domingo, 12 de junio de 2016

Pequeñas Semillitas 3036

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3036 ~ Domingo 12 de Junio de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Han quedado atrás, la Pascua, con su mensaje de Vida y de Resurrección, o las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Corpus Christi. Ahora, inmersos en la liturgia del Tiempo Ordinario, seguimos de cerca a Jesús meditando sus palabras, observando sus signos y –sobre todo- estando atentos a su programa: ¡Dios es amor! ¡Dios es perdón!
Vivir con Jesús es comprender como el comprende; amar como Él ama; juzgar como Él juzga; salir al encuentro de las personas como Él lo hace: anteponiendo siempre el bien de las personas.
No es cuestión, por supuesto, de jactarnos de nuestros errores. Mucho menos de estar orgullosos por nuestras fragilidades. Es cuestión de ubicar al Señor de la Luz en la oscuridad de nuestra noche y, en esa noche, dejar que Cristo ilumine nuestro futuro.
* P. Javier Leoz

¡Buenos días!

Un domingo distinto
Hoy te ofrezco algunas ideas para que —según tu situación personal— aproveches y disfrutes este descanso semanal del Señor en beneficio de tu cuerpo y de tu espíritu. 

Cambia de ritmo: descansa y vive con más tranquilidad, pues es día de fiesta y no de estrés.
Cámbiate de vestido, adorna la mesa de comedor, enciende una vela y desea a todos un buen domingo. Vive en la confianza y acoge lo imprevisto.
Telefonea a los que has olvidado durante la semana y a los que sabes que les gustaría oírte.
Admira la naturaleza, oye música, lee un libro, hojea revistas, visita un museo, una ciudad, una abadía... Participa en la vida de tu barrio o de tu asociación.
Reúnete con la comunidad cristiana, acude a su invitación a orar, escucha con ella la Palabra y comparte con ella el Pan de la vida. Déjate moldear por Dios.
Visita a tus amigos, tus vecinos, a los que están solos y enfermos...

Como puedes ver son sugerencias variadas, algunas de las cuales tal vez te abran a posibilidades de más calidad para aprovechar este tiempo libre en el cultivo del espíritu, de la amistad, de la solidaridad… Te auguro un domingo que te deje contento y satisfecho.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de Él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.
Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora. Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte». Él dijo: «Di, maestro». «Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?». Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más». Él le dijo: «Has juzgado bien», y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra».
Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados». Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?». Pero Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz».
Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes. (Mt 7,36-8,3)

Comentario:
Hoy, el Evangelio nos explica que aquel que encuentra a Jesús no puede hacerlo con indiferencia. ¿Por qué el rabino lo invita a compartir su comida para tratarlo luego con descortesía descuidando atenderlo con las muestras de respeto y honor acostumbradas?
Lucas dibuja un agudo contraste entre el arrogante e incorrupto fariseo, que sigue todas las normas pero carece de la sensibilidad de aplicar las más elementales acciones de amabilidad hacia un huésped, y la mujer que —teniendo una reputación de pecadora— recibe, en cambio, a Jesús con una atención amorosa (cf. Lc 7,45-46). No hay duda que ella entiende la importancia de esa amorosa atención al tiempo que el fariseo carece totalmente de esa sensibilidad. Los Fariseos evitaban la compañía de los “pecadores públicos” y, al hacerlo, descuidaban darles la ayuda que necesitaban para que encontrasen su curación y su integridad.
Como humanos, es muy difícil amar de verdad y saber perdonar a las personas, y caemos en la tentación de preocuparnos de las apariencias, para adquirir así la reputación de una vida virtuosa, mientras continuamos cultivando nuestra tendencia a juzgar y a no perdonar. Muchas de las narraciones del Evangelio nos hablan de la actitud de los fariseos frente a los publicanos. Si ahora quisiésemos describir lo que los fariseos harían si viviesen en nuestra sociedad actual, podríamos ver, por ejemplo, que ciertamente irían a Misa y la seguirían debidamente pero, en su camino de vuelta a casa, no dudarían en criticar negativamente a los demás. Desde luego es laudable asistir a Misa y observar las normas de la conducta cristiana, pero toda esa cuidadosa observancia carece de valor si no va acompañada de un genuino espíritu de amor y perdón.
Según Benedicto XVI, «el nuevo culto cristiano abarca todos los aspectos de la vida, transfigurándola (...). La Eucaristía, al implicar la realidad humana concreta del creyente, hace posible día a día la transfiguración progresiva del hombre, llamado a ser por gracia imagen del Hijo de Dios».
* Fr. Eusebio MARTÍNEZ (Brownsville, Texas, Estados Unidos)

Palabras de San Juan Pablo II
En el mes de junio, la liturgia de la Iglesia se concentra, con una adoración y un amor especial, en torno al misterio del Corazón de Cristo (…) Es sabido que este mes está consagrado especialmente al Sagrado Corazón de Jesús. Le expresamos nuestro amor y nuestra adoración mediante las letanías que hablan con profundidad particular de sus contenidos teológicos en cada una de sus invocaciones (…) Cristo dice: "Aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón" (Mt 11, 29). Quizá una sola vez el Señor Jesús nos ha llamado con sus palabras al propio corazón. Y ha puesto de relieve este único rasgo: "mansedumbre y humildad". Como si quisiera decir que sólo por este camino quiere conquistar al hombre; que quiere ser el Rey de los corazones mediante la "mansedumbre y la humildad". Todo el misterio de Su reinado está expresado en estas palabras. La "mansedumbre y la humildad" encubren, en cierto sentido, toda la "riqueza" del Corazón del Redentor, sobre la que escribió San Pablo a los efesios. Pero también esa "mansedumbre y humildad" lo desvelan plenamente; y nos permiten conocerlo y aceptarlo mejor; lo hacen objeto de suprema admiración. 

Predicación del Evangelio
No apartar a nadie de Jesús
Según el relato de Lucas, un fariseo llamado Simón está muy interesado en invitar a Jesús a su mesa. Probablemente, quiere aprovechar la comida para debatir algunas cuestiones con aquel galileo, que está adquiriendo fama de profeta entre la gente. Jesús acepta la invitación: a todos ha de llegar la Buena Noticia de Dios.

Durante el banquete sucede algo que Simón no ha previsto. Una prostituta de la localidad interrumpe la sobremesa, se echa a los pies de Jesús y rompe a llorar. No sabe cómo agradecerle el amor que muestra hacia quienes, como ella, viven marcadas por el desprecio general. Ante la sorpresa de todos, besa una y otra vez los pies de Jesús y los unge con un perfume precioso.

Simón contempla horrorizado la escena. ¡Una mujer pecadora tocando a Jesús en su propia casa! No lo puede soportar: aquel hombre es un inconsciente, no un profeta de Dios. A aquella mujer impura habría que apartarla rápidamente de Jesús.

Sin embargo, Jesús se deja tocar y querer por la mujer. Ella le necesita más que nadie. Con ternura especial le ofrece el perdón de Dios, luego la invita a descubrir dentro de su corazón una fe humilde que la está salvando. Jesús solo le desea que viva en paz: «Tus pecados te son perdonados… Tu fe te ha salvado. Vete en paz».

Los evangelios destacan la acogida y comprensión de Jesús a los sectores más excluidos por casi todos de la bendición de Dios: prostitutas, recaudadores, leprosos… Su mensaje es escandaloso: los despreciados por los hombres más religiosos tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios. La razón es solo una: son los más necesitados de acogida, dignidad y amor.

Algún día tendremos que revisar, a la luz de este comportamiento de Jesús, cuál es nuestra actitud en las comunidades cristianas ante ciertos colectivos como las mujeres que viven de la prostitución o los homosexuales y lesbianas cuyos problemas, sufrimientos y luchas preferimos casi siempre ignorar y silenciar en el seno de la Iglesia, como si para nosotros no existieran.

No son pocas las preguntas que nos podemos hacer:
· ¿Dónde pueden encontrar entre nosotros una acogida parecida a la de Jesús?
· ¿A quién le pueden escuchar una palabra que les hable de Dios como hablaba él?
· ¿Qué ayuda pueden encontrar entre nosotros para vivir su condición sexual desde una actitud responsable y creyente?
· ¿Con quiénes pueden compartir su fe en Jesús con paz y dignidad?
· ¿Quién es capaz de intuir el amor insondable de Dios a los olvidados por todas las religiones?
© José Antonio Pagola

Junio mes del Sagrado Corazón de Jesús
¡Oh Sagrado Corazón, 
escarnecido por nuestros pecados!
- Meditación: Señor… en la oscuridad del Getsemaní, la Luz de Tu Presencia. Señor… que sentías en aquella brisa fría la cercanía de Tu agonía. Señor… te veo arrodillado y orando, Tu respiración se acelera… puedo sentir el dolor de Tu Corazón, de ese Corazón que en ese instante sintió todos los pecados, los más sucios, los más inmundos, los cometidos y por cometer. Señor, allí Tu Corazón se atravesó. Pobre Mi Señor, el Puro, el Santo, soportando y sintiendo cada pecado. Señor… estás llorando… Sangre. Señor, de Tu Santa Frente cual pequeños rubíes gotas de Sangre caen. ¡Oh Señor perdón!, perdón por las espinas de mis pecados y las de mis hermanos, perdón Señor porque continuamos tu martirio… perdón Padre porque a pesar de habérnoslo dado, al Sacrificio de Tu Hijo lo hemos olvidado.

- Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre sí. Amén.

- Florecilla: Trabajemos con humildad haciendo un examen de conciencia, recordando y meditando los pecados capitales: soberbia, vanidad, avaricia, gula, lujuria, envidia, ira.

- Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
   * Reina del Cielo

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página.


Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Transcribo un agradecimiento de Violeta Edda, desde Florida, USA: “Gracias Dios Santo por tantas cosas que tú me das. Un Milagro has hecho en mí, que pasé 14 meses desesperada pensando que tenía cáncer y no se sabía dónde (Los estudios médicos completos han salido completamente normales). Gracias a mi familia, amigos y tantas cadenas de oración que me ayudaron a que este gran milagro ocurra. Solo me queda agradecer sin olvidarme de que allá arriba todo se puede”

Desde Córdoba, Argentina, damos gracias a Dios por la mejoría en la visión de Franco.

Los cinco minutos de Dios
Junio 12
Si amar es servir, analiza prudentemente que podrías caer en el error de querer ser amado, porque anhelas ser servido; y anhelar ser servido ya no es amar, sino que muy fácilmente se confunde con el egoísmo.
Amor y egoísmo son dos realidades tan distintas y aún opuestas y, sin embargo, tan fáciles de entremezclarse, degenerando el amor en egoísmo, carcomiendo el egoísmo los fundamentos del auténtico amor.
¿Amas o deseas ser amado?  ¿Amas para ser amado?  ¿O eres amado porque primeramente amaste tú y te han respondido amor por amor?
Te quejas de que no eres amado, de que no eres aceptado, de que no tienes ambiente, de que no resultas simpático; ¿no será porque tú no das pie a ser comprendido, aceptado, deseado, amado?
Vale la pena que te examines sobre tu amor.
“Yo les ha dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado, esté en ellos y yo en ellos” (Jn 17,26). El amor de Dios es oblativo, es decir, se entrega por nosotros y se entrega a nosotros; así debe ser nuestro amor a Dios y al prójimo.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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