PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2858
~ Miércoles 25 de Noviembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Jesús Eucaristía es el Rey de reyes y
Señor de los señores, el Rey del universo, el Señor de la historia, el amigo de
los hombres, el hijo de María, el niño de Belén, el Salvador del mundo, que se
ha quedado junto a nosotros para ser nuestro compañero de camino y para que
podamos acudir a Él fácilmente, cuando tengamos necesidad. Y nos sigue
esperando para sanarnos, bendecirnos, alegrarnos y darnos su amor y paz. Su
consultorio es el sagrario.
Él es el mejor médico, siquiatra y
sicólogo del mundo. Atiende gratis las 24 horas de cada día y no necesitamos
sacar cita para ser recibidos por Él. Además, Él lo sabe todo y sabe cuáles son
nuestros males y necesidades antes de que se las digamos. Él nos espera. ¿Hasta
cuándo? ¿Somos tan ricos que no necesitamos de su amor?
P. Ángel Peña
¡Buenos días!
Cocodrilo
Michel Quoist en “Triunfo” afirma: «Hay
quienes “no tienen los pies sobre la tierra”, sencillamente vuelan. Vuelas,
cuando consideras tus sueños como realidad; cuando pasas el tiempo concibiendo
planes que jamás realizas; cuando no te adaptas a las personas y a las cosas.
Soñar tu vida no es vivirla». Aquí
tienes un cuento de uno que vive en sus fantasías.
Estaba un paisano
sentado al mostrador del boliche tomando una caña, cuando entró otro paisano y
le pidió al patrón que le preparara un sándwich de cocodrilo. El bolichero le
dijo que no tenía y el paisano se fue.
Asombrado el que
estaba tomando la caña, preguntó al patrón:
—Perdone, ¿escuché
mal o ese paisano está loco?
—Y claro que está
loco –contestó el bolichero–. ¡Mire si voy a empezar un cocodrilo solamente
para él!
Un signo de madurez es aceptar la realidad y
poseer suficiente solidez y equilibrio para vivirla. La persona madura es
objetiva: sabe valorarse a sí mismo sin dejar de valorar a los demás. Es capaz
de tomar una decisión y sostenerla. Madurez es el arte de vivir en paz con lo
que no se puede cambiar. Ejercítate en la sabiduría de “poner siempre los pies
sobre la tierra”.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y
cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá
para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la
defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán
resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por
padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis
odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de
vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». (Lc
21,12-19)
Comentario
Hoy ponemos atención en esta sentencia
breve e incisiva de nuestro Señor, que se clava en el alma, y al herirla nos
hace pensar: ¿por qué es tan importante la perseverancia?; ¿por qué Jesús hace
depender la salvación del ejercicio de esta virtud?
Porque no es el discípulo más que el
Maestro —«seréis odiados de todos por causa de mi nombre» (Lc 21,17)—, y si el
Señor fue signo de contradicción, necesariamente lo seremos sus discípulos. El
Reino de Dios lo arrebatarán los que se hacen violencia, los que luchan contra
los enemigos del alma, los que pelean con bravura esa “bellísima guerra de paz
y de amor”, como le gustaba decir a san Josemaría Escrivá, en que consiste la
vida cristiana. No hay rosas sin espinas, y no es el camino hacia el Cielo un
sendero sin dificultades. De ahí que sin la virtud cardinal de la fortaleza
nuestras buenas intenciones terminarían siendo estériles. Y la perseverancia
forma parte de la fortaleza. Nos empuja, en concreto, a tener las fuerzas
suficientes para sobrellevar con alegría las contradicciones.
La perseverancia en grado sumo se da en
la cruz. Por eso la perseverancia confiere libertad al otorgar la posesión de
sí mismo mediante el amor. La promesa de Cristo es indefectible: «Con vuestra
perseverancia salvaréis vuestras almas» (Lc 21,19), y esto es así porque lo que
nos salva es la Cruz. Es la fuerza del amor lo que nos da a cada uno la
paciente y gozosa aceptación de la Voluntad de Dios, cuando ésta —como sucede
en la Cruz— contraría en un primer momento a nuestra pobre voluntad humana.
Sólo en un primer momento, porque
después se libera la desbordante energía de la perseverancia que nos lleva a
comprender la difícil ciencia de la cruz. Por eso, la perseverancia engendra
paciencia, que va mucho más allá de la simple resignación. Más aún, nada tiene
que ver con actitudes estoicas. La paciencia contribuye decisivamente a entender
que la Cruz, mucho antes que dolor, es esencialmente amor.
Quien entendió mejor que nadie esta
verdad salvadora, nuestra Madre del Cielo, nos ayudará también a nosotros a
comprenderla.
Rvdo. D. Manuel COCIÑA Abella (Madrid, España)
Santoral Católico:
Santa Catalina de
Alejandría
Mártir
No tenemos noticias seguras sobre su
vida. Según las leyendas y tradiciones, fue una virgen y mártir de Alejandría
en Egipto, de finales del siglo III o principios del siglo IV. Era una joven
cristiana llena de agudeza, de ingenio y de sabiduría, no menos que de
fortaleza de ánimo. Su cuerpo se honra con piadosa veneración en el célebre
monasterio del Monte Sinaí que lleva su nombre. Desde el siglo IX su culto
comenzó a extenderse por toda la Iglesia, por lo que existen numerosas iglesias
dedicadas a su nombre en todo el mundo, y son muchas las entidades e instituciones
que la tienen por patrona.
Oración: Dios todopoderoso y eterno,
que diste a tu pueblo la virgen y mártir invicta santa Catalina, concédenos,
por su intercesión, ser fortalecidos en una fe constante y trabajar sin desmayo
por la unidad de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
“Casualidad
es el seudónimo
que usa Dios para poner su firma”
Tema del día:
Hijos alejados de
la religión
Un estudio reciente concluyó que la
mitad de los jóvenes estadounidenses que crecieron como católicos no se
identifican ahora como tales. Pensad en lo que esto significa: en los últimos
20-30 años, la mitad de los niños que han sido bautizados o que han recibido la
confirmación y la mitad de los jóvenes que se han casado probablemente han
abandonado la Iglesia. Otra de las conclusiones de este estudio es que cuatro
de cada cinco católicos que abandonaron la Iglesia lo hicieron antes de los 23
años.
La mayoría de nosotros conoce esta
situación por propia experiencia. Todos conocemos padres en nuestra parroquia
que están dolidos por la lejanía de sus hijos. Puede ser incluso que sean
nuestros hijos e hijas los que se han distanciado. El enfado e intentar dar
respuestas rápidas a preguntas no formuladas no es eficaz
A continuación indicamos siete
estrategias sencillas que puedes utilizar a partir de ahora para hacer volver a
tu hijo. No es un esquema para una conversión rápida, porque estos pasos
necesitan meses o años. Pero son indicaciones que se han verificado en el
camino que lleva de nuevo a la fe.
1.
Oración, ayuno y sacrificio
Si no haces estas tres cosas, puedes
olvidarte de los otros pasos. Empieza a rezar desde ahora cada día durante 5-10
minutos por la vuelta de tu hijo. La parábola de Jesús sobre la viuda
persistente en la oración (Lc 18, 1-8) confirma que Dios ama la oración
continua, incluso si rezas pidiendo cada día por la misma necesidad. No
abandones y no pienses que tu oración es ignorada e inútil. Recuerda las
oraciones de Santa Mónica por su hijo, San Agustín.
2.
Fórmate: Biblia y Catecismo
No puedes ofrecer lo que no tienes.
Seguramente la idea de compartir la fe te entusiasma, pero entusiasmo y buena
voluntad no te llevarán muy lejos. Tienes que conocer tu fe. Las mejores dos
fuentes son la Biblia y el Catecismo. Familiarízate con ellas y léelas cada
día, en pequeñas dosis. Después busca buenos libros católicos que te ayudarán a
explicar y defender la fe; así estarás preparado cuando tu hijo te revele sus
principales problemas con la Iglesia.
3.
Plantar las semillas
Antes de que empieces a discutir sobre
Dios o la Iglesia con tu hijo, tienes que plantar pequeñas semillas de fe y
confianza en su vida. Una semilla es el amor incondicional. Tu hijo tiene que
saber que le amas a pesar de todo: a pesar de sus elecciones morales o de su
lejanía de la Iglesia. Debe saber que deseas por completo su bien. Sólo
entonces te escuchará.
4.
Empezar la conversación
En un determinado momento, necesitarás
iniciar un diálogo sobre Dios y la Iglesia. Podrías decir: "¿Puedo
preguntarte algo? Me pregunto si un día serás capaz de hablar sobre temas
espirituales. Sé que tú relación con la Iglesia no es clara, ¿pero estarás
dispuesto a hablar sobre ello algún día conmigo? Sólo quiero oír lo que tienes
que decir".
¡Y haz sólo esto: escuchar! Tu objetivo
es saber por qué tu hijo se alejó de la Iglesia. Las razones que te dé pueden
ser distintas a las que tu esperas. Pregúntale en qué cree y por qué; y qué le
alejó. No respondas de inmediato a las objeciones o las críticas, acéptalas.
Esto implica que tendrás que morderte la lengua, pero ¡vale la pena!
5.
Impulsar el diálogo
Ahora ya sabes por qué tu hijo se alejó
de la Iglesia. Tal vez se ha alejado involuntariamente. Tal vez ha cambiado de
religión. Tal vez no está de acuerdo con la enseñanza moral de la Iglesia. O
tal vez es que ya no cree en Dios. Cualquiera que sea el motivo, ha llegado el
momento de discutir sobre estos factores.
Habla con alegría y de manera positiva
para aclarar cualquiera de sus ideas equivocadas. Por ejemplo, si dice:
"Nunca crecí espiritualmente como católico”, lo más seguro es que nunca
entendió del todo la Eucaristía o nunca se le enseñó nada sobre los grandes
maestros espirituales de nuestra tradición. Propónselos con amabilidad y
anímale a reconsiderar sus ideas.
6.
Invítale y conéctalo
Cuando tu hijo muestre curiosidad e
inclinación a volver, invítale a un evento de la parroquia. Puede ser un retiro
de fin de semana, o un pequeño grupo parroquial de estudio o un evento
comunitario. Tu objetivo es acompañarle en la vida de la parroquia, para que
así restablezca los vínculos comunitarios de fe. Pero no te precipites.
Invítale sólo después de que él haya expresado su deseo de volver, pues en caso
contrario conseguirías sólo que se aleje de nuevo.
7.
Cerrar el círculo
Por último, tienes que ayudar a tu hijo
a reconciliarse formalmente con la Iglesia. Mucha gente, cuando llega este
momento, se queda bloqueada. Un sacerdote me explicó una vez el caso de una
señora que había abandonado la Iglesia cuando era adolescente y permaneció
alejada durante más de treinta años. ¿Su motivo? No sabía cómo volver.
No dejes que esto suceda. Cuando tu hijo
ya esté preparado para volver, habla con tu párroco y determina los pasos
justos para cerrar el círculo. Tal vez sólo necesita una buena confesión, o tal
vez lo más apropiado para él sea el Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos.
Un buen sacerdote puede valorar la situación y determinar los mejores pasos que
hay que seguir.
Obviamente, sólo hemos rascado la
superficie de esta hoja de ruta. La clave es no perder nunca la esperanza.
Desesperanza no es una palabra del diccionario de Dios. Mientras tu hijo siga
respirando, existe la esperanza. Dios ama a tu hijo más incluso que tú mismo.
Por mucho que puedas desear que tu hijo vuelva a casa. Dios desea su vuelta
infinitamente más y trabaja incesantemente para que esto suceda, incluso cuando
la situación parece desesperada.
Confía en Dios, pídele que siga actuando
en la vida de tu hijo y confía en Su ayuda para que vuelva a casa.
Brandon Vogt / Religión en Libertad
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Sergio, de Córdoba, Argentina, que ha sido llamado a la casa del Padre celestial.
Pedimos oración por las siguientes personas de México: Laura R., que por su edad ha estado en silla de ruedas desde hace mucho tiempo con varios problemas de salud; René R. T., para que tenga mucho éxito en su nuevo trabajo; Sharon W., con endocarditis bacteriana; y Fuensanta G. con infección en la piel. Que el Señor les conceda a todos ellos sus gracias de sanación y la Virgen María los acompañe y los sostenga con su amor maternal.
Pedimos oración para Marissa C., de 42 años de edad, que vive en San Salvador, Centro América, que hoy será operada por calcificaciones y fibromas, rogando a Jesús que todo se resuelva favorablemente.
Pedimos oración por las siguientes personas de México: Laura R., que por su edad ha estado en silla de ruedas desde hace mucho tiempo con varios problemas de salud; René R. T., para que tenga mucho éxito en su nuevo trabajo; Sharon W., con endocarditis bacteriana; y Fuensanta G. con infección en la piel. Que el Señor les conceda a todos ellos sus gracias de sanación y la Virgen María los acompañe y los sostenga con su amor maternal.
Pedimos oración para Marissa C., de 42 años de edad, que vive en San Salvador, Centro América, que hoy será operada por calcificaciones y fibromas, rogando a Jesús que todo se resuelva favorablemente.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
Cuando
la bomba atómica americana destruyó Nagasaki, en el final de la segunda guerra
mundial, uno de los edificios destruidos fue la Catedral Urakami, una de las
mayores de Asia.
La
explosión que devastó la ciudad el 9 de agosto de 1945, dejando más de 70.000
muertos, destrozó los vitrales y las paredes del edificio, quemó el altar y
derritió la campana. No obstante, en lo que los católicos japoneses calificaron
de milagro, la cabeza de una estatua de madera de la Virgen María sobrevivió al
infierno.
El
icono conservó los estigmas de la guerra: los ojos se quemaron, dejando dos órbitas
negras, la mejilla derecha está ennegrecida y una grieta corre a lo largo de su
rostro como una lágrima. “Cuando la volví a ver por primera vez, pensé que la
Virgen estaba llorando”, confía Shigemi Fukahori, un feligrés de 79 años quien
conocía bien la estatua antes de la explosión. “Era como si nos advirtiera,
sacrificándose, contra los horrores de la guerra”, añade.
La
estatua mutilada está hoy expuesta en la nueva iglesia reconstruida en el mismo
lugar, a sólo 500 metros del punto central en el cual la bomba de plutonio
estalló.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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