PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2846 ~ Viernes 13 de Noviembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Jesús, ayúdame en este día a tener
presente mi realidad ligada siempre a tu salvación de amor. Quiero que mi vida se
oriente hacia Ti, escuchar tu voz en mi corazón y comprender qué es lo que
quieres para mí. Dame la posibilidad de ser agradecido siempre, que no olvide
fácilmente todas las bendiciones que me has dado. Gracias por la bendición de
tener una familia en la que Tú me manifiestas que me amas. Gracias por cada uno
de sus miembros y todo lo que me hacen sentir. Te suplico que en este momento
la bendigas y le hagas sentir tu presencia maravillosa. Amén
¡Buenos días!
Entrada al Paraíso
Así
opinan los santos del Rosario: “En el Rosario he hallado los atractivos más
dulces, más suaves, más eficaces y más poderosos para unirme con Dios”, S.
Teresa de Jesús. “Si ustedes desean paz en sus corazones y en sus hogares,
recen diariamente el Rosario”, S. Pío X. “Cuando digo el Avemaría, los cielos
sonríen, los ángeles cantan y los demonios tiemblan y huyen”, S. Francisco de
Asís.
Una vez fue a visitar al P. Pío un obispo
acompañado por un general del ejército italiano. El obispo le presentó a su
amigo que fue recibido con gran amabilidad por el santo. Después de hablar
sobre temas del momento, el obispo con una sonrisa de picardía dijo al P. Pío
que el general había venido con él para hacerle un pedido importante. —¿De qué
se trata? —Preguntó intrigado el P. Pío, prestando mucha atención. —Algo que
para usted es muy fácil. —Respondió el obispo mientras intercambiaba miradas y
risitas con el general. Y prosiguió: —¡Bueno! Mi gran amigo desea que le
consiga una entrada gratis al Paraíso. —¡Oh, mire qué pedido! —Y sacando rápidamente
del bolsillo su rosario, el santo lo puso en manos del general diciéndole:
—Apreciado general, aquí tiene la entrada al Cielo. Récelo cada día con su
familia y le garantizo que no va a equivocar el camino.
“El
Rosario es el instrumento con el cual se vence al demonio y se obtienen todas
las gracias. Es la síntesis de nuestra fe, el sostén de nuestra esperanza, la
expresión y crecimiento de nuestra caridad”, San Pío de Pietrelcina. Pide la
gracia de apreciar esta devoción.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del
Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que
entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo,
como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban,
construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y
azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el
Hijo del hombre se manifieste.
»Aquel día, el que esté en el terrado y
tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté
en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente
guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo:
aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado;
habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le
dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí
también se reunirán los buitres». (Lc 17,26-37)
Comentario
Hoy, en el texto del Evangelio son
remarcados el final de los tiempos y la incerteza de la vida, no tanto para
atemorizarnos, cuanto para tenernos bien precavidos y atentos, preparados para
el encuentro con nuestro Creador. La dimensión sacrificial presente en el
Evangelio se manifiesta en su Señor y Salvador Jesucristo liderándonos con su
ejemplo, en vista a estar siempre preparados para buscar y cumplir la Voluntad
de Dios. La vigilancia constante y la preparación son el sello del discípulo
vibrante. No podemos asemejarnos a la gente que «comían, bebían, compraban,
vendían, plantaban, construían» (Lc 17,28). Nosotros, discípulos, debemos estar
preparados y vigilantes, no fuera que termináramos por ser arrastrados hacia un
letargo espiritual esclavo de la obsesión —transmitida de una generación a la
siguiente— por el progreso en la vida presente, pensando que —después de todo—
Jesús no regresará.
El secularismo ha echado raíces
profundas en nuestra sociedad. La embestida de la innovación y la rápida
disponibilidad de cosas y servicios personales nos hace sentir autosuficientes
y nos despoja de la presencia de Dios en nuestras vidas. Sólo cuando una
tragedia nos golpea despertamos de nuestro sueño para ver a Dios en medio de
nuestro “valle de lágrimas”... Incluso debiéramos estar agradecidos por esos
momentos trágicos, porque seguramente sirven para robustecer nuestra fe.
En tiempos recientes, los ataques contra
los cristianos en diversas partes del mundo, incluyendo mi propio país —la
India— han sacudido nuestra fe. Pero el Papa Francisco ha dicho: «Sin embargo,
los cristianos están esperanzados porque, en última instancia, Jesús hace una
promesa que es garantía de victoria: ‘Quien pierda su vida, la conservará’ (Lc
17,33)». Ésta es una verdad en la que podemos confiar… El poderoso testimonio
de nuestros hermanos y hermanas que dan su vida por la fe y por Cristo no será
en vano.
Así, nosotros luchamos por avanzar en el
viaje de nuestras vida en la sincera esperanza de encontrar a nuestro Dios «el
Día en que el Hijo del hombre se manifieste» (Lc 17,30).
Fr. Austin NORRIS (Mumbai, India)
Santoral Católico:
San Diego de
Alcalá
Franciscano
Nació en San Nicolás del Puerto
(Sevilla) hacia 1400, de familia humilde. Muy joven abrazó la vida eremítica en
la serranía de Córdoba, entregándose a la oración y al trabajo. A la edad de 30
años ingresó en la Orden franciscana como hermano laico; era analfabeto y se
dedicó a los oficios más humildes como hortelano, enfermero, portero. Residió
en varios conventos de su Provincia, promoviendo con su ejemplo el movimiento
de la observancia. En 1441 partió como misionero a las islas Canarias, donde
evangelizó, enseñó a cultivar la tierra y defendió los derechos de los nativos;
lo nombraron superior del convento de Fuerteventura, pero se vio abrumado de
dificultades. En 1450 se trasladó a Roma, donde atendió a apestados, a pobres y
enfermos, curando con su oración a muchos. Pasó sus últimos años en Alcalá de
Henares (Madrid), edificando a todos con su santidad y sabiduría evangélica.
También es famoso por los milagros que Dios obró por su medio. Murió en Alcalá
el 12 de noviembre de 1463 pero se lo celebra el día 13 de noviembre.
Oración: Dios omnipotente, que
derribas del trono a los poderosos y enalteces a los humildes, concédenos
imitar la humildad de san Diego de Alcalá, para hacernos partícipes de su
gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
“La experiencia de la Iglesia nos dice
que cuando rezamos por los enfermos y cuando los enfermos pueden rezar, esa cadena
de oración y la fuerza del Señor Jesús que quiso manifestarse con los enfermos
-‘estuve enfermo y me visitaron’-, hace
que el Señor se identifique con esta particular situación de fragilidad y
limitación que vive el hermano enfermo”
~ Mons. Oscar Ojea ~
Tema del día:
Despertar al Cristo dormido en nosotros
Se levantó una fuerte borrasca... Mc 4,35-41
La fe nos
exige creer en la presencia de Dios, incluso cuando no lo sentimos.
La vida es
como una ensalada bien variada: hay momentos de tranquilidad y de turbación. A
veces nos sentimos con tanta fuerza como para mover el mundo con un dedo y
otras veces nos sentimos caídos en el fondo de un pozo, abandonados, sin
esperanza.
Los
apóstoles tuvieron la experiencia de un gran peligro: las aguas les iban a tragar
y lo peor era que el único Hombre que podía ayudarles estaba durmiendo
tranquilamente.
La
experiencia de la tempestad o adversidades es común a todos los hombres, de
todas las razas, culturas, lugares y tiempos. La cruz nos persigue como nuestra
sombra. ¿Qué hay que hacer? Hay que despertar al Cristo que está durmiendo
dentro de nosotros.
Para
algunos hombres, Cristo está ausente de sus vidas, pues no tienen ningún
contacto personal con Él. No le hablan en la oración y no lo experimentan en
los sacramentos.
Para
otros, Cristo murió dentro de ellos. Hubo un tiempo, tal vez cuando eran
jóvenes, en que caminaban mano a mano con Él. Lo veían en todas partes: en la
belleza de la naturaleza y en las maravillas del firmamento. Como dijo un poeta
irlandés, Joseph Mary Plunket: "Dios ha hecho tres cosas muy bellas: las
estrellas del cielo, las flores del campo y los ojos de los niños".
Pero para
muchos el pecado ya ha obstaculizado esta experiencia de Dios. Él es sólo un
eco arcano del momento de su Primera Comunión o de su boda.
Para otros
más, Cristo está dentro de ellos, pero durmiendo. Tratan de despertarlo por
medio de su fe. A veces la fe se hace auténtica. Es la fe de los mártires que
no ven nada que no sea la punta de un fusil. La fe no es un sentir, sino un
aceptar voluntariamente la presencia de un Dios que no vemos con los ojos, pero
estamos seguros que está ahí.
La
experiencia del Cristo durmiendo en la barca de nuestra vida es bastante común.
Muchas veces uno escucha: "Padre, he perdido mi fe". Y uno le
pregunta: "Pero, ¿es que ya no cree en Dios?" La persona responde que
sí cree en Él, pero que no lo siente.
Pero a
Dios no se lo siente como si fuese un caramelo.
Autor: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net
El rincón del
lector
Desde hace años hemos tenido esta
sección llamada “El rincón del lector”
destinada a dar cabida a los mensajes, opiniones y comentarios de las personas
que leen Pequeñas Semillitas, que han podido expresarse libre y
respetuosamente. Ahora, con nuestra presencia en Facebook, la posibilidad de
manifestarse es mucho más abierta, directa y permanente.
Igual vamos a mantener esta sección para
los que deseen expresarse por esta vía. Para que tu mensaje se publique debes
dirigirlo por correo electrónico a feluzul@gmail.com con el título "El rincón del lector" y deberá ser muy breve y no
contener conceptos agraviantes para nada ni para nadie.
Los mensajes serán moderados por el
propietario de esta página y se publicarán a medida que el tiempo y el espacio
en la misma lo permitan, y no se admitirán réplicas o respuestas públicas a
mensajes anteriores de otros lectores.
Unidos a María
En
este mundo caminamos en medio de peligros de todas clases. Peligros de
accidentes, de desgracias materiales, y también peligros espirituales, porque
los demonios vigilan y espían el momento oportuno para llevarnos al pecado y
hacernos dignos del Infierno.
Es por
eso que debemos invocar siempre a María, ya que Ella es terrible como un ejército formado para la batalla. Y la Virgen
es el terror de los demonios, que al oír su santo Nombre sueltan la presa y
huyen.
Que
jamás se nos caiga de los labios el dulcísimo y santo nombre de María, porque
él es un escudo de protección, y al sólo nombrarla ya nuestro corazón se
llenará de gozo y de consuelo, porque Ella es nuestra Madre que vela por cada
uno de nosotros y no nos deja huérfanos y a la deriva, sino que Ella también
espía el momento justo para hacernos bien y llenarnos de gracias y favores
celestiales y hasta materiales también.
Así
como los demonios están al acecho para hacernos el mal; Ella, María, está
vigilando el momento oportuno para hacernos ricos de dones y gracias.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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