodiga es la Palabra, que Ella supo guardar con tanta
fidelidad en el corazón, y hacerla fructificar desde su profundo silencio
acogedor. Con esta Palabra en su espacio interior, engendrando la Vida para los
hombres en su vientre, «se levantó María y se fue con prontitud a la región
montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel»
(Lc 1,39-40). La presencia de María expande la alegría: «Apenas llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno» (Lc 1,44), exclama
Isabel.
Sobre
todo, nos hace el don de su alabanza, su misma alegría hecha canto, su
Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en
Dios mi Salvador...» (Lc 1,46-47). ¡Qué regalo más hermoso nos devuelve hoy el
cielo con el canto de María, hecho Palabra de Dios! En este canto hallamos los
indicios para aprender cómo se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo
celeste, y llegar a responder como Ella al regalo que nos hace Dios en su Hijo,
a través de su Santa Madre: para ser un regalo de Dios para el mundo, y mañana
un regalo de nuestra humanidad a Dios, siguiendo el ejemplo de María, que nos
precede en esta glorificación a la que estamos destinados.
* P. Abad Dom Josep ALEGRE Abad de Santa Mª de Poblet
(Tarragona, España)
Santoral Católico:
La Asunción de la Virgen María
La
Madre de Dios fue asociada estrechamente, por voluntad del Padre, a los
misterios de su Hijo. Así, al igual que Jesús, también ella murió y fue
sepultada. Pero, como dice el Prefacio, «el Señor no quiso que conociera la
corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu, concibió en su
seno al autor de la vida». Al respecto escribía Pío XII: «A la manera que la
gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último trofeo de su más
absoluta victoria sobre la muerte y el pecado, así la lucha de la
bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la
glorificación de su cuerpo virginal... Por eso, la augusta Madre de Dios,
misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad... consiguió, al
fin, como corona suprema de sus privilegios, ser conservada inmune de la
corrupción del sepulcro y, del mismo modo que antes su Hijo, vencida la muerte,
ser levantada en cuerpo y alma a la suprema gloria del cielo». Y la
Constitución papal que en 1950 declaró el dogma de la Asunción concluía con
esta definición: «Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María,
cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celestial».
Oración: Dios
todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la
inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos, que,
aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de
su misma gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
El pensamiento del día
“En esta solemnidad de la Asunción
contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de
alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no
perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra;
seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces
resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del
cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra
verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”.
-Benedicto XVI-
Tema del día:
La Asunción de María
Hay
dos fechas en el calendario de la Iglesia universal que marcan todo el
esplendor espiritual de María: es el comienzo y el final de toda su existencia
en esta tierra: la Inmaculada Concepción y la Asunción al Cielo. En diferentes
pueblos y en varias naciones hay advocaciones marianas que encierran en sí toda
la vida y belleza espiritual de María y por lo tanto todo eso lo celebran en
fechas determinadas; pero en la Iglesia universal estas dos son las dos grandes
celebraciones en honor a María. A ellas dos podemos añadir el 1 de Enero,
fiesta de la Madre de Dios.
La
Asunción es una fiesta muy antigua y expresa un sentimiento del pueblo cristiano.
No lo narra el Nuevo Testamento, pero se fue trasmitiendo en el pueblo
cristiano, de modo que se levantaron muchos templos y catedrales en honor de
María en su Asunción. Desde 1950 es dogma de fe, cuando el papa Pío XII,
habiendo escuchado el parecer de toda la Iglesia, determinó que todos lo
tenemos que creer.
Asunción
al Cielo, significa que fue a gozar con Dios en el Cielo en cuerpo y alma, con
todo su ser humano. No se trata de si hizo un viaje por los aires o qué
dirección tomó. Es una manera simbólica o metafórica de expresar la gran verdad
de que todo su ser comienza a vivir una vida más especial en la presencia de
Dios. El papa no quiso determinar si esto fue en el momento de la muerte o tuvo
una resurrección semejante a la de Jesucristo. Sólo dijo: “cumplido el curso de
su vida mortal”. Eso nos basta para que en este día nos gocemos por la grandeza
que Dios ha realizado con su madre. Alabemos con ella a Dios por este gran
beneficio y avivemos nuestra esperanza de poder un día estar gozando con nuestra
Madre en el Cielo.
Para
poder llegar un día también nosotros al Cielo, hoy la Iglesia nos invita a
imitar lo más posible la vida de María. No es mucho lo que los evangelios nos
cuentan sobre su vida, ya que lo principal que intentaban era reproducir la
doctrina de Jesús. Pero hay datos muy expresivos. Hoy en el evangelio se nos
narra la visita que hizo María a su prima Isabel. María se había enterado por
el ángel de la Anunciación, que su prima, ya con muchos años, estaba esperando
a un niño y ya estaba en el sexto mes. María piensa en atenderla durante esos
últimos tres meses y va “de prisa” hacia la montaña, donde vivía Isabel. Nos
muestra en primer lugar la caridad, que en cierto sentido es olvido de sus
propias necesidades para atender a las necesidades del prójimo.
También
nos enseña la alegría, el optimismo y la esperanza. Este gozo se expresa con
ese ir “de prisa”, en el sentido material y espiritual. Y con gozo porque
dentro de sí tenía ya a Jesús. Nuestra vida debe estar llena de gozo sabiendo
que dentro de nuestro ser habita la Santísima Trinidad, y especialmente en la
comunión con Jesús.
Este
gozo se hizo palabra en el saludo de María y en la felicitación de Isabel
cuando, llena del Espíritu Santo, comprendió quién era la que venía a visitarla.
María ya estaba llena del Espíritu Santo, porque tenía en sí a Jesús, Hijo de
Dios. Y donde está Jesús tiene que estar el Espíritu Santo. Por eso María en su
respuesta habla con la virtud y gracia del Espíritu, glorificando a Dios, con
la oración del Magnificat.
En
el Magnificat aparece la acción de Dios sobre ella: “Miró la humillación de su
esclava e hizo cosas grandes”. Dios mira al humilde para dar. Le había dado
cosas grandes: ser Inmaculada, llena de gracia, corredentora, medianera
universal de las gracias y por fin la daría el llevarla al Cielo en cuerpo y
alma. Aparece la acción de María para con Dios, que es alabar y dar gracias,
que es reconocer que todo lo que tiene es recibido de la bondad de Dios. Y
aparece nuestra acción para con María: “Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones”. Estas alabanzas que hoy damos a María en definitiva son para
Dios, autor de todas las bondades. Y muestra también nuestra esperanza de que,
si seguimos sus pasos en esta vida, como Cristo resucitó primero, también
nuestra vida terminará en una resurrección eterna.
* P. Silverio Velasco
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Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
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sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
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y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la
unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de
los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Eddie C. de Puerto Rico, para que Dios
lo ilumine para tomar la difícil decisión que exige la situación por la que
está atravesando y que le conceda la determinación y la fuerza para dar los
pasos necesarios para mejorar su vida.
Pido
oración por mi tía del corazón María
Rosa, que vive en Buenos Aires, Argentina, y hoy cumple 80 años. Tanto ella
como su esposo Emilio (tío Emil)
están atravesando diversas dificultades de salud y están muy solos, por lo que
ruego a Jesús, con la mediación de la Santísima Virgen María asunta a los
cielos, que les conceda la gracia de sentirse bien.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Agosto 15
Debemos
brindar nuestro afecto y nuestra ayuda a todos.
A
todo hombre: al que está en buena posición económica y al que se ve privado
hasta de las cosas más necesarias.
Al
que goza de salud, pero también al enfermo.
Al
que come todos los días y al que sólo puede hacerlo día por medio.
Al
que piensa como nosotros y al que discrepa de nuestras opiniones, sean éstas
sociales, políticas o religiosas.
Al
que está cerca de nosotros y al que vive muy alejado.
A
todos sin excepción: la dama que firma con dos apellidos es tan hermana nuestra
como la joven de servicio doméstico.
Todos
somos hermanos; ayudémonos como hermanos. La vida será distinta.
Sólo
entonces es cuando estaremos capacitados para poder rezar el Padre Nuestro,
para poder decir a Dios que es nuestro Padre; solamente entonces, cuando
logremos tratarnos unos a otros como hermanos y lo hagamos con entera
sinceridad.
“Es completamente claro que todos los fieles, de
cualquier estado y condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana
y a la perfección de la caridad, y esta santidad suscita un nivel de vida más
humano, incluso en la sociedad terrena” (LG 40)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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