domingo, 19 de junio de 2016

Pequeñas Semillitas 3043

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3043 ~ Domingo 19 de Junio de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús preguntando a sus apóstoles qué significa Él para sus vidas. Pero también a nosotros Jesús nos pregunta qué significa Él para nuestra vida.  Preguntémonos hoy: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Estoy dispuesto a tomar la cruz y seguirlo?  Porque esto es lo que nos pide hoy Jesús a todos los cristianos, que muchas veces vamos por la vida tratando de evitar el sufrimiento, y Jesús nos dice que hay que tomar la cruz para seguirlo.
Seguir a Jesús implica poner en el centro de nuestro corazón y nuestra mirada a los pobres. Es vivir con compasión y sacudirnos la indiferencia. Es tender puentes y derribar fronteras.
Seguir a Jesús es confiar en el Padre de todos y sembrar esperanza aun contra toda esperanza. Es amar, es acoger, sin excluir a nadie.
Seguir a Jesús exige fidelidad a la causa que Él proclamó, fortaleza ante la cruz que nos puedan imponer, aceptarla por fidelidad, como Cristo la aceptó por nosotros por amor.
Comprometernos con la justicia, ayudar a los necesitados, ser generosos, puede acabar para nosotros en sufrimiento y en cruz.  Jesús dejó bien claro que ser misericordioso, buscar la dignidad humana, vivir la caridad comporta muchas veces soportar la cruz, la persecución. 
Él asumió la cruz y el sufrimiento.  Ojala que nosotros no tengamos miedo a tomar y llevar la cruz por amor a nuestros hermanos.

¡Buenos días!

Para confiar más en Dios
Al fin de una jornada agitada de lucha y de trabajo, nada ayuda tanto a restaurar la paz en el alma como una oración llena de confianza en el Señor. En efecto, en él encontramos un refugio seguro, un guardián siempre vigilante, un pastor que nos acompaña con solícito cuidado.

Señor, quiero creer en tus promesas, quisiera confiar más en tu poder y en tu amor para que toda mi vida esté realmente en tus manos. Regálame, Señor, el don de la confianza. Así todo lo que me suceda será para mi bien y para el bien de los demás. Tómame en tus brazos y no permitas que me llene de temores inútiles. Quiero conocer la alegría de la libertad espiritual, el gozo de darte a ti el control de mi existencia. Pero también quiero elevar mis ojos hacia ti y dejar en tus brazos todos mis seres queridos. Protégelos, Señor, te los confío, te los entrego para que todo lo que les suceda tenga un buen fin. Dales también la fuerza de tu amor para que conozcan la verdadera alegría. Amén. (Víctor M. Fernández).

“Descarguen en el Señor todas sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”, te asegura Dios.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Y sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y Él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado». Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contestó: «El Cristo de Dios». Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.
Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará». (Lc 9,18-24)

Comentario:
Hoy, en el Evangelio, Jesús nos sitúa ante una pregunta clave, fundamental. De su respuesta depende nuestra vida: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Lc 9,20). Pedro responde en nombre de todos: «El Cristo de Dios». ¿Cuál es nuestra respuesta? ¿Conocemos suficientemente a Jesús como para poder responder? La oración, la lectura del Evangelio, la vida sacramental y la Iglesia son fuentes inseparables que nos llevan a conocerle y a “vivirlo”. Hasta que no seamos capaces de responder con Pedro con todo el corazón y con la misma sencillez..., seguramente todavía no nos habremos dejado transformar por Él. Hemos de conseguir sentir como Pedro, ¡hemos de lograr sentir como la Iglesia para poder responder de manera satisfactoria a la pregunta de Jesús!
Pero el Evangelio de hoy acaba con una exhortación a seguir al Señor desde la humildad, desde la negación y la cruz. Seguir a Jesús de esta manera sólo puede dar salvación, libertad. «Lo que sucede con el oro puro, también sucede con la Iglesia; esto es, que cuando pasa por el fuego, no experimenta ningún mal; más bien lo contrario, su esplendor aumenta» (San Ambrosio). Ni la contrariedad, ni la persecución por causa del Reino, nos han de dar miedo, más bien nos han de ser motivo de esperanza e, incluso, de alegría. Dar la vida por Cristo no es perderla, es ganarla para toda la eternidad. Jesús nos pide que nos humillemos totalmente por fidelidad al Evangelio, quiere que, libremente, le demos toda nuestra existencia. ¡Vale la pena dar la vida por el Reino!
Seguir, imitar, vivir la vida de la gracia, en definitiva, permanecer en Dios es el objetivo de nuestra vida cristiana: «Dios se hizo hombre para que imitando el ejemplo de un hombre, cosa posible, lleguemos a Dios, cosa que antes era imposible» (San Agustín). ¡Que Dios, con la fuerza de su Espíritu Santo, nos ayude a ello!
* Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“No se puede vivir en este mundo sin poner nuestra morada en Cristo, no se puede vivir sin la Eucaristía. Hermanos y hermanas: acojamos la invitación de Cristo. Vivamos por Él. Fuera de Él no hay vida verdadera. Sólo el Padre tiene la Vida. Fuera de Dios, todo lo creado pasa, muere. Sólo Él es Vida. Y el Hijo que vive por el Padre nos trae —pese a la caducidad del mundo, pese a la necesidad de morir— la Vida que está en Él. Nos da esta Vida, la comparte con nosotros. El sacramento de este don, de esta Vida, es la Eucaristía, el pan bajado del cielo”.

Predicación del Evangelio
¿Creemos en Jesús?
Las primeras generaciones cristianas conservaron el recuerdo de este episodio evangélico como un relato de importancia vital para los seguidores de Jesús. Su intuición era certera. Sabían que la Iglesia de Jesús debería escuchar una y otra vez la pregunta que un día hizo Jesús a sus discípulos en las cercanías de Cesarea de Filipo: «Vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Si en las comunidades cristianas dejamos apagar nuestra fe en Jesús, perderemos nuestra identidad. No acertaremos a vivir con audacia creadora la misión que Jesús nos confió; no nos atreveremos a enfrentarnos al momento actual, abiertos a la novedad de su Espíritu; nos asfixiaremos en nuestra mediocridad.

No son tiempos fáciles los nuestros. Si no volvemos a Jesús con más verdad y fidelidad, la desorientación nos irá paralizando; nuestras grandes palabras seguirán perdiendo credibilidad. Jesús es la clave, el fundamento y la fuente de todo lo que somos, decimos y hacemos. ¿Quién es hoy Jesús para los cristianos?

Nosotros confesamos, como Pedro, que Jesús es el "Mesías de Dios", el Enviado del Padre. Es cierto: Dios ha amado tanto al mundo que nos ha regalado a Jesús. ¿Sabemos los cristianos acoger, cuidar, disfrutar y celebrar este gran regalo de Dios? ¿Es Jesús el centro de nuestras celebraciones, encuentros y reuniones?

Lo confesamos también "Hijo de Dios". Él nos puede enseñar a conocer mejor a Dios, a confiar más en su bondad de Padre, a escuchar con más fe su llamada a construir un mundo más fraterno y justo para todos. ¿Estamos descubriendo en nuestras comunidades el verdadero rostro de Dios encarnado en Jesús? ¿Sabemos anunciarlo y comunicarlo como una gran noticia para todos?

Llamamos a Jesús "Salvador" porque tiene fuerza para humanizar nuestras vidas, liberar nuestras personas y encaminar la historia humana hacia su verdadera y definitiva salvación. ¿Es ésta la esperanza que se respira entre nosotros? ¿Es ésta la paz que se contagia desde nuestras comunidades?

Confesamos a Jesús como nuestro único "Señor". No queremos tener otros señores ni someternos a ídolos falsos. Pero, ¿ocupa Jesús realmente el centro de nuestras vidas? ¿Le damos primacía absoluta en nuestras comunidades? ¿Lo ponemos por encima de todo y de todos? ¿Somos de Jesús? ¿Es Él quien nos anima y hace vivir?

La gran tarea de los cristianos es hoy aunar fuerzas y abrir caminos para reafirmar mucho más la centralidad de Jesús en su Iglesia. Todo lo demás viene después.
* José Antonio Pagola

Junio mes del Sagrado Corazón de Jesús
¡Oh Sagrado Corazón, Corazón Misericordioso!
- Meditación: El viento arrecia, parece que la tierra se pone desierta, todo se oscurece… se va la Luz del mundo, y te escucho decir: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…” y de repente se oye un grito desgarrador: “Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu”. Mi Dulce Jesús ha muerto, mi Dios ha muerto… lo hemos matado. De nuestro corazón aún hoy lo arrancamos, la tierra tiembla… por eso nuevamente están aquí las tinieblas. Tu Cuerpo Santo cuelga inerte, pero a pesar del temor, un soldado con la lanza abre Tu Costado, y brotan de Él Tu última gota de Sangre, y Agua. La Sangre de la Redención, el Agua del Perdón. Así la Luz de Tu Misericordia nos baña en los sublimes Sacramentos que dejaste en Tu Iglesia Santa. Señor, mi Jesús amado, mi Redentor, me atrevo a pedirte a Vos que me liberes hoy y me enseñes a pedir perdón, para mi sanación, bañándome con los Rayos de Tu Misericordioso Corazón. Que goce así de la Nueva Jerusalén que algún día veré.

- Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

- Florecilla: Recemos la coronilla a La Divina Misericordia dada por el mismo Jesús a Sor Faustina Kowalska.

- Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
   * Reina del Cielo

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página.

Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Bogotá, Colombia,  nos escribe nuestro lector y amigo Carlos C.. Copio textual su nota: “Deseo hoy dar gracias al Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y a la segura y confiada intercesión de nuestra Señora, la Santísima Virgen María por la vida; por mi matrimonio que cumplirá pronto 34 años; por mi amada esposa Trini (María Trinidad A.) que, gracias a las oraciones que hemos recibido con amor, fe y esperanza desde 'Pequeñas Semillitas', goza hoy de plena salud y alegría; por mis hijos Carlos y María Paula, Carlos que cumplirá en pocos días 25 años y que también pronto recibirá su Maestría en Economía toda vez que ayer sustentó su proyecto obteniendo una calificación laureda, máximo galardón que entrega su Universidad para esos efectos y que lo dio como regalo al cumplir María Paula sus 23 años. Estoy inmensa y eternamente agradecido con 'Pequeñas Semillitas' pues las oraciones que he pedido han sido todas efectivas y que con plena confianza en la Acción y la Voluntad del Señor, estoy seguro que otros ruegos e intenciones se harán una realidad en mi vida personal, familiar, laboral y profesional”.

Los cinco minutos de Dios
Junio 19
Quizá haya pocas cosas de mayor trascendencia que comprender el sentido de la vida; el sentido de la vida supone que la vida tiene una vocación, un llamamiento, una misión que cumplir; y tu vida la tiene; para poder cumplirla, debes conocerla y estudiarla en profundidad.
¿Qué sentido puede tener la vida del que voluntariamente se hace ignorante de su vocación, de la misión que se le ha señalado? Porque esa misión, esa vocación, es personal de cada uno y, en consecuencia, cada uno tiene la suya y es intransferible: nadie puede cumplir tu misión personal si tú no la cumples.
La responsabilidad y gravedad de tu misión personal radica en que el que te ha señalado esa misión es nada menos que Dios; te la señaló al darte la vida, porque te la dio para eso, para que cumplas tu misión; si no la cumples, frustras los planes de Dios y así frustras tu vida.
“A los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; a los que justificó, también los glorificó” (Rom 8,30). “Cristo murió por todos y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina” (GS 22).
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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