domingo, 29 de noviembre de 2015

Pequeñas Semillitas 2862

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2862 ~ Domingo 29 de Noviembre de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Los discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.
También las exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las exhortaciones que se hacían unos a otros aquellos cristianos recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos  cuidando la oración y la confianza son un rasgo original y característico de su Evangelio y de su oración.
Por eso, las palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.
Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos. «Estad siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos «mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre»?
José Antonio Pagola

¡Buenos días!

Señor, cómo quisiera…
Te invito a gustar un himno y perfumar tu oración de esta mañana con sus delicados versos que rezuman nostalgia de Dios y deseo de amarlo más a él y a los hermanos. Es agradable la musicalidad de sus rimas que evocan arpegios de arpas y cítaras.

Señor, cómo quisiera en cada aurora aprisionar el día,
y ser tu primavera en gracia y alegría, y crecer en tu amor más todavía.

Ya despierta la vida con su canción de ruidos inhumanos;
y tu amor me convida a levantar mis manos y a acariciarte en todos mis hermanos.
 
Hoy elevo mi canto con toda la ternura de mi boca,
al que es tres veces santo, a ti que eres mi Roca en quien mi vida toda desemboca.

Cuantas más veces releas en actitud de oración esta y semejantes composiciones poéticas, más descubrirás la riqueza de su denso contenido y el fervor de su emoción religiosa. Es una buena ayuda para tu encuentro personal con el Señor. Pienso que podrá serte útil.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.
»Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre». (Lc 21,25-28.34-36)

Comentario
Hoy, justo al comenzar un nuevo año litúrgico, hacemos el propósito de renovar nuestra ilusión y nuestra lucha personal con vista a la santidad, propia y de todos. Nos invita a ello la propia Iglesia, recordándonos en el Evangelio de hoy la necesidad de estar siempre preparados, siempre “enamorados” del Señor: «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida» (Lc 21,34).
Pero notemos un detalle que es importante entre enamorados: esta actitud de alerta —de preparación— no puede ser intermitente, sino que ha de ser permanente. Por esto, nos dice el Señor: «Estad en vela, pues, orando en todo tiempo» (Lc 21,36). ¡En todo tiempo!: ésta es la justa medida del amor. La fidelidad no se hace a base de un “ahora sí, ahora no”. Es, por tanto, muy conveniente que nuestro ritmo de piedad y de formación espiritual sea un ritmo habitual (día a día y semana a semana). Ojalá que cada jornada de nuestra vida la vivamos con mentalidad de estrenarnos; ojalá que cada mañana —al despertarnos— logremos decir: —Hoy vuelvo a nacer (¡gracias, Dios mío!); hoy vuelvo a recibir el Bautismo; hoy vuelvo a hacer la Primera Comunión; hoy me vuelvo a casar... Para perseverar con aire alegre hay que “re-estrenarse” y renovarse.
En esta vida no tenemos ciudad permanente. Llegará el día en que incluso «las fuerzas de los cielos serán sacudidas» (Lc 25,26). ¡Buen motivo para permanecer en estado de alerta! Pero, en este Adviento, la Iglesia añade un motivo muy bonito para nuestra gozosa preparación: ciertamente, un día los hombres «verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 25,27), pero ahora Dios llega a la tierra con mansedumbre y discreción; en forma de recién nacido, hasta el punto que «Cristo se vio envuelto en pañales dentro de un pesebre» (San Cirilo de Jerusalén). Sólo un espíritu atento descubre en este Niño la magnitud del amor de Dios y su salvación (cf. Sal 84,8).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“El Adviento mantiene viva la espera de Cristo, que vendrá para visitarnos con su salvación, realizando plenamente su Reino de justicia y de paz. La evocación anual del nacimiento del Mesías en Belén renueva en el corazón de los creyentes la certeza de que Dios es fiel a sus promesas. El Adviento es, por tanto, un poderoso anuncio de esperanza que afecta en profundidad a nuestra experiencia personal y comunitaria”.

Tema del día:
Que te vea venir, Señor
El Adviento nos sensibiliza ante la venida de Cristo. Y, como todo acontecimiento importante, ha de ser preparado con vigilancia, interés y gusto.

Es un tiempo de esperanza, de salvación, de expectación y de curiosidad ante lo que está por venir. ¿Cómo vendrá? ¿Cuándo? Son interrogantes que, desde hace muchos siglos, han estado y siguen estando vigentes en el pensamiento de gran parte de la humanidad. Y es que, Jesús que viene a nuestro encuentro, bien merece un pueblo sensible y receptivo a su llegada. Un ambiente que no se vea colapsado y solapado por otras cosas u otros aspectos que son secundarios.

El Señor, su venida, no puede ser una excusa para celebrar la Navidad sin referencia a lo esencial: el Nacimiento de Cristo. Sería, entre otras cosas, un agravio al auténtico sentido cristiano de esos días que se acercan.

Jesús, vino en carne mortal; en un pesebre. Se acerca en cada acontecimiento, en los sacramentos, en la mirada de un niño, en mil detalles con los que podemos descubrir su presencia. Y, por supuesto, vendrá definitivamente al final de los tiempos. Y, también para ello y sin olvidarlo, nos preparamos.

Esto, amigos, nos infunde esperanza. La vida, y todo lo que a ella rodea, nunca será un motivo para desesperar. Cristo, porque está de nuestro lado, nos invita a levantar la cabeza. A no olvidar sus promesas. A pensar que, Dios, lo que promete cumple con todas las consecuencias. ¿Que existen mil razones para desesperar? Mira por dónde, el Adviento nos recuerda que hay una, poderosísima, para recuperar el optimismo: ¡VIENE EL SEÑOR!

Hoy, cuando damos una ojeada a la realidad del mundo (aborto, maltratos, guerras, secuestros, inundaciones, vejaciones, crisis, falta de empleo, suicidios…) nos hace pensar que, el universo, está maltrecho y sentenciado. Que algo, dentro de él, no marcha bien. Por ello mismo, porque hay circunstancias que nos preocupan, deseamos de todo corazón y lo pedimos con fe, que venga pronto el Salvador. Que salga a redimirnos. Que cambie, esta realidad tortuosa y agonizante que nos toca vivir, en un escenario de gracia y de ilusión. ¿Será posible? ¿Encontrará el Señor, cuando vuelva, un pueblo dispuesto acogerle?

Hoy, entre otras cosas, hacen falta personas que inunden muchas realidades con el sabor de la fe y de la esperanza. No podemos quedarnos en el conformismo. En exclamar “la vida es así”. Necesitamos de Alguien que salga a nuestro encuentro y que nos empuje a ser sembradores de paz y de esperanza.

La Navidad, a la vuelta de la esquina, es precisamente el reverso de este mundo. Un Dios que es garantía, salvación, felicidad, amor, entusiasmo, delicadeza, solidaridad, calma, sosiego y bondad. Sólo, aquellos que con humildad trabajen su corazón en este tiempo de Adviento, serán capaces de intuir y vivir lo que el Señor nos trae: amor de Dios hacia el hombre. Que el Señor, en medio de tantos conflictos que nos aturden, nos infunda valor, esperanza y ánimo para que, cuando venga, nos encuentre ardiendo como una lámpara y vivos como las aguas de un río. ¡A prepararse, amigos!
P. Javier Leoz

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página.

Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Cuba, Nelda escribe y dice: “Agradezco a Dios y a la persona que me envío las primeras “Pequeñas Semillitas”. Las que sigo esparciendo a todo el que la necesite. Le pido al buen Padre Dios que colme de bendiciones a Felipe y a todos sus colaboradores. Un abrazo en Cristo y que la Madre de Jesús y Madre nuestra también los cubra a todos con su manto de amor”.

Desde México, Ana María V. M. escribe en su nombre y de su familia, y dice: “Muy agradecidos con Dios y usted, ya que esta página (“Pequeñas Semillitas”) nos ha ayudado a fortalecer y conocer más de nuestra fe a nuestra familia y a quienes nos rodean. Dios los continúe bendiciendo hoy y siempre a todos los que hacen posible esta página.

Unidos a María
“El mes de María, más emocionante que he vivido, fue en la isla de los leprosos en Molokai en Hawai”, cuenta un sacerdote misionero encargado de iniciar el mes de María instalando la estatua de Nuestra Señora de Fátima en presencia de los leprosos de la isla. Frente a esta asamblea compuesta de unos pobres andrajosos, se siente avergonzado de presentarles una hermosa Madona.
Le piden acudir junto a un leproso moribundo que desea postrarse ante la estatua de Nuestra Señora antes de morir. El Padre va a visitar al agonizante, pero tropieza en la escalera llevándose la imagen con él y cae. Se levanta adolorido y se da cuenta que tanto las manos como la cara de la Virgen están muy lastimadas: tiene manchas oscuras en las mejillas, ahí donde el barniz se descarapela, dan la impresión de heridas, la sonrisa desapareció; sólo los ojos observan intactos con la misma dulzura.
Al ver la estatua el moribundo se llena de alegría y de amor, es el reencuentro de una Madre y su hijo. La Madona quiso hacerse de todos. Por amor a su hijo renuncio a su majestad celeste.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.